domingo, 31 de marzo de 2024

Tobacco Road (La ruta del tabaco) -1-

Es forzoso casi siempre otorgar un amplio margen de confianza a la fascinación del mundo campesino y exponer  ante él un objetivo documento en el que se pueda apreciar un documentalismo tan anecdótico como ya hiciera en Italia el neorrealismo, y rebasar así su más necesitada complejidad dialéctica. Un innovador método narrativo estadounidense se incorporará por tanto en la década de los 40 tras la Gran Depresión, al que se aplicará necesariamente un importante afán polémico de investigación de la realidad histórica y social que aqueja al gigantesco país norteamericano. Esta especie de vocación revolucionaria conduce entonces a su cinematografía hasta una valedora sátira del empobrecido campesinado y sus instituciones familiares, bien que sin desdeñar también el género de la comedia garantizado por la celebridad de sus estrellas. Y tras asentarlo en el campo de la patologia y conectarlo con el turbio mundo de la citada depresión social, acabará contemplando con gran ternura, pese a sus diatribas,  la crónica estricta de una cotidianidad que se ve sumida en la más profunda de las  miserias. La pincelada autocrítica queda bien servida así hasta los límites más dantescos, pero sin dejar de alcanzar cierta capacidad de superación en sus muestrarios del horror humano, al situar a sus gentes esta vez en la agreste aridez de los paisajes sureños más deprimidos de Estados Unidos. Nace así una profunda polémica de escándalo político, porque nos dice que después de casi doscientos años de cultura, su homo sapiens, campesino y empobrecido, no ha superado su estadio adolescente. Y de nuevo la exaltación del cine de autor se apoderará de la abrumadora dominante literaria de la novelística norteamericana que exaltara a los primitivos americanos. Y nombres cuya autoría inolvidable permanecerán en la memoria de todos los cinéfilos acabarán poniendo en el candelero su "cine-intelectual".





El genial director John Ford, al adaptar a la pantalla el clásico "Tobacco Road" según la novela que en 1932, durante el período de la Gran Depresión, escribiera Erskine Caldwell, no socaba ni desprecia las convicciones del gran escritor. De hecho, esta película posee una inesperada y extraña convicción propia, dado que no duda en reconocer que la pobreza y la privación de derechos sociales no siempre se tratan con la bondad necesaria que el ser humano siempre demanda. Ford por tanto, en cierto modo recurriendo al tono de comedia,  utiliza la miseria casi descaradamente, con personajes extravagantes y  nunca redimidos del todo. Ford como gran director cinematográfico se vale por tanto de su gran energía técnica convirtiendo "Tobacco Road" en una especie de autoparodia de la América más negra, más diabólica, y más cacofónica. Pero no por ello el film deja de ser memorable en más de un sentido. Las mujeres que aparecen en la película rara vez se divierten tanto en las películas de Ford como lo acostumbran a hacer los chicos traviesos y galantes que al director tanto le gusta retratar. Un viaje por "Tobacco Road" es uno de los más atractivos que nos llegó a ofrecer Ford. Chisporrotea, y el borde de sus carreteras está repleto en todo momento de las atracciones humanas más peculiares que un navegante, por muy descuidado que sea a veces con su mapa, puede llegar a saborear.


Tras la casi intrascendental "muchachada" con adultos "whisqueros" de "The Long Voyage Home" ("Hombres intrépidos"), de 1940, que interpretaron sus acostumbrados acompañantes artísticos como John Wayne, Thomas Mitchell, Ian Hunter, Ward Bond, y Barry Fitzgerald, y seis meses antes del canto minero y geórgico de aquella idolatrada Irlanda de la que su familia era oriunda "How Green Was My Valley" ("Qué verde era mi valle"), de 1941, con Walter Pidgeon, Maureen O'Hara, Roddy McDowall, Anna Lee, Donald Crisp, y John Loder, "Tobacco Road" ("La ruta del tabaco"), de 1941, con un magnífico elenco de actores como Gene Tierney, Dana Andrews, un inolvidable y enfebrecido Willian Tracy, Ward Bond Charley Grapewin, Elizabeth Patterson, y Marjorie Rambeau, es la hermana "idiota" de los dos films citados, pero también la más orgullosamente exuberante de cuantos esfuerzos encaminaran el cine de John Ford hacia regionalismos estilizados y de una ética de clase trabajadora vulgar, empobrecida y no obstante brillante, en contraposición a las intuiciones novelescas, melancólicas y embrujadas de "Grapes of Wrath" ("Las uvas de la ira") o los símbolos teatrales de "The Long Voyage Home". Ford acierta siempre en su estética,  reconoce el material tal como es e intuye la única forma en que probablemente podría ser coherente en la pantalla. Y no es cierto que la técnica sea víctima de toda la comedia en general.


Al igual que en "How Green Was My Valley", la cinematografía detallada y granulada de Arthur Miller hace maravillas al evocar el paisaje y resaltar las líneas e inflexiones de los personajes en los rostros de un elenco heterogéneo, desde el llamativo pero ingeniosamente articulado campesino de Charley Grapewin hasta el agudo pero flexible de Elizabeth Patterson. una semi-mueca como su esposa, hasta el exceso casi intolerable de William Tracy como su hijo gritón y la nubilidad vacía y sucia de Gene Tierney como la hija que, a los 23 años, podría ser demasiado mayor para interesar a los hombres irresponsables de los bosques de Georgia. 
 





En Georgia hay un lugar llamado Tobacco Road, donde reside la familia Lester. El patriarca de la familia Jeeter vive con su esposa Ada, su hijo Dude y su hija soltera Ellie May sumidos en la pobreza más extrema.

 
Los Lester pasan hambre y están condenados a perder sus tierras porque el banco decide apropiarse de ellas para una agricultura más adecuada.

Cuando Lov Bensey, otro campesino aquejado del mismo primitivismo que caracteriza a todos los habitantes de la ruta del tabaco, se presenta ante los Lester para quejarse del trato que está recibiendo de su esposa, Pearl, una niña de trece años, hija menor de Jeeter y Ada, el viejo ladino le propone que se case con su otra hija de 23 años Ellie May, a lo que Lov responde que no sería correcto contraer matrimonio con una vieja de esa edad. Los hambrientos Lester observan que Lov lleva un saco, y cuando se enteran que contiene sabrosos nabos de primavera intentan y consiguen hacerse con ellos violentamente. ayudados por Ellie May y el siempre airado Dude.



Los Lester, temerosos de que Dios les castigue por el robo de los nabos, acuden a redimirse ante la viuda tontiloca  Bessie Rice que ha vuelto a la ruta del tabaco, y desde la muerte de su marido cree haber recibido la llamada del cielo para evangelizar a las almas pecadoras del campesinado. Jeeter, no obstante, tras pedir perdón, ha guardado un nabo y se lo da a probar a la evangelizadora.



























 

























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