La tendencia didáctica de la cinematografía, aunque siempre animada por un gran aliento coral, jamás ha renunciado a esa especie de privilegio "feudal", que fuera capaz de apuntalarla en su majestuosa distinción, ya secular, como recién nacido "Séptimo Arte". En consecuencia, y erigiéndose en escultora de su propio testamento artístico, no dudaría tampoco en maniobrar abiertamente, durante sus cien años de vida, la mejor de las estrategias: "el culto hacia la apología del mito", en cuyos anales se mantendría conmovedoramente momificado. El concierto universal del cine, sobrado de espíritus torturados y complejos, de su otro culto al dinero y al triunfo, del sensacionalismo, y de sus compromisos, tantas veces distantes, de una auténtica representatividad social, que, como indicó el gran director francés Jean Renoir: "poseía todos los requisitos para convertirse en un universo ilógico, irresponsable y cruel", saldó con creces, pese a todo, los pilares de su desarrollo a nivel mundial porque compensó al espectador empedernido con miles de ensueños extraordinarios, laboriosamente aderezados por el rico arsenal nostálgico del romanticismo y la aventura. Y así el nutridísimo capítulo del cine y su momento histórico, portador ya de un nueva y hoy monolítica justificación ética bajo el lema de "Gran Arte Audiovisual", glosa, y seguirá glosando personajes que, aun estando vivos muchos de ellos, han entrado ya de lleno en el área de la leyenda.
Omar Sharif,
casi como intemporal representante popular y aventurero en su Egipto
natal, donde había encabezado varios films románticos con su esposa
egipcia Fatem Hamama, fue descubierto para la cinematografía occidental por el genial director inglés David Lean. Su "pintoresquismo" artístico fue quintaesenciado en la monumental producción de Lean, "Lawrence of Arabia", 1962, que compartió con Peter O'Toole, Alec Guinnes, Anthony Quinn, Jack Hawkins, y José Ferrer, y por cuya impactante interpretación fue nominado al Oscar y al "Globo de Oro" como "Mejor Actor de Reparto".
Y de nuevo en manos de Lean, se convertiría en un sobrio, no menos emotivo, y hoy "mítico" "Doctor Zhivago", 1965, junto a la eximia Julie Christie,Geraldine Chaplin, Tom Courtenay, Siobhan McKernna, RodSteiger, Alec Guinnes, Ralph Richardson, y Rita Tushingham. Representación en imágenes cautivadoras (gran "best-seller" novelístico en la Europa Occidental) del realismo poético del escritor y Premio Nobel ruso Boris Pasternak.
Personaje de tortuoso destino, con un protagonista asfixiantemente
literario, que una vez materializado "en carne y hueso" por Omar Sharif, merced al apasionante itinerario creativo de David Lean
en la pantalla grande, vibrante siempre de un elocuente frenesí entre
los opresivos sentimientos del amor y los conflictos psicológicos, se
había aplicado también en estudiar con mirada de entomólogo majestuosas
expresiones de espectacularidad que fueron desde la aventura colosalista
hasta la plasmación en imágenes de la literatura más testimonial y
fascinante. Factor inolvidable que acentuaría la internacionalización de
su cine (en el que también se imponía, como uno de sus valores más
firmes, los naturalistas e inspirados antecedentes estético-literarios
de sus primeros films británicos). Lean, pese al elevado coste de
sus nuevas realizaciones, nos restituyó, ocasionalmente, bien que en
gran proporción, y valiéndose de su incansable búsqueda perfeccionista,
una nueva penetración triunfal del más sugestivo de los estampidos
artísticos. Y demostró que en "calidad de producción de prestigio", la
potencia expresiva de la imagen poseía tan enorme vitalidad estilística
que podía convertir al trasnochado "romanticismo" en algo más que un
simple lenguaje de fácil grandilocuencia. "Doctor Zhivago" conseguiría así cinco Premios de la Academia de Hollywood, y el impactante calibre puesto en solfa por el nuevo galán árabe, Omar Sharif, irresistiblemente atractivo, tolerante, débil e introvertido, y por ello mismo de compleja personalidad poética, en un mundo atrapado por un tenso clima de bélica angustia social, "estaba, finalmente, bien a la vista", como indicarían, tras su sonado estreno, muchos críticos. Y esta vez, el occidentalizado intérprete egipcio sería premiado con el "Golden Globe Award for Best Actor 1966".
