MAURICE ASISTE A LA BODA DE SU REGENERADO COMPAÑERO CLIVE, Y VUELVE POR SEGUNDA VEZ A PENDERSLEIGH PARK, RESIDENCIA DE LOS DURHAM


































"A partir de entonces, Maurice no sabía que podría ya esperarle en la vida. Ciertamente, Clive
había influido como siempre, terriblemente, en aquel sentimiento de
desgracia ante el futuro. Desde un principio había quedado sobrentendido
entre ambos que su amor, aunque incluía el cuerpo, no implicaba ninguna
gratificación a través de él, y la idea de este pacto había partido
-sin que dijera una palabra- de Clive. Mas para Maurice, pese a su felicidad por creer en el amor de su compañero, había existido algo hipnótico respecto a ello. Aquello expresaba a Clive, no a él, y ahora que estaba solo explotaba odiosamente, como una vez en su época escolar, de niño. Y no fue Clive
quien le curó. Aquella influencia, aunque la hubiese ejercido, habría
fracasado, pues una relación como la de ellos no podía quebrarse sin
transformar a ambos para siempre. Pero él no podía comprender todo esto.
Aquel etéreo pasado le había cegado, y la felicidad más sublime que
podía soñar era un retorno a él. De todos modos, al perder a Clive, se veía totalmente necesitado de que en definitiva la carne educase su espíritu... Entonces Maurice oyó el teléfono. Se lo llevó al oído -"¿Diga?"-, y después de seis meses de silencio, oyó la voz de su perdido amigo. "Hola, Maurice" -comezó Clive- "Ya te habrás enterado" "Si, pero como no escribes, yo tampoco" "Claro. La boda es el mes que viene" "Mucha suerte" Clive prosiguió, evidentemente aliviado por el tono de Maurice. "Anne está aquí. Quiere hablar contigo" "Oh, muy bien, cuéntame tus planes" "La boda será el mes próximo" "Buena suerte" A ninguno de los dos se les ocurría nada qué decir. "Soy Anne Woods"-dijo una voz de muchacha. "Me llamo Hall, Maurice Christopher Hall" "Yo me llamo Anne Clare Wilbraham Woods. No se me ocurre nada qué decir. Es el octavo amigo de Clive con el que hablo" "¿El octavo?" "Sí, el octavo. Le paso a Clive. Adiós" Clive continuó. "Anne tiene cien libras. ¿Podrías invertirlas" "Sí, ¿en qué?" "Eso decídelo tú" "Se supone que no me tocará más que un 4%" "Barclay Perkins. Cervezas y destilerias. Están al 5%. O Argentine Northern Land. Ha subido seis enteros. Son terrenos y..." "Prefiero el último" "Bien. Ya mandaré el cheque" "¿Puedes venir la próxima semana? Después esto será un caos" "Lo siento, no puedo. Hill se casa también Estaré muy ocupado. Después se casan Chapman y Ada" "Pues ven en septiembre. En octubre habrán elecciones. En septiembre nos ayudarás en el partido de criquet" "De acuerdo. Recuérdamelo por carta" "Bien. Adiós, Maurice" "Adiós"...



































"Quizás no me haya explicado" "No dejes que esas tentaciones del diablo se apoderen de ti. ¿Quién te ha mentido. Te conozco y sé que eres decente" "Dr. Barry, quiero..." "Basta. Lo peor es hablar de ello" "Soy así desde que recuerdo. No sé por qué, ¿Soy un enfermo? Si lo soy, quiero curarme" "Búscate una mujer, ella te curará" "Es increíble" "Vamos. Vístete ya" "Sí, perdone. Desde luego" "Ettie, whisky" El doctor Barry le había dado el mejor consejo que era capaz de darle. No había leído ninguna obra científica sobre el problema de Maurice. Sostenía que sólo los más depravados podían mirar hacia Sodoma. Estaba convencido que Maurice
había oído alguna observación por casualidad sobre el asunto, que había
generado en él pensamientos morbosos. Clive se había vuelto hacia las
mujeres poco después de cumplir veinticuatro años. El propio Maurice cumpliría veinticuatro a primeros del otoño. Era posible que también a él le sucediera lo mismo..."





"Ahora
que todas las vías parecían bloqueadas, y en su desesperación, volvió
a las prácticas que había abandonado de muchacho y halló que le traían
un degradado género de paz,
que silenciaban la urgencia física en la que todas sus sensaciones
estaban embotadas, y le permitían hacer su trabajo. Finalmente, asistió a
la boda de Clive -que se había dejado bigote al mismo tiempo que Maurice había prescindido del mismo- y Anne.
Cuando hablaron por teléfono, oyó la voz de un hombre aburguesado, muy
diferente al acendrado y atractivo clasista del mundo griego que había
sido durante sus estudios en Cambridge, pero al que podrían respetar al
otro extremo del hilo; un camarada que parecía desear dar lo pasado por pasado y ver la pasión como una amistad que aunque Maurice no lo quisiera, podría acabar detestando.
Y aunque durante el día de la boda mantuvo una sonrisa de
condescendencia hacia su amante de tiempo pasado, la sensación de
decadencia seguía aumentando. La señorita Woods no había traído dinero a su matrimonio. Era distinguida, y pertenecía a la misma clase social que los Durham, e Inglaterra se sentía cada año menos inclinada a rendirles pleitesía" 











"A principios de otoño, Maurice
se tomó unas vacaciones de una semana y acudió a Pendersleigh de
acuerdo con la invitación, tres días antes del partido de criquet. Llegó
con un humor extraño y amargo. El primer día acudió a una pequeña caza
de conejos con Archie London, el prometido de Pippa, y el joven criado de los Durham, Alec Scudder. El muchacho les animó por unos instantes: "Diana, un conejo menos que molestará a los Durham" Y London trató también de estimular a Maurice: "Anímate, hombre. Corpore Sano" "Seguirán disparando. La niebla está baja", indicó Escudder. "Creerá que es culpa nuestra", se mostró displicente London, como acostumbraban a tratar a la servidumbre" 

"Bien Scudder, lo dejaremos. Trae la lista de piezas" Archie London se dirigió de nuevo a Maurice: "Anímate, muchacho. ¿Qué te pasa?" "No lo creerás. Es mi cumpleaños", repuso Maurice. "Vaya, ¿en serio? Pues felicidades. Durham no me lo dijo" "Durham está muy ocupado", repuso Maurice. "Brindemos por ello" "Eso es" En el apartado de caza apreció Simcox, el mayordomo de los Durham con un telegrama para Maurice: "Un telegrama para usted" "Gracias, Simcox"
"Ves, Durham se ha acordado", aseguró dijo London "¿Tomamos esa copa?" "Dos whiskis largos" Maurice no contestó, se limitó a leer el misterioso telegrama: "CONFIRMO VISITA PARA MAÑANA JUEVES. SUYO LASKER JONES"





"Mañana iré contigo a la ciudad", dijo Maurice tras leer y guardar el telegrama. "Lástima, te perderás la cacería. Nada grave, ¿no?" "No. Negocios" Entonces Alec Scudder felicitó amablemente a Maurice que le observó con displicencia, aunque con un ligero gesto de aceptación, ante la inesperada felicitación del muchacho: "Feliz cumpleaños" 





"Cuando volvieron a la mansión Durham, Anne estaba sola y preguntó: "Hola ¿qué tal la caza?" "Horrible" "Lástima que Clive no esté aquí, pero trabaja mucho. Será bueno para los pobres si sale elegido" "Los defenderá mejor que nadie. Debemos ayudar a los pobres para levantar el país, pero no sufren como nosotros" "Estamos en manos de un buen agente de bolsa"

"Durante
la noche, recluido en su habitación, la misma lluvia, la misma
desesperación. Aquella visita había sido un fracaso, conjeturó Maurice.
La vida le seguía pareciendo un callejón sin salida con un montón de
estiércol al fondo, y debía volver atrás y comenzar de nuevo. Antes de
entregarse al sueño, decidió escribir sus negativas reflexiones sobre sí
mismo como si se tratasen de un diario íntimo: "Al
desarrollarse mi cuerpo empezaron los pensamientos obscenos. Pensé que
sobre mí había caído una especie de maldición. Mis años escolares fueron
puros. Por un escándalo antes de mi llegada nos controlaban de día y
nos vigilaban de noche. Tuve pocas ocasiones de tratar estas
experiencias con mis compañeros. Soy el único varón... "De pronto se entreabrió la puerta de la habitación y por la misma asomó la mirada sonriente del nuevo Clive. Probablemente se sentía mal por haber olvidado el cumpleaños de Maurice, y para él, como buen burgués, resultaba ahora muy importante que su huésped ante todo les ayudase en el partido de criquet. "Maurice", dijo. Se mostraba con una amplia sonrisa, como si de nuevo asomasen los antiguos gestos de la época universitaria"




"Me alegro. Es una noticia estupenda. Tal vez la única. Anne
lo adivinó. Las mujeres son extraordinarias... -Hubo un silencio, pero
Clive continuó: "Es lo que deseaba para ti" "Me lo imaginaba", contestó Maurice
de forma un tanto evasiva. "¿Se lo puedo decir a Anne?" "Díselo a todos", respondió Maurice
empleando un tono de aspereza que pasó inadvertido para Clive..."
"En el exterior, bajo la lluvia, se movía el joven criado Scudder a la caza de conejos, se detuvo un instante, y observó la luz de la habitación donde dormía Maurice que enviaba sus reflejos sobre la noche lluviosa..." 
"Clive estaba demasiado alegre para ser escrupuloso. Estaba contento en parte por Maurice, pero también porque aquel hecho imaginado por Anne
afirmaba su propia posición. Ahora odiaba la anormalidad, Cambridge, la
habitación azul donde habían retozado durante la primera visita a
Pendersleigh. Nada indigno había sucedido, pero todos aquellos momentos
resultaban ahora terriblemente ridículos. Había encontrado un poema
escrito por Maurice en aquella visita: "Sombras de los viejos barcos helenos" Le
resultaba fatuo y perverso Y ahora el conocimiento de que Maurice había
prescindido también de tales sensiblerías lo purificaba todo" 

"Pero es cierto. No hablemos más de ello" "Muy bien" "¿Te alegras de que acabe bien?" "¿Bien, cómo?", repuso Maurice con cierta brutalidad." 

"En vez del lío del año pasado" "Es verdad" "Estamos en paz", extendió entonces Clive el dorsal de su mano para que Maurice se lo besara como había hecho antes él. Maurice lo besó, y Clive, habiendo cumplido su propósito, se iba, le revolvió un momento su rubio cabello, imaginando que dejaba a Maurice más amistoso que nunca. "Vuelve en cuanto puedas", se despidió con la misma sonrisa de satisfacción." 









"Cuando Clive llegó a su habitación, Anne
le esperaba ya en la cama. Desde su noche de bodas se unían en una
especie de mundo que no guardaba ninguna relación con lo cotidiano.
Ninguno de los dos había deseado llamar las cosas por su nombre, y
aunque valoraba el cuerpo, el acto sexual en concreto le parecía falto
de imaginación y propio de la oscuridad de la noche. Entre hombres era
algo inexcusable; entre mujer y hombre debía practicarse, puesto que la
naturaleza y la sociedad lo aprobaban, pero jamás hablar de ello ni
cacarearlo. Y aquello, lo pasado, no podía mencionarse. Él jamás la vio
desnuda, ni ella a él. Ignoraban el proceso reproductivo y las funciones
digestivas. Su secreto no podía ser mencionable jamás. Y ahora Clive estaba contento pues aunque no desgraciado, su episodio con Maurice le parecía un tanto sensiblero y merecía el olvido. El secreto se ajustaba
a él así, perfectamente a él. ahora su ideal de matrimonio era
equilibrado y grácil, como todos sus ideales, y encontraba en Anne una compañera adecuada, refinada también. Se amaban tiernamente entre sí. Bellas conversaciones los recibían: "He hablado con Maurice. Tenías razón" "Ya sabía que escondía algo" Clive besó a Anne, Se mantuvo pensativo antes de conciliar el sueño. Quizás la imagen de Maurice, que ahora se hallaba al otro lado de la barrera, abrazando el aire, seguía
sin disiparse por completo, como un extraviado sentimiento que, a pesar
de todo, aún deambulaba dentro de su propio cuerpo" 



"La lluvia seguía gorgoteando con fuerza sobre su dormitorio. Y cuando Clive se hubo ido, Maurice se acercó a la ventana, y alzó el cristal. Luego se asomó salvajemente. Alec Scudder seguía en el exterior con la vista fija en aquella ventana. Maurice se había asomado de espaldas dejando que
el agua cayera sobre su rostro, empapase sus cabellos y hasta su ropa.
No pensaba en nada pero en su mente sonaba un grito "¡Ven!"
que cobró la misma fuerza salvaje bajo la lluvia y escapó hacia el
exterior donde nadie pudiera escucharlo. Se asombraba de sí mismo "¿A quién había llamado?"
"Qué
estupidez, tanta lluvia. Aquel aguacero insoportable no era más que la
indiferencia del universo hacia el hombre. Y la burla de la Naturaleza.
Se había situado de espaldas fuera de la ventana, empapando su rostro sin cesar.
Se sentía mutilado desde que había llegado a Pendersleigh, y ahora
aquella visita absurda le irritaba"
"Por ello mismo, vacilaba enloquecido
bajo la lluvia como en mundo de sombras desde su ventana. Pero lo que Maurice no pudo llegar a imaginar era que el joven salvaje de Alec Scudder se hallaba observando aquella sorprendente acción del atractivo huésped, como si el grito de Maurice fuese en realidad una llamada desesperada y anhelante de compañía que aplacase su latente lujuria solitaria. Y entonces Scudder
lanzó una profunda carcajada, que se combinaba perfectamente con otro
pensamiento de intensa inquietud concupiscente que le impulsaba hacia
aquel cuerpo como si hubiera recibido de su parte una invitación a
fundirse con él"
"Archie London también volvía a Londres, y al día siguiente, muy temprano, ambos estaban en el vestíbulo, esperando la berlina, mientras el joven Scudder, que les había guiado hacia los conejos, parecía aguardar una propina. "Que se vaya al diablo", dijo Maurice enojado"
"Me ha rechazado cinco chelines" London estaba escandalizado. ¿A dónde querían llegar los criados?¿No iban a aceptar más que monedas de oro? De todos modos, London le preguntaba si en realidad
nobleza obligaba. "¿Le has dado más?", preguntó Maurice. Con vergüenza
Archie London confesó que así era. Había aumentado la cuantía de
la propina por miedo al desaire. Pero Maurice se sentía enojado,
cansado e inquieto por su cita en la ciudad, y consideraba el episodio parte de
la atmósfera desagradable de Pendersleigh. Como movido por un espíritu de
venganza, se dirigió a Scudder y le dijo de un modo familiar en él,
pero alarmante: “¿Cinco chelines no basta? ¿Sólo aceptas oro?"






































































































































































































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