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jueves, 28 de noviembre de 2024

Nunca pasa nada (Une femme est passée...) -Final-

 

En una de las tiendas de las metomentodos, Julia se reúne con sus amigorras, que la han citado allí, y pregunta: "¿Pero qué es lo que ocurre?"...  "¿Qué qué es lo que ocurre? Pero Todavía te parece poco. Es una vergüenza. Estamos en una ola de inmoralidad, eso es muy cierto doña Julia. Y todo por esa extranjera" "De los camioneros ya no hay ni qué hablar, es una desgracia que tenemos, siempre blasfemando como unos bestias"- Doña Obdulia se santigua: "¡Ay Dios mío!..." "Hasta los chicos del instituto están soliviantados por esa desvergonzada Y hasta alterna"  "Sí,  si alterna, que yo lo he visto. Y con esa gentuza en ese bar que es un foco de corrupción. Deberían cerrarlo" "Comprenderás que esto es intolerable, totalmente intolerable" Julia trata de quitar importancia a las críticas: "Yo no le veo tanta importancia No creo que haya que preocuparse, de verdad. Aquí nunca pasa nada En cuanto esa chica se vaya todo volverá a ser igual. Es como cuando pasan los turistas en verano Cuando empezaron a venir también decíamos... y no pasa nada. Bueno será un poco descarada esa chica , no lo niego, pero tanta cosa por eso". "Claro Julia si sólo fuera eso... pero es que...." "¿Y Enrique? ¿Qué dice tu marido?" "¿Enrique?", se extraña Julia. "¿Pero Julia, es que no sabes nada?" "Pero pobrecilla si te está poniendo en ridículo. Si no se habla de otra cosa, Julia, y tú sin enterarte"
"Pero Julia qué vergüenza si parece mentira, a sus años, cuando me lo dijeron con todo el respeto que le tengo, uff"... "Como si le hubiera dado un bebedizo, ni más ni menos. Porque figúrate que la ha sacado de la clínica y la tiene como retirada en casa de esa Raquel. Y ya sabes la fama de pécora que tiene la tal" "Como que ninguna verdadera señora la saluda". "No sólo eso sino que está descuidando su trabajo y la visita todas las tardes y le lleva regalitos, que si bombones, que si caramelos, y flores". "Y la saca a pasear sin ocultarse de nada ni de nadie. Ya lo sabes un verdadero escándalo hija mía" El dueño de la tienda, aunque no dice nada, desaprueba con la mirada las malas intenciones de aquel conjunto de arpías incluida su esposa.
El daño que aquellos comentarios causan un terrible daño en Julia, y se enfrenta a ellas: "Pero, ¿por qué?  Para qué me habéis contado todo eso? "¿Qué derecho tenéis? ¿Qué sabéis vosotras de Enrique y de mí? ¡No quiero volver a veros nunca más, nunca más. ¡Dejadme!" Y Julia abandona la tienda mientras mientras las buenas beatas, tras compadecerla,  se asoman al ventanal, convencidas de que han actuado con buena fe por una amiga tan querida. Julia vuelve a su casa dolorida por los venenosos comentarios de aquellas alcahuetas, y deambula llorosa por la ciudad hasta llegar a su casa.  


Aquella noche cuando Jacqueline y Enrique vuelven en su automóvil, que ella conduce ahora, del día de recreo pasado en la finca de caza, la muchacha bromea con la posibilidad de que podrían seguir hasta París en dos o tres días. Enrique comprende que aquella idea, aunque tentadora, no es seria, pero contesta a la joven que eso sería imposible. Jacqueline confiesa que si siempre fueran los días como el que han pasado juntos se acostumbraría, ya que no puede estar sin hacer nada.
Julia, tremendamente dolorida, se refugia en la soledad de su hogar después de haber sufrido las afrentas malintencionadas de las chismosas de la villa. 
  
