







David Lean barajó diversos nombres famosos para encarnar a Coronel Nicholson: Laurence Olivier, Ralph Richardson, Trevor Howard y Jack Hawkins (que interpretaría al Mayor Warden, encargado de la demolición del puente), y por último, Alec Guinness. El famoso productor norteamericano Sam Spiegel,
que había producido y ganado un Oscar por "On The Waterfront" ("La Ley
del silencio") en 1957, y que también produciría la siguiente gran
superproducción de Lean "Lawrence of Arabia" en 1962, apostaba por un coronel Nicholson violento, que ofreciera una interpretación crispada y neurótica. Lean,
muy al contrario opinaba que debía de tratarse de un típico oficial
británico introvertido, que rindiera culto al honor militar con
meditadas pausas de ininterrumpida frialdad, y que jamás se dejara
arrastrar por bruscos chispazos de dramática heroicidad. Y Alec Guinness
poseía, según él, esa callada exaltación del intolerante héroe
individual, capaz de oponer a su instinto de conservación el más
desgarrado cumplimiento de su deber como soldado. No obstante, la
contratación de Guinness
resultó muy complicada. Y fue Spiegel, una vez convencido por las razones expuestas por Lean con respecto al personaje de Nicholson, quien, tras varias negativas del
actor británico a aceptar el papel, se desplazara a
Londres para convencerlo.

También exigieron la inclusión de un papel femenino, un breve cameo de enfermera que recayó sobre la actriz, casi desconocida, Ann Sears. Geoffrey Horne, joven actor televisivo que había hecho su debut en la Pantalla Grande junto a Ben Gazzara en la irrelevante "The Strange One", 1957, de Jack Garfein, interpretó convincentemente al lugarteniente Joyce, artificiero inseguro y frustrado. Y James Donald, que había sido nominado al Oscar como "Mejor Actor de Reparto" en la espectacular revisión Minnelliana de la vida de Vincent van Gogh "Lust For Life" ("El loco de pelo rojo"), el año anterior, 1956, dando vida a Theo van Gogh, hermano del infortunado pintor, interpretó al Doctor Clipton. 




David Lean, insatisfecho con la exposición interpretativa que Alec Guinness
concedía al momento crítico de su muerte y caída sobre el detonador que
habría de volar el puente -hasta llegó a tacharla de demasiado
enfática-, obligó al actor a repetirla durante infinidad de veces.
Finalmente, para sorpresa de Guinness, decidió quedarse con la primera de las tomas. La película se rodó en la
isla de Ceilán y su presupuesto ascendió a 3 millones de dólares. El jefe del poblado que ayuda
a los prisioneros era Chakrabandu, quien ayudó en realidad a
varios aviadores
aliados durante la Segunda Guerra Mundial, fingiendo trabajar para
los
japoneses. Un camión de combustible se incendió muy cerca del
puente cuando éste ya se hallaba erigido y con la dinamita ya colocada
en
él. Pudo así haber causado su destrucción sin que se hubiera podido
filmar.

Los
soldados del ejército singalés arriesgaron su vida para desviar el camión de las proximidades del puente. Los operarios encargados de filmar la demolición del mismo debían dejar
las cámaras filmando y ponerse rápidamente a cubierto, haciendo entonces una
señal para que se pudiese volar el puente, pero uno de ellos tras guarecerse se
olvidó de dar la señal y el equipo de demolición no pudo volarlo, así que el
tren atravesó el puente para descarrilar poco después tras chocar con un
generador. Tuvieron que trabajar a marchas forzadas para volver a poner el tren
en su sitio y en perfecto estado para filmar a la mañana siguiente la
secuencia, esta vez sin fallos. 



Héroes
trágicos (como lo es siempre el heroísmo inútil del belicismo) frente a
la riqueza expresiva y el turbio pintoresquismo que la aplastante
inflexibilidad del honor militar impone a los hombres, y cuya degradante
aventura se corona con el fracaso final a que nos precipita
invariablemente todas y cada una de las tragedias del irracional ciclo
bélico. Magistral y sistemático detonante de estos dramas humanos que
viven atrapados por los universos rarefactos, el tinte turbulento, y el
axiomático determinismo irreconciliable con la razón con el que millones
de hombres quemarán y seguirán quemando inútilmente sus vidas bajo esas
atmósferas densas y cargadas de horror que acarrean las tormentas
incontenibles de las guerras. Y así, de nuevo, esa especie de
dependencia, terrorífica, corrosiva y necrofílica con que el belicismo
se apoya en los pliegues anatematizadores de la conciencia militar,
desgarrando otra vez la que debería ser una perenne estabilidad social,
pacífica y verdaderamente humana, es rememorada como una caricatura de
la incoherencia del drama histórico-bélico, que no ha dejado nunca de
navegar en las revueltas corrientes historicidas de este planeta, hoy
habitado por los llamados "homínidos racionales".
En "The Bridge on the River Kwai" no hay canto para el heroísmo, porque el heroísmo sigue siendo una fórmula sin solución, y David Lean, blandiendo la novela de Pierre Boulle, marca un hito en la evolución estética y equitativa de este mensaje de irresponsabilidad que juega a cantar la exaltación patriótica en función de unos caudillos que, como ha sucedido y seguirá sucediendo siempre, se atreven a menospreciar, la atrocidad, el salvajismo y la iniquidad de esta servidumbre insensata al tiempo bélico.


Exaltación, de igual forma, casi
"roussiniana" por su belleza plástica, dado que su lujosa escenografía,
pese a su dramática dureza, se ubica entre una localización de lugares
salvajes, paradisíacos, que jamás parecen verse contaminados por la
inclemencia de la guerra. No es de extrañar que tras "The Bridge on the River Kwai" ("El puente sobre el Río Kwai").
Y sus siguientes "Lawrence of Arabia", 1962, "Doctor Zhivago", 1965, "Ryan's Daughter" ("La hija de Ryan"), 1970, y "A Passage to India" ("Pasaje a la India"), 1984, David Lean, en sus efusiones cinematográficas por la Naturaleza en que se enclavan sus personajes, pudiera adquirir fama de "roussoniano" y de irrepetible poeta de la más bella espectacularidad.
Impecable sound track de Malcom Arnold, premiado con un Oscar, notas musicales inolvidables muy concentradas en la dura batalla por sobrevivir de sus personajes, y que acaban recorriendo sensiblemente la visión paisajística más generosa del film.









































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