[Nacida en Boulogne-Billancourt, Francia, el 3 de abril de 1945- Fallecida en Roma el 17 de abril de 2022 a la edad de 77 años]
Adiós a CATHERINE SPAAK, el inolvidable prototipo juvenil de atraccción contagiosa a ritmo de "Twist" y "Nouvelle-Vague"
Hasta en el romanticismo exasperado y literario no faltan las resonanacias del melodrama más reprochado por los críticos. Y para superar los esquemas narrativos de esa tentación romántica es harto difícil innovar hasta donde se pueda el tradicional método determinante de las historias de amor. Y así hay que afinar, pues, la investigación del sentimiento erótico para captar la realidad en una complejidad persuasiva que pueda llegar a emocionarnos. A fin de cuentas nos hallamos ante una herencia que ha sido fecunda en todas las etapas vividas por el ser humano y en sus obras (novela, teatro y finalmente cine) Y por eso, a pesar de cientos de altibajos, la atracción del deseo y la pasión también ha merecido casi siempre ser vista con gran ternura, y garantizar el género sin llegar, en lo que al Séptimo Arte se refiere, hasta el "cine de crueldad" situado en la tradición de Stroheim y Buñuel. Pero como el cine, además de ser arte, es también una industria, no puede dejar de orientarse hacia el jugoso negocio que lo convierte en un universo poético, donde se sintetiza y conjuga la presencia turbadora, ya que no rígida, del romance amoroso en cualquiera de sus facetas; y en especial cuando el fruto de la amoralidad va más allá de todo código moral. La escritora Marguerite Duras en su erótica novela "L'amant" ("El amante") lo llegó a llamar "el imposible sueño de los hombres casados". Y la fórmula siguió por tanto dando buenos resultados. No vamos a negar por tanto, y así lo celebramos, que el gran director español Mario Camus culmine en 1975 esta inolvidable película "Los pájaros de Baden-Baden", relato corto y homónimo del escritor Ignacio Aldecoa, valiéndose del protagonismo antiacadémico y versatil de la juvenil musa francesa Catherine Spaak, capaz de rehuir de modo perfecto un clima de inestabilidad y angustia (es modélico el travelling en el que la joven protagonista se refugia en un pilar de la verja de un jardín y llora lentamente por el suicidio del hombre al que había amado y abandonado), bajo el signo de chocante novedad que aportaba la "nouvelle vague", uno de los movimientos cinematográficos que hicieron correr más tinta y suscitar las más apasionadas discusiones de los críticos. Truffaut protestó, y con razón, de la abrumadora dominante del pasado cine francés, añadiendo que era un cine de guionistas más que de realizadores. Por eso, en su culto a la imagen, los críticos de Cahiers du Cinema -que fue el embrión de donde nació la "nueva ola" exaltaron a los primitivos americanos y defendieron con furor aquel cine "anti-intelectual".
En la capital madrileña el tórrido verano es seguido por el trastorno que causan los inconvenientes de cierta soledad y hastío. Elisa (Catherine Spaak), una atractiva joven de familia acomodada que veranea lejos de Madrid, aprovecha la calma de que la provee la ausencia de sus padres y de gran parte de la ciudadanía, más consustancial con su carácter individualista y poco dado a reuniones festivas con compañeros de su edad. La ciudad semi desierta invita al paseo lentamente, y le permite aprovechar el calor veraniego en su propio beneficio, a fin de preparar la tesis doctoral de la carrera universitaria que ha emprendido. Ricardo (Carlos Larrañaga) un admirador ligón casado y ahora gracias al verano de Rodríguez en la capital, pasa por una terraza vacía de clientes y ve a Elisa sentada estudiano o escribiendo, completamente sola: (Ricardo) "Pero,
Elisa, muchacha ¿qué haces aquí? ¿Quieres estar sola? Si no llego a pasar por
casualidad, ni me entero que estás en Madrid. Yo creí que estabais fuera. ¿Y
cómo te encuentras, aparte de guapa como siempre?" (Elisa) "Muy bien. ¿Y Mariquina y los
niños?"... "¡Huy, pasándolo bomba en la playa! Cuéntame, ¿qué haces tú aquí en Madrid. La
última vez que estuviste en casa nos hablaste muy entusiasmada de un muchacho.
A lo mejor va a venir y yo lo único que hago es estorbarte, ¿no?" (Elisa niega) (Ricardo se alegra) "Entonces me
quedo. Tomaré una cerveza contigo porque me ha hecho mucha ilusión encontrarte.
Porque estoy seguro de que tú, pese a saber que yo estoy aquí, no me hubieras
llamado,... confiésalo no me hