"THE JAMES DEAN STORY"                                                           
DIRECTED BY ROBERT ALTMAN
PRIMEROS PASOS DE DEAN EN TELEVISION



 Dean, como ráfaga violenta de la siempre inconformista juventud (como también los fueron Marlon Brando y Montgomery Clift)
desencadenó así todas las ansias mitómanas de millones de muchachos y 
muchachas que, adorándole después de muerto, lo mantuvieron vivo a 
través de la magia del celuloide. Y, en consecuencia, esos millones de 
corazones de adolescentes rebeldes "sin causa" se aligeraron: Dean se 
halló en la misma situación que ellos. Dean se había ganado la 
benevolencia de una ingente masa juvenil que se creía fragmentada en 
múltiples pedazos, sin encontrar una fórmula con la que pactar una 
alianza esperanzadora para conseguir unirlos. El malogrado actor también
 buscó, ya desde su adolescencia, con ansiedad enfermiza, ser el dueño 
absoluto de sus días y sus noches.
Dean, como ráfaga violenta de la siempre inconformista juventud (como también los fueron Marlon Brando y Montgomery Clift)
desencadenó así todas las ansias mitómanas de millones de muchachos y 
muchachas que, adorándole después de muerto, lo mantuvieron vivo a 
través de la magia del celuloide. Y, en consecuencia, esos millones de 
corazones de adolescentes rebeldes "sin causa" se aligeraron: Dean se 
halló en la misma situación que ellos. Dean se había ganado la 
benevolencia de una ingente masa juvenil que se creía fragmentada en 
múltiples pedazos, sin encontrar una fórmula con la que pactar una 
alianza esperanzadora para conseguir unirlos. El malogrado actor también
 buscó, ya desde su adolescencia, con ansiedad enfermiza, ser el dueño 
absoluto de sus días y sus noches. 
 Dean,
 atormentado y neurótico, de 
rostro perfecto, mirada dulce y miope, 
acomplejado y, según algunos críticos, misógino, pero amado sin embargo 
por todas las mujeres que pasaron por su corta existencia, víctima de un
 entorno
 social y 
familiar, reflejado por una atormentada vida interior y una perpetua 
rebeldía contra un mundo al que él consideraba absurdo ee irracional, 
tras su  preconizada muerte, había vuelto de nuevo a la vida, valiéndose
 de la magia del celuloide, de los muchos reportajes que sobre él se 
rodaron a partir de 1955, -siendo quizás el más famoso el que dirigiera Robert Altman
 con el título "The James Dean Story", en 1957- y de cuantas biografías 
sobre su agitada y descontrolada vida vieron también la luz en miles de 
editoriales.
Dean,
 atormentado y neurótico, de 
rostro perfecto, mirada dulce y miope, 
acomplejado y, según algunos críticos, misógino, pero amado sin embargo 
por todas las mujeres que pasaron por su corta existencia, víctima de un
 entorno
 social y 
familiar, reflejado por una atormentada vida interior y una perpetua 
rebeldía contra un mundo al que él consideraba absurdo ee irracional, 
tras su  preconizada muerte, había vuelto de nuevo a la vida, valiéndose
 de la magia del celuloide, de los muchos reportajes que sobre él se 
rodaron a partir de 1955, -siendo quizás el más famoso el que dirigiera Robert Altman
 con el título "The James Dean Story", en 1957- y de cuantas biografías 
sobre su agitada y descontrolada vida vieron también la luz en miles de 
editoriales.

 Pero Dean fue no menos criticado por muchos comentaristas cinematográficos a quienes su personalidad resultaba poco atractiva. Bosley Crowther del New York Times describió a Dean, en su composición del adusto Cal Trask, como una "masa histriónica de pan de gengibre" en su feroz crítica del "East of Eden", pero no dudó luego en alabar "el nerviosisimo amanerado de Jett Rink" en su última aparición en la pantalla con "Giant".
Pero Dean fue no menos criticado por muchos comentaristas cinematográficos a quienes su personalidad resultaba poco atractiva. Bosley Crowther del New York Times describió a Dean, en su composición del adusto Cal Trask, como una "masa histriónica de pan de gengibre" en su feroz crítica del "East of Eden", pero no dudó luego en alabar "el nerviosisimo amanerado de Jett Rink" en su última aparición en la pantalla con "Giant".  






 Robert Altman, al realizar su documental "The James Dean Story", financiado por George W. George y él mismo, con la cámara de Lou Lombardo y el guión de Stewart Stern, autor también en 1954 del script de "Rebel Without a Cause", confesó:
Robert Altman, al realizar su documental "The James Dean Story", financiado por George W. George y él mismo, con la cámara de Lou Lombardo y el guión de Stewart Stern, autor también en 1954 del script de "Rebel Without a Cause", confesó: 






















 
 "Yo, en realidad, deseaba desmitificar a Dean, pero no nos salió bien. Empecé a darme cuenta de que era un magnífico actor que había aportado una personalidad completamente nueva con la que los chicos se identificaban en esa época. A medida que hacíamos el documental me interesé cada vez más por él, y cuando reconstruimos el accidente de tráfico en el que se mató, conduje yo mismo uno de los coches"... Pese a todo, y a la admiración posterior que Altman empezó a sentir por Dean, su documental recibiría una feroz crítica del Time el 9 de septiembre de 1957, tras el estreno del mismo: "The James Dean Story" es tan empalagosa como muchos de los acérrimos fans de Dean que acuden, todavía hoy, en manada a verla. Explota un cierto morbo por que la voz de Dean vuelva a resonar desde la tumba, pero lo hace con la lúgubre solicitud con la que un director de pompas fúnebres trata a los vivos"





































 
 



 "Los productores del documental, que insisten en mostrar todos los 
estados de ánimo de su rebelde sentimental por antonomasia, nos acaban 
ofreciendo un pegote emocional. La marca dejada por Dean, ya de por sí 
difusa, acaba perdiéndose en algún punto de un embrollo productivo de 
ocho mil fotos, trece investigadores y 360 clubs de fans. La narración, 
recitada pomposamente por Martin Gabel, un antiguo miembro del Mercury Theatre Company de Orson Welles, y pesadamente escrita por el amigo guionista de Dean, Stewart Stern,
 suena a momentos como un himno pretencioso. Poco a poco aumenta la 
intensidad de las llamas votivas de gas en el altar y las estufas van 
emanando incienso. Dean es mostrado de forma muy diversa, a veces como 
un artista temperalmente que se marchaba, al igual que Marlon Brando, enfurruñado cuando se le llevaba la contraria, a veces como un niño inconsciente y agobiado por sentimientos de culpa: "Mi madre murió porque soy malo",
 o como un torero en sueños o un neurótico antisocial. La leyenda del 
genio melancólico nunca queda lejos; se intuye fuera de la pantalla, en 
la banda sonora, entre fotogramas. Pero no llega nunca a hacerse 
realidad por la mera razón de que era un fraude, una creación de las 
revistas para cinéfilos enfebrecidos y fans del propio joven 
 Dean"
"Los productores del documental, que insisten en mostrar todos los 
estados de ánimo de su rebelde sentimental por antonomasia, nos acaban 
ofreciendo un pegote emocional. La marca dejada por Dean, ya de por sí 
difusa, acaba perdiéndose en algún punto de un embrollo productivo de 
ocho mil fotos, trece investigadores y 360 clubs de fans. La narración, 
recitada pomposamente por Martin Gabel, un antiguo miembro del Mercury Theatre Company de Orson Welles, y pesadamente escrita por el amigo guionista de Dean, Stewart Stern,
 suena a momentos como un himno pretencioso. Poco a poco aumenta la 
intensidad de las llamas votivas de gas en el altar y las estufas van 
emanando incienso. Dean es mostrado de forma muy diversa, a veces como 
un artista temperalmente que se marchaba, al igual que Marlon Brando, enfurruñado cuando se le llevaba la contraria, a veces como un niño inconsciente y agobiado por sentimientos de culpa: "Mi madre murió porque soy malo",
 o como un torero en sueños o un neurótico antisocial. La leyenda del 
genio melancólico nunca queda lejos; se intuye fuera de la pantalla, en 
la banda sonora, entre fotogramas. Pero no llega nunca a hacerse 
realidad por la mera razón de que era un fraude, una creación de las 
revistas para cinéfilos enfebrecidos y fans del propio joven 
 Dean" 




















 Stewart Stern, (autor del guión de la película "Rebel Without a Cause"), requerido por Altman, se había mostrado en un 
principio reticente a cualquier proyecto de documental sobre el que 
había sido, ante todo, un gran amigo. Y cuando, finalmente, aceptó 
colaborar con Altman, escribiendo el guión del documental, explicó en 
una entrevista en Classic American Films, las razones que le decidieron a formar parte del mismo: "Poco
 después de que se estrenase "Rebel Without a Cause", iba en un avión y 
por alguna razón que no recuerdo estaba hojeando el guión de "Rebel". El
 individuo que se sentaba a mi lado me dijo: "No he podido por menos que
 sentir curiosidad por lo que está usted leyendo. ¿Es este el aspecto 
que tiene un guión?... Yo asentí y quiso saber de qué película era. 
Cuando le conté que se trataba de "Rebel Without a Cause", el tipo me 
dijo entonces que odiaba la película. Yo quise saber el porqué. Pero 
antes le avisé de que yo había sido el autor del script para la Warner, y
 quería que fuese absolutamente sincero conmigo, cosa que no dudó en 
hacer. Me contó que era guía  de un grupo de scouts y que muchos de los 
chavales que se habían pirrado por James Dean estaban totalmente 
desmandados, y que habían llegado a propasarse en su trato familiar con 
sus padres, creando situaciones miméticas a las que se reflejaban en la 
primera parte del film. Dijo que había habido incluso peleas con navajas
 en todas las escuelas desde que se estrenó la película. Todo ello me 
dejó atónito, ya que era todo lo contrario de lo que yo pretendía 
transmitir (y Dean también); ambos (en vida de James) queríamos que se 
diesen cuenta de que la violencia, las botas de cuero y todas esas cosas
 no iban a hacerles más hombres. Y que la gente necesitaba echar mano de
 su bondad y acercarse a los demás para formar familias que funcionasen 
de verdad. Evidentemente, lo que este hombre me contó me dejó hecho 
polvo. Así que cuando el famoso agente Abby Greshler se puso en contacto conmigo para hacer el documental sobre James Dean,
 le dije que no. Le expliqué que no quería añadir más leña a la leyenda 
de violencia que muchos adultos detectaban en Dean, porque, pese a lo 
que pudieran opinar una ingente cantidad de padres de familia, no era en
 absoluto real. Entonces me llamó George W. George, un socio del director Robert Altman.
Stewart Stern, (autor del guión de la película "Rebel Without a Cause"), requerido por Altman, se había mostrado en un 
principio reticente a cualquier proyecto de documental sobre el que 
había sido, ante todo, un gran amigo. Y cuando, finalmente, aceptó 
colaborar con Altman, escribiendo el guión del documental, explicó en 
una entrevista en Classic American Films, las razones que le decidieron a formar parte del mismo: "Poco
 después de que se estrenase "Rebel Without a Cause", iba en un avión y 
por alguna razón que no recuerdo estaba hojeando el guión de "Rebel". El
 individuo que se sentaba a mi lado me dijo: "No he podido por menos que
 sentir curiosidad por lo que está usted leyendo. ¿Es este el aspecto 
que tiene un guión?... Yo asentí y quiso saber de qué película era. 
Cuando le conté que se trataba de "Rebel Without a Cause", el tipo me 
dijo entonces que odiaba la película. Yo quise saber el porqué. Pero 
antes le avisé de que yo había sido el autor del script para la Warner, y
 quería que fuese absolutamente sincero conmigo, cosa que no dudó en 
hacer. Me contó que era guía  de un grupo de scouts y que muchos de los 
chavales que se habían pirrado por James Dean estaban totalmente 
desmandados, y que habían llegado a propasarse en su trato familiar con 
sus padres, creando situaciones miméticas a las que se reflejaban en la 
primera parte del film. Dijo que había habido incluso peleas con navajas
 en todas las escuelas desde que se estrenó la película. Todo ello me 
dejó atónito, ya que era todo lo contrario de lo que yo pretendía 
transmitir (y Dean también); ambos (en vida de James) queríamos que se 
diesen cuenta de que la violencia, las botas de cuero y todas esas cosas
 no iban a hacerles más hombres. Y que la gente necesitaba echar mano de
 su bondad y acercarse a los demás para formar familias que funcionasen 
de verdad. Evidentemente, lo que este hombre me contó me dejó hecho 
polvo. Así que cuando el famoso agente Abby Greshler se puso en contacto conmigo para hacer el documental sobre James Dean,
 le dije que no. Le expliqué que no quería añadir más leña a la leyenda 
de violencia que muchos adultos detectaban en Dean, porque, pese a lo 
que pudieran opinar una ingente cantidad de padres de familia, no era en
 absoluto real. Entonces me llamó George W. George, un socio del director Robert Altman.






 Altman que había obtenido un regular éxito con su primer film sobre el 
fenómeno de las películas adolescentes con "The Delinquents", 
interpretada por jóvenes actores casi desconocidos, y estrenada el 27 de
 marzo de aquel año 1957 en Los Ángeles), para hablarme con gran 
entusiasmo sobre su proyecto de llevar a cabo, junto con Altman, la 
realización de "The James Dean Story". "Stewart, me dijo, tienes que 
participar en este documental porque de todos modos vamos a hacerlo, y 
creo que tú deberías formar parte del mismo; no en vano tú fuiste uno de
 los más grandes amigos de Dean." Y, aunque no del todo decidido, quedé 
con Altman, vi las fotos y las imágenes de archivo de nuestro inolvidable Jimmy, y repasé las 
entrevistas que ya habían filmado. Al final opté por integrarme al 
proyecto y a escribir el guión con mi mejor disposición para poder 
presentar a Jimmy como sé que le hubiese gustado ser presentado: como un
 hombre de paz, que entendía la soledad y las dificultades que pueden 
afectar a tantos seres humanos, en especial a los jóvenes.
Altman que había obtenido un regular éxito con su primer film sobre el 
fenómeno de las películas adolescentes con "The Delinquents", 
interpretada por jóvenes actores casi desconocidos, y estrenada el 27 de
 marzo de aquel año 1957 en Los Ángeles), para hablarme con gran 
entusiasmo sobre su proyecto de llevar a cabo, junto con Altman, la 
realización de "The James Dean Story". "Stewart, me dijo, tienes que 
participar en este documental porque de todos modos vamos a hacerlo, y 
creo que tú deberías formar parte del mismo; no en vano tú fuiste uno de
 los más grandes amigos de Dean." Y, aunque no del todo decidido, quedé 
con Altman, vi las fotos y las imágenes de archivo de nuestro inolvidable Jimmy, y repasé las 
entrevistas que ya habían filmado. Al final opté por integrarme al 
proyecto y a escribir el guión con mi mejor disposición para poder 
presentar a Jimmy como sé que le hubiese gustado ser presentado: como un
 hombre de paz, que entendía la soledad y las dificultades que pueden 
afectar a tantos seres humanos, en especial a los jóvenes.










 "The James Dean Story" llegó a las pantallas, en agosto de 1957,. en una sesión doble con una 
película de Elia Kazan "A Face in the Crowd"  No 
fue de extrañar, por tanto, que el documental obtuviese malos resultados
 de taquilla y que las críticas de la prensa fuesen parcas y poco 
tolerantes con el proyecto de Robert Altman. Arthur Knight, uno de los primeros críticos en visionarla, escribió para el Saturday Review del 3 de agosto de 1957: "Resulta
 difícil establecer si "The James Dean Story" es un mero producto de 
explotación o un tributo a un actor de la misma compañía que la ha 
comprado y para la que él trabajaba. Puede que sea un poco de cada cosa,
 pues mientras Dean podía resultar exasperante, también inspiraba entre 
aquéllos que le conocían bien sentimientos profundos de lealtad y de un 
amor excesivo y curiosamente protector. Y sin embargo, ninguna compañía,
 ni siquiera por amor o fidelidad, estrenaría voluntariamente una 
película que pudiese ser un fracaso de taquilla. Sin duda un psicólogo 
más agudo habría hurgado más (las razones que le empujaron hacia la 
auto-destrucción, por ejemplo). Pero encontraremos aquí suficiente 
material sobre el sentido de la culpabilidad, el ego, y la necesidad de 
comprender y amar que expliquen no sólo a Dean, sino a muchos de sus 
contemporáneos que visten vaqueros. La pelicula es, en cierto modo, un 
documento social que merece un estudio detallado por parte de un público
 diferente al de los idolatradores del ya eterno joven James Dean"
"The James Dean Story" llegó a las pantallas, en agosto de 1957,. en una sesión doble con una 
película de Elia Kazan "A Face in the Crowd"  No 
fue de extrañar, por tanto, que el documental obtuviese malos resultados
 de taquilla y que las críticas de la prensa fuesen parcas y poco 
tolerantes con el proyecto de Robert Altman. Arthur Knight, uno de los primeros críticos en visionarla, escribió para el Saturday Review del 3 de agosto de 1957: "Resulta
 difícil establecer si "The James Dean Story" es un mero producto de 
explotación o un tributo a un actor de la misma compañía que la ha 
comprado y para la que él trabajaba. Puede que sea un poco de cada cosa,
 pues mientras Dean podía resultar exasperante, también inspiraba entre 
aquéllos que le conocían bien sentimientos profundos de lealtad y de un 
amor excesivo y curiosamente protector. Y sin embargo, ninguna compañía,
 ni siquiera por amor o fidelidad, estrenaría voluntariamente una 
película que pudiese ser un fracaso de taquilla. Sin duda un psicólogo 
más agudo habría hurgado más (las razones que le empujaron hacia la 
auto-destrucción, por ejemplo). Pero encontraremos aquí suficiente 
material sobre el sentido de la culpabilidad, el ego, y la necesidad de 
comprender y amar que expliquen no sólo a Dean, sino a muchos de sus 
contemporáneos que visten vaqueros. La pelicula es, en cierto modo, un 
documento social que merece un estudio detallado por parte de un público
 diferente al de los idolatradores del ya eterno joven James Dean"

 Altman, curiosamente, había vendido su documental a la misma productora de las películas de James Dean, Warner Brothers, que, con la esperanza de obtener un resonante éxito, dos años después de la muerte del idolatrado mito, contrató al músico Leith Stevens para que compusiera una banda sonora evocativa con ritmo de jazz. El estudio también convenció al cantante Tommy Sands, ídolo adolescente de los 50, para que se hiciera cargo del tema musical "Let Me Be Loved", escrito especialmente para la película por Jay Livingston y Ray Evans.
Altman, curiosamente, había vendido su documental a la misma productora de las películas de James Dean, Warner Brothers, que, con la esperanza de obtener un resonante éxito, dos años después de la muerte del idolatrado mito, contrató al músico Leith Stevens para que compusiera una banda sonora evocativa con ritmo de jazz. El estudio también convenció al cantante Tommy Sands, ídolo adolescente de los 50, para que se hiciera cargo del tema musical "Let Me Be Loved", escrito especialmente para la película por Jay Livingston y Ray Evans. JAMES DEAN:
UN EXTRA DESCONOCIDO EN FILMS OLVIDADOS


 En sus primeros meses en la Meca del Cine, Dean
 trató por todos los medios de ser acptado en varias películas, pero tan
 sólo pudo intervenir como extra en tres películas: como soldado en la 
guerra de Corea, en"Fixed Bayonets" ("A bayoneta calada"), 1951, de Samuel Fuller, junto a Richard Basehart, Richard Hylton y Craig Hill. "Sailor Beware" ("¡Vaya par de marinos!", 1952, de Hal Walker, junto a la preja cómica formada por Jerry Lewis y Dean Martin, además de Corinne Calvet, Leif Erickson y Marion Marshall.
En sus primeros meses en la Meca del Cine, Dean
 trató por todos los medios de ser acptado en varias películas, pero tan
 sólo pudo intervenir como extra en tres películas: como soldado en la 
guerra de Corea, en"Fixed Bayonets" ("A bayoneta calada"), 1951, de Samuel Fuller, junto a Richard Basehart, Richard Hylton y Craig Hill. "Sailor Beware" ("¡Vaya par de marinos!", 1952, de Hal Walker, junto a la preja cómica formada por Jerry Lewis y Dean Martin, además de Corinne Calvet, Leif Erickson y Marion Marshall.  















































































