[Audrey Kathleen Ruston, nacida en Bruselas, Bélgica, el 4 de mayo de 1929-Tolochenaz, Suiza, el 20 de enero de 1993 de cáncer colorrectal a la edad de 63 años]
AUDREY HEPBURN: "Querría creer que mi atractivo radica en que los otros ven en mí la necesidad de recibir y dar afecto"
FALLECIDA EL 20 DE ENERO DE 1993
Gravitaba, sin secársele jamás la sonrisa, como un mármol
inmaculado en la pantalla. Su belleza era como un espejo mañanero en el
que ella permanecía esmaltada con esa albura de los cisnes. Sus ojos se
filtraban en nuestro corazón como esos perfumes que van dejando un
rastro de ofrendas, una proyección de ternuras, que, temiendo perderse,
nos miran como si nos pidiesen el alma.
Junto a Gregory Peck "Roman Holiday" ("Vacaciones en Roma") de William Wyler, fue una princesa soñada, de garganta y
brazos desnudos, perdida en las caricias de la noche Romana, (de la que
no hubiera querido despertar, y que le supuso un Oscar).
Dirigida por Stanley Donen, con Fred Astaire fue la más inolvidablede las "Funny Face" ("Una cara con ángel"), 1957.
Fred Zinnemann en 1959 la convirtió en la hermanaLuc, una monja inestable e indecisa en sus convicciones religiosas, que destinada al Congo como ayudante de un cirujano Peter Finch en"The Nun's Story" ("Historia de una monja") acabaría por dejar sus hábitos.
Hija dekiowas, John Hustonla convirtió en una heroina de western en "The Unforgiven" ("Los que no perdonan"), 1960, junto aBurt Lancaster.
Se paseó entre la indiferencia matutina del Tiffany's Neoyorkino en "Breakfast At Tiffany's" ("Desayuno con diamantes"), 1963, de Blake Edwards, (y tuvo como vecino a un gigoló y almibaradoGeorge Peppard y a un japonés siempre al borde de la desesperación: Mickey Rooney.
Dirigida de nuevo por William Wyler en "The Children's Hour" ("La calumnia"), 1961, junto a Shirley MacLaine y James Garner, dos profesoras son infamadas de conducta lésbica por una alumna maliciosa y vengativa.
O a través del oleaje avasallador de las invasiones Napoleónicas en Moscú, vivió su maravillosaNatashade "War and Peace"("Guerra y paz"), 1956, dirigida por King Vidor, entre Henry Fonda, Mel Ferrer y Vittorio Gassman.
Su figura delgada se vestía con el traje de noche de la ilusión. Sus
idilios se filmaban con un vértigo de amores robados, que empezaron a
debatirse, siendo la inolvidable "Sabrina", 1954, de Billy Wilder, entre su
amor por William Holden y su atracción final por Humphrey Bogart. Tuvo
así la forma y la blandura de esas escaramuzas que embellecen el
amanecer, el encanto frenético que hace más gozoso el camino de las
pasiones."Sabrina" ocupa ya un lugar en el Olimpo. Y su "Charade", 1963, dirigida por Stanley Donen, con Cary Grant hizo historia. Su affaire amoroso con Gary Cooper se llamó "Love in the Afternoon" ("Ariane"), 1957, de nuevo dirigida por Billy Wilder.
Resucitó incólume a aquella transfusión cultural, (intacta su honorable
inferioridad de humilde florista, plástica, hermosa y deslumbrada Eliza Doolitle), del oro entronizado que se iniciara en el templo clandestino y misógino deHenry Higgins, su Rex Harrison, alias "Pygmalion" en "My Fair Lady",1964, deGeorge Cukor.
"Paris - When It Sizzles"Volvió a reencontrarse con William Holden en una aventura enloquecida en "Paris - When It Sizzles" ("Encuentro en París"), 1964, de RichardQuine. Fue ladrona por amor en"How to Steal a Million" ("Cómo robar un millón y...") 1966,dirigida porWilliam Wyler, junto a un desmadradoPeter O'Toole.
Y entregándose a la postrer ofrenda de una Marianenamorada hasta el delirio, capaz de amar"más que a Dios"a suRobin -Sean Connery-
envejecido, se asomó de nuevo a nosotros con el exquisito encendimiento
de algunas flores inmarchitables en "Robin and Marian", 1977, de Richard Lester.
Y una vez se halló conAlbert Finneyy anduvieron a la brega los"Two for the Road" ("Dos en la carretera"), 1967, dirigida por Stanley Donen. Y estuvo, contra todo lo imaginable "Wait Until Dark" ("Sola en la oscuridad"), 1967, de Terence Young, con Alan Arkin, Richard Crenna, y EfremZimbalist Jr.
Su despedida cinematográfica tuvo lugar en tres últimas películas: "Bloodline" ("Lazos de sangre"), 1979, de Terence Young, junto a Ben Gazzara, Romy Schneider, James Mason, e Irene Papas. "They All Laughed" ("Todos rieron"), 1981, de Peter Bogdanovich, con Ben Gazzara, y John Ritter. Y "Always" ("Para siempre"), 1989, de Steven Spielberg, con Richard Dreyfuss, Holly Hunter, y John Goodman.
Era tal el poder de su armonía que se abandonaba a la cámara sin el
menor lujo de aspiraciones. Fue la belleza tímida, la ingenuidad
esclarecida, la inteligencia arrojada, ante la que los hombres jamás
perecieron por caprichos absurdos de vampiresa. Pero nos dejaba a todos
llenos de esperanzas de amor, ilusionados de aventuras, temblorosos en
la espera de verla aparecer.
Catequizaba el frenesí como una siesta de amor de
cuyo sueño lunático uno no hubiese querido despertar jamás. Sus ojos
besaban como si nos besase un ángel. Se rebelaba sin rebelión. Poseía el
magnetismo de los secretos íntimos. Una fosforecencia que, desdeñando
el más milagroso de los cosméticos, aparecía iluminada por una luz
furtiva, adquirida quizás en algún despilfarro lunar, porque esa
plástica de dulzura que nos impone la mujer idolatrada, no tiene
explicación. Es un grabado de lujo que llega hasta nosotros sin que
logremos explicarnos de dónde puede nacer semejante influjo. Creó un
oleaje mítico alrededor de sus fieles. Un contacto infinito, un tesoro
instantáneo de celuloide mágico que se copiaba en sus sonrisas, y que
convirtió al espectador en un punto de unión de dos esencias: la del
ensueño de poseerla y la alegría de tenerla en nuestros sueños. Fue una
evocación que el cine arrebató a la muerte. Y siguió siendo un vínculo
fluido y diáfano. Un ser modelado en la placidez sobrehumana del más
allá, porque la pantalla la esculpió en el mármol de nuestro templo
mitificador.
En 1992 recibió el Premio Humanitario Jean Hersholt. Falleció debido a un cáncer de colon en su casa de Tolochenaz, en Suiza el 20 de enero de 1993 a los 63 años de edad. Ese mismo día, Elizabeth Taylor dijo que «Dios estará contento de tener un ángel como Audrey con Él».
... Y
ella resurge siempre desde esa cámara oscura, atraída por nuestra
llamada. Es una diosa de nuestro reclamo cinematográfico. Inmóvil en la
memoria. Pero, al recordarla, sentimos lo mismo que observando el ave
detenida: imaginamos y apetecemos que vuele...