









El regreso temporal de Ashley, y su amarga reflexión sobre el frente, los horrores de los campos sembrados de cadáveres, la nieve en Virginia, el frío y la desesperación viendo morir al Sur. La última Navidad en Atlanta antes de la rendición. La nueva ansiedad de Escarlata por demostrarle un amor obsesivo, el faldellín militar que ha confeccionado para él, y la promesa de que, pese a esa pasión no correspondida, Escarlata cuidará de Melania en su ausencia de difícil retorno: "Cuida de Melania por mí. Es tan frágil y dulce, y te quiere tanto. Si me matan...¡No digas eso! ¡Da mala suerte! Reza a continuación... Reza tú por mí. Ahora que se acerca el final necesitaremos tus oraciones... ¿El final?... El final de la guerra y el final de nuestro mundo, Escarlata.... No creerás que los yanquis van a ganar...¡Mis hombres van descalzos! Y la nieve en Virginia está muy alta. Cuando les veo, y veo a los yanquis ¡cada vez más numerosos! Cuando llegue el final, estaré lejos. Me consolará saber que te tiene a ti. Me lo prometes, ¿verdad?... Sí"






"¡Todo el mundo huye"! Tía Pittypat- Laura Hope Crews- aterrorizada por las bombas: "¡Yanquis en Georgia! ¿Cómo habrán podido entrar!" Melania Hamilton postrada en el lecho, a punto de dar a luz. Lo prometido a Ashley. 

"Melania, Melania, todo por tu culpa. Te odio, te odio, y a tu hijo también... Si no se lo hubiese prometido a Ashley..."

Y ese Sur
atávico, amo de
esclavos; y sus absurdas cartas de nobleza aristocrática plena de
antojos señoriales a los que la guerra acabará por poner fin, mientras
la grúa gigantesca de O. Selznick asciende sobre una tenebrosa
estación
hospital, ávida de muerte, entre aquellas hileras temblorosas de los
uniformes vencidos, cuyos antiguos privilegios cobraban, finalmente,
categoría de mortaja.



























































































































































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