Vistas de página en total

domingo, 12 de octubre de 2025

EL DÍA QUE SARA MONTIEL NOS DEJÓ -9-

 

 

 

   



Las cuatro siguientes películas de Sara Montiel viven ya casi un importantísimo relevo del divismo que durante las tres décadas anteriores la encumbraron, aunque por supuesto tan sólo se significaron como una especie de crepúsculo variable según los reiterativos clichés musicales que tampoco rechazaban ciertos tonos melodramáticos y con los que se envolvieron  todavía parte de estas cuatro últimas cintas de la Montiel. Tras sus siguientes "Varietés" y "Cinco almohadas para una noche" la Montiel tomó la decisión de retirarse definitivamente de la pantalla y dedicarse a apariciones personales en muchos teatros europeos, entonando las canciones que la hicieron famosa. Pese a ello, no resulta del todo arriesgado aventurar que para desaparecer del firmamento del celuloide, todavía no nos hallábamos demasiado lejos del gran mito que la Montiel llegó a crear en nuestra filmografía hispana, muy poco representativo, es cierto, de las realidades sociales del país, pero que con su indudable y triunfal magnetismo, tan reiteradamente melodramático aunque bientrajeado musicalmente, alegraban cualquier tipo de problemáticas casi neorrealistas en las que todavía vivía nuestro país. Todo ello se agravó, además, cuando en España ya se anunciaba rel aluvión que, por obra del productor Samuel Bronston y otros capitostesd del cine espectacular, unas veces europeos  (como los famosos spaghetti westerns rodados en Almería), y otros norteamericanos y británicos estaba a punto de caernos encima (bien  que gloriosamente encabezado por David Lean con "Lawrence de Arabia" y "Doctor Zhivago"). Y aunque los films de Sara Montiel en escasas ocasiones, por no decir casi ninguna, la vincularon a un cine de firme compromiso social, no puede negarse que fue la suya, durante más de 20 años, una carrera netamente integrada al habitat artístico de gran fidelidad textual al musical y con el que la actriz dominó un importantísimo tipo de plano de inmarcesible estética, monopolizador de los resquicios finales del espectáculo musical en España; y que, aunque se midieran con fines artesanales, sus películas contaron con grandes presupuestos cuya explotación en taquilla se amortizaron excepcionalmente, no sólo en España sino internacionalmente. Tampoco se puede olvidar que próximamente parecía anunciarse el fin del cine "sin saberlo" (aunque por fortuna no fue así), casi devorado ya por la irrupción hogareña de la televisión en todo el mundo.

 



A finales de los años 60  el productor Ricardo Muñoz Suay decidió sacar partido a la todavía mítica actriz y cantante Sara Montiel, valiéndose de la Escuela de Barcelona, colectivo de realizadores que defendía una nueva forma de hacer cine a través de títulos como "Fata Morgana", 1966, "Dante no es únicamente severo", 1967, "Ditirambo", 1969 Así Muñoz Suay, que fue productor de la polémica y prohibida por la censura española "Viridiana", 1961 de Luis Buñuel, (que consiguió la Palma de Oro en el Festival de Cannes) consideró que sería una buena idea relanzar la carrera de la Montiel modernizando de nuevo internacionalmente  su imagen gracias a las nuevas propuestas estéticas y narrativas de los jóvenes cineastas catalanes. Para llevarlo a cabo, recurrió a Jorge Grau, el prestigioso realizador catalán, responsable del títulos míticos, en tono neorrealista, como "El espontáneo", 1963, "Una historia de amor", de 1967, y "La trastienda", 1975. La idea de Suay resultó interesante y Grau decidió dirigir la cinta, que llevaría por título "Tuset Street", en referencia a una de las zonas de moda de la Barcelona de la época: la calle Tuset.

TUSET CONTRA PARALELO
DOS MUNDOS FRENTE A FRENTE EN EL FILM DE JORGE GRAU
“TUSET STREET”
Sara Montiel: la cantante de cabaret, Patrick Buchau, el ‘ play boy’. Una pareja revolucionaria en el cine español. 
 
De esta forma, aunque el argumento era del propio Grau y Enrique Josa, el guion corrió por cuenta de Rafael Azcona, quien trufó la película de ingeniosos diálogos como: –“Así que estudias decoración, ¿y qué vas a hacer cuando te den el diploma?”; “Enmarcarlo”– y sorprendentes escenas, como en la que una despechada Sara Montiel escupe la Coca-Cola que está bebiendo de una copa al coprotagonista  Patrick Bauchau quien, ni corto ni perezoso, toma un trago de ese mismo líquido de una botella y se la escupe a su vez a la cantante.

