domingo, 12 de marzo de 2023

Pal Joey -1-

 

Que el genial George Sidney  [a fin de autentificar, esta vez, sus dramas urbanos, alejándose de las aventuras enloquecidas de sus grandes superproducciones en MetroGoldwyn Mayer] se atreviera a convertir al poseedor de la "voz de oro norteamericana" [aunque como actor no fuese demasiado sobresaliente] Frank Sinatra [aquí apodado Joey Evans] en un cantante de segunda categoría, rechazado en todos los night clubs de San Francisco, podría resultar hasta abusivo [pero muy de agradecer]. Por supuesto, no era más que una técnica documental para que, finalmente, toda la responsabilidad moral de semejante contrasentido recayera, como no podía ser de otra forma, en aquella sociedad que siempre rindiera culto al triunfo y al dinero. 

Sidney acepta  de nuevo el magnetismo animal de dos bellezas femeninas: la primera,  la suntuosa decadencia de aquella despampanante diosa de los años 40 como fue la inolvidable Rita Hayworth (y será Joey Evans el receptor esta vez de una sonora bofetada por parte de ella)



El Cinemascope y la Panavisión se convierten al mismo tiempo en un elemento acorde con la evolución general de esta nueva estética del cine a la que George Sidney se acoge en "Pal Joey", y a dar mayor cohesión y continuidad espacial a la narración, muy especialmente en lo que a los magníficos momentos musicales que el film contiene, en contraste con la gran fragmentación del espacio en el viejo cine-montaje de pantalla cuadrada. Y siguiendo como siempre los imperativos industriales por un lado y artísticos por otro, el cine volvió a salir ganando, ya que el anzuelo sensacionalista nos permitió poder disfrutar de nuevo de esta nueva riqueza y diversidad cromática, no ya a guisa de tópico únicamente sino devolviéndonos instantes estelares de gran belleza y nuevas posibilidades, en lo tocante a la espectacularidad, de recuperar, aunque quizás fuera por última vez, la belleza inquietante de Rita Hayworth interpretando, desde aquellos viejos cánones clásicos de cuanto significó para el Séptimo Arte su "Gilda" de 1946, dos extraordinarios números musicales -además de cuatro de las mejores canciones de Sinatra- como salvados del naufragio del viejo cine musical: 
"Zip"
 

 
Y "Bewitched, Bothered and Bewildered"


 
Pero al mórbido erotismo de la inolvidable Hayworth,  la flamante renovación del mito erótico con que se liga el siguiente capítulo, [que en otros tiempos habría provocado un infarto al púdico Will Hays y su absurdo y trasnochado código de moralidad], llega de mano de la belleza triunfante de Kim Novak, rubia de ensueño, de apariencia majestuosa, elegante y fría, pero que acabaría convirtiéndose en el nuevo sex-symbol de la mitología del cine de los años 50 y gran parte de los 60.
 
 
Y con ella Sidney vuelve a demostrar que continúa siendo uno de los maestros del Séptimo Arte, ya sea del  género que sea, y que la comedia musical fue y siguió siendo uno de los mayores pilares del cine sonoro americano. Richard Quine, descubridor eternamente enamorado -hasta el suicidio- de la Novak, impuso este nuevo mito rutilante en su primer film "Pushover", 1954, con Fred MacMurray.
Y Sídney, como gran director y coreógrafo de anteriores musicales, y que ya la había dirigido en 1956, junto a Tyrone Power, en el biopic "The Eddy Duchin Story",  y ese mismo año 1957 de "Pal Joey", en la pesimista y amarga "Jeanne Eagels", junto a Jeff Chandler, explota concienzudamente de nuevo las preciosas expresiones faciales de la Novak.
 

Y para potenciar su relevo como vamp, a remolque de los viejos triunfos del Hollywood algo crepuscular del que formara parte Rita Hayworth. Así la nueva gran rubia entra ya definitivamente en el sendero de la gran superproducción, esta vez de nuevo en formato panavisionado, como lo fue en el Cinemascope de "Eddy Duchin Story". Sidney acapara por tercera vez a Kim Novak buscando en ella un nuevo alarde técnico-musical, y aunque el timbre de su voz fuera doblado por la vocalista Trudy Erwin, impregna de belleza y lirismo su flamante imagen como cantante entonando "My Funny Valentine", y añadiendo un mítico striptease acompañado por la melodía "I Could Write a Book", que antes cantase Frank Sinatra.







                     CON LAS MEJORES CANCIONES DE

                    "THERE'S A SMALL TOWN"/
"I COULD WRITE A BOOK" & "WHAT DO I CARE FOR A DAME"

 
&
 















































































 

  

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