 
En aquel momento llega su hijo para decirle que no va a dar clase con su profesor porque ha quedado con un compañero. Juan admite de nuevo la ausencia del niño, y ajeno a la tristeza que consume a Julia, se queda unos minutos junto a ella para entregarle la gaceta donde se publicaron sus poesías.

 
Julia recibe aquel  regalo poético por parte del joven profesor, que interiormente, ante la maldad del mundo que la rodea, es como un sincero aliento de sensibilidad y afecto de la que tan necesitada se halla en aquellos momentos. Luego le aconseja que no debería seguir en aquella ciudad: "Usted no debería quedarse aquí. No comprende que no es posible. ¿Por qué no se va? Usted todavía... Irse del pueblo, digo, buscar otros horizontes..." (Juan se asusta) "Por un momento he pensado que me despedía de su casa..." "Tiene sensibilidad, corazón y en este pueblo todo es muy gris, se consume una en este ambiente tan vulgar, que no... Se siente uno morir según pasan los días... morir. Cuanto antes mejor, irse de este bendito pueblo donde nadie va a comprenderle nunca, donde no..." (Julia lee la poesía) "Marchar... marchar... ¿cómo dice su verso? Figúrese que tonta que hasta me ha hecho llorar... es este de aquí, el primero". (Juan lo recita) “Marchar y la espiral del  tiempo, y los días pasen, y nosotros huyamos de la triste realidad, del escorpión que alberga en la tiniebla, marchar, marchar, y hasta la muerte, y la vida, y hasta la luz y la esperanza" ... "Es muy bonito... ¿Será muy difícil encontrar otro ejemplar?..." "Está agotado, sí, pero yo le cedo el mío con mucho gusto. No faltaría más, y se lo puedo dedicar"... "Gracias.... Pero ya está dedicado aquí, en letras de molde. Por Vicente Aleixandre, ¿quién es?" ..."Un poeta muy importante. Le gusta bastante mis cosas. Tengo una carta suya, me dice que destaco entre los jóvenes... cosas..." "Gracias.." (Juan se siente cohibido)."Ha sido mucho atrevimiento" (Julia lee la dedicatoria) "A Julia con el afecto y la admiración de su amigo Juan... Atrevimiento, ¿por qué?" "Debí poner algo más respetuoso..." "No, ¿por qué? Está muy bien así..." "Es que... es muy de verdad eso de que yo soy su amigo y su admirador, y a mí me gustaría llamarla Julia, sin otro tratamiento, y verla algunas veces, sí, y charlar, y que a usted le gustara un poco mi compañía, como a mí me gusta estar con usted. Desde que la conocí, porque yo, Julia, pienso mucho en usted, y diría que la quiero mucho, en el sentido en que se puede querer a una mujer por la que se siente una gran devoción. Ahora tengo que irme, Julia, pero desde ahora sepa que alguien... alguien piensa en usted, y que es feliz sólo por eso. No necesito más que esto, desde lejos, así. Perdóneme por todo Julia. Ahora tengo que marcharme" Cuando Juan sale de la casa, Julia, con la gaceta de los poemas en la mano, emocionada, se acerca al ventanal y ve marchar al joven profesor conmovida por aquella declaración.

Cuando Juan regresa aquella noche al hotel en que se hospeda, satisfecho por haber confesado su admiración por Julia, la dueña del hospedaje se halla hecha una furia porque la joven francesa está en la habitación que el joven ocupa, esperándole, y la enfurecida mujer no está dispuesta  a aceptar dicho encuentro que considera inmoral, repitiendo una y otra vez que la suya es una casa decente y que la extranjera tiene que abandonar el hotel inmediatamente.

 

Jacqueline confiesa a Juan que hace dos horas que le está esperando, y cuando el joven cierra la puerta de la habitación, la dueña del hotel sigue gritando para que salgan de allí. Jacqueline no comprende que le pasa a la escandalosa dueña del hotel, se ríe y piensa que debe de estar un poco loca. Juan, para arreglar la absurda situación, propone a Jacqueline salir a cenar juntos. Y entre gritos salen del hotel riendo ante el espectáculo ridículo que ofrece la sulfurada dueña del hotel.


