"En la hendidura, detrás de las rocas", indica Séfora. "Tus ojos son tan afilados como tu belleza", exclama Moisés.El hombre que se protege en la hendidura del ataque del perro Tokar es Josué en busca de Moisés, que ha logrado huir de las minas de cobre a las que había sido condenado en Egipto.
"¡Abajo, Tokar!", ordena Moisés a su perro. "Gracias a Dios que he podido encontrarte", exclama Josué. Moisés lo reconoce por fin: "¡Josué! ¿Cómo has podido encontrarme?" El joven explica: "Un comerciante de cobre te vio en la tienda de Jetro"... "Creíamos que habías muerto. En las minas de cobre la vida es la muerte" Josué se desmaya, Moisés lo toma en sus brazos, y llama a su esposa: "Séfora, dale agua, el sol del desierto lo ha trastornado... Se llama Josué. Yo maté a un hombre para salvarle!"
"Me dijeron que habías muerto, pero yo sabía que tú eras el elegido para empuñar en tu mano la espada de Dios", dice Josué esperanzado desde el día en que Moisés le salvó de las garras de Baka. "Yo no soy ese hombre. Soy un pastor de ovejas", confiesa Moisés, pero acaba seducido por la luminosidad que no deja de desprender el Sinaí: "Esa luz en lo alto del monte...¿No veis vosotros ese extraño fuego?" "¿No es una zarza que arde?", aventura Josué "No, la zarza está ardiendo pero no se consume", dice Moisés: "Séfora, llévatelo y dale de comer en nuestra tienda. Quiero ver de cerca cuál es la causa de ese extraño fuego" Entonces Moisés decide que ha llegado el momento de ascender a la cima del Sinaí para conocer el secreto sagrado que la misma parece esconder.
Y Moisés sube por vez primera hacia al monte Sinai en busca de la señal divina, donde la zarza ardiente no se consume. Y arrodillándose, escuchará por primera vez la voz del Dios de los israelitas.
"¡Moisés, Moisés!... "¡Aquí estoy!" "Descalza tus pies de las sandalias porque el lugar donde estás es un lugar sagrado... Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob". "Señor, Señor, ¿por qué no escuchas el llanto de tus hijos que sufren el dolor del cautiverio en Egipto". "He visto el dolor que aflige y consume a mi pueblo en tierras de Egipto, y he oído sus lamentos bajo el látigo de aquellos que lo oprimen. Por eso conozco sus padecimientos. Ve pues, yo te mando, Moisés, ante el Faraón, para que seas tú el que saque a mi pueblo de Egipto" "¿Qué méritos tengo Señor para ser tu enviado? ¿Cómo lograría sacar a ese pueblo de su cautiverio? ¿Qué palabras tendré que pronunciar para que me escuchen?" "Yo te enseñaré las palabras que tienes que decir. Cuando hayas sacado de Egipto al pueblo de Israel, vendréis a servirme en esta montaña. Quiero poner mis leyes en sus corazones y dejarlas escritas en sus mentes. Ahora debes emprender ya la marcha. Que yo estaré contigo" "Pero, Señor, si yo digo a tus hijos que es el Dios de sus padres el que me envía, me preguntarán cuál es su nombre, y entonces qué les podré responder" "Yo soy el que soy, y tú les dirás: "El que es me envía a vosotros"





Ramsés se burla de su hermano de otros tiempos, ahora profeta de esclavos, y se niega a conceder su petición, exclamando: "Sus vidas son mías, y todo cuanto poseen es mío". Moisés entrega el báculo a su hermano Aarón para que obre un primer milagro: "En esto veréis que el Señor es Dios" El báculo, ante la sorpresa de los allí presentes, de los emisarios de otras naciones, que se muestran aterrorizados, y del hijo de Nefertari y de Ramsés, se convierte en una cobra. El pequeño exclama: "¡Madre, ha convertido su bastón en una cobra!" Pero Ramsés se ríe, no dando importancia al milagro. Es un truco muy conocido entre sus magos. Y ordena a uno de sus visires que lance uno de sus bastones al suelo; y éstos acaban convirtiéndose también en serpientes. Pero la cobra de Moisés acaba devorando al resto de serpientes. El pequeño hijo de Ramsés exclama: "¡Madre, la serpiente de Moisés ha devorado a las otras!" Moisés sigue amenazando a Ramsés, El principe, se burla de Moisés y golpea con el pie su báculo.
Y Nefertari intenta acercarse a Moisés pero el ahora profeta hebreo vuelve a ignorar su presencia cuando abandona la corte.
No obstante, Moisés se salva del furor de los habitantes de Gosen porque en aquel momento aparece la guardia personal de Nefertari con la orden de llevarlo a su presencia en la barcaza que se halla situada en el Nilo. La antigua amante de Moisés, enamorada todavía de él, trata de atraerlo de nuevo por medio de sus encantos femeninos: "Tú crees haber cambiado, pero no es verdad, no lo has hecho", expresa Nefertari, convencida de que Moisés aún recuerda la pasión que una vez sintió por ella. Pero Moisés, que ha desechado por completo su pasado como hijo adoptivo
de Seti, no acepta los encantos y la sensualidad con que se le ofrece Nefertari, y revela que se halla casado con una pastora.

Josué, a escondidas, acude a Gosen con el deseo de ver a Lilia que se
halla viviendo con Datán, obligada por la amenaza que pesa sobre ella y
sobre la vida de Josué si la muchacha se decidiera a abandonarle. En el
pozo que surte de agua a Gosen se encuentra con Miriam, la hermana de
Moisés, que antes de su llegada, ha estado advirtiendo a sus hermanas
hebreas de que recojan toda el agua posible porque durane siete días no
se podrá volver a beber del pozo. Luego dice a Josué que, en efecto,
Lilia acude diariamente a por agua al mismo pozo que todos los
habitantes de la aldea. Cuando se encuentra con ella, Josué le pide que
escape de las garras de Datán, pero Lilia se niega a abandonar a su
verdugo sin decir la verdad a Josué del motivo por el que se halla atada a
Datán.
Moisés
no se arredra ante los mandatos de Ramsés y el castigo infligido a sus
hermanos de Gosen. El día en que el Faraón acude junto a sus sacerdotes a
bendecir las aguas del Nilo en la fiesta de Khnum, Moisés se presenta
ante él, exigiéndole de nuevo que libere a los hebreos.

Egipto será visitado por diez plagas. Tras ensangrentar el Nilo, llueve un granizo ardiente sobre el palacio de Ramsés.
[Y el Dios de los hebreos
infligió a los ciudadanos del reino de Egipto diez plagas con el fin de
que el Faraón dejara libres a su esclavizado pueblo y les permitiera
salir de la nación. Fueron
diez males presagiados, siendo el último el que permitió a
los hebreos abandonar la nación: "Conversión del agua en sangre-Invasión de ranas-Piojos-Moscas-Peste del ganados-Úlceras-Lluvia de fuego y granizo-Langostas y Saltamontes-Tinieblas-Y muerte de los primogénitos de Egipto"]




















































































































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