SE NOS HA IDO "LA VELASCO", NUESTRA CONCHA, NUESTRA CHICA YE-YE DE JUVENTUD.
2 DE CICIEMBRE DE 2023 A LA EDAD DE 84 AÑOS
ACTRIZ INCONMENSURABLE, DE RADIANTE BELLEZA Y TALENTO IRREPETIBLE. ESTRELLA FULGURANTE DE LA CINEMATOGRAFÍA Y EL TEATRO ESPAÑOL. DOTADA DE TODOS LOS DONES QUE SUBLIMIZAN LA FEMINIDAD. ¡NUNCA TE OLVIDAREMOS!
Si José Luis Saenz de Heredia no hubiese mamado de la "encrucijada franquista", "otros gallos le habrían cantado" El hombre sabía hacer cine. Le gustaba Renoir, Dassin, Buñuel, De Sica, Monicelli, Comencini, y eso se nota. Era mediterráneo hasta el tuétano. Estos "Gallos de la madrugada" le cantaron bien. La película parece una tragedia griega con cachondeo incluido. Tiene un jolgorio de erotismo reprimido, pero siempre a flor de piel, en la nauseabunda España "franquista".
La "censura curial" estuvo a punto de prohibirla si no se mataba a la interfecta, o seáse, a la casquivana de turno. Tras la protagonista, encubiertamente, alienta la "Fedra" de Eurípides, también actualizada y españolizada por Don Miguel de Unamuno. Pero, en su conjunto, y merced a las posibilidades de sus maravillosos intérpretes, Heredia fue capaz de "exponer" su película con una agilidad, ritmo y coherencia tan envidiable como diabólica. Aislando la historia en un entorno de atractivo primitivismo mediterráneo, la dotó de un gran sentido de funcionalidad expresiva capaz de potenciar la carnalidad de la imagen hasta límites insospechados para la época en que se rodó, consiguiendo con ello un extraordinario e inesperado efecto irónico-dramático, por completo apasionante e inolvidable.
La "censura curial" estuvo a punto de prohibirla si no se mataba a la interfecta, o seáse, a la casquivana de turno. Tras la protagonista, encubiertamente, alienta la "Fedra" de Eurípides, también actualizada y españolizada por Don Miguel de Unamuno. Pero, en su conjunto, y merced a las posibilidades de sus maravillosos intérpretes, Heredia fue capaz de "exponer" su película con una agilidad, ritmo y coherencia tan envidiable como diabólica. Aislando la historia en un entorno de atractivo primitivismo mediterráneo, la dotó de un gran sentido de funcionalidad expresiva capaz de potenciar la carnalidad de la imagen hasta límites insospechados para la época en que se rodó, consiguiendo con ello un extraordinario e inesperado efecto irónico-dramático, por completo apasionante e inolvidable.
Pasando del postizo final misógino-punitivo de la protagonista femenina, cuya trayectoria domina, enriquece, y abre nuevos horizontes a la cinematografía española de principios de los 70, el film progresa plano a plano dadas las poderosas y muy diversas personalidades que lo enseñorean. Entre el turbio pintoresquismo de "Los gallos de la madrugada" y su riqueza expresiva, cuela también un sugestivo armazón del drama pesimista sobre la degradación humana y la aplastante inflexibilidad del destino a que se verán sometidos sus vulgares y honestos habitantes mediterráneos.
Un realismo puro y simple tal como lo entendieron los italianos del neorrealismo. Y, al mismo tiempo, Heredia concede a este balance de universo rarefacto de pueblo costero almeriense en el que sus hombres y mujeres parecen quemar inútilmente sus vidas, una especie de caricatura surrealista -canaille- por medio del afilador, personaje interpretado por Fernando Fernán Gómez-, como un homenaje casi blasfemo a Luis Buñuel, que multiplica la potencia corrosiva que poseen sus imágenes misóginas, narcisistas y exasperadamente antropológicas.
Desaforada y tentadora, se desmelena
"Mi versión de Fedra": "Hipólito el joven venturoso dormía entre la blanda arena, y la espuma de la marina llegaba hasta la grana de su roja túnica. Y luego se postraba para bendecir la mano que le dio la vida, y porque su padre Teseo, era un rey ensalzado entre todos los hombres de la Hélade. Mas, la hermosa y sensual Fedra, esposa de Teseo, que todavía vestía tocado de novia, de nieves y luna, gemía de su vida de casada, y contemplaba al hijastro con un arrobo trágico. Hipólito es hijo de perdición, porque Afrodita, que sufriera los desdenes del efebo, ansía venganza. Hipólito donó perfección a Artemís, y a ella consagró todos sus sacrificios, despreciando a la diosa del amor y burlándose de aquellos que se rendían a sus pasiones. Y Fedra, vestida de la grandeza del amor de Teseo, siente frío de desnuda, porque le ahoga un latir de pasión por su ahijado Hipólito. Y ya malsinan de ella las voces, porque Fedra desatiende las ceremonias de reina para enajenarse en su vehemencia incestuosa. Afrodita movió los hilos del corazón de Fedra, alentando así un amor prohibido, llagado del mal, atropellado como un dardo, y que Hipólito esquiva..."
Como historia caótica que se agita por el camino de sinsabores entre una subsistencia de soledades, siempre atrapadas por una excitación casi pecaminosa, no tiene precio. Es una historia corta pero llena de enfrentamientos con ese tiempo que le toca vivir. Sus gentes ilustran defensas preventivas frente a la incomprensión del deseo. Pero el deseo, pleno de dichas y desdichas, peligroso y complaciente, puede ser también ignorante y cándido. Y de pronto, estalla sin escrúpulo ni vacilación, como si hubiese adquirido un descarado aprendizaje inesperado entre parajes rotundos y excitantes. Y la tentación, que siempre quiere deslizarse entre contradicciones escarmentadas, cobra un arrojo primitivo, holgado, y pleno de complacencia en la identidad libre y persuasiva de su personaje femenino. Pero entre esta resuelta asimilación de las pasiones humanas, el mensaje del momento sigue siendo el del pecado carnal. Los golpes bajos y las infelicidades altisonantes priman con efecto rotundo entre una moral de época que únicamente se dejaba seducir por la voz de un Dios que no concedía soluciones a su creación. Mas, el deseo vuelve a imponerse con una convicción contagiosa, aunque indigesta para las beatitudes generales. Su retrato se ofrece con una dureza y limpieza casi perversa. Su drama es estomacalmente cínico, individualista y absolutamente anárquico. Pero infinitamente agradecible.
Un ambiental contrapunto festivalero que pone en solfa la "sobreactuación" (¡pero qué sabrosa "sobreactuación"!) de un personaje literario -Fedra- muy manoseado por la cinematografía, pero plenamente satisfactorio para nuestras devociones cinéfilas. Y es que siempre han habido "performances" que han roto disciplinas y que el futuro va a agradecer. La gozada está servida. Un frenético melodrama de pasional primitivismo con actriz y actores, santos todos de nuestra devociones carpetovetónicas, que bordan literalmente cada una de sus apariciones. Y así, este individualismo actoral nos atrapa con una emocionalidad que, al mismo tiempo, nos "deseduca", dejándonos satisfechos y encantados saboreando esa inesperada españolidad neurasténica que, tiempo ha, mandaba y ordenaba regida por unos cánones mentalmente empobrecidos. Pieza rara lo es, sin duda, estos "Gallos de la madrugada". Un enriquecido muestrario mediterráneo de escasa colección, por lo que es digno de ser enmarcado y protegido. Y tan indisciplinado que no te lo esperas. Una mantis religiosa esplendorosa, delirante, bulliciosa, dominada por el ruido y la furia de una nueva "Fedra" que se esgrime a sí misma con genial pasión.
Concha- "Conchita"- Velasco está inconmensurable. Guapa a rabiar, descocada como una Melina Mercouri greco-mediterránea cualquiera. Toda ella es pura sexualidad: su lujuria subyuga. Oír como se desgrana en su boca ese castellano castizo y vallisoletano, acompañado de risotadas y gritos estridentes, es un “boccatti di cardinali” en toda regla. ¡Parece otra desmelenada "Venus de Botticelli", pero surgiendo esta vez de las aguas almerienses en plan putón ibérico, vestida o desvestida como para entregarse a todos los placeres verbeneros habidos y por haber en este mundo de horterillas y gárrulos farragosos. Pudo haber sido (creemos que lo es) la mejor actriz del cine español. Si Hollywood le hubiera podido hincar el diente, a buen seguro que la habría consagrado como a otras tantas diosas mediterráneas que pasearon sus gracias y su talento por el celuloide norteamericano. ¡¡¡3 hurras por nuestra Concha!!!
{Concepción Velasco Varona nace en Valladolid el 20 de noviembre de 1939-Madrid 2 de diciembre de 2023 a la edad de 84 años}. Estudia danza clásica y española en el Conservatorio Nacional. Sus dotes artísticas, válidas tanto para el canto y el baile, como para la interpretación, se desarrollan con auténticos planteamientos magistrales. Antes de pasar a la cinematografía y al teatro clásico, debuta como bailarina en el cuerpo de baile de la Ópera de La Coruña. Más tarde, forma parte de la compañía del cantante andaluz Manolo Caracol como "bailaora flamenca". Y actuaría también como "vicetiple" con la famosa corista Celia Gámez.
Su salto a la cinematografía, con sólo quince años, tiene lugar en 1954 con el film folklórico "La reina Mora". Aparece también como extra en "La fierecilla domada" de 1956, una coproducción hispano-francesa dirigida por Antono Román, y protagonizada en los papeles principales por Carmen Sevilla y Alberto Closas. "Muchachas en vacaciones", 1957, y "Las chicas de la Cruz Roja", 1958, la catapultan ya como temperamental "teenager" española que empieza a moverse como pez en el agua en los dominios de la banalidad cinematográfica española de la década de los 50. Se suceden sus personajes atrevidos y espontáneos, faltos de recursos intelectuales como exigía la censura franquista, pero desbordantes de atractivo, temperamento "made in Spain", efusivamente plenos de encubierta pero latente sensualidad, y capaces de mostrar por otro lado sutilezas impensables y listas para romper esquemas de moralidades estrictas.
La joven Velasco se acerca a la luz de los focos como una espléndida pintura atrapada en un medio hostíl. Su atractiva personalidad se halla lista para descascarillar los pliegues de las beatas conciencias carpetovetónicas en lo que al ente femenino se refería en aquella pacata España de los 50; y a cubrir cada una de sus apariciones, en films que no la merecen, con el velo no tan sólo de la ironía si no también con el más desmelenado y potencial de los atractivos intelectuales. Se suceden comedietas como "Los tramposos" y "El día de los enamorados", 1959.
"El indulto", 1961, será su primer drama, adaptación libre del cuento homónimo de la novelista gallega Emilia Pardo Bazán publicado en 1893. Film dirigido espléndidamente por José Luis Saenz de Heredia, con la presencia del mexicano Pedro Armendáriz y un estupendo Manuel Monroy (gran actor hoy olvidado). Las dotes dramáticas de la, por aquellos días, bautizada como Conchita Velasco, se esbozan por primera vez en este film "maldito" con una creciente confianza en sí misma, capaz ya de asumir, en un futuro, sensacionales interpretaciones que apartarán para siempre a ese fantasma juvenil, que aunque impetuoso y desinhibido, todavía se mueve enquistado en los viejos modelos de olvidables comedietas comerciales.
Su emancipación dramática y prometedora se desvanece momentáneamente entre nuevos prototipos de comedias que, pese a todo, no ocultan sus siempre apetecibles ejercicios creativos. "Amor bajo cero", "Julia y el celacanto", y de nuevo de mano de Heredia, esta vez una equilibrada y degustable recreación de la famosa zarzuela "La verbena de la Paloma", 1963. Film rodado con formato Cinemascope, en el que una exquisita y nuevamente impetuosa Concha Velasco se convierte en un auténtico hallazgo magistralmente interpretativo; y en un ilustrativo y fascinante prototipo de hembra hispana de las del "rompe y rasga", capaz de lanzar por fin el carro de la banalidad por las piedras.
En 1965 aparece en "Historias de la televisión", nuevamente de la mano de Heredia, donde interpreta una pegadiza canción, compuesta por Augusto Algueró y el letrista Antonio Guijarro, titulada "Chica ye-ye". La resonancia que cobraría dicha cantilena se convierte en la "girl-friend" de Conchita. Y desde ese momento inicia su carrera como cantante, grabando discos con la casa Belter.
