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sábado, 26 de octubre de 2019

Los días del pasado


En Mario Camus siempre han predominado los verdaderos sentimientos que promueven las historias de amor. Explora los aspectos de la ternura, y crea maravillosas transferencias en cuanto a puntos de vista que examinan los aspectos ocultos de la personalidad humana (en el caso que aquí nos ocupa, ideológicos, como fueron los de los "maquis" que siguieron su lucha contra la "dictadura franquista" en la década de los 40). Pero sus películas no adolecen de delicadeza, de esa riqueza íntima en la que caben tantos silencios expresivos, capaces de revalorizar, aunque sea de forma tan triste como en esta mafnífica película, nuestra (por otro lado tantas veces mancillada) vida amorosa. Las ideologías, sean del tipo que sean, crean, en efecto, casi siempre un universo inviolable de tiempos críticos. Y en ellos hombres y mujeres suelen perderse en sus sondeos más personales. Pueden ser seres que se desean con pasión los unos a los otros, pero que acaban rechazando el hermoso fulgor que desprende la sencillez del amor, para ir, gradualmente, dejándose atrapar por la elementalidad de otras conductas (como pueden ser las de la heroicidad y la renuncia, si en el camino de la monumental farsa de la vida, se interpone una guerra despiadada como lo son todas).
 
 
 
 

Pepa Flores "Marisol", retirada de la interpretación cinematográfica desde 1985, recibirá el más que merecido "Goya de Honor" en la próxima celebración de 2020 en Málaga: "Me siento muy honrada y agradecida por este reconocimiento", ha declarado la actriz. Pero "Marisol" no asistirá a la Gala de los Goyas.







                                                                                El gran acierto





Juana, el personaje recreado por una maravillosa Marisol, dará un paso de gigante al recorrer esos paisajes fríos del norte peninsular en busca del hombre a quien ama y que supone que él también la ama. Al mismo tiempo desea salvarlo de una muerte anunciada. Allí, en ese mundo desconocido del Norte Español se siente desbancada y sola, pero no deprimida.
Y al tiempo que hará una íntima revisión de su vida, aflorarán sus paralelismos reivindicativos con esos hombres perdidos en las montañas tras el capítulo cerrado de la guerra. Y, por supuesto, cierta frustración encubierta, socialmente hablando, por aquel ensueño republicano con que la guerra civil hizo añicos las esperanzas de tantos ciudadanos normales de este país. Todo lo pone en solfa Mario Camus, a través de la mirada y el comportamiento espléndido de esta joven maestra, que vivirá una amarga variación de "Romeo y Julieta" entre la mediocridad de un pequeño pueblo, con los fríos vitales del invierno, las represiones franquistas, y el capítulo cerrado de su búsqueda sentimental.

 Encuentros con la guerrilla

Camus crea, merced a un reparto magnífico, un melodrama adulto y sociológico. Es un film desolador, pero también es una maravilla. A través de ese romance envenenado por los horrores belicistas, y la opresión que el poder puede ejercer, aun en pueblos tan perdidos como el que aquí se nos muestra, es estimulante el acierto de Camus al elegir a la mejor Marisol para encarnar al personaje central.

                                                      Profesora republicana en la Dictadura Franquista 


 
De su boca (la explicación histórica de las Guerras Cantábricas que imparte en la clase embobando a sus alumnos y al inspector nacional de educación) parten los valores eternos de la sencillez y de la verdad, sin apasionamientos patrioteros. Una épica social que Marisol cuenta sin los tremebundismos del "Espíritu Nacional Franquista", y medida con la sensibilidad de la honestidad. Es un momento inolvidable. Camus acentúa la belleza de la historia que cuenta con la exaltada devoción de quien también supo lo que era llorar por ese tiempo perdido de la verdad con mayúsculas; y que aquí, en el comportamiento de sus personajes, tiene bastante razón de ser. Y se suceden recreos inolvidables con una profesora insustituible.

