A todo ello, prestan un impulso inusual dos interpretaciones de auténtico lujo: las de Carlos Estrada (cuya idiosincrasia argentina fue reivindicada por fin al permitírsele expresarse con su propia voz, sin doblajes postizos), y Aurora Bautista, felizmente redescubierta, y muy lejana de aquellos clichés historicidas, un tanto adversos para su espléndido talento de actriz, en los que las grandes producciones de Juan de Orduña la encasillaran durante años.
Y en la hora confusa en que Ramiro y Tula, poco antes del desenlace, se enfrentan a la hostilidad irremediable del entorno que los ha baqueteado, este gran innovador nos ofrenda uno de los más excelsos planos exploratorios de las crisis sentimentales a que nos arrastran las graves insuficiencias de una moral estancada en el disloque más absoluto del tiempo. Algún crítico dijo que si alguna vez el cine español estuvo a punto de ser magistral, ¡helo aquí!
"(Suena el extraordinario comento musical de Antonio Pérez Olea. Tula le observa con el rostro demudado. Titubea) "Pero... ¿cuándo?... ¿Cuándo lo has sabido?" (Ramiro, consternado) "Hace una semana... Me escribió el tío Pedro... Quiero que tú se lo digas a los niños. La boda será en seguida... He pedido el traslado a mi Banco" (Tula se sienta, desencajada) "Con una niña, Ramiro. ¡Qué vergüenza!..."
"(Ramiro, tratando de justificar la violación cometida durante las vacaciones de verano en la persona de Juanita-Enriqueta Carballeira) "No soy el primero que se encuentra en una situación así. Ni el último. Tú no puedes entenderlo. Eres una mujer. Y es distinto. Yo he vivido mucho tiempo con Rosa" (difunta hermana de Tula) "Luego... te he buscado a ti. De buena fe. Tú lo sabes" (Tula, alzándose enfurecida) "¡Qué yo sé qué! ¡Lo que sé muy bien es lo que tú buscas!" (Ramiro, buscando su comprensión) "Yo te quería... Te quiero. Haré lo que tú digas..".
"(Tula, observándolo asqueada) "¿Lo que yo diga? ¡Cumple! ¿Qué clase de hombre eres? Y si no la quieres, ¡te aguantas! ¡Porque no la quieres, estoy segura!..."
"(Tula, cada vez más embravecida por el despecho y el horror que conlleva la situación) "¡No has querido a nadie!" (Contando con los dedos por el furor que la embarga) "¡No
has querido a mi hermana! ¿Y a mí? ¡A mí qué me vas a querer!
¡¡Mientes!! ¡¡Mientes!! ¡¡Embustero!! ¡¡Cínico!! ¿Que me preocupe yo de
los niños? Pero ¿a ti qué te importan tus hijos? ¡A ti sólo te importa
"eso"! ¡¡Sucio!!..." (Ramiro, obcecándose) "¡Tula, tú no puedes! ¡No te lo consiento!" (Asiéndola desesperado, mientras ella trata de soltarse de sus manos. Tula grita más y más exasperada) "¡Estoy en mi casa, y digo lo que quiero! ¡¡En mi casa!! ¡Que tendrías que besar por donde yo piso!... ¡Estoy en mi casa!" (Ramiro con expresión desafiante) "¿Tu casa?..." (Tula grita de nuevo) "¡¡Sí!!..." (Ramiro) "Pues, muy bien, ¡ahí te quedas!..." (Tula) "¡¡Sí!!..." (Ramiro, decidido) "¡Me voy!..."
"(Tula saliendo enfebrecida trás él) "¡¡Vete!!... ¡¡Vete!!... ¡Y no te llevarás a los niños! ¡¡No te los llevarás!!" (Vuelve a su habitación y se lanza sollozando amargamente sobre la cama) "¡A los niños, no!... ¡Los niños son míos!..." (Sigue el sollozo desgarrado de Tula)..."
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