La densidad psicológica de Omar Sharif en el
plano interpretativo viviría a partir de entonces de pausas meditadas y
de bruscos chispazos muy variados, que fueron, antes de su consagración
definitiva en "Doctor Zhivago", y tras 18 películas seguidas, desde el
catolicismo tradicional de un sacerdote español, con el significativo
nombre de Francisco, capaz de concienciarse contra el impuesto y
vencedor fascismo hispano-franquista, al tratar de ayudar, en "Behold the Pale Horse" ("Y llegó el día de la venganza"), de Fred Zinnemann, 1964, a uno de los principales
cabecillas de los derrotados republicanos españoles, Manuel Artiguez, interpretado por Gregory Peck que sufría su
destierro en Francia, y es perseguido y asesinado por el Guardia Civil Viñolas, caracterizado por Anthony Quinn, hasta un íntegro Major Grau, investigador de
policía alemán inmerso en plena II Guerra Mundial, en la subyugante "The Night of the Generals" ("La noche de los generales"), de Anatole Litvak, 1967, que no dudaría
en subvertir el polémico y siniestro momento político del III Reich, y
convertir su obsesiva búsqueda de un "serial killer", el sádico psicópata General Tanz, interpretado por Peter O'Toole, y a quien delatará el Corporal Hartmann, caracterizado por Tom Courtenay, en una
auténtica crisis de conciencia, hasta acabar enfrentándose al
sanguinario asesino Tanz, y muriendo a manos del mismo: uno de tantos
generales "nazis" moralmente embrutecidos por la guerra.
En 1968, dirigido por el siempre disparatado director inglés Terence Young, accedió a revestirse, esta vez en una sofisticada y mediocre síntesis del cine-espectáculo, en un subproducto de
principesca tortuosidad romántica como fuera "Mayerling", interpretando
a Rudolf de Austria, hijo suicida del
emperador Franz Josef (James Mason) y de la emperatriz Elisabeth, (Ava Gardner), ofreciéndonos una
sufriente imagen de
enamorado de la baronesa Maria Vetsera (Catherine Deneuve), tan fosilizado como los retratos que se
pueden saborear en las vitrinas de algún histórico museo europeo. Tras el anterior y endeble resultado artístico de la citada película, aceptó la nueva imagen que le ofrendara el no menos irregular J. L. Thompson en su fallido western(bien que plagado de grandes estrellas) "Mackennas's Gold" ("El oro deMackennas), 1969, con ocasionales secuencias rodadas en el "Fordiano Monumental Valley", poniéndose en la piel de un
expresivo aventurero, de nombre Colorado, buscador de oro, tan
exóticamente mexicano como descarado y falto de escrúpulos, ya que
Sharif no dudó en mostrar en la misma un desnudo casi integral. Compartió protagonismo con Gregory Peck, Camilla Sparv, Julie Newmar y Telly Savalas.
El
veterano William Wyler, que ya había entrado en la órbita de las
grandes superproducciones con su "Ben-Hur", rodado en Italia en 1959, no
dudaría en autentificar la sintomática y personalísima característica
del inquietante hedonista que en realidad era el encumbrado actor
egipcio, y sus consabidas connotaciones moralmente negativas, muy
acordes con su vida privada, cual contumaz jugador de "bridge",
cuya trayectoria como contendiente recalcitrante en "Competiciones
Internacionales" de dicho juego no había dudado en anteponer a algunos
de sus calendarios de rodajes cinematográficos, siendo objeto, por parte
de los periódicos sensacionalistas, de diatribas como "implacable neurótico social que tan sólo rinde culto al triunfo y al dinero". Y aprisionó también, en 1968, su imagen de atractivo, despilfarrador y
amoral seductor, bienamado por el sexo femenino, convirtiéndolo en el
atildado "proffesional gambler" Julius W. "Nicky" Arnstein, demoledor personaje, esposo de la famosa cómica del "Ziegfeld Follies", entre 1910-1911, Fanny Brice, en el súper espectáculo musical, debut cinematográfico de Barbra Streisand"Fanny Girl", que revalorizó el cine musical, la esencia gráfica de los famosos "gags Brice", maravillosamente cantados e interpretados por la Streisand, relegando a un segundo plano la imagen deTenorio de Sharif, y que prácticamente, pese al gran éxito de taquilla que obtuvo la película, cerró la etapa de brillantez narrativa de William Wyler.
