ONCE UPON A TIME IN THE FAR-WEST...




















Un joven ratero que huye de los disparos de quienes rebullen
entre el caudal aurífero aprisionado en los canalillos del río. Un
forastero inmóvil observa la huida. El joven fugitivo, herido, devorado
por la brasa de un disparo, tantea ensangrentado el montículo por el que
escapa. Una imagen angulada, un único paso, que atraviesa la loma frente
al lejano griterío de los perseguidores. Y una mano que se tiende...






Una vez curado, la confusa reacción del joven frente al forastero que
parece llevar en la sangre el mandato. Dará comienzo el procedimiento de
la justificación. Con saldar el importe de la cura, todo resuelto: "¡Cómo piensas pagar mis servicios profesionales? Necesito un criado que me sirva... Serás mi criado y harás lo que yo te mande...¡Váyase al infierno!"... Se cruza un pacto. "¿Sabes
qué es esto? La bala que te he extraído del cuerpo. Calibre especial.
Aunque no te vieran la cara eso es bastante para llevarte al árbol de la horca... ¿Cuánto tiempo tendré que trabajar de criado hasta que salde mi cuenta?... Hasta que yo diga, quizás para siempre. Si te hubiera dejado desangrarte donde te encontré, te habrías muerto. Puedes empezar limpiando esta habitación, a conciencia..."
La mirada de soledad del forastero se asoma al umbral que habita.
Sonríe y arroja la bala a escondidas. 



























































































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