La osadía Roman Polanski nunca tuvo límites. Fascina y aterroriza. Y siempre se pudo permitir el lujo de ir a contracorriente de todas las reglas del juego sistemático impuesto por las cinematografías de los dos grandes continentes: el europeo y el norteamericano. Su cine ha sido un constante road movie con propuestas tan valientes y diferentes, que su comercialidad nunca nos incomodó. Nos condujo de electroshocks a corredores sin retorno (en uno de los cuales ya tuvo su propia y más terrible experiencia personal). Pero la realidad y la ficción no se confunden en su mundo. Y el cine le redime ante los escándalos que han acechado su existencia.
"Chinatown" es un panavisionado prodigio en color, con rabia y con garra. Un asfixiante arrebato con el concupiscente y amoral look americano que, en blanco y negro, nos legara, por poner un ejemplo, el gran Howard Hawks. Un nuevo "The Big Sleep" ("El sueño eterno"), gran fénix, casi incomprensible y genial, que resurge siempre de sus cenizas, y aún nos electriza. Jack Nicholson nos deleita con su show detectivesco y barriobajero.
Y nos encantan las intrusiones desesperadas del envejecido y ladino John Huston que encubre la orgía lacrimógena y desmembradora de su familia.
Corre el año 1937. Una tal señora Evelyn Cross Mulwray {Diane Ladd} se presenta en el despacho del investigaor privado JJ "Jake" Gittes {Jack Niholson} porque desconfía de su marido Hollis Mulwray {Darrell Zwerling}, ingeniero jefe del "Departamento de Agua y Energía" de Los Ángeles, y quiere que lo investrigue, aunque lo cierto es que la esposa del ingeniero miente. puesto que no existe aventura amorosa alguna. Mulwray descubrió que en una anterior presa para abastecer de agua la ciudad hubieron inexplicables fallas. Y ahora se opone a que se construya un nuevo pantano cerca de Los Ángeles. Cierto magnate se halla detrás de la trama para desacreditar la honesta personalidad de Mulwray, que al parecer se entrevista a escondidas con una mujer joven. En efecto, Gittes consigue fotografías de estas citas. Y cuando aparecen en el periódico, en su despacho se presenta la verdadera Evelyn Cross Mulwray {Faye Dunaway} que naturalmente nunca encargó la investigación de Mulwray, y amenaza al detective privado con demandarlo.
Gittes, una vez descubierto el engaño de que ha sido objeto, se dispone a investigar los motivos del mismo. Pero Hollis Mulwray aparece muerto en la vieja presa, aparentemente ahogado, pese a que el embalse se halla completamente seco. El teniente Lou Escobar {Perry López} que se encuentra con él en el lugar del suceso, aconseja a Gittes que se mantenga al margen de lo sucedido. Pero Gittes decide averiguar el motivo de la muerte de Mulwray, porque teme que se trata de un homicidio. Sus investigaciones le llevan hasta un descubrimiento inimaginable, ya que todas las noches se liberan enormes cantidades de agua del embalse. Gittes es advertido por el jefe de seguridad del Departamento de Agua Claude Mulvihill {Roy Jenson} de que deje definitivamente de investigar. Una noche es atacado por los secuaces de Mulvihill, y uno de los matones {Roman Polanski} corta la fosa nasal izquierda de Gittes.
En la madeja de misterios se halla el millonario Noah Cross {John Huston} padre de Evelyn Cross Mulwray, cuyo marido, quizás asesinado, habia sido socio comercial del magnate.
Cross cita a Gittes a su casa y se dispone a pagarle una buena cantidad de dinero si busca y encuentra a la supuesta amante de su yerno, ahora desaparecida. En la sala de registros territoriales, Gittes descubre que la parte noroeste del Valle de San Fernando de Los Ángeles ha cambiado de dueño recientemente. Gittes da por sentado que el departamento de agua, ahora en manos del comprador desconocido, está secando la tierra a fin de que pueda ser puesta a la venta a bajo precio.