En la década de los 60 y hasta bien entrados en la de los 70, el rigor narrativo de la cinematografía española carece de reputación y sigue embarcado en demostrar el pseudo brillante "spanish way of life" bajo la dictadura franquista. Se suceden comedias intrascendentes de esa modernidad falseada por directores como José Luís Saenz de Heredia [el creador más destacable entre los muchos que le seguirían con menor fortuna], Mariano Ozores, Pedro Lazaga, José Mª Forqué, Pedro Masó, etc. etc. Directores con los que la Velasco vive una frenética etapa interpretativa entre título y título: "Las que tienen que servir", "Las que tocan el piano" 1968, "Cuatro noches de boda", "El taxi de los conflictos", de Heredia, "Susana", "Matrimonios separados", "Una vez al año, ser hippy no hace daño"1969, "La decente", "Después de los nueve meses", "Préstame 15 días", "Venta por pisos", 1971, y la más destacable de entre todas "Yo soy fulana de tal", 1975, entre un largo etcétera. Emparejada con el "coplero" Manolo Escobar interviene en nuevas comedias ligeras e intrascendentes como "Pero...¿en qué país vivimos?, 1967, "Relaciones casi públicas", 1968, "Juicio de faldas", 1969, "En un lugar de la Manga", 1970, y "Me debes un muerto", 1971.
Tras la "Transición" política de España la valía interpretativa de Concha Velasco, que ya planeaba llegar a buen puerto, empieza a ser impecablemente diseccionada en espléndidas producciones del nuevo cine español. Los tópicos de los viejos films no abren barrera alguna ante ella. Y una flamante, inteligente y triunfante actriz enriquece nuestra cinematografía con una lucidez coherente y apasionante en títulos, ya imprescindibles, como "Tormento", 1974,-[Premio Medalla del Círculo de Escritores Cinematográficos a la Mejor Actriz Principal]-, "Pim pam pum ¡fuego!", 1975, ambas de Pedro Olea, "Las bodas de Blanca", 1975, de Francisco Regueiro, la magnífica "Las largas vacaciones del 36", 1976, de Jaime Camino [con uno de los repartos más memorables del cine español], "Cinco tenedores", 1979, de Fernando Fernán Gómez, "Ernesto", 1979, film italiano de Salvatore Samperi, "La colmena",1982, de Mario Camus, la extraordinaria "La hora bruja", 1985, de Jaime de Armiñán -[Premio a la mejor actriz principal en el Festival Internacional de Cine de Valladolid]-, "Esquilache", 1989, de Josefina Molina, y la teatral "Yo me bajo en la próxima, ¿y usted?", 1992, dirigida por José Sacristán. En 1999 vería cumplido uno de sus mayores sueños, trabajar con Luis García Berlanga en "París-Tombuctú". En 2001 interviene en "Km.0", "El oro de Moscú", 2002, y "Chuecatown", 2007.
Affairs amorosos: durante diez años con su director fetiche, veintiocho años mayor que ella, José Luis Saenz de Heredia; cuatro con el actor Juan Diego. Madre soltera de Manuel Martínez Velasco. Contrae matrimonio con el actor y promotor teatral Francisco Martínez Socías, conocido como Paco Marsó, al que había conocido en 1964 cuando intervenía en la obra "Don Juan Tenorio"; padre de Diana Patricia, hija de una relación con una joven alemana de nombre Brigitte. De la unión con Concha nace un hijo: Francisco Marsó Velasco. Se divorcian en 2010, debido a las continuas infidelidades de Marsó y a su afición por el juego, que motivaría la ruina crematística del matrimonio. La depresión lleva a la actriz a plantearse el suicidio. Paco Marsó fallecería en Málaga, de hemorragia cerebral, el 5 de noviembre de 2010 a los 62 años. El 28 de mayo de 2014 Concha confiesa a la prensa hallarse aquejada de un cáncer linfático desde abril de ese mismo año. Actualmente, sometida a tratamiento, se encuentra en fase de recuperación.
En 2012 recibe el Goya de Honor a toda su trayectoria cinematográfica. Declarada miembro de honor de la Academia de las Artes Escénicas de España. Premio Nacional de Teatro 23 de noviembre de 2016.
Heredia ocupó, entre otros varios cargos oficiales del régimen "franquista", el de director de la "Escuela Oficial de Cine", fundada en 1947 con el nombre de "Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas" (IIEC), y a partir de 1961 "Escuela Oficial de Cinematografía" (EOC). Fue considerado como uno de los mejores directores de cine español. Sus películas tuvieron siempre una clientela asegurada, celebradas con enorme éxito de taquilla. Se mostró en todo momento como un cineasta bien integrado en grandes planes de narración, de tipo y sabor hollywoodense en cuanto a aventuras se refería, como demostró en la superproducción de 1950 "Don Juan", con reparto de campanillas: Antonio Vilar, Annabella (esposa de Tyrone Power), María Rosa Salgado, María Asquerino, y Enrique Guitart. Gran partidario también del "cine negro" de Fritz Lang, Robert Siodmak y Billy Wilder, cuyos films se hallaban en su mayor apogeo en las décadas de los 40 y 50, se permitió el virtuosismo de experimentar con el "noir" en 1952, buscando siempre la apetecible química de sus magníficos repartos, con una pequeña obra maestra: "Los ojos dejan huellas" (desgraciadamente lastrada por la ineficaz moralina final que la censura imponía), estrenada en Francia con el título de "L'Emprise du Destin" y en Alemania como "De Macht der Beccerde". Contó para el reparto con el actor italiano en alza Raf Vallone y su esposa Elena Varzi, con la presencia siempre apetecible y notable de nuestra gran Emma Penella, con Fernando Fernán Gómez, Julio Peña y Félix Defauce. El film fue galardonado con la Medalla del Círculo de Escritores Cinematográficos como "Mejor Película", "Mejor Director", "Mejor Actriz Secundaria" -Emma Penella-, "Mejor Guión", y "Mejor Fotografía".
En 1947 dirige la novela río de Ignacio Agustí "Mariona Rebull", con José María Seoane, Blanca de Silos, Sarita Montiel (que interpretaría su primer cuplé), y Alberto Romea. En 1948, se embarca también en el drama rural con "Las aguas bajan negras", adaptación de la obra de Armando Palacio Valdés "La aldea perdida", con Charito Granados, Adriano Rimoldi, Julia Caba Alba, José María Lado, Mary Delgado, Carlos Casaravilla, entre un largo reparto. También en 1948 dirige el melodrama místico tropical "La mies es mucha" (rodado en el "Jardín Botánico La Concepción" de Málaga) con Fernando Fernán Gómez, Sarita Montiel, Rafael Bardem, Julia Caba Alba, Rafael Romero Marchent, Alberto Romea y Fernando Sancho. Y aventura fue también "Diez fusiles esperan", 1955, con Francisco Rabal y el italiano Ettore Manni.
La descocada frescura de la juvenil recién llegada Conchita Velasco (con la que mantuvo un largo affair amoroso de diez años) resultó uno de los mejores vehículos femeninos para muchas de sus producciones siguientes. A excepción de su melodrama "El indulto", y la mediterránea, disfrutable, viciosa y casi traumática, y, ¿por qué negarlo?, finalmente apasionante "Los gallos de la madrugada", de 1971, acabaría integrándose a la nueva narrativa urbana con comedias ligeras que harían furor a partir de los 60, en varias de ellas con la siempre brillante presencia de la Velasco: "El grano de mostaza", 1962, "Los derechos de la mujer", "La verbena de la Paloma", que abarcaba dos épocas del estamento social madrileño, ambas de 1963 "Franco, ese hombre", 1964, ensalzable y vomitativo biopic del dictador, "Historias de la televisión", 1965, con gran reparto y fallido intento de remake de su gran éxito de 1955 "Historias de la radio", "Pero, ¿en qué país vivimos?", 1967, "El taxi de los conflictos", 1969, "El alma se serena", 1970, "La decente", "Me debes un muerto", nueva e insufrible colaboración coplera con Manolo Escobar, ambas de 1971, y así hasta su último film, de idéntico corte, "Solo ante el Streaking". Fue autor de un libreto de revista titulado "Yola" (tipo Zarzuela cómico moderna) que estrenó la actriz de varietés Celia Gámez. Falleció en Madrid, el 4 de noviembre de 1992, a los 81 años.
Fernando Vizcaino Casas y Angel A. Jordán, críticos de cine, fueron autores de una biografía dedicada a Saenz de Heredia titulada "De la checa a la meca- Una vida de cine".
"Fedra", como ya se indicó, late por cada poro de aquella, por entonces, "Conchita" Velasco. Tragedia mediterránea como para relamerse de "gustirrininis olímpicos" ¡Inolvidable, inmarcesible!
Recordando a nuestra gran cómica Lina Morgan