UNA GARBO DEFINITIVA: SUS ESCENAS DE AMOR, SU RENUNCIA Y SU FATAL DESAPARICIÓN FINAL MUCHO MÁS ALLÁ DE LO RECOMENDABLE. UN ROMANTICISMO LUJOSO CON RESOLUCIONES IMPECABLES DE ESCENAS DIFÍCILES, DONDE LA DIVA SUECA CRECE Y REFULGE INCREÍBLEMENTE ENTREGADA A SU PAPEL, LOGRANDO, YA EN LA ÚLTIMA RECTA DE SU CORTA CARRERA HOLLYWOODENSE DURANTE EL SONORO, RECARGAR DE LA MÁS SUBLIME ATMÓSFERA SU IMPERECEDERA LEYENDA. ¡IMPRESIONANTE!
































































"No fue el vino lo que me hizo venir a diario a ver cómo estaba" "No, eso no pudo ser el vino. ¿De verdad quiere cuidar de mi?" "Sí" "¿Todo el día, todos los días?" "Todos los días. ¿Por qué no?" "¿Por qué le atrae una mujer como yo? Siempre estoy nerviosa o enferma o triste o demasiado alegre" "Pero me atrae"










































































"A cualquier parte" "No es mala idea. Tu sueldo no te dejará viajar muy lejos" "Podría coger algo de la herencia" "Ni hablar. No se debe tocar la herencia de tu abuelo. Pero me sobran unos miles de francos" "¿Me dará el dinero?" "No sé de dónde lo ibas a sacar. No eres un mal hijo. ¿Cuándo quieres marcharte" "Enseguida. Si vuelvo mañana a París, al día siguiente"













"Una vez en su domicilio de París, Armand Duval prepara su equipaje para emprender el viaje proyectado. En ese momento, aparece Prudence con un pretexto de parte de Margarita. Llega sin aliento dado que la vivienda se halla en un cuarto piso: "¿Por qué hay gente que vive en un cuarto piso?", exclama Prudence agotada por la subida. "¿Trae algún mensaje?, pregunta Armand.."Sí, necesito sentarme antes de poder hablar" "¿De mademoiselle Gautier?" "Sí. Qué muchacha tan estúpida"






















































































































Con “Camille”, Greta Garbo, bajo la extraordinaria batuta de George Cukor cuya libertad creadora todavía hoy logra asombrarnos, consigue elevarse más allá de los confines de un tradicional romance al uso. Su Marguerita Gauthier se distingue así de muchos otros dramas románticos precisamente por su extraordinario y enternecedor realismo poético. Garbo se reserva para caballeros de paladar erótico exigente, pero define olímpicamente un inolvidable sex-appeal de la época. No en vano consiguió ser la estrella número uno de Hollywood. Pero el erotismo directo, grácil y conmovedor de su “Camille” no intenta en ningún momento glorificar la profesión que ejerce, aunque deje muy patente en nuestro recuerdo que asume de forma sublime el desgaste pasional, social y físico que la vida como cortesana del alegre París le acaba imponiendo. La Garbo entonces ya no siente el rubor de su pretendida impureza, y se enriquece con la savia de la fuente literaria. Y la excepcionalidad de su intensa aventura emocional, como tuberculosa incurable, se convierte en un pasadizo que conduce a la magia de esta prodigiosa encarnación como uno de los más perdurables hitos del Romanticismo. Hoy sigue siendo indiscutible que la Garbo, no únicamente como gran actriz, fue un acontecimiento de colosal fotogenia cinematográfica.
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