Los éxitos comerciales de los films que Omar Sharif interpretara durante sus más fructíferas décadas, años 60 y 70, se encontraron cara a cara con el fantasma de la crisis de taquilla. Sus apariciones cinematográficas se tambaleaban, abocando sus frecuentes apariciones a una impersonal estandarización como protagonista, prolífero, pero ya de una resonancia un tanto escasa. Viéndose, pues, casi apartado del gran seno testimonial que le abriera la puerta grande en la cinematografía occidental de Hollywood, su carrera hallaría una nueva funcionalidad interpretativa más acorde con los nuevos tiempos, dada la durísima urgencia por reivindicar y sobrevivir a su imagen, merced al nuevo aliento que sobre los espectadores de todo el mundo significaría la llegada de la televisión. No obstante, con la perspectiva que aporta la distancia, puede medirse hoy la más o menos importante envergadura del resto de films en los que Omar Sharif intervino, y entre los que destacaron también "Genghis Kan", 1965, de Henry Levin, con Stephen Boyd, James Mason, Eli Wallach, Robert Morley, Yvonne Mitchell, y la malograda e inolvidable Françoise Dorléac; "More than a Miracle" ("C'era una volta"-"Siempre hay una mujer"), 1967, de Francesco Rosi, con Sophia Loren, Georges Wilson, Dolores del Río y Leslie French."The Last Valley" ("El último valle"), 1970, dirigida por James Clavell, con Michael Caine, Florinda Bolkan y Nigel Davenport,"The Tamarind Seed" ("La semilla del Tamarindo"), dirigida por Blake Edwards, con Julie Andrews, Dan O'Herlihy, y Anthony Quayle.
Y"Juggernaut" ("El enigma se llama Juggernaut"), ambas de 1974, dirigida por Richard Lester, con Richard Harris, Anthony Hopkins, David Hemmings, y Shirley Knight.
También compartió reparto con Ingrid Bergman, en su caracterización de sofisticada, luego colaboradora de la resistencia, Gerda Millet, en el episodio de Trieste, como el partisano yugoeslavo Davich, antes de la invasión Nazi de Yugoslavia, en el espectacular y fallido espectáculo cinematográfico, plagado de grandes estrellas, que fue "The Yellow Rolls-Royce" ("El Rolls-Royce Amarillo"), 1965, dirigido por el británico Anthony Asquith, y coprotagonizada, en sus diversos episodios, por Rex Harrison, Shirley MacLaine, Jeanne Moreau, George C. Scott, Alain Delon, Edmund Purdom, Art Carney y Roland Culver.
"Che!", 1969, con Jack Palance, Cesare Danova, Robert Loggia, y Woody Strode, que interpretaría a las ordenes de Richard Fleisher, como el revolucionario marxista "Ernesto "Che" Guevara", fue manipulada por la CIA y considerada por Sharif como uno de sus mayores errores: "Yo exigí hacer una película que no tuviera tono fascista", recordó en
una entrevista con "Efe" aprovechando su breve paso por El Cairo, donde
acababa de rodar su última película, "Al Musafir" ("El viajero"), 2009, del joven
realizador egipcio Ahmed Maher.
En 1990, de nuevo con Peter O'Toole interviene en "The Rainbow Thief" ("El ladrón del Arcoiris"), dirigida por Alejandro Jodorowsky, coprotagonizada también por Christopher Lee, y Francesco Romano.
Y para TV, entre otras muchas, seis episodios de "The Far Pavillons" ("Pabellones lejanos"), 1978, con Ben Cross, John Gielgud y Amy Irving.
Y como el príncipe Feodor Romodanovsky en "Peter the Great" ("Pedro el Grande"), 1986, con Vanessa Redgrave, Maximilian Schell,Trevor Howard,Laurence Olivier, Hannah Schygulla y Ursula Andress.
Y en Francia "Mayring", 1991, con Claudia Cardinale, Isabelle Sadoyan, Nathalie Roussel, y Jacky Nercessian, una historia autobiográfica de su director Henri Verneuil, que se completó con la secuela "588 rue Paradis" ("Calle Paraiso 588"), 1992, con Richard Berry, Claudia Cardinale y Nathalie Roussel.