 

"JOVEN DIVIÉRTETE DE OTRA MANERA" 

Los dos jóvenes acuden al bar céntrico del pueblo llamado Moderno, y Jacqueline baila al son de la música del tocadiscos. Añade que le encanta bailar y pide a Juan que baile con ella. El joven confiesa que no sabe bailar. Y cuando ella se muestra dispuesta a enseñarle, Juan añade que puede ser peligroso, mostrándole el letrero que se halla en la pared del establecimiento. Jacqueline pregunta qué es lo que dice y Juan explica: "Jeune homme, amuse-toi autrement" ("Joven diviértete de otra manera").  Jacqueline no da crédito a semejante estupidez censuradora y ríe ante dicha advertencia. Luego como su compañero se halla triste, inquiere el porqué. Juan no cesa de pensar en Julia. Teme que ella no lo quiera. Y Jacqueline insiste en que debe tener valor, y huir con ella. Juan comprende que es imposible, y ya cansados salen del bar, pero antes Jacqueline vuelve a lanzar carcajadas indicando el absurdo rótulo prohibitivo de que los hombres puedan acercarse a las mujeres en un bar público. 
 
 
 
Aquella noche, Julia se decide a enfrentarse con su marido, echándole en cara que su comportamiento con la joven francesa está en boca de toda la ciudad. Enrique, fuera de sí, expone que como hombre ya maduro es normal que todavía sienta deseos de que una muchacha joven como Jacqueline pueda sentirse atraída por él. Julia se defiende diciendo que también ella siente deseos, que ha estado aguantando durante años todos los devaneos amorosos de Enrique cuando desaparecía del pueblo con rumbo a la gran ciudad en busca de amantes. Pero que ya no está dispuesta a seguir aguantando las críticas de todo el mundo y que está decidida a separarse de él. Enrique se niega a reconocer sus errores, añade que siempre se ha portado bien con ella, que le ha dado todo lo necesario para poder llevar una vida holgada, y que si ahora siente ese nuevo deseo que le acerca sensualmente hacia la joven francesa, como hombre, está en su completo derecho y no tiene por qué dar más explicaciones.Y cuando se marcha, Julia se desploma sollozante.
 
 
Entre Jacqueline y Juan el afecto durante los siguientes días se refuerza por la necesidad de la joven extranjera de poder compartir parte del hastío que vive en el pueblo con un muchacho comprensivo como Juan que además habla francés. Visitan juntos un castillo medieval que se alza en lo alto de una colina frente a la villa. Pero el joven profesor sigue obsesionado por la atracción que Julia ejerce sobre él, y confiesa que quisiera marcharse pero no puede dejar a Julia.
Jacqueline también se halla dispuesta ya a abandonar la ciudad en cuanto vengan en su busca sus compañeros de variedades. Ha recibido de manos de Enrique una postal de su empresario y sus amigas, aunque al parecer hace ya muchos días que la enviaron. Y aunque probablemente le mandaron otras después no las ha recibido. Juan sugiere que deben hallarse en la lista de correos. Les sorprende entonces una lluvia y se refugian en el interior del castillo.
Jacqueline se siente atraída por Juan pero comprende que entre ambos no puede existir más que una pasajera amistad. "Est-ce ton grand amour? Le premier ?" ("¿Es tu gran amor? ¿El primero?"), pregunta entonces refiriéndose a Julia. "Non,... quand j'étais jeune, je voulais une fille" ("No,... de joven, quise a una chica") "Quoi d'autre?" ("¿Y qué mas?") "Eh bien, rien" ("Pues nada" )
 
  
 
"Tu as embrassé ? Pauvre Juan !"  ("¿Os besábais? ¡Pobre Juan!" ) Jacqueline lo besa con cariño. Pese a todo la joven se halla dispuesta ya a abandonar la ciudad en cuanto vengan en su busca sus compañeros de variedades
 