 



La banda sonora se encargó a Augusto Algueró, que firmó estupendos temas de bossa nova o soul salvaje, y el cartel a Jano, responsable de afiches para títulos como "Muerte de un ciclista", "Bienvenido Mr. Marshall", "Surcos" o "Un rayo de luz", el cual creó una pieza de inspiración psicodélica en el que las letras de Tuset Street se mezclaban con el peinado de Sara Montiel. Aunque Sara, en su papel de Violeta Riscal, era la estrella indiscutible de la película, el resto del elenco fue muy interesante. El actor belga Patrick Bauchau, que acababa de rodar a las órdenes de Eric Rohmer "La Coleccionista", interpretaba a Jordi Artigas, un ambicioso arquitecto; Teresa Gimpera, musa de la Gauche Divine y cotizada modelo, encarnaba a una de las amigas chic de Bauchau; el director Luis García Berlanga tenía un pequeño papel como admirador de Violeta Riscal; mientras que una jovencísima Emma Cohen, todavía con el nombre de Emma Silva, hacía su debut como actriz cinematográfica, Alfredo Landa aparecía en un cameo y hasta el cantante de flamenco Manolo de Vega  tenía una escena, interpretando una rumba en un tablao y demostrando que era mejor cantante que humorista.




"Tuset Street" estaba llamada a ser un taquillazo de 1968 que proporcionaría fama, dinero y prestigio a todos los implicados. El problema es que todo se torció. Desde el primer momento, las relaciones entre el equipo de jóvenes cineastas y la Montiel no fueron buenas. Los conceptos estéticos e incluso vitales entre unos y otra eran muy distintos. Y la actriz personificaba ese cine del que la Escuela de Barcelona abominaba y, lejos de disimularlo, los muchachos se lo hicieron notar a la artista. Identificaban a la actriz (que había trabajado en Hollywood a las ordenes de Robert Aldrich, Anthony Mann y Samuel Fuller, y había rechazado el papel de Doña Jimena en la superproducción de Samuel Bronston "El Cid", que iba a dirigir el marido de Sara, Anthony Mann, para acabar cediéndoselo a la emergente actriz italiana Sophia Loren), con el más rancio y franquista cine español y se reían sin ningún reparo de su interpretación, su vestuario y sus comentarios. La protagonista y productora acabó dándose cuenta y receló de todo lo que hacían aquellos profesionales de la gauche divine. Finalmente, la estrella dijo que Grau  y la citada gauche  querían acabar con su carrera. Sara Montiel era también la productora de la película y, tras una pausa en el rodaje, Grau fue sustituido por el veterano Luis Marquina. Grau se negó a que su nombre figurara en los títulos de crédito como director, ya que no reconocía el resultado final como propio. El enfrentamiento trascendió y el consiguiente escándalo acabó beneficiando la carrera comercial del film. Pese a todo lo sucedido,  hoy "Tuset Street" resulta ser una de las  mejores interpretaciones de Sara Montiel. La actriz sirvió de intérprete a Patrick Buchau, que todavía no habla nuestro idioma. Sara, por lo visto, dominaba mejor el inglés que el francés que, en realidad era la lengua del actor belga.

 
Jordi Artigas, prestigioso y mujeriego arquitecto que se encuentra negociando un importante contrato con el Ayuntamiento de Barcelona, apuesta con su amigo Miki (Jacinto Esteva) a que puede seducir a Violeta Riscal (Sara Montiel), una hermosa y madura vedette de "El Molino" barcelonés, que además del ambito artístico ejerce la  prostitución. Jordi consigue vencer los recelos de Violeta y finalmente ésta se enamora de él en un encuentro en su apartamento. El affaire es grabado por los amigos de Jordi y reproducido públicamente en el bar en el que se reúnen. A pesar de haber ganado la apuesta, Jordi, aunque ha ganado la apuesta, mantiene su engañosa relación con Violeta. Una noche, Violeta entra en el bar y oye la grabación, descubre el engaño y rompe con Jordi. Éste se humilla ante ella buscando reanudar el vínculo amoroso ahora perdido, pero Violeta lo rechaza dispuesta a no dejarse engañar nuevamente por él. 
 
   
 
                                                            

                                                                                  ENCUENTRO
                                                                                TENGO MIEDO  
                                                                                   FRENESÍ
                                                                           ¡VERANO!... ¡VERANO! 


