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sábado, 16 de noviembre de 2024

Nunca pasa nada (Une femme est passée...) -1-


La razón de la inalterabilidad en aquellas ciudades maldicientes de la España negra bajo la dictadura franquista, era precisamente la existencia de esa generación desvaída y envidiosa, beata y cizañera, aparte de inculta y retrasada mental, merced a la cual tuvo su clientela asegurada la caterva dictatorial de su arbitrario gobierno. En la Iberia de posguerra las únicas campanas culturales que sonaban (especialmente en provincias) eran las del sábado de gloria y otras fiestas de guardar. Todo sabía a leche agria. En la otra Europa, la de los extranjeros, más libres e inmorales, se cantaban las mañanitas del rey David, como un canto a la esperanza de las nuevas libertades. Aquí todo sabía a canto fúnebre, donde (como rezaba el letrero de los bares y que tanto hace reír a la emancipada francesita, Corinne Marchand: "joven, diviértete de otra manera", o séase, ¡nada de bailoteos, ni toqueteos, y ni por asomo pensar en sexo!) los adultos parecían relegados a una guardería infantil en la que la Iglesia pudiera machacarlos a sus anchas, con su estrechez de miras, su represión y sus condenaciones infernales. Estrenada en Francia con el título de "Une femme est passée"  
 

                             JUAN ANTONIO BARDEM: 

MEMORIAS DE UN HOMBRE DE CINE -1963-                                                                                                     

"Ése fue mi año francés. Tuve excelentes ofertas. El productor Paul Graetz, que trabajaba para Columbia Pictures, me pidió un proyecto posible. Yo después de buscar un texto que me convenciera y que fuese posible para mí transformarlo en una película, le llevé "Il disprezzo" de Alberto Moravia. Graetz me comunicó que Columbia había rechazado el proyecto porque no creía que aquel era el momento de hacer una película tan dramática y dura, sino que lo que proponían era llevar a cabo una comedia amable.

No obstante, "Le Mepris" 1963, la rodó después Jean Luc Goddard con un reparto de campanillas: Brigitte Bardot, Fritz Lang, Georgia Moll, Jack Palance, y  Michel Piccoli, y a mí, particularmente, no me gustó nada. Graetz hizo en 1966 un film que me encolerizó: "¿Arde París?" ("Paris brûle-t-il?") que dirigió el oscarizado René Clemént con un extraordinario reparto de actores franceses y norteamericanos, entre ellos Jean-Paul Belmondo, Simone Signoret, Charles Boyer, Leslie Caron, Jean-Pierre Cassel, Alain Delon, Glenn Ford, Gert Fröbe, Yves Montand, Anthony Perkins, Claude Dauphin,  Bruno Cremer, Orson Welles, Robert Stack, Jean-Louis Trintignant, Daniel Gélin, Pierre Dux, y Claude Rich.
 

Cualquier turista español que visite París, La Place de la Concorde y no esté obnubilado por la propaganda turística del gay París y preste un poquito de atención a lo que ve, se dará cuenta de que en la Concorde hay decenas de pequeñas lápidas con la cruz de Lorena y nombres españoles. Son de los soldados españoles republicanos que pertenecían a la División del general Leclerc. Y el primer tanque de esa División Leclerc llevaba el nombre de Teruel. Bueno, pues en esa maldita película no había una mención de esos soldados de la República Española que habían subido desde el Sahara hasta París con la División Leclerc. Naturalmente las autoridades diplomáticas franquistas no dijeron esta boca es mía. Me pregunto quién contará en cine, algún día, la epopeya de esa sangre española vestida desde el Sahara hasta los Urales, pasando por los campos de exterminio nazis. A mí me habría gustado intentarlo, pero ni a Graetz ni a Columbia les interesaba este pedazo de historia auténtica, prefiriendo la típica franco-americanada patriotera que contaba la película de Clemént. 
 



Otra oferta vino de los hermanos Raymond y Robert Hakim. Querían hacer una película conmigo, aunque no les gustaba para nada hacerla en coproducción con España. Me ofrecieron hacer "Isadora Duncan", tema interesante pero que yo no sentía entonces. Finalmente, fue el inglés Karel Reiz, el marido de mi querida e inolvidable Betsy Blair de "Calle Mayor" quien la realizó en 1968, espléndidamente, con la maravillosa Vanessa Redgrave, que llevó a cabo una interpretación antológica del personaje. Fue entonces cuando el productor de Cocinor-Unifrance stuvo de acuerdo en producir un nuevo film hispano-francés crítico sobre la España franquista: "Nunca pasa Nada", que en Francia se estrenaría con el título de "Une femme est passée". Cuando me preguntaron cuál sería mi preferencia para incluir en la película a una actriz francesa, ya que el reparto se compondría de actores y actrices españolas principalmente, y dos franceses, uno de los cuales ya estaba decidido, sería Jean Pierre Cassel, como joven galán en el papel de profesor español de francés, yo me incliné por elegir a Brigitte Bardot. Era la actriz ideal para el papel femenino que recalaba enferma de apendicitis en un pueblo de la España de Dictadura. No obstante, Cocinor me aseguraron que eso no era imposible. ¿Por qué?, pregunté yo. Por complicado que fuese, ellos podían hacer llegar a BB un ejemplar del guión. Si decía que no, no perdíamos nada. Si decía que sí estaría todo arreglado con creces. No creo que llegaran a hacer la gestión. Cocinor apostaba en aquel momento por otra joven actriz recién llegada: Corinne Marchand, que había tenido un gran éxito con "Cleo de 5 a 7" ("Cléo de 5 à 7"), de 1962, dirigida por Agnès Varda, y su intención era promocionarla. 
 
 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Afortunadamente, el resto del reparto español, fue de una calidad indiscutible: Antonio Casas y Julia Gutiérrez Caba, desconocidos en Francia, pero actor y actriz de una calidad indiscutible.
[Punto y aparte fue Jean Pierre Cassel que no hablaba ni una palabra de castellano y tuvo que hacer grandes esfuerzos para convertirse en un profesor de escuela española, aunque llevó a cabo una actuación contundente y enternecedora]

A Caba yo la descubrí para el cine en hispano en 1961 con la película "A las cinco de la tarde", [inspirada en el drama teatral "La cornada" de Alfonso Sastre] que interpretó Francisco Rabal, Enrique Diosdado, Nuria Espert, Germán Cobos, y Manuel Zarzo.
 

Para "Nunca pasa nada" habíamos elegido como lugar ideal para filmarla en Aranda del Duero, y allí se filmó toda ella. Cuando ya estuvo a punto para iniciar el rodaje, Cesáreo González, que también entraba en la producción de la película por parte española, me indicó que tenía que rebajar mi salario al 50%, si no la película no podría hacerse, o al menos él no estaba dispuesto a hacerla. Ese chantaje de último minuto era la jugada escondida que me guardaba Cesáreo González el malo. O sea que tuve que trabajar, y bajar mis honorarios a la mitad, aunque lo que yo pedía no era nada desmesurado. Fue una acción un tanto ruín por su parte.
Aranda del Duero fue el lugar ideal para el rodaje de la película. Ese continuo ir y venir hacía aún más inmóvil la sociedad retrógrada, y malintencionadamente murmuradora -de cuyo ejemplo fueron las excepcionales participaciones de mi madre Matilde Muñoz Sampedro, de María Luisa Ponte, Ana María Ventura, y Pilar Gómez Ferrer-, un auténtico estanque de agua tranquila de un pueblo imaginario donde la llegada de un elemento extraño lo remueve todo. Los interiores también los rodamos en Aranda. 


Una escena entre Jean Pierre Cassel y Corinne Marchand fue rodada entre los interesantes restos medievales del castillo de Peñafiel.


Uno de los detalles más excepcionales para la visión francesa de la Dictadura Franquista fue incluir el bar de camioneros, donde rezaba el enuncio recomendación del Obispado sobre los "bailes modernos": "Joven diviértete de otra manera" 
Había un diálogo espléndido entre Corine Marchand y un camionero español que había estado en el exilio después de la victoria de Franco: "Ça vous a plu, la France?... El tío se encogía de hombros: era una pregunta estúpida. "On a passé la frontière. D'abord les champs de concentration avec les senegalais qui nous gardaient. Aprés la Résistance"
"On écrivait sur les murs: "Laval au poteau"... Qui était Laval?... Un type politique de ce moment là..." 












 

Estando en Aranda apareció un productor francés, Pierre Courau. Había comprado los derechos cinematográficos de la novela, entonces en boga, de Henry-François Rey "Les pianos mecaniques" ("Los pianos mecánicos"), y quería contratarme a mí para escribir el guión y dirigirla. La novela había ganado en Francia el Prix Femina y tenía un gran éxito editorial. François Rey vivía todo el año en Cadaqués, había escapado del alcoholismo y trasegaba enormes cantidades de cerveza. Yo  le pasé el guión de "Nunca pasa nada" y él colaboró en la parte francesa de los diálogos. Fuimos al Festival de Venecia y yo tenía una gran ilusión en la acogida que tendría allí la película. La censura franquista se ensañó con "Nunca pasa nada" de un modo muy hábil. No cortó ninguna escena, pero me impidió que los dos viejos compañeros de armas en el ejército de Franco y en la División Azul rememoran sus correrías habituales en los burdeles de la provincia, diesen una referencia exacta del año o los años de sus hazañas. En Venecia coincidí con Francesco Rosi que presentó una película excelente: "Mani su la cittá" que interpretó el actor norteamericano Rod Steiger, un caso escandaloso de corrupción y especulación inmobiliaria hecho por el ayuntamiento de Nápoles.

Frente a este film hecho con plena libertad democrática yo competí con mi "Nunca pasa nada", castrada por la censura franquista. La crítica cinematográfica española allí presente trató la película despectivamente: "Calle Menor", dijeron y se quedaron tan tranquilos. Años después, esos mismos "estudiosos" o sus descendientes han llegado a la conclusión de que esa película es digna de ser "revisionada" Yo, personalmente, considero que "Nunca pasa nada" es uno de mis mejores logros, comparable con "Calle Mayor" Mejor que "Calle Mayor" según mi gusto.
El rechazo de "Nunca pasa nada" me hizo aceptar la oferta de Pierre Courau "Les pianos meécaniques", -que filmé en 1965 interpretada por James Mason, Melina Mercouri y Hardy Krüger- como "filmmaker" y seguiría, simultáneamente, como ciudadano y comunista luchando por la libertad y la democracia en mi país y en todos los paises de la Tierra. [JUAN ANTONIO BARDEM] 
 



[Juan Antonio Bardem Muñoz, nacido en Madrid, España, el 2 de junio de 1922-Fallecido en Madrid, el 30 de octubre de 2002 de enfermedad hepática a la edad de 80 años-Poco antes había escrito un libro de memorias: "Y todavía sigue"
 
 
¡Nadie, pues, como Juan Antonio Bardem! para dar cabida en una hora y media a ese mundo hispano anquilosado por la Dictadura Franquista, a las robadas libertades que impuso la dura posguerra, a esa sociedad pudiente afecta al Régimen, y a  esa hostil y aburrida sociedad de provincias con sus beatas féminas de misitas matutinas y novenas, apestando a sotana, tan dadas a la murmuración, a la envidia y a la más feroz represión hacia el mundo masculino, y, por descontado, al femenino. "Nunca pasaba nada" El orden la moral imperante estaba asegurado. Y, ¡ay de aquél o aquélla que tratasen de hallar otros derroteros a esa búsqueda desesperada de nuevos sentidos a la vida! El comunismo loable de Bardem, por fortuna, no se halló "Solo ante el peligro". Pero con él se fueron gran parte de las acritudes del género provinciano y burgués que tan espléndidamente retrató (a excepción de Luis García Berlanga con "Plácido", Fernando Fernán Gómez con "El extraño viaje", Miguel Picazo con "La tía Tula", y Luis Buñuel con "Viridiana"


 
 
 
 


Una empresa de variedades franco-española viaja de camino a Santander. Su autobús se detiene en un pequeño pueblo de Castilla: llamado Medina del Zarzal, debido a que la. estrella vedette Jacqueline (Corinne Marchand) sufre unos dolores fuertísimos a resultas de un ataque de apendicitis.

Don Enrique (Antonio Casas), el médico de la villa es avisado del incidente y acude a ayudar a la muchacha enferma que ha sido trasladada al hospital del pueblo. Enrique diagnostica de inmediato que se trata de una apendicitis y que la muchacha no puede continuar el viaje porque ha de ser operada con urgencia. De no ser así podría haber muerto por el camino. Pero el director de la compañía insiste en que han de continuar hacia Santander porque las representaciones de variedades ya están concertadas. Y que lo más prudente es que Jacqueline, la enferma se quede en el pueblo, sea operada y, aunque tengan ahora que prescindir de su trabajo en la compañía, a su regreso la recogerán. Todas las amigas y el director Don Jerónimo (José Franco) se despiden de ella asegurándole que queda en buenas manos y que pronto estará curada. Don Jerónimo además dispone el pago de la operación aunque Enrique le asegura que no es necesario.
Enrique trata de tranquilizar a la joven francesa, aunque no habla su idioma, aunque Jacqueline comprende lo que le sucede y acepta su recomendación de ser operada al día siguiente. Al  mismo tiempo, Julia (Julia Gutiérrez Caba), esposa del doctor, vuelve de una novena con dos amigas de la congregación religiosa del pueblo, y cuando ven pasar el autocar de las vedettes, se escandalizan por la forma de vida indecente que las mismas llevan en esos teatruchos de variedades.
Cuando Julia entra en una de las tiendas donde suele efectuar algunas de sus compras, el caso de "la francesa" ha corrido ya por el pueblo como un reguero de pólvora y todo el mundo ha empezado a comentar que, dado que se halla enferma, y el único médico es Don Enrique, naturalmente tendrá que hacerse cargo de ella, y en el tono del cuchicheo ya va incluido algún mal pensamiento de las decentes señoras del pueblo que conocen el "percal" de esas vedettes de revistas, y mucho más siendo "francesa". Al mismo tiempo, en la tienda se presenta Juan (Jean Pierre Cassel), el joven profesor de francés de la escuela de la localidad, que además da clases particulares al hijo de Julia y Enrique. Y se ofrece a acompañar a Julia. Por el camino se comenta el suceso de la muchacha enferma, pero sin darle la menor importancia. La conversación entre ambos deriva trivialmente hacia el estudio de francés del hijo, de la lluvia y el mal tiempo que están padeciendo en el pueblo.


"Sin libertad no se puede hacer cine. En realidad, no se puede hacer nada: teatro, poesía, pintura, ensayo, música, política... Nada"
[JUAN ANTONIO BARDEM]