 
Tras la disputa matrimonial, Enrique acude al casino a sincerarse con su amigo, mientras en la calle pasa una fúnebre procesión de Semana Santa, acorde con el estado de ánimo de Enrique. "No puedo más. Es una situación terrible con esta mujer. No lo de Julia, que eso se arreglará. Es esta chica. Se va a ir. El autocar de la compañía llegará de un momento a otro, lo sé. Y yo estoy dispuesto a todo, ¿entiendes? Yo ya no puedo retenerla más. ¿Y entonces, qué? Es una cosa muy seria para mi, porque la necesito". "Es una tontería eso", aconseja el amigo,  "En el pueblo, ¿cómo se va a quedar? ¡Pues vaya lío! ¿Y escaparte con ella, ni se te habrá ocurrido. Echarlo todo por la borda, a tus años, ¡Qué idiotez!"
 
"Entonces lo que yo creo... Es que cuando se vaya ya no podre vivir" El amigo se carcajea: ¡Jaja! ¡qué cosas tienes, hombre, jeje! Ante la mirada descompuesta de Enrique, su amigo rectifica. "Perdona, no creí que estabas tan... pues anda que estás bueno. A todo esto, ¿tú has tenido que ver con ella o no?.En caso de que sí, yo diría, pues eso qué tienes, y en caso de que no, pues eso que te has perdido, ¿no?..."
"Hola, ¿estás ahí", llega otro amigo del casino dirigiéndose a Enrique. "Como he visto tu coche en la puerta del bar Moderno" Enrique se extraña, porque sabe que ha dejado su coche a Jacqueline. "¿Dónde vas, Enrique? ¡Déjala... escucha hombre!" Enrique sale del casino dispuesto a presentarse en el bar Moderno donde imagina que se halla Jacqueline.
Cuando Enrique llega al bar Moderno de la villa ve con desesperación que Jacqueline está siendo objeto de la atención entusiasmada de todos los clientes del establecimiento, que la jalean mientras la muchacha baila divertida y despreocupada al son de la música del tocadiscos. Cuando la muchacha lo ve, exclama: "Toi ici?" ("¿Usted aquí?") Y Jacqueline, totalmente desinhibida, se despide de la clientela con un alegre adiós en español.
Una vez en el exterior, junto al abatido Enrique que le pide que suba al automóvil para llevársela de allí, Jacqueline se niega mientras Enrique la sigue. "Prends tout ça" ("Toma todo esto"), dice Jacqueline, devolviéndole cierta cantidad de dinero: "Votre argent!" ("!Tu dinero!") Habla en francés, aunque Enrique comprende lo que la joven está echándole en cara. "Pour qui me prends-tu ?" ("¿Por quién me tomas?") "Pour une pute?" ("¿Por una fulana?") "La française qui bouge les jambes... Paris heureux!" ("¡La francesita que mueve las piernas... el París alegre!") "C'est ça, n'est-ce pas?" ("¿Es eso, no?") "Vous manquez d'imagination Monsieur le Docteur!" ("¡Te falta imaginación. señor doctor!") "A la Poste j'ai trouvé des cartes postales de mes amis" ("En Correos encontré las postales de mis amigos") "Je comprends très bien maintenant" ("Comprendo muy bien ahora") "J'ai compris ta manœuvre" ("Comprendí tu maniobra") "La pauvre chose faible et malade, hein?" ("La pobrecita débil y enferma, ¿eh?") "Quelle comédie de m'avoir à tes côtés!" ("¡Qué comedia para tenerme a tu lado!") "Et tout pour m'avoir!" ("¡Y rodo para conseguirme!") "Et me voilà enfermé dans ce sinistre trou...!" ("¡Y yo aquí encerrada en este agujero siniestro...!") Enrique que ha tratado de entender todo cuanto Jacqueline ha expuesto, le ruega de nuevo que no se vaya, que se quede con él... Que todo lo ha hecho porque la quiere. La discusión entre ambos es además objeto de gran curiosidad malsana por todos los viandantes. Y Jacqueline exasperada, exclama: "Je ne comprends pas l'espagnol!" ("¡No comprendo el español!") "Maintenant je dois partir" ("Ahora debo largarme") "Le bus va arriver" ("El autocar va a llegar") "J'adore partir... j'en ai marre des vieux médecins qui bidouillent sous prétexte de guérir" ("Me encanta marcharme... Estoy harta de los viejos médicos que manosean con pretexto de curar") "Marre des camions et des tavernes sinistres" ("Harta de camiones y de tabernas siniestras") "Je veux vivre, mais pas comme une pute" ("Quiero vivir, pero no como una cualquiera") "Comme une fille de mon âge!" ("¡Cómo una chica de mi edad!") Llega el autocar de variedades con las compañeras de Jacqueline, y la joven corre hacia ellas mientras Enrique, desmoralizado, la ve alejarse.
En aquel momento, llega Juan con un ramo de flores para despedirse de Jacqueline, que lo ve acercarse desde la ventanilla del autocar. "C'est pour toi" ("Es para ti") Jacqueline le aconseja: "Tu dois partir" ("Debes marcharte") "Ayez du courage" ("Ten valor") "J'aimerais te revoir parce que je t'aime bien" ("Me gustaría volver a verte porque te quiero bien")
"Je t'aime aussi" ("Yo también te quiero"), confiesa Juan, y Jacqueline le besa emocionada. "À plus tard, Juan" ("Hasta luego, Juan") "À plus tard, Jacqueline"("Hasta luego, Jacqueline")
Todos los viandantes de la noche, hombres en su mayoría, despiden el autocar en que Jacqueline huye de la oscurantista villa, sumida todavía en la España negra y dictatorial de la posguerra, en la que los comportamientos femeninos que no se ajusten a la moral censuradora de sus mujeres son criticados con toda la ferocidad que impone la beatería hipócrita de las mismas. Enrique, allí detenido, ha visto desaparecer para siempre el autocar de variedades, y con él la última de sus ilusiones amorosas de madurez. Será entonces Julia, su esposa, la que se presente tras él, ofreciéndole su brazo junto con su  indulgencia. Ambos tomarán el camino que les lleve de nuevo a su hogar, aceptando ahora los saludos de sus correligionarios que también dan por finalizada la perturbación creada en el pueblo por el paso furtivo y libre de la desinhibida "francesita". Juan ha acudido a la tienda donde suele efectuar sus compras escolares, y contemplará el paso de Enrique y Julia, quizás con la misma desolación que Enrique al ver marchar a Jacqueline, comprendiendo que sus sentimientos hacia Julia no tiene tampoco cabida en su mundo poético y romántico.
"Nunca pasa nada" ("Une femme es passée") es tan entrañable como espléndida. Los franceses, que en esto nos daban ciento y raya, lo comprendieron así, y la apoyaron. Se extasiaron con Julia Gutiérrez Caba, actriz exquisita, y con un Antonio Casas que para ellos fue un caso insólito de la más aplicada psicología interpretativa. En la pacata España de entonces fue muy mal comprendida ¡Qué se podía esperar si no! Pero el film es una verdadera maravilla.


Así Bardem nos muestra sin tapujos, excepto los que los personajes y sus vidas llevan implícitos, la infeliz y mísera clase media, centinela y rea a la vez de las apariencias, de la costumbre y la falsa moral. Esclava de los efectos tiránicos de principios arcaicos asentados en una sociedad vieja, paladín del machismo, el clasismo ignorante y de los prejuicios acomodaticios, pero al fin y al cabo castradores. "Sin libertad no se puede hacer cine. En realidad, no se puede hacer nada: teatro, poesía, pintura, ensayo, música, política... Nada" [JUAN ANTONIO BARDEM]


Y Georges Delerue la admiró tanto que compuso una banda sonora primorosa e inolvidable. Fue el último hito de Bardem, y tan mítica y honesta como "Muerte de un ciclista" y "Calle Mayor".


                         ¡¡"Chapeau" maestro Bardem!!

 
 








 



 

 




















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