miércoles, 21 de agosto de 2019

Lure of the Wilderness (Un grito en el pantano)


"Este es el gran pantano de Okefenokee en el sureste de Georgia. En el idioma de los indios semínolas Okefenokee significa "tierra que se mueve". Esta vasta porción de tierra inexplorada tiene una superficie de más de 900 kilómetros cuadrados. Es un lugar propicio para las mortíferas serpientes acuáticas, caimanes, osos de las ciénagas, y panteras negras. Hasta 1910 muy pocos hombres blancos habían osado penetrar en este pantano. De estos pocos valientes aún menos pudieron regresar para contar lo que habían visto. Los tramperos de los poblados limítrofes sólo se habían atrevido a penetrar una corta distancia. En la primavera de 1910 dos tramperos se aventuraron a adentrarse en su interior, y, como no regresaron, se organizaron varios grupos para rastrear los linderos en busca de alguna huella de ellos."
Pantanos donde la luz semeja encogerse bajo todas las formas, hundirse hasta el fondo misterioso de la materia; ser la materia misma con sus capacidades y limitaciones, imponiendo su acento de soledad, su virginidad desarrollada como las plantas, retorciéndose, desmenuzándose, multiplicándose en una modelación sin ningún propósito, hacia un inextricable deseo del mundo, inspirado por los arcanos de su inmensidad. El pantano se recoge, por tanto, en un paisaje cerril, que corre entre las aguas, como si de ellas rebrotara la remota calima de la creación. Es linde que nadie traspone, un universo de vibraciones, estremecido todavía por el tacto arcaico de la tierra. El más antiguo de los linajes telúricos. Antigüedad de una atmósfera primigenia sin envejecer, de un bosque de generaciones no taladas, capaz esta vez de poner coto a las ansias devastadoras del hombre, que no puede dejar de observar la ciénaga profunda sin presentir en ella su fosa.

         PRODUCCIÓN MEDIA ARTESANAL














Una calavera sobre un tronco en cruz se alza, como lápida sin tumba, en la escultura acuática del paisaje lacustre, aún glorioso en su forma. Y cría un musgo que habla de la quietud viva de los misterios que entrañan las aguas pantanosas, únicamente holladas por el tacto invisible del tiempo, advirtiendo de la escultura virgen de una naturaleza feraz pero terrorífica, que duerme en la misma postura en que naciera, entre noches de soledades y un júbilo de eternidad. Y cuya vegetación oculta una especie de callejón de creaciones solitarias que se convierten en panteones de muerte para el hombre... De pronto, frente a la superficie azul de la laguna cenagosa, en un ribazo, entre la vegetación lujuriosa y la calma de las arboledas calientes, aparece un cervatillo, una figura cincelada en el filo de una hendedura de bordes pastosos y siempre tiernos. Y un perro escapa en su persecución desde una vieja barca, internándose en el silencio cerrado de la ciénaga. Las aguas encendidas en las que se hunde la percha de la barca trasponen en efecto aquel mundo torvo empañado por la respiración amenazante de las criaturas que habitan el pantano.


Y sobre ellas, y siempre hacia ese horizonte invisible de un paisaje aterrador, donde habrá de quedar sumergido en el silencio, se desgarra la llamada de un joven, que recorre ahora las osamentas vegetales, las claridades aceitosas, el aire dormido y pesado que colma el cuévano amedrentador del pantano. Y allí se queda estremecido... Una búsqueda incansable. De nuevo un grito que resuena a la sombra de los ramajes confusos y envejecidos. Y el joven hábil y audaz se pierde atrincherado en su temperamento aventurero. Su primera etapa pantano adentro, su alegría cuando, entre la maraña peligrosa, suenan unos ladridos que estimulan su rapidez en adentrarse en los misterios de la inmensa y enmarañada ciénaga. Un accidente en el camino.


Tras horas de inconsciencia, entre la desolación, penetran susurros humanos. El torrente implacable de la luz solar cae ahora sobre el joven que despierta. Un hombre y una mujer, padre e hija, afrontan ahora el desafío del muchacho.Y el can perdido ladra junto a él. Un tiempo interminable, años de enclaustramiento en el laberinto pantanoso. Dolorosas heridas del pasado. Una persecución implacable por un crimen no cometido. La lucha del hombre contra el hombre. La aspereza desconfiada de la muchacha, preguntándose constantemente que pasaría si el joven intruso delatara el escondite de los huidos.

El pacto generoso del muchacho que, enfrentándose a sus vecinos de aldea, e incluso a su desconfiada prometida, probará la inocencia de los prisioneros ocultos del pantano, de donde volverán triunfantes, tras una persecución de los verdaderos culpables. Enemigos que perecerán devorados por la amenazadora y nuevamente mortal ciénaga,  que halla su alimento entre el horror de sus misterios insondables. Una última mirada de los huidos a la que fuera su morada durante años. Y un último grito recorre las fragosidades serpenteantes de la laguna, que se prolonga de forma fantástica entre las inmensas espesuras, verdeantes y extraviadas, resguardadas del viento, calentadas por el resplandor inclemente del sol, tan sólo subyugado por las fuerzas copiosas de las tormentas.







De nuevo penetramos en esa atractiva síntesis del cine-documento, en su juego escénico colectivo, y siempre en nombre del vibrante retablo que proporcionar puede la aventura en su tarea por crear un cine popular que llegue a las grandes masas. Novelado testimonio, pues, que, al tratar siempre de revelar nuevas formas de observar una realidad desconocida para la mayor parte de los espectadores que asistieran a las salas cinematográficas en busca de esparcimiento y evasión, y valiéndose del ojo analítico de la cámara, del dinamismo del montaje, de la música, de la implicación atractiva de una paisajística excitante (en este caso las bellezas naturales de los pantanos de Georgia), de la plena madurez del colorido, de intérpretes que no necesitaban resultar explosivos, pero sí atractivos, y nunca reñidos con esa dignidad artística que supuestamente se hallaba tan sólo en poder de otras estrellas de mayor renombre, y, ya para acabar, de cierta libre experimentación creadora (pese a que los imperativos industriales en estas llamadas "producciones medias" exigiesen a sus directores trabajar con medios casi artesanales y pequeños presupuestos), aspirase también a ayudar a comprender mejor la condición humana como fruto de su convivencia, solidaria o insolidaria, con sus semejantes, fuese cual fuese el rincón del planeta en el que la misma tuviese lugar. Esta riqueza y diversidad del cine, más o menos absorbido como colosal forma de esparcimiento, quebraría definitivamente los últimos resquicios de escepticismo que pudieran quedar sobre su antaño discutida nobleza artística y sobre la importancia cultural que ha ejercido en el mundo. Escritores, pedagogos y sociólogos (sin dejar de incluir hasta filósofos) empezaron a tomarse así muy en serio el cine, considerándolo, no ya a nivel de tópico, como el "auténtico arte del siglo veinte".



             "Swamp water"


Jean Renoir, el gran director francés, que había heredado de su padre, el pintor impresionista August Renoir, su sensible percepción paisajística, iniciaría su etapa norteamericana con el rodaje de "Swamp Water" ("Aguas pantanosas"), 1941, basada en una breve narración de Vereen Bell, que había sido publicada por capítulos en el "Saturday Evening Post" a finales de 1940. Rodada en el pantano de Okefenokee (Georgia), tuvo como intérpretes a los por entonces jovencísimos y recién llegados Dana Andrews (en su primer papel protagonista), Anne Baxter, que intervenía con 17 años en su segunda película, y al veterano y excelente Walter Brennan.
 
                JEAN RENOIR JR.

Renoir se enfrenta a su primera película en Hollywood con su acostumbrada saludable y generosa inyección de fantasía (22 films europeos avalaban ya su ingenio y espontaneidad creativa), logra crear la turbiedad opresiva que la historia de Bell requería, y sin menoscabo de un interesante estudio de cuantos caracteres humanos componen el relato, explora hasta sus entrañas, mediante sobrias escenas documentales, cualidad que ya le había distinguido anteriormente, y que repetiría en sus posteriores "The Southerner", 1945, y "The River", 1951, esa simbiosis paisaje-hombre que nace del fruto realismo-naturalidad jamás ausente en la imaginación creadora y formas expresivas de este gran director cinematográfico.


Remake: "Lure of the Wilderness" ("Un grito en el pantano")


 




Jean Negulesco (o Negulescu) retomaría en 1952 el relato de Vereen Bell, trasladando la cámara de nuevo al famoso pantano georgiano, y favorecería el film, incluyendo algunos cambios significativos en su guión, con una extraordinaria utilización del color. Aunque polo antitético de Renoir, Negulesco fue capaz también de aplicarse, a través del medio óptico que le ofrecía el perfeccionamiento del technicolor, a experimentar con sus fascinantes recursos cromáticos. La movilidad de su cámara entre tan salvaje naturaleza como la que le brindaba Okefenokee alcanzaría ese dinamismo, o progreso narrativo específicamente cinematográfico (que quizás no perseguiese Renoir) requerido por la gran aventura, a la que se uniría el elemento más característico del cine de acción: la persecución. El hecho innegable de que la actitud de este remake (algo alejado, si no de la visión panteísta, sí de las implicaciones psicológicas de los personajes que creara Renoir, en especial del protagonista, Tom Keefer -Walter Brennan-, víctima de una situación injusta, y que, perseguido por un crimen que no ha cometido, se refugia en solitario entre el misterio absorbente de la gigantesca ciénaga), fuese eminentemente comercial, no obliga a desvincular a Negulesco de ciertos aspectos artísticos y creadores de los que hizo gala en muchas de sus inolvidables películas de acción. 
 
JEAN NEGULESCO










Este curioso y fecundo director y guionista del cine norteamericano, capaz de introducir como nota original, entre la producción más industrial de los estudios hollywoodenses, sus fantasías aventureras más desbocadas, portentosamente válidas y decorativas, e incluso plenas de ciertas tendencias realistas ("The Mask of Dimitrios", "The Conspirators", "Deep Valley", "Road House", "Three Came Home", "Lydia Bailey"-"Revuelta en Haiti"- "Titanic"), había nacido en Craiova, Rumanía, el 26 de febrero de 1900. Viena en 1915, y Bucarest en 1919, forman su primer periplo epidérmico-artístico como pintor. En París da comienzo su faceta como decorador de escenarios, y en 1927 se traslada a New York. En la ciudad de los rascacielos expone sus obras y fija, finalmente, su residencia. Será en 1934 cuando da comienzo su esfuerzo por introducirse en la floreciente industria del Séptimo Arte. Primero como artista de sketches, y más tarde, a finales de dicha década, a través de la cantera temática más comercial de dicho arte. Convertido ya en director y guionista, realiza su primera película, que no finalizaría, pese a que en los créditos directivos del film se mantenga su nombre, "Singapore Woman", 1941, con Brenda Marshall. En ese mismo año,1941, después de dos meses de rodaje, es reemplazado por John Huston (dado el éxito que obtiene su script de "High Sierra") en la dirección de "El halcón Maltés"

En 1948 es nominado a los premios Oscar por "Johnny Belinda", interpretada por Jane Wyman, que consiguió dicho galardón a la mejor actriz del año. Y en 1955 ganaría un premio "BAFTA" a la mejor película por "How to Marry a Millionaire" ("Cómo casarse con un millonario"), film en el que la despampanante pin-up, musa del ejército norteamericano durante la II Guerra Mundial, Betty Grable ofrendaba su relevo generacional a una maravillosa recién llegada: Marilyn Monroe.


Autor de una autobiografía "Things I Did and Things I Think I Did", muere a los 93 años en Marbella, España, el 18 de julio de 1993.








 









 









Jeffrey Hunter poseyó uno de los refinamientos estéticos más perfectos con que la naturaleza puede revestir un rostro masculino, pese a que su carrera cinematográfica parecía destinada a tropezar sistemáticamente con la incomprensión de los críticos. Fue producto y víctima de un Star System capaz de venerarlo, a través del entusiasmo multitudinario de sus jovencísimas fans, como príncipe de un trono en el que tan sólo tuvo cabida la perfección de sus facciones. Nicholas Ray no dudó por ello en idealizar la excelencia de sus rasgos faciales otorgándole todas las cartas de nobleza que entrañar pudiera la imagen soñada de Jesús de Nazareth en su "King of Kings" ("Rey de Reyes"), que, con guión de Philip Yordan, rodara en 1961 en España, producida por Samuel Bronston. 







Pero, a excepción de John Ford, que le concedió su mejor rol en "The Searchers" ("Centauros del desierto"), y pese a la entronización fervorosa de sus seguidoras femeninas, desmoralizadas más tarde tras la noticia de que Hunter interpretaría al mismísimo Jesucristo, la industria cinematográfica norteamericana jamás pareció hacerse ninguna ilusión mitificadora sobre él.



"Lure of the Wilderness" ("Un grito en el pantano") entona su canto de cisne para que el joven Jeffrey Hunter desarrolle un sujeto dramático (merced a la inquietante excelencia de su rostro) de agudos toques impresionistas entre las influencias plásticas que ofrece la aventura: su silueta avanza como un aguafuerte precioso al que se mima y mitifica, y que, aunque desprovisto de complejidad psicológica, alcanza la hazaña biológica del mito de Prometeo, al tratar también de robar su fuego sagrado, o el secreto de cuanta vida encubre el paisaje lujurioso del gran pantano de Okefenokee, donde, entre inhumanas condiciones y el dramático silencio de las ciénagas, se insertan las imágenes de dos personajes, un padre y una hija, allí ocultos, y perseguidos por adversas circunstancias, siempre relativas a la opresión y arbitrariedad que sobre los individuos ejercer puedan los errores de los estamentos sociales encargados de administrar justicia.


ACTORES ATRACTIVOS ENTRE PARAJES BRUMOSOS











Jeffrey Hunter (Henry Herman McKinnies Jr.) había nacido el 25 de noviembre de 1925 en New Orleans (Louisiana). Gran estrella juvenil de los años 50, John Ford le ofreció tres de sus mejores interpretaciones en "The Searchers", "The Last Hurrah" y "Sergeant Rutledge". Gran amigo de otro recién llegado, Robert Wagner, intervienen en "White Feather" "The Frogmen","In Love and War", "A Kiss Before Diyng" y "The True Story of Jesse James", dirigido por primera vez por Nicholas Ray. 






 







Intervino en más de 50 films. Propuesto como compañero ideal de la bellísima teenager Debra Paget, intervino con ella en cinco films: "Princes of the Nile" (la que sería la convicción más erótica y contagiosa de la aventura), "White Feather", "Seven Angry Men", "Belles on their Toes", y "14 Hours" . En 1957, interpreta "Count Five and Die", de Victor Vicas en Gran Bretaña Y En 1965, junto a la bellísima Anne Francis, interviene en la inquietante "Brainstorm" (Desafío al destino"), coprotagonizada por Dana Andrews.









El 1 de Diciembre de 1950 contrae matrimonio con otra recién llegada, Barbara Rush, divorciándose de ella en 1955. Casado de nuevo en 1957 con la ex-modelo Joan "Dusty" Barlett, personaje ambicioso y manipulador, cuyos enfrentamientos constantes con ella acabarán lanzándolo a la bebida. A los 30 años, en el pináculo de la fama, engrosa la lista de los grandes mitos juveniles hollywoodenses. Walt Disney lo elige como principal protagonista de "The Great Locomotive Chase" (ligeramente inspirada en "El maquinista de la General" de Buster Keaton). En la NBC rueda el episodio piloto de "Star Treck" como Capitán Kirk. "Dusty", que parece decidida a tomar todas las decisiones profesionales, lanza un famoso alegato contra la televisión, al exclamar que Jeffrey Hunter es una de las máximas estrellas de Hollywood, y el hecho de ser contratado por televisión resultaría denigrante para él. Se ve obligado a abandonar su personaje en beneficio de William Shatner. Dicha serie, como clásico de ciencia ficción, conseguiría una de las mayores audiencias de toda la historia de la televisión norteamericana, y pasaría a la pantalla grande con siete superproducciones.

El 28 de febrero de 1967 la pareja se divorcia. Frustrado y deprimido, interviene en películas de ínfimo presupuesto que se ruedan en España, "Joaquín Murrieta" ("Murieta") y "Custer of the West" y "Joe Navidad". A sus 42 años, alcoholizado y abatido, aparece ya como un hombre demacrado y envejecido. El 26 de mayo de 1969, su amigo Frank Bellows halla su cuerpo inánime desplomado junto a la escalera de tres peldaños de su casa. Se le diagnostican dos fracturas cerebrales. Tras ser sometido a una operación de siete horas, fallece en la sala de operaciones.


Jeffrey Hunter fue una de las presencias más atrayentes, viriles y refulgentes que nos deparó la cinematografía norteamericana.
 
 


JEAN PETERS












 
Nacida el 15 de octubre de 1926 en Cantón (Ohio). Abandonó sus estudios de profesora, y ganó un concurso de belleza en 1946. Lanzada por la Fox, tras dicha elección, como una de las mujeres más seductoras del momento, intervino por primera vez en "Captain from Castile", 1947, junto a Tyrone Power. En 1952 aparece en "O. Henry Full House" (en el segmento de Jean Negulesco "The Last Leaf"). Henry Hathaway minimizó su magnetismo y atractivo en favor de Marilyn Monroe, al ofrecerle un papel secundario en "Niágara", 1953.


 
Samuel Fuller, probablemente en recuerdo del mayor mito de toda la historia del cine, la convirtió en un Sex Symbol al concederle la protagonista (papel pensado para Marilyn Monroe) de "Pickup in South Street" ("Manos peligrosas"), 1953, junto a Richard Widmark y Thelma Ritter, donde Jean Peters aparecía radiante y más bella que nunca. Ese mismo año interviene en "A Blueprint for Murder", junto a Joseph Cotten. Elia Kazan había favorecido su carrera al contratarla junto a Marlon Brando en "Viva Zapata", 1952, una de sus interpretaciones más recordadas. Sus últimas películas fueron "Broken Lance", de Edward Dmytryk, y "Apache", de Robert Aldrich, ambas de 1954.
 
Tras rodar "A Man Called Peter", 1955, de Henry Koster, se casa con el magnate de la aeronáutica Howard Hugues en 1957, y se retira de la pantalla, para volver, ya divorciada de él en 1971, y tras un nuevo matrimonio, a los medios televisivos. Fallecería de leucemia en Carlsbad, California, a los 74 años de edad.


CONSTANCE SMITH








 
Actriz Irlandesa de inquietante belleza, nacida en 1928 y fallecida en 2003. Fue una especie de tributaria de un romanticismo pesimista que la encasilló como especialista en papeles exóticos, de escaso relieve. Hoy se la recuerda por "The 13th Letter" ("Cartas envenenadas") -quizás su mejor papel-, dirigida por Otto Preminger en 1951, con Linda Darnell, Charles Boyer y Michael Rennie, "Lure of the wilderness", 1952, "The Treasure of the Golden Condor", con Cornel Wilde, dirigida por Delmer Daves, y "Man in the Attic", con Jack Palance, dirigida por Hugo Fregonese, ambas de 1953.


WALTER BRENNAN










Uno de los más geniales secundarios de la historia del cine, que conseguiría tres Oscars al mejor actor de reparto ("Rivales", 1936, "Kentucky", 1938, "El Forastero", 1940). Aclamado por su inolvidable interpretación, como inmortal compañero de John Wayne, en "Río Bravo", 1959, de Howard Hawks.



 







John Ford, no obstante, le concedió su mejor personaje, old man Clanton, en la extraordinaria "My Darling Clementine" ("Pasión de los fuertes"),1946, junto a Linda Darnell, Henry Fonda y Victor Maure, transformándolo en uno de los más turbadores y amenazantes villanos jamás recreados por el western, y que Brennan sublimaría jugando con los nervios del espectador, apartándose de los trillados caminos del "malo" por antonomasia, tras dotar sus intrigas criminales con una de las más insólitas y truculentas miradas jamás reflejadas en la pantalla

 
Etapa norteamericana de una narrativa que prosigue con la mejor fortuna la rica tradición de la aventura sin aspavientos espectaculares, y ejemplar sobriedad y simplicidad lineal. Como dijo el gran Hitchcock: "¿Qué es el cine, sino un montón de butacas para llenar?" ¡Fiebre de nuestra infancia!





 





ON THE SET OF FILMING