"La bella Lola", cuyo guión escriben al alimón Jesús María de Arozamena, Miguel Cussó y José María Palacio, parte esta vez de los estudios Bálcazar Producciones Cinematográficas, y el mismo Alfonso Balcázar se hará cargo de la dirección de la misma, dispuesto a mostrar un nuevo gran espectáculo de época decimonónica para lucimiento de una Sara Montiel por sexta vez resplandeciente y coreada con un repertorio de magníficas canciones, además de la música de Gregorio García Segura y Ernesto Lecuona. El film, coproducido por España, Francia e Italia, salta a las pantallas españolas con la premisa de una inesperada recuperación clásica: seáse una versión muy sui géneris de la novela de Alexandre Dumas hijo: "La dama de las camelias". Así,Balcázar trata por todos los medios que de nuevo pululen por ella desde el principio al fin las fijaciones personales romántico-dramáticas-eróticas de sus protagonistas, y que siempre sea necesario reivindicar todo ello frente al eterno drama del amor fou, aunque esta vez no menos desvalidas como así lo quiso el autor de la novela. Consolidaciones que, por supuesto, a lo largo de toda la ciertamente lujosa película van a ser el único motor que mueva a sus intépretes, los cuales, a decir verdad, ni dicen ni aportan nada nuevo que no ya hayamos visto y degustado en otras tantas películas desaforadamente románticas siempre en función del material novelístico del que, como en esta ocasión, provengan. En consecuencia, los personajes de esta"Bella Lola de las Camelias" se prestan fácilmente a ofrendar cuantos matices requiere todo trasiego de amoríos, y que, como no podía ser de otra manera, se desencadenarán con los tan traídos y llevados efectismos elementales del romance, siempre a la medida de su actriz principal, nuestra diva Sara Montiel. Balcázar, impulsor de este espectacular proyecto para la no menos gran dama cantante, como ya hicieron Orduña y Amadori, no duda en enfrentarse al sentimental drama amoroso en manos de unos protagonistas que no necesitan interpretaciones de lujo para llevarlo a buen puerto.En realidad, bastaba con rescatar por sexta vez de su feudo tipo nobleza, belleza, y voz sabiamente inmersa entre un gran repertorio de romanzas, muy aptas para la época que retratan, y situar a la Montiel en un nuevo trono: un mundo de época decimonónica donde su imagen encaja a la perfección, y para que así un público asiduo pudiera gozar de su exquisita presencia entre ese entorno, que como ya se ha dicho, vuelve a dosificar a la perfección no tan sólo el inefable atractivo de la Montiel, sino también porque parece que es la mejor manera de disfrutar de su presencia a través de la pantalla grande.
En consecuencia, el
suntuoso espectáculo creado para Sara Montiel
en "La Bella Lola" es claramente una moderna revisión de la novela "La Dama de
las Camelias". Por supuesto, tampoco se puede acusar de aberración cinematográfica el hecho de que el productor y director Alfonso Balcázar se acercara a la versión irrefrenablemente lírica, casi fotograma por fotograma, del film de 1937 dirigido por el prestigioso George Cukor titulado "Camille", y en la que la extraordinaria diva de aquella década de los 30, nada más y nada menos que Greta Garbo, diera vida exquisita y majestuosamente a laMargarita Gautierde Dumas(Compárese
con la famosa escena final, cuando Lola muere en brazos de su amante).Ese claro motivo de intentar retratar de nuevo aquel gigantesco impacto de orden interpretativo y mediático de la Garbo y de su director Cukor, como metáfora más reciente dentro de ese mismo siglo XX, sería algo así como intentar retratar el viento. Pero que Balcázar trate de asumir una versión del mundo de Alexandre Dumas impregnado ahora de flamante colorido y suntuosidad entra también en una nueva escala de valores muy precisa, ya que todo ello se concibe exclusivamente como un vehículo de nuevo inaudito
para Sara Montiel, quien en la década de 1960 fue una de las más
taquilleras del mundo, tanto o más de lo que lo fuera la Garbo en su época. Y este paso adelante para tratar de encauzar de nuevo los anteriores éxitos de la Montiel, valiéndose de una famosa novela ampliamente conocida por casi todo los públicos europeos, no está concebido únicamente para que el nuevo paso adelante de la actriz-cantante pudiera resultar como el más exquisito si se quiere de su carrera, sino para que del igual modo la apariencia externa de la gran dama Montiel consiguiese por sexta vez una perfección de alta y aplaudible combustión entre el público que la adoraba. Así,"Camille" con las temperamentales sutilezas de Cukor y Garbo, y hasta de Robert Taylor que interpretó al enamorado y celoso Armand Duval, y cuyo relevo correría ahora a cargo del joven actor italiano Antonio Cifariello (que ya fue pareja de Sophia Loren en el "Pan, amor y..." de Dino Risi) recibe el rehabilitador tratamiento Montiel al completo.Y por ello, aquí, Lola
no es únicamente una cortesana, sino una cantante popular de la "belle
époque" que, a pesar del origen moralmente dudoso que proponía el romance creado por Dumas, es, además de bellísima y gran tonadillera, una buena chica-
No nos hallamos, por tanto, entre un hallazgo añadido al mundo de aquella inolvidable "Camille" de los años 30, porque también en "La bella Lola" el principal y no menos atractivo protagonista masculino llamado Javier (Antonio Cifariello) es un joven aristócrata de mediados del siglo XIX que se enamora de una inefable
cantante de cabaret a la que llaman la bella Lola (Sara Montiel) Y como no puede ser de otra manera, la historia de amor entre ambos transcurrirá al principio felizmente, hasta que la pareja decide casarse. Mas cuando Javier
presenta a la transformada y exquisita cabaretera a su familia, los cánones sociales a los que pertenece el noble enamorado intentarán oponerse por todos los medios posibles para evitar tal desatino con finalidad de boda, y que la intolerante época decimonónica en que transcurre el drama romántico impone. Y así "La bella Lola" vuelve a repetir el esquema argumental de "Camille" como la flamante
protagonista, bella pero enfermiza, y como gran drama que se apresta con entereza admirable al tórrido romance erótico, sin "happy end" esta vez, para acabar así debatiéndose entre su profesión, su amor fou, e intentar, sin conseguirlo,
derribar las barreras que le impone la injusta sociedad del momento, hasta llevarla finalmente, como ya se indicó, a morir en brazos de su joven amante, después de haber vivido un engañoso e íntimamente no deseado idilio con el aristócrata mujeriego Gabriel (Frank Villard). En otras palabras, la película no se centra en "Camille", sino en Sara Montiel.Dumas Jr. ni siquiera aparece en los créditos de la trama.Pero ¿a quién puede importarle?Aquí vemos a una Montiel en toda su gloriosa belleza, cantando, amando, y sufriendo, para volver a demostrar que su divismo aún puede estremecer al público, y muy especialmente cuando, con su interpretación de la canción de "La Paloma", con lágrimas en los ojos, en primer plano, llega a resultar tan irresistible como hipnótica.Y aunque no es Greta Garbo, la Montiel posee como actriz un estilo propio que le fue muy útil durante infinidad de años; y nuevamente a través de esta bella Lola podemos saborear el hecho de que nuestra Saritísima fuese una
verdadera e indiscutible estrella.Y como dijo algún crítico "Ya no se hacen criaturas como ésta..." .
Un nuevo álbum de canciones enriquece la película, en la cual se irán desgranando dichas tonadillas decimonónicas pero muy hispanas también: "La Bella Lola", "¡Ay, Qué Bonito es Madrid!"
"La Flor de Olmedo", "Malagueña"
"Mis Ojos Ladrones", "El Porompompero"
"Valse Brune" ("El Vals de la Noche"), "Amapola"-
Y
"La Paloma"
"RUMBA CHAMBELONA"
Entre 1962 y 1963, Sara Montiel interviene en un siguiente marcode valoración tan positiva en su carrera como fuera la de cantante de cuplés. Vuelve por tanto a renovar su proselitismo de bellísima cabareteraen "La reina del Chantecler" ("La dea del peccato", en Italia), dirigida por Rafael Gil, con guión del ya habitual Jesús María Arozamena y Antonio Mas Guindal, con un magnífico reparto compuesto por Alberto de Mendoza, Luigi Giuliani (que había actuado junto a Sophia Loren en el segmento "La riffa", dirigido porVittorio de Sica, en el film "Bocaccio 70"), Greta Chi interpretando a la espíaMata-Hari, Gérard Tichi, Amelia de la Torre, Milagros Leal, Ana Mariscal, la siempre inolvidable Julia Caba Alba, José Franco, José Orjas, Francisco Piquer, y Pedro Osinaga. Y Montiel a la que ya no hay que convencer de su indiscutible divismo, vuelve a mostrarse ante su público plena de los fascinantes recursos que su belleza y su estilo como cantante imponen. Y así, como personaje producto de la flamante presión social en que se mueve, y enamorada de un rufián, y de sus encuentros amorosos con él, hará estallar su sensualidad patente en la primera mitad de la película. Hasta que en la segunda parte del film, entrando
ya en los dominios de la consabida banalidad romántica, a través de una nueva e incontrolable pasión por un amante mucho más joven, como ya sucediera en "El último cuplé", las tampoco inevitables efusiones eróticas de la naturaleza humana no finalizarán tampoco esta vez con un final feliz, sino ante el amargo impacto de la tragedia.
"La reina del Chantecler", que también se llamó en Francia "L'espionne de Madrid", se convierte en un rocambolesco melodrama de espionaje y amores desgraciados en plena Primera Guerra Mundial, que, con la presencia de la famosa espía Mata Hari, incluirá a una bella cantante de cuplés conocida por laLa bella Charito (Sara Montiel) que hace las delicias del público madrileño cantando en un famoso teatro madrileño conocido por Chantecler. Por su notable belleza y simpar talento, Charito trae de cabeza al público masculino más vulgar que acude a sus representaciones, y al mismo tiempo se convierte en mujer deseada también por hombres adinerados, que caen a sus pies obsequiándola con joyas y toda clase de valiosos regalos.
Todo esto no representa ningún obstáculo en el transcurrir de sus días de cabaret, aunque Charitoreserva su amor por un atractivo periodista llamado Federico de la Torre (Alberto de Mendoza), y, como toda enamorada cegada por la pasión, hace oídos
sordos a cuantas advertencias llegan hasta ella asegurándole que Federicono es más que un vividor y un sinvergüenza, y gran mujeriego que la engaña constantemente con otras.
Madrid, como capital de la España afortunadamente neutral durante la contienda mundial alberga subrepticiamente a gran nido de espías e incluso a gran parte de altas jerarquías extranjeras que se ocultan en la capital tras haber huido de sus países de origen debido a la guerra. Entre ellos se encuentra un importante ciudadano francés llamado Henri Duchel (Gérard Tichy), que en realidad es jefe de los Servicios Secretos Franceses que también pretende conquistar a la cantante, aunque ella lo rechaza. La belleza de Charito es tan reconocida en Madrid que posa para un pintor famoso.
Pero su enamorado, Federicose halla involucrado en una red de espionaje junto con su
antigua amante Carola, condesa de Valdeluna (Ana Mariscal), y Charito se ve obligada a
ayudarle para evitar que el marido de ella lo rete en un duelo, confundiendo los encuentros de Federico y Carola con citas amorosas. Charito abre por fin los ojos, descubriendo la falsedad amorosa de Federico, y lo abandona para huir del escándalo que se desata, decidiendo dejar Madrid e instalarse en la ciudad norteña de San Sebastián.
Una vez instalada en el País Vasco acude a unas fiestas típicas en la localidad de Oyarzun, donde vuelve a encontrarse con un joven pelotari que conoció en Madrid, y al que ya había olvidado, llamado Santi (Luigi Giuliani) El joven no recuerda cual era la profesión como cantante cabaretera de Charito, y también ha olvidado hasta su nombre, ya que ella se presenta ante él con el nombre falso de Margarita. Y durante las fiestas ambos jóvenes se enamoran. Ella conoce a la familia de Santi, carlista y extremadamente conservadora, por lo que adopta un comportamiento como chica tradicional, que la ayude a olvidar su pasado como cupletista del Chantecler madrileño.
Pero su idilio se ve interrumpido cuando aparece de nuevo el truhán de Federico y una famosa espía internacional que se hace llamar Mata Hari (Greta Chi), que poco después será entregada en la frontera Francesa a los Servicio Secretos del país vecino. Santi acaba descubriendo por comentarios malintencionados de sus amigos la verdadera identidad de Charito, que se ha visto obligada a trabajar de cantante en una casino de San Sebastián, y el
joven va al teatro a confirmar los rumores. Cuando la descubre en el escenario se
va desolado y aunque ella intenta alcanzarlo contra el viento y la tormenta que se ha desatado en la ciudad, no puede evitar que se
suicide y sea arrastrado por una ola en el espigón del puerto durante
una tormenta, truncándose así las esperanzas de Charito de dejar el
espectáculo y tener una vida como tantas otras mujeres.
Un magnífico álbum de canciones cuplés acompañarán de nuevo "La reina de Chantecler" con cuplés famosos como: