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domingo, 1 de junio de 2025

HOTEL PARADISO -1-

La decisiva consagración artística del sainete o vodevil  (en Francia), conematográfico y teatral radicó en la incorporación de una sinrazón corrosiva que acabaría mezclándose en la contradictoria selva del instinto e ideales que siempre han anidado en todo ser humano. Por ello mismo, el sentido crítico del humor nació también de la reflexión y del cuidadoso estudio de la realidad. Una realidad que, al tiempo que puede llegar a revelar su profundo conocimiento de la estructura psicológica del hombre, lo sume en infinidad de ocasiones en la más inextricable parodia del comportamiento frente a las calamidades que le puede deparar la vida. La comicidad de la farsa se apoya, más que sobre cualquier otra situación caótica,  en poner ante el público que ansía saborearla, ya sea en cine, teatro o literatura, una o varias situaciones ridículas o difíciles. El genial Charles Chaplin expresó que el sólo hecho de que un sombrero vuele, por ejemplo, no es risible. Pero lo es y mucho, si quien vuela en un colosal batacazo es una obesa fémina al salir despedida desde un coche de caballos por una parada en seco en medio del campo –como así sucede con la extraordinaria cómica Peggy Mount en una de las situaciones más disparatadas de este “Hotel Paradiso”. Así resulta tremendamente risible ver a una obeso personaje, sea hombre o mujer, volar con los cabellos al aire y los faldones de un vestido o levita flotando por un instante cara al viento. Pero toda situación cómica no puede estar basada sólo en eso, porque la visión divertida de las adversidades acaban provocando también mayor deseo de reír en el público cuando los sufridos protagonistas del vodevil se tratan de simples ciudadanos. Y todavía más graciosa es la persona ridícula que, a pesar de eso, se niega a admitir que le ocurran cosas extraordinarias ya sea en su vecindario o en el ambiente de un estrafalario hotel,. Y al cabo, se obstina en conservar su pundonor entre un sinfín de percances graciosos a los que se enfrenta con risible dignidad. Por eso todos los vodeviles teatrales o cinematográficos descansan en la idea de ocasionar apuros tan grotescos como infrecuentes, y tratar más adelante, una vez solventadas las trepidantes situaciones cómicas, de comportarse como una dama inocente o un caballero sin tacha. Con todo esto se quiere decir que si una serie de acontecimietnos absurdos pueden provocar por si solos cientos de carcajadas al observar desde un balcón cualquiera a unos personajes domésticos y sus resortes psicológicos descansando en diálogos irrisorios, a los que añadir una vociferante dama robusta y furiosa que pueda recordarnos a la inolvidable Marie Dressler, una criada casquivana y jocosa que se salta a la torera todas las imposiciones sociales de su comportamiento, y un despistado visitante cargado con una prole de hijas chillonas, bastará para poner en compromiso con su actuación al resto de componentes que integran el grupo sainetesco para dar paso también a los resortes psicológicos más importantes de la risa.
 
 

Basado en el vodevil francés de 1894 "L'Hôtel du Libre Échange" de Georges Feydeau y Maurice Desvallières


Corre el año 1900 en el alegre París. El dramaturgo Monsieur Feydeau  (Peter Glenville) necesita escribir una nueva obra teatral pero se halla totalmente falto de inspiración.
Desde la ventana de su Hotel observa un controvertido vecindario formado por Monsieur Benedict Boniface (Alec Guinness) al que domina por completo su vociferante y desmadrada esposa Angelique (Peggy Mount).
La vecina colindante es una hermosa joven italiana Marcelle Cotte (Gina Lollobrigida), románticamente descuidada esposa del inspector de hoteles e inmuebles parisienses Henri Cotte (Robert Morley). Monsieur Cotte es enviado a un hotel llamado "Paradise" para investigar rumores de fantasmas (que resultan ser causados ​​por las alcantarillas).

 
 
Pero dicho hotel se convertirá en lugar de encuentro adúltero entre Marcelle Cotte y Benedict Boniface, ya que éste se siente tremendamente atraído por la bella vecina que ha accedido a compartir con él una noche loca por el abandono sentimental en que la mantiene su marido Henri

 
 
La obesa Angelique Boniface tiene que abandonar por un día y una noche su domicilio conyugal para visitar a una hermana enferma, pero celosa y desconfiada de los actos de Boniface, lo encierra en su habitación, llevándose la llave de la misma.


 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Antes de toda estas situaciones tan desmadradas, Boniface y Angelique han recibido en su casa la visita de Monsieur Martin (pronunciado "Marten") (Douglas Byng) con la pretensión de poder alojarse en el hogar de los Boniface con sus cuatro escandalosas hijas de 12 años. Monsieur Martin padece una terrible alergia  que le hace tartamudear ante los días de lluvia, y como el día de su llegada está lloviendo a mares en París, empieza a tartamudear.
Pero Angelique y Boniface rechazan de plano dicha pretensión de Monsieur Martin de permanecer en su casa nada menos que un mes con semejante prole.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Monsieur Martin
se dispone a recoger su equipaje y buscar alojamiento para él y sus cuatro hijas.
En ese momento, aparece Madame Cotte y Boniface le susurra desde lo alto de la escalera que ya ha encontrado el lugar idóneo para la escapada adúltera: "Hotel Paradiso" 220 Rue de Provence.
Monsieur Martin
oye a Boniface y cree que le está indicando el hotel ideal para alojarse. Y al mismo tiempo, presenta a Monsieur Martin a su vecina Madame Cotte para evitar sospechas.