"Quería que la siguiente producción de Bryna Company -Compañía propia de producción cinematográfica perteneciente a Kirk Douglas y bautizada con el nombre de su madre, Bryna Sanglel- fuera "Lust for life", el best-seller de Irving Stone (1934) sobre Vincent van Gogh. Y quería protagonizarla. Pensé por primera vez en hacerla cuando Jean Negulesco, un director rumano ("Lure of wilderness"), que también era artista, cogió una foto mía, y le dibujó barba y sombrero de paja. El parecido con Van Gogh era sorprendente. Negulesco estaba ansioso por hacer la película y yo también. Anuncié que mi empresa llevaría al cine el libro de Irving Stone. Me llamaron de la Metro. -Adivina una cosa, Kirk. Nosotros tenemos los derechos de "Lust for life"- Así era. MGM los tenía desde hacía años y en 1946 habían estado a punto de filmarla con Spencer Tracy como protagonista. Después de que Norman Corwin escribiera un nuevo guión, la Metro y yo llegamos a un acuerdo. El Productor de la película fue John Houseman y el director Vincente Minnelli. Los tres habíamos trabajado juntos con anterioridad en "The Bad and the Beautiful"... Hacer "Lust for life" fue una experiencia sensacional pero dolorosa. Lo sensacional fue trabajar con Vincente Minnelli, un director nervioso e impaciente con sus actores. Pero yo me sentía como el alumno favorito del maestro. ¿Se debía a que habíamos trabajado juntos y obtenido éxito en "The Bad and the Beautiful"? No lo sé. Pero para mí fue maravilloso recibir miradas de apoyo de un director exigente. Lo doloroso consistió en sondear el alma de un artista atormentado. Van Gogh pintor prolífico como ningún otro, tan sólo logró vender un cuadro mientras vivió. Pero después de su muerte... En 1986, Christie's vendió en subasta "Los girasoles" por más de 40 millones de dólares, el precio más alto pagado nunca por una pintura. Lo compraron los japoneses para reemplazar el que había sido destruido en el bombardeo de Yokohama durante la II Guerra Mundial. En 1987 "Lo lirios" superó al anterior, pues se vendió por más de 50 millones... Van Gogh fue también un escritor excepcional y prolífico, que volcó su corazón en cartas constantes a su hermano Théo. En ellas se puede leer entre líneas los sentimientos de Van Gogh, incluso los celos y la sensación de haber sido traicionado que salieron a la superficie cuando Théo se casó... Visité en el cementerio sus sencillas lápidas: Théo y Vincent, los dos hermanos estaban juntos... Sin duda Van Gogh tenía una personalidad extremadamente compleja y difícil, con impulsos autodestructivos. Pero al mismo tiempo poseía el gran deseo de entregarse. Al principio quiso ser predicador, porque quería darse a Dios y a la humanidad. ¡Qué trágica vida!" (Kirk Douglas 1998). "The Ragman's Son" ("El Hijo del Trapero"): Le llamaban Issur y su padre era trapero: "Comencé a escribir este libro hace más de veinticinco años para narrar mi historia y redacté más de cinco mil páginas. Ahora descubro que la historia es la búsqueda de mí mismo; y el relato, su descubrimiento... La mayor mentira es la que nos decimos a nosotros en las visiones distorsionadas que tenemos de nosotros mismos, empañando algunas partes y realzando otras. Lo que queda no son los datos fríos de una vida sino la forma en que los percibimos. Eso es lo que somos en realidad".

Rodamos la película en muchos de los sitios en donde había vivido y trabajado Van Gogh. Me produjo una sensación extraña pisar el puente que él había pintado, visitar la casa amarilla de Arles, estar en Les Beaux. En Auvers-sur-oise, me eché en la cama de su pequeña habitación de encima del bar (hoy café Van Gogh) en la que vivió realmente, me asomé a la ventana y vi lo que él había visto: el ayuntamiento que plasmó con todas las banderas tal como las había pintado. Pusimos a los campesinos lugareños vestimentas de la época. Parecían salidos de sus lienzos. Cuando iba caminando por la calle, algunos viejos campesinos que conocieron a Van Gogh, se santiguaban después de verme y se decían, impresionados: "Il est retourné".



Me causó mucho dolor estar en la institución para enfermos mentales de San Rémy, donde él mismo se había hecho internar, pasear por el jardín donde había pintado esos cipreses arremolinados que se elevaban hacia el cielo como llamas. Me vi a mí mismo surgiendo en esas masas cromáticas que brotaban de un fuego profundo de sus tripas.







Interpretar a Vincent van Gogh trastornó mi concepto de lo que significa actuar. Para mí, actuar es crear una ilusión, mostrar una gran disciplina, no perderme en el personaje que estoy representando. El actor nunca debe perderse en el personaje que interpreta; el público es el que se pierde. Cuando estás representando el papel, tratas de pensar como ese personaje. Una vez terminada la representación, vuelves a ser tú mismo. Es uno quien debe controlarlo todo... Pero estuve a punto de perderme en el personaje de Van Gogh. Mientras duró la filmación, usaba zapatos pesados como los que solía llevar él. Siempre dejaba uno desatado, para sentirme desaliñado, desequilibrado, con el riesgo de tropezar. El zapato quedaba suelto, lo que le daba a Van Gogh -y a mí- el aire de andar arrastrando los pies. Mi mujer siempre decía que me llevó largo tiempo salirme de ese personaje. Todas la noches, cuando volvía a casa al terminar la jornada e incluso después de acabado el rodaje, me oía llegar con los andares de Van Gogh. Sentía que me estaba pasando de la raya, que me estaba metiendo en el pellejo de Van Gogh. No sólo me parecía a él, sino que tenía la misma edad que tenía él cuando se suicidó. A veces tenía que obligarme a no levantar la mano y tocarme la oreja para ver si seguía en su sitio. Fue una experiencia aterradora. Por allí acampa la locura. Nunca he dicho esto antes; son cosas que no quiero reconocer ante mí mismo y en las que prefiero no pensar. La memoria me lleva a hacer una mueca de dolor. Nunca podría volver a interpretarlo. Durante mucho tiempo, después de terminada la película, no quise verla. Tenía que quitarme a Van Gogh de mi organismo. Quizá por este motivo acepté que me afeitaran la barba en el programa televisivo de Perry Como: necesitaba que un ritual público me ayudara a liberarme del personaje.



Marc Chagall se sintió conmovido por "Lust for life". Me envió su autobiografía, "Ma vie". Quería que yo protagonizara la película. Soy un gran admirador de la obra de Chagall y tengo cuatro telas suyas. En mi habitación, estoy rodeado por más de veinte litografías de su serie de aguafuertes para la Biblia. Me encanta su enfoque infantiloide: flores flotantes, animales y figuras sensuales. Conocí a Chagall en el sur de Francia, en el Hôtel du Cap. Desde cierta distancia, lo observé pintar bajo una sombrilla, sobre las piedras, cerca del mar. Mi mujer arrancó la foto de una de sus pinturas del libro que estaba leyendo y se acercó a pedirle que me la autografiara. Chagall se la llevó a su habitación. Al día siguiente, me devolvió la página del libro. Había ampliado la pequeña pintura con flores y figuras flotantes. La tengo colgada junto a la cama... Chagall nos invitó a su casa de la montaña. Nos llevó a recorrer las paredes de toda la vivienda, llenas de pinturas. Una de ellas me fascinó especialmente. Una escena de cocina, con una mujer grandota y rolliza dominándolo todo. A su lado había un hombre menudo, con bigote. Señalé a la mujer. -¿Quién es?-... -Ah, es mi madre-dijo con orgullo... -¿Y éste?-señalé al pequeñajo. Lo descartó con un gesto: -Es mi padre-... Comprendí a Chagall (La relación de Kirk Douglas con su padre durante su infancia y adolescencia había sido muy dura y traumática) Pero después de Van Gogh, nunca quise representar otro pintor." 














Kirk Douglas
vive su Van Gogh, como nos confiesa en su autobiografía, a costa de sí
mismo. Es la suya una voluntad intrépida, profunda, fiera y triste por
hacerse con el personaje que interpreta. Su naturalidad se zahonda tan
vehementemente en el parentesco con el pasado del gran genio de la
pintura que no deja de retorcerse en una continua pesadumbre. Aflicción
desnuda y ardiente que jamás esconde su secreto. Tanto es así, que
Douglas se convierte ante la mirada atónita del espectador en un secreto
insaciablemente escarbado, sangrante y desplegado como un cadáver
a lo largo de su corazón atormentado. Frente a la cámara, los designios
fervorizados de Van Gogh adquieren un nuevo vínculo con los ojos de
Douglas; una revelación que se ha ido urdiendo en lo oscuro de la
voluntad del protagonista, y que recorre la pantalla como sobrecogida
por el milagro de una auténtica reencarnación. Así, es capaz de
sutilizar, como una evidencia por completo latente en sí mismo, el
sentimiento de la soledad más dolorosa; de tentar la tierra guiado por
la misma grandeza que acompañara a Vincent van Gogh; de convertirse en
la misma imagen temperamental, ágil, profusa y angustiada por el
alimento que lo enferma, y de exprimir toda
su sensibilidad abriéndose al paisaje convulso, a la noche apretada
bajo el cielo estrellado, y al astro ardiente que lo enloquece. Vincent
van Gogh, pese a todo, sigue avanzando en la pantalla grande
predestinado de nuevo, pero orgullosamente, entre cipreses, caminos,
aldeas, labriegos, caminantes, y seduciendo al actor que lo interpreta
hasta lograr que lo devore la misma llama ardiente que consumiera su
existencia como artista fracasado. Y Kirk Douglas lo exalta en la
perfección de su caracterización, explora la fiereza de su virtud amarga
y huraña, halla todos sus matices
temperamentales como una luz cegadora en un prisma, y se forja en su
mismo sacrificio irremediable. Tanto es así, que Kirk Douglas acabará
por ofrendarnos uno de los mayores fenómenos osmóticos que se recuerdan
en el Séptimo Arte frente a la fidelidad al mundo real que tantas veces
abre sus cicatrices incurables en el hombre. Actor que se alzaría como
un verdadero coloso cinematográfico en una interpretación afectiva y
objetiva de esa realidad a través de la mano del ígneo expresionismo
cinematográfico de un Vincente Minnelli que jamás se aventura a distorsionar
contornos ni colores. Kirk Douglas es dominado y domina; y se convierte
en víctima propiciatoria de su propia interpretación como quizás jamás
pudo hacerlo ningún otro actor. El genio torturado de Van Gogh y su
angustioso desequilibrio social se transforma de nuevo en una actitud
estética que por medio del voluntarioso reflejo moral que irradia la
actuación de Kirk Douglas, nuestro intérprete irrepetible, recaba por
segunda y quizás por última vez la materialización del drama interior
que originan las pasiones humanas, muchas de las cuales acaban
sellándose en un sacrificio
irremediable, y en el azote implacable de una voluntad incapaz de
renunciar a la seducción exquisita que entraña el siempre ingrato
misterio de la belleza. Mucho se ha escrito sobre ella, la siempre
enigmática esencia de la belleza, inmisericorde gloria de la vida que, a
través de formas y colores, puede llegar a encorvarnos, al cabo, en el
silencio grande y mucho más agradecido de la eternidad.
"Se acercaba la hora de los premios de la Academia. Fui nominado por tercera vez por "Lust for life". Las dos candidaturas anteriores fueron por "Champion" -"El ídolo de barro"- 

Y por "The Bad and the Beautiful" -"Cautivos del mal"-, que también había hecho con Minnelli y Houseman, con una magnífica Lana Turner.


Todo el mundo quiere ganar un Oscar. Es un premio significativo, porque te lo otorgan tus pares. Son tus colegas los que dicen" "Mereces ese honor". No puedes predecir cuando te nominarán ni cuándo te entregarán una estatuilla. (James Donald en su rol de Théo Van Gogh y Anthony Quinn en el de Paul Gauguin también estaban nominados al "Mejor Actor de Reparto") Pero cuando me nominaron por "Lust for life", todos me decían que no podía perder..., la tercera es la vencida. Además todos insistían en que no tenía rival. Y uno cree lo que quiere creer. Mike Todd (productor de "Around the World in Eighty Days" -"La vuelta al mundo en ochenta días"-) me garantizó que vencería, como si se hubiera filtrado información de Price Waterhouse, la empresa contable que sumaba los votos. No necesitó insistir mucho para convencerme.


(Douglas se hallaba en Múnich, Alemania, adonde había viajado para los preparativos del rodaje de "Path of Glory" -"Senderos de gloria"- que dirigiría Stanley Kubrick), cuando subí a mi habitación. Todos esperaban pacientemente para captar la sonrisa triunfal cuando desde Estados Unidos se transmitiera la noticia de que había sido merecedor de un Oscar. Me resultó difícil dormir esa noche. Ensayé la expresión de sorpresa al despertar de un sueño profundo y enterarme de que había ganado un Oscar. Rondaban mi cabeza visiones de las estatuillas, como si fuera un crío en Nochebuena.
Cuando desperté de verdad, la expresión de sorpresa fue real: no había ganado. Anthony Quinn se alzó con el Premio de la Acadamia al "Mejor Actor de Reparto" por su interpretación como Paul Gauguin.
Y al Mejor Actor Protagonista Principal el Oscar fue para Yul Brynner por un musical: "The King and I" -"El Rey y yo"- 
Los fotógrafos y periodistas, cansados después de haber estado toda la noche despiertos, se retiraron a primera hora de la mañana, dejando el vestíbulo totalmente desierto. Estaba solo... sin Oscar ni familia. Llamaron a la puerta. Un desconocido me dio un paquete y se marchó, Menos mal: un regalo. Un Oscar, con la siguiente inscripción: "A Daddy, que para nosotros siempre merece un Oscar. Stolz y Peter" (esposa e hijo de Douglas). Stolz era mi apodo para Anne, mi esposa. Significa "orgullosa". Dejé el Oscar junto a la cama del hotel, me lo llevaba a todas partes. Algún día, si me dan un Oscar de verdad, se lo regalaré a Anne.
Pese a todo, mi "traumática" interpretación como el "genial pintor loco de pelo rojo" obtuvo el "Premio de la Crítica", junto con Ingrid Bergman que consiguió ambos por "Anastasia"



[Nacido Issur Danielovitch -apodado Izzy Demsky- -Kirk Douglas-, el 9 de diciembre de 1916 en Amsterdam, New York, EE.UU-Fallecido en Beverly Hills, California, EE.UU. el 5 de febrero de 2020 a la edad de 103 años]
Hijo de los
inmigrantes analfabetos y rusos judíos Herschel "Harry" Danielovitch
(Moscú, 1884) y de Bryna "Bertha" Sanglel, hija de una familia de
granjeros ucranianos. Su padre había huido de Rusia hacia 1908 con
objeto de evitar ser reclutado por el ejército zarista para luchar en la
guerra ruso-japonesa. Su madre se quedó trabajando en una panadería
para ahorrar el dinero que la llevaría a Estados Unidos dos años más
tarde. Según cuenta Kirk:
"Quería que todos sus hijos nacieran en esta maravillosa tierra nueva,
cuyas calles creía pavimentadas de oro... literalmente. Pero ser hijo de
inmigrantes analfabetos en la ciudad de Amsterdam -habitada por blancos anglosajones y protestantes-, 45 kilómetros al noroeste de Albany, significaba ser un "Don Nadie" y tener que vivir en el East End, el lado opuesto al Market Hill habitado por los ricos, significaba vivir en 46 Eagle Street, una ruinosa casa de dos plantas, con tablillas grises, la última al fondo de una calle empinada junto a las fábricas, las vías férreas y el río Mohawk". Mis padre pertenecían al grupo de los afortunados, dichosos de escapar a los progromos de Rusia, donde jóvenes cosacos estimulados por el vodka consideraban un deporte galopar al gheto y abrir unas cuantas cabezas judías. Mi madre vio matar así, en la calle, a uno de sus hermanos... De una forma u otra, Herschel y Bryna Danielovitch fueron a parar a Amsterdam, en New York, y se dedicaron a tener hijos. "I WAS DYING TO GET OUT. IN A SENSE, IT LIT A FIRE UNDER ME"{"ME MORÍA POR HUIR. EN UN SENTIDO, UN FUEGO SE ENCENDÍA DENTRO DE MÍ"}




Después de que naciera Joel, nuestro segundo hijo, la relación con Diana empezó a ponerse difícil" (El divorcio se produjo en 1951).
Tras diversos trabajos en radio, e incluso en empleos de comercial,
conseguí un importante papel en la obra teatral "The Wind is Ninety",
junio de 1945: "Yo interpretaba al "Soldado Desconocido" de la primera guerra y Wendell Corey, a un piloto de caza de segunda que había muerto en combate. Wendell interpretaba haciendo caso omiso de mí, como si ni siquiera estuviera en el escenario con él. Si Wendell era antipático a la cara, lo era más
a mis espaldas. La gente me contaba algunas cosas que decía sobre mí
ese hijo de pastor protestante, por ejemplo "judío asqueroso". Llegamos a Hollywood en la misma época e hicimos juntos una película, "I Walk Alone"-"Yo solo me basto", dirigida por Byron Haskin, donde tuvimos por compañeros a Burt Lancaster, y Lizabeth Scott. Wendell se volvió cada vez más reaccionario, además de alcohólico. Murió en 1968".





Ayudado
por su amiga Lauren Bacall, que insistiría al productor Hal B. Wallis
para que le concediera su primer papel cinematográfico, interviene junto
a Barbara Stanwyck, Van Heflin y Lizabetgh Scott en "The strange love of Martha Ivers"-"El extraño amor de Martha Ivers", 1946,
dirigido por el prestigioso Lewis Milestone. A partir de ahí, Douglas
logra imponer su imagen como individuo enigmático, poco acomodaticio,
sombrío, de mal pelaje", "gángster", airado, rudo y hasta bribón. "Filmar "Champion"-"El ídolo de barro"dirigida por Mark Robsonfue una experiencia maravillosa. Además de Arthur Kennedy, Paul Stewart, Lola Albright y la inolvidable Ruth Roman, mi coestrella principal era Marilyn Maxwell, que más adelante cantó muchos años
con Bob Hope. Murió de un ataque al corazón antes de cumplir los
cincuenta años. Hay una escena en la película donde Marilyn se entera de que estoy a punto de dejarla por otra
chica. Se pone furiosa y amenaza con ponerme al descubierto como el
sinvergüenza que soy. En el guión tenía que empujarla contra el espejo,
diciendole: "te destruiré". Esa escena me fastidiaba. Hacerle eso a una chica me parecía exagerado. En la versión definitiva, le aplasto los dedos en la curva del codo. Después se los acaricio tiernamente y digo: "No, no harás eso. Te comportarás como una niña buena". Y en seguida digo: "Porque de lo contrario te despacharé al hospital para
que pases allí una buena temporada" Esa escena fue un momento muy
convincente de la película. No supe cuán conveniente era hasta que
un día de 1987, en que la gran Shirley McLaine se acercó a mí riendo y
me cogió la mano: "Tienes que saber, Kirk, que eres responsable de que
me haya hecho actriz"... ¿Sí?... Sí. cuando mi hermano Warren y yo vimos "Champion", interpretamos aquella escena. La repetimos muchas veces... ¿Qué papel interpretabas tú?... Shirley soltó una carcajada".
En 1947, intervine también en "Mourning Becomes Electra"-"El luto sienta bien a Electra", dirigida por Dudley Nichols, basada en la obra del prestigiosos dramaturgo Eugene O'Neil, en un papel secundario junto a un gran reparto compuesto por Rosalind Russell, Michael Redgrave, Raymond Massey, Leo Genn y Katina Paxinou.
Y en 1949, dirigido por el prestigioso Joseph L. Mankiewicz, aparecí en "A Letter to Three Wives"- "Carta a tres esposas", junto a Ann Sothern, Jeanne Crain, Linda Darnell, y Paul Douglas.
Entre 1950 y 1960, Kirk Douglas se convierte en el actor más rentable del box-office.
"Along the Great Divide"-"Camino de la horca", Raoul Walsh, con Virginia Mayo, John Agar, y Walter Brennan, "Ace in the Hole"-"El gran carnaval", Billy Wilder,
con Jan Sterling, Robert Arthur, y Porter Hall, "Detective Story"-"Brigada 21", William Wyler, con Eleanor Parker, Lee Grant, William Bendix, y Horace McMahon, todas ellas rodadas en 1951.
"The Big Sky"-"Río de sangre", Howard Hawks, con Dewey Martin, Steven Geray, Elizabeth Threatt, Arthur Hunnicutt, y Buddy Baer, "The Bad and the Beautiful"-"Cautivos del mal"-, Vincente Minnelli,
con Lana Turner, Walter Pidgeon, Gloria Grahame, Barry Sullivan y Dick Powell, ambas de 1952.
"20.000 Leagues Under the Sea"-"Veinte mil leguas de viaje submarino"-, Richard Fleisher, 1954, con James Mason, Paul Lukas, Peter Lorre, y Robert J. Wilke.
La inolvidable "Man without a star"-"La pradera sin ley"-, su mejor western dirigido
por King Vidor, con Claire Trevor, Jeanne Crain y William Campbell, todas de 1955.
"Lust for life"-"El loco de pelo rojo", Vincente Minnelli, 1956, con Anthony Quinn, James Donald y Pamela Brown.
"Gunfight at the O.K. Corral"-"Duelo de titanes"-, John Sturges, con Burt Lancaster, Rhonda Fleming, y Jo Van Fleet, "Paths of Glory"-"Senderos de gloria"-,
implacable visión crítica de la I Guerra Mundial, Stanley Kubrick, con Ralph Meeker, Adolphe Menjou, Wayne Morris y George Mcready, ambas
de 1957.
"The Vikings"-"Los Vikingos"-, Richard Fleisher, 1958, con Janet Leigh, Tony Curtis, Ernest Borgnine, Janet Leigh, Alexander Knox, y James Donald.
"Last Train from Gun
Hill"-"El último tren de Gun Hill"-, John Sturges, 1959, con Anthony Quinn, Brad Dexter, Brian Hutton, Carolyn Jones, y Earl Holliman, "Strangers When We Meet"-"Un extraño en mi vida"-, junto a la
excepcional e irrepetible
Kim Novak, musa de su director Richard Quine, además de Barbara Rush, Walter Matthau y Ernie Kovacs.
La sutil, convulsa y
genial "Spartacus"-"Spartaco"-, 1960, de nuevo con Stanley Kubrick, tras ser
despedido Anthony Mann, con un espectacular reparto Jean Simmons, Tony Curtis, Laurence Olivier, Peter Ustinov, Charles Laughton, Nina Foch, Herbert Lom, John Ireland, y John Gavin.


"Two Weeks in Another Town"-"Dos semanas en otra ciudad"- en la que Vincente Minnelli retoma al Douglas protagonista de "The Bad and the Beautiful",
1962, con Edward G. Robinson, Cyd Charisse, George Hamilton, Daliah Lavi, Claire Trevor y Rossana Schiaffino. Y "Seven days in may"-"Siete días de mayo"-, John Frankenheimer, 1964, con Burt Lancaster, Ava Gardner y Fredric March, de una filmografía
de casi 80 films determinan la importancia de un actor "hecho-para-el-cine",
que aureolean a Kirk Douglas como a uno de los mitos más profundamente
imaginativos, "heroicos a secas", ágiles, fuertes, caballerosos,
villanos, turbulentos e implacables, jamás asentado en la consagración
de las estrellas-arquetipo, del Séptimo Arte (al margen de que casi
todas sus películas lograran conseguir en sus fechas de estreno y
sucesivas proyecciones internacionales una de las mayores rentabilidades
comerciales de todos los tiempos). Actor que se debate también en un
perpetuo duelo y forcejeo moral entre
Eros y Thanatos, entre el deseo y la frustración, y que añadiría
capítulos gloriosos a casi todos sus personajes, muchos de ellos
extraordinariamente antinómicos, agudamente atractivos, en infinidad de
veces sustentados por las más graves contradicciones internas. Douglas
fue capaz también, como productor independiente de "Bryna Company" de condicionar y de revisar guión
tras guión, aceptando tan sólo aquellos que encajaran con el arquetipo
ideal que únicamente la pantalla grande pudiera divulgar, a fin de
franquear el, ¿por qué no?, siempre deseado umbral de la inmortalidad
artística, perpetuando el mito.
De todos los personajes que he interpretado, el que más quiero es John W. Burns, en "Lonely are the Brave"-"Los valientes andan solos"-, que dirigió David Miller, y donde tuve por compañera a la inolvidable Gena Rowlands. Es el más próximo a Issur: "Soy un
solitario hasta los huesos"... El 9 de diciembre de 2010 Kirk Douglas cumplió 94 años.
"Estoy
agradecido a todos mis amigos. En realidad se tienen muy pocos y se
vuelven mucho más importantes a medida que envejeces. Cuando era un
chico con seis hermanas, una de mis fantasías que acariciaba de noche,
antes de dormirme, era la de tener un hermano mayor. A veces me daba un
poco de dinero, o un consejo. O una palmada en la espalda. ¡Qué
maravilloso es tener un hermano!... (Cuando escribió su autobiografía contaba 70 años): "Tengo setenta años,
voy andando a paso ligero hacia mi despacho de Beverly Hills. El sol de
California entibia mi piel... Cruzo Wilshire Boulevard, saludo con la
mano a unos obreros de la construcción. Respondo a la llamada de un
taxista que pasa: "¡Hola, Spartacus!"... Creo oir una voz tímida que
dice: "Mr Douglas", pero sigo caminando. La voz tímida se hace más
fuerte: "¡¡¡MR. DOUGLAS!!!" Me detengo, me vuelvo y veo a una jovencita
rubia, alta, bonita, con pantalones cortos. Puedo dedicarle un minuto de
mi tiempo a esta admiradora que quiere un autógrafo. Al fin y al cabo,
he durado más de cuarenta años en Hollywood, donde las estrellas se
encienden y se apagan. No está mal para el hijo de un trapero... La
jovencita me mira con ojos adoradores. Meto tripa, saco pecho, tenso el
bíceps. Y con voz aterciopelada, dice: "¡Vaya! ¡El padre de Michael
Douglas!".






















































































