                                                                             El último encuentro

Insistiremos en que Marisol pudo convertirse en una de nuestras actrices más angelicales. Personalmente es mi Julie Christie española (hasta se parecía a ella y todo). Todavía hoy nos deja K.O. al visionar su excelsa personalización de la  gran liberal "Mariana Pineda" en una irrepetible serie de TVE. Camus capta de manera definitiva (lo hizo también con su inolvidable "Los pájaros de Baden Baden") un significativo ensayo psicológico que al mismo tiempo parece marcar, en su tiempo real, el tono de todo lo que en el film sucede. Véanla, disfrútenla, con su color esplendoroso, con su costumbrismo casi casi vital, con esa autoría recatada que del drama tiene Mario Camus. Los párrafos de diálogo de aquella gran Marisol, perdida para nuestro cine poco después, siguen siendo bellísimos y escalofriantes en su elementalidad. Pero nosotros preferimos aventurarnos en ratificar que la película está dialogada como los mismos dioses. No en vano nuestra valoración es de un cien de cienes.

Nacido en Santander el 20 de abril de 1935 [Fallecido en Santander, el 18 de septiembre de 2021 a la edad de 86 años] Tras estudiar Derecho, decide matricularse en la Escuela Oficial de Cine. Es considerado uno de los mayores exponentes del nuevo cine español junto con otros renombrados directores como Carlos Saura, Jorge Grau, Jaime Camino, Rovira Beleta, Basilio Martín Patino, Antón Eceiza, Victor Erice, Jaime Chavarri, Emilio Martínez Lázaro, Gracia Querejeta,  Icíar Bollaín, Pedro Olea, Josefina Molina, Angelino Fons, Francisco Regueiro, Manuel Summers, José Luis Borau, Julio Diamante, Miguel PicazoManuel Gutiérrez Aragón, Jaime de Armiñán, Isabel Coixet, Vicente Aranda, y Pedro Almodóvar, entre otros muchos. Camus es probablemente uno de los grandes maestros hispanos en ofrecernos algunas de las mejores adaptaciones literarias a la pantalla grande y televisiva. Muy celebradas han sido así "Young Sánchez", 1964, relato de Ignacio Aldecoa, "La colmena", 1982, según la novela de Camilo José Cela, "Los santos inocentes", 1984, obra de Miguel Delibes, y "La casa de Bernarda Alba", 1987, la extraordinaria obra de teatro de Federico García Lorca. Memorable fue también la excepcional adaptación televisiva, en 1980, de la insuperable novela de Benito Pérez Galdós "Fortunata y Jacinta", y "La forja de un rebelde", 1990, según la gran obra novelística de Arturo Barea.

Muestras de su magnífico hacer fueron también sus  largometrajes mesetarios como "Con el viento solano", 1967, que fue presentada en Cannes y optó a la "Palma de Oro" en San Sebastián, y su sensible historia de amor "Los pájaros de Baden Baden", 1975. Y las majestuosas visiones cantábricas como "La vieja música", 1985, "El color de las nubes", 1997, y "La playa de los galgos", 2002. En 1998 se embarca en un proyecto fallido al llevar a la pantalla las aventuras del comic mexicano "La vuelta de El Coyote". Mostró una certera visión de la Barcelona de principios de siglo XX con la adaptación de "La ciudad de los prodigios", 1999, según la novela de Eduardo Mendoza. No pudo, sin embargo, sustraerse a una necesaria cita con el cine más comercial cuando decide dirigir al afectado e insoportable cantante Raphael en un absurdo romance-cantarín como "Al ponerse el sol", 1967, y a nuestra diva del cuplé Sara Montiel en "Esa mujer", 1969. En 1982 recibió el premio "Medallas del Círculo de Escritores Cinematográficos" por "La colmena", y en 1993 al "Mejor Guión Original" por "Sombras en una batalla", 1993. También "Los santos inocentes" fue premiada como "Mejor Película". La trayectoria profesional de Mario Camus goza también de unos primeros intentos por asomarse a la dirección escénica y al montaje con "¿Por qué corres Ulises?", de Antonio Gala. Como escritor publicó dos libros de relatos "Un fuego oculto", 2003. y "Apuntes del natural", 2007.
Un sueño de color y armonía. Sombras de una vaga felicidad. Y Marisol, entre las lejanías verdeantes, abarcando nuestros sueños con su sonrisa. ¡Cuánta belleza, cuánta nostalgia!