(Cleopatra) "Tú tampoco estás en tu casa y en la cama" (César)
"Sí que lo estoy. Vivo en una tienda; y ahora estoy en dicha tienda,
profundamnente dormido y soñando. ¿Te imaginas que te creo un ser real?
Imposible hadita de ensueño" (Cleopatra, sonriendo por lo bajo) "Eres un anciano gracioso. Me gustas" (César) "¡Oh, esto echa a perder el ensueño. ¿Por qué no sueñas que soy joven?" (Cleopatra)
"Ojalá lo fueras! Sólo que entonces tendría más miedo de ti. Me gustan
los hombres, sobre todo los jóvenes con brazos redondos y fuertes, pero
me asustan. Tú eres viejo y algo delgado y enjuto, pero tienes una voz
bonita, y me alegro de tener con quien hablar, por más que creo que
estás algo chiflado. Será la luna la que te hace hablar contigo mismo de
esa manera tan tonta"... "¿Cómo? ¿Escuchaste mis palabras? Estaba orando
ante la esfinge" (Cleopatra aclara sonriente) "Pero si esta no es la gran esfinge". (César) "Pero ¿qué dices?" (Cleopatra)
"Esto no es más que una miniatura, una cria de esfinge. Porque la gran
esfinge es tan enorme, que hay un templo entre sus zarpas. Esta es mi
pequeña esfinge faldera. Dime ¿crees que los romanos tengan hechiceros
capaces con sus sortilegios de separarnos de la esfinge?"... "¿Por
qué? ¿Les tienes miedo a los romanos?"... "Oh, nos comerían si nos
cogiesen. Son unos bárbaros. Su jefe se llama Julio César cuyo
padre fue un tigre y su madre una montaña ardiendo. Tiene la nariz como
la trompa de un elefante" (César involuntariamente se coge la nariz)
"Todos ellos tienen narices largas y colmillos de elefante y rabos
pequeños y siete brazos con cien dardos cada uno. Se alimentan de carne
humana" "¿Te gustaría que te enseñase yo a un verdadero romano?" (propone
César) "¡No, no!" (Cleopatra aterrada) "Me estás asustando"... "Vaya,
vaya, no llores. Una reina nunca debe llorar... Volvamos al campamento"
(Cleopatra) "No, no debes abandonarme. No, no te vayas. Tengo miedo a
los romanos" (César)
"Cleopatra, ¿me ves bien la cara?... "Sí, está tan blanca al resplandor
de la luna"... "¿Notas que tengo una nariz bastante larga? Es una nariz
romana" (Cleopatra aterrada le pellizca y se dirige a la esfinge)
"¡Muérdele, despedázale!"... "Tranquilízate niña. Tus dioses tiene miedo a
los romanos. Ya ves como la esfinge no se atreve a morderme ni a
impedirme que te lleve a presencia de Julio César" "¡No lo
harás, no, dí que no!" "Cesar no se come a las mujeres... Esta noche
tienes que presentarte ante César en el palacio de tus antepasados. Por
grande que sea tu miedo, por grande que sea el espanto que te inspire el
terrible César, tienes que mirarle a la cara y portarte como una mujer
valiente y una gran reina. Y es preciso que no experimentes temor
alguno. Si tu mano tiembla, si tu voz balbucea, ¡ah!, entonces no evitas
la muerte" (Cleopatra lanza un gemido) "Pero si te cree digna de
gobernar te sentará en el trono a su lado y te hará verdadera soberana
de Egipto"... "Entonces le vamos a engañar. Me pondré la cofia de
Ftatatita y me tomará por una vieja" "Si haces eso te tragará de un solo
bocado" "Pero yo le daré un bollo con mi ópalo mágico y siete pelos de
gato blanco dentro..." (César) "Bah, eres una tontita. Comerá tu bollo y
a ti también." (César le da la espalda y hace ademán de marcharse.
Cleopatra va tras él) "¡Por los dioses, no me abandones! Seré buena,
seré tu esclava" (De nuevo resuena el terrible estruendo a través del
desierto de la bucina, la trompa guerrera de los romanos) "¿Qué ha
sido?" (tiembla Cleopatra) "La voz de César" (Cleopatrade la
mano) "¡Escapemos! ¡Ven!" (César) "Conmigo estás segura hasta que subas a
tu trono para recibir a César. Llévame allí" (Cleopatra tirando de él)
"Por aquí, pronto. Y de paso miremos a ver si encontramos al gato
blanco. Él fue quien te convirtió en romano" (César) "¡No hay quien le
quite esa manía! ¡Ea, vámonos!"
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