Y que con toda probabilidad Mulwray fue asesinado por ese motivo, tras descubrir el plan de sequía. Gittes descubre que parte de la propiedad del Valle de San Fernando aparentemente fue comprada por un residente de una casa de retiro recientemente fallecido. Gittes y Evelyn, ahora unidos en dichas pesquisas, logran averiguar que otros acuerdos inmobiliarios se realizaron subrepticiamente en nombre de residentes desconocidos. Mulvihill y sus matones persiguen a la pareja que ahora se han enamorado, pero ambos logran huir.
Evelyn que se halla junto a Gittes recibe una misteriosa llamada telefónica, y sale rapidamente de la casa advirtiendo a su amante de que su padre es un hombre muy peligroso. Gittes sigue el auto de Evelyn, y descubre que ha acudido a una casa en el Chinatown donde ve a Evelyn consolando a la joven amante de Mulwray. Cuando Gittes la acusa de mantenerla escondida como rehén, Evelyn afirma que la muchacha es su hermana Katherine {Belinda Palmer}.
El teniente Escobar informa a Gittes de que el forense encontró agua salada en los pulmones de Mulwray, lo que indica que no se ahogó en la presa de agua dulce. Escobar sospecha que Evelyn fue quien asesinó a su marido. Cuando ésta ha decidido marcharse, Gittes se presenta en la casa, descubriendo que el estanque del jardín es de agua salada y ve un par de anteojos en él. Finalmente, vuelve a enfrentarse a Evelyn, sintiéndose engañado también por ella, que ahora afirma que la joven desconocida se trata en realidad de su hija. Gittes abofetea a Evelyn repetidamente hasta que se derrumba y revela que Katherine es tanto su hermana como su hija, ya que su padre la violó cuando ella tenía 15 años. Evelyn revela a Gittes también que los anteojos no son de Mulwray, ya que no usaba lentes bifocales.
Gittes se dispone a ayudar a Evelyn y a su hija para que huyan a México. Y en una nueva entrevista con Cross, Gittes confirma que las gafas bifocales que se encontraron en el estanque son suyas y que fue él quien asesinó a Mulwray. Cross hace que su matón Mulvihill le quite los bifocales a Gittes a punta de pistola. Amenazado, Gittes se ve obligada a llevarlos a Chinatown, donde Evelyn lo está esperando.
La policía ya está allí y detiene a Gittes. Cuando Cross se acerca a Katherine, identificándose como su abuelo, Evelyn le dispara en el brazo, y conduce el coche llevándose a toda prisa de allí a su hija, no sin avisar antes a Gittes de que la policía también está comprada por su padre. Abren fuego contra ella, y Katherine grita desesperada, ya que una bala ha acabado con la vida de Evelyn. Cross se lleva a su nieta Katherine.
Y Escobar ordena liberar a Gittes. Uno de sus empleados lo aleja del dramático escenario y le dice "olvídalo Jake, es Chinatown".
La frenética dignidad de una irrepetible y bellísima Faye Dunaway,
erótica por todos los poros, se calza el número justo al reservarnos
este último clímax con suspense y venganza final, ¡fallida!, a lo largo
del asfalto contaminado y sucio de Chinatown.
El film de Polanski posee todos los apetecibles excesos del género negro que tanto amamos. Puede ser descarnada y angustiosa, y tan corrosiva como simpática. Una pirueta inteligente y enloquecida entre detectives privados, capitostes corruptos y policías incrédulos. Un laberinto incestuoso que acaba irremediablemente entre arenas movedizas. Una auténtica obra de arte de la década de los 70. Y eso es lo único que cuenta.
Es cine negro. Negro a rabiar. Pero es áurea y de platino. Sus colores se combinan milagrosamente
entre seres que, pese a que se atrevan a acercarse a la luz diurna,
mantienen una persistente sensación física siempre en la sombra. La
fascinante sensualidad de la pareja protagonista se convierte en un
juego de misteriosos recursos intelectuales, que penetran en la casa del
espíritu valiéndose de los pliegues de la conciencia y de los velos de
la ironía.