Siempre a caballo de la influencia capitalista de la cinematografía hollywoodense, enaltecida por el poco afortunado slogan: "El cine americano es la cultura", y concluida temporalmente la leyenda con que Omar Sharif mitificara su recreación del "Doctor Zhivago", puestos a elegir alguna brizna de la impetuosidad creativa que, dadas sus apariciones abundantes y variadas en la gran pantalla, quizás podamos, hoy, desde la distancia, como ya se indicó, rescatar de su filmografía, como benevolente testimonio que perdure en el recuerdo y forme parte de lo mejor de su biografía fílmica, la que, a nuestro juicio, fue sin duda su última y mejor interpretación para la pantalla grande: el violento, crispado, misógino y neurótico Uraz, hijo de Tursen, un retirado buzkashi (actividad ecuestre) afgano, encarnado por Jack Palance, en la efectiva y arriesgada "The Horsemen" ("Orgullo de estirpe"), que John Frankenheimerdirigiera en 1971, basándose en un espléndido guión que Dalton Trumbo adaptó de la novela de Joseph Kessel, coprotagonizada por Jack Palance y la efímera Leigh Taylor-Young.
Una vez desplazado a su "prematura" etapa de galopante senectud, conferiría a sus escasas apariciones cinematográficas, especialmente en films europeos, una modulada meditación de depurada cultura sensorial, y cuyo ejemplo más significativo fue "Monsieur Ibrahim et les fleurs du Corán" ("Monsieur Ibrahim y las flores del Corán"), realizada en Francia por François Dupeyron, en 2003, y por la que Sharif recibiría el "Premio César al Mejor Intérprete". Indiscutiblemente, resulta casi imposible hacer un balance, siquiera superficial, o más o menos aleccionador en cuanto al talento interpretativo de Omar Sharif se refiere, ya que, sobre su itinerario historiográfico, su valiosa encarnación como "Doctor Zhivago" ha seguido actuando a lo largo de su carrera como un auténtico detonante, marginador, en infinidad de ocasiones, de sus restantes posibilidades artísticas, y que han dificultado un análisis crítico más pormenorizado de sus aportaciones a la gran pantalla.
Omar Sharif, recorriendo así las cinematografías norteamericanas y europeas, contribuye una vez más a alimentar la "neurosis" de la creación, una vez ésta se convierte en objeto de culto, ya que su personalidad, lejos de evidenciar a la vez las posibilidades y los límites de esta demoledora explosión que significa el arte interpretativo, parece haber vivido encerrada en un eterno circuito, capaz de abrir su única ventana al mito, y reducir el verdadero talento a una especie de ghetto cultural donde se encasilla el ingenio artístico, más adaptable a la sociedad de consumo. Pese a todo, en noviembre de 2005, Sharif fue galardonado con la primera edición "Sergei Eisenstein", "Medalla por las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura" (UNESCO), en reconocimiento a sus contribuciones significativas al cine mundial y la diversidad cultural. Dicha medalla, que se otorga con muy poca frecuencia, lleva el nombre del director cinematográfico rusoSergei Eisenstein, y únicamente ha sido concedida en 25 ocasiones, según lo determinado por un acuerdo entre la UNESCO, Russia's Mosfilm y The Vivat Foundation.
A partir de mayo de este mismo año 2015, Omar Sharif vive en un avanzado deterioro por afección de Alzheimer. Su hijo Tarek Sharif informaría
a los medios de comunicación internacionales que su padre había
empezado tiempo atrás a sentirse aquejado de confusas evocaciones
nostálgicas, y que desperdigaba sus recuerdos, equivocándose al tratar
de memorizar las películas en las que había actuado. Últimamente, ya no
lograba enmarcar de forma equilibrada la órbita de su protagonismo
cinematográfico, confundiendo en especial los personajes por él creados
en sus dos mayores éxitos para la pantalla grande: "Lawrence of Arabia" y "Doctor Zhivago". Omar Sharif, "la leyenda árabe de Hollywood",
falleció el 10 de julio, 2015, de un ataque al corazón en un hospital
de El Cairo, seis meses después de la muerte de su esposa Faten Hamama, ambos a la edad de 83 años. (R.I.P)