




















Una llamada nocturna imprevista desde el hospital en que se halla internado el abuelo comunica a Lenny, que ha tomado el teléfono, que GrandPa ha entrado en coma, y se halla finalmente a las puertas de la muerte. Lenny y Babe acuden al hospital, velan al anciano durante la noche.
Mientras tanto Meg y Doc, en el campo, han pasado la noche y el amanecer divirtiéndose. 

















Totalmente apesadumbradas, y por la mañana, Lenny y Babe vuelven a casa desesperanzadas de que el abuelo pueda superar la fase del coma. A la llegada, la siempre inoportuna Chick, que ya da por hecho que el enfermo no sanará, indica a Lenny, con su habitual tono que tanto desagrada a las tres hermanas, que ha confeccionado dos listas de las personas a las que hay que avisar en caso de fallecimiento, y propone a Lenny que se encargue ella de la segunda. Ésta accede de mala gana. Poco después llega el coche de Doc, y Meg, risueña y feliz, con el tacón del zapato roto, después de haber pasado la noche en el campo con Doc, se despide de él, aunque luego lamentará ante sus hermanas su decepción porque Doc no le ha pedido que vuelva con él, y, por supuesto, ajena a lo acontecido a su abuelo. Y aunque ve los rostros entristecidos de Lenny y Babe, sigue contando su peripecia nocturna. Finalmente, extrañada del silencio y de las cariacontecidas de sus hermanas, medio en broma medio en serio, expone que irá a ver al abuelo, ya que le contó mentiras sobre su carrera. Pero le dirá la verdad, y que si ello lo lanza al coma, lo sentirá mucho. Lenny y Babe, para no llorar, no pueden entonces reprimir unas largas y nerviosas carcajadas dado que Meg, sin querer, ha adivinado lo sucedido al pobre GrandPa.










































































































































Y desembocar en ese final, con pastel de cumpleaños y el acompañamiento musical de una de las bandas sonoras más bellas jamás compuestas para el cine como ésta del gran Georges Delerue, y con los grititos, comentarios y risas de estas tres prodigiosas mujeres (virtuosismo mítico a partir de aquí), es tan antológico, tan irrepetible, que, vista hoy, en efecto, pasa a convertirse en una auténtica obra de culto.
¡Vieja
escuela teatral, al galope de la cámara cinematográfica, contagiosa, y
hoy más que ayer, obra de culto, jugosa, tierna, sublime, fascinante!, y
¿por qué no?, ¡genial!
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