 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

El prestigioso director Mario Camus (al que debemos films extraordinarios como  "Los pájaros de Baden Baden", 1975, y "Los días del pasado", 1978, entre otros muchos de calidad excepcional, así como la magnífica adaptación televisiva de la gran novela de Benito Pérez Galdós "Fortunata y Jacinta", en 1980), acepta dirigir la siguiente película de la Montiel, con guion del escritor Antonio Gala,  en 1969, en un nuevo melodrama muy al uso de sus anteriores films primerizos como "El último cuplé", "La violetera", y "Mi último tango", aceptando los condicionamientos más populares, aunque no menos lujosos, de la industria cinematográfica española, que esta vez  arrancaría de las páginas del gran novelista y poeta que fue Gala, y que con este drama a mayor gloria del mito Montiel, también expresaría la idea de que la "pareja no es una noción satisfactoria, pero tanto en el hoy por hoy como en el ayer no tiene otra solución". El film robustecido a la luz de los acontecimientos terroristas sufridos por tantas monjas en las misiones africanas, alimenta de nuevo de un modo u otro la típica neurosis del melodrama, exponiendo como no podía ser de otra manera, y dejando aparte las excelencias de su director y guionista, las dificultades de un análisis crítico que exigiría ofrecerse más pormenorizado, pero que vuelve a  ahondar de lleno  en ese brumoso movimiento del drama desaforado que nunca se resistió, en los films de la Montiel, al total encasillamiento. Pero el ya renombrado mito de la actriz y cantante que fue Sara Montiel se afirma una vez más y con fuerza indiscutible, dado que sus películas contaron con una gran industria cinematográfica de las tres décadas en que enseñoreó la pantalla hispana, del resto de Europa y de las dos Américas. Un cine hecho artesanalmente, pero con extraordinarios medios, con una moda inmarcesible, y una brillante heterogeneidad de directores y guionistas, quizás concebido a modo de revistas musicales que llegó a provocar también una pequeña avalancha de imitaciones en otras cinematografías europeas. No hay duda, por tanto, de que Sara Montiel, sus personajes y su nombre pasaron así a convertirse en una especie de arquetipo artístico universal muy acorde con las divas del estilo de la Dietrich y la Garland.

 


 
Corren los últimos años del siglo XIX en España cuando una reconocida cantante llamada Soledad Romero (Sara Montiel), va a ser juzgada  como acusada de asesinar a su amante, un hombre casado. Pero lo que los jueces no imaginan es que durante la sesión en que se la juzga saldrá a la luz la amarga historia  que se oculta tras la vida de Soledad. Durante el juicio,  los testigos explican cómo Soledad llegó a la canción por casualidad, pues era monja misionera en el extranjero cuando ella y otras compañeras fueron atacadas por guerrilleros.
 

    A E I O U
Tras los terribles días acaecidos en la misión de África, las monjas embarazadas, regresan a España y dejan los hábitos.
Soledad da a luz a una niña cuyo entierro observa por una ventana. Desesperada abandona el convento.
 
Conoce a un tipógrafo que la abandona al conocer su pasado. Luego un mecenas de cierta edad descubre su talento para el canto y la inicia en su carrera artística, convirtiéndose en una famosa cantante que triunfa profesionalmente, pero su vida transcurre alejada de cualquier pasión amorosa.
 
                                                                                 
CARACOLA
                                                                           CANTA GUITARRA
 

También vive una aventura con un joven militar Juan José (Hugo Blanco).
                                                                               
Tras este breve lance amoroso, un nuevo hombre llega hasta su vida:   Carlos (Ivan Rassimov), que sufre ludopatía. Pese a todo cree que Carlos sera el verdadero amor de sus sueños. Pero, debido a su afición por el juego, la pareja vivirá situaciones dramáticas en extremo, dado que Carlos exige de ella cada vez más dinero para entregarse a su incorregible ludopatía en los casinos de juego. Carlos no parece estar sinceramente enamorado de Soledad, y lo único que busca en ella es el dinero que le proporciona su éxito como cantante. Finalmente, tendrá lugar un desenlace tan impredecible como amargo, porque Carlos desaparece de su vida.  

 
 

                                                                         CONTIGO APRENDÍ

 
                         



Tras este desengaño amoroso, Soledad decide volver al convento del que huyó, pero la madre priora, Sor Lucía (Cándida Losada) no  admite su vuelta para acogerse a los hábitos tras la vida de disipación y amoríos que ha vivido. 
 
 


 
Finalmente, despechada, se enamora de Luis (Marco Davo), un hombre casado con el que inicia un nuevo y apasionado romance. El juicio seguirá su curso, y después del cual, la existencia de Soledad Romero tomará un giro inimaginable.



    


                                                                                   NANA








 


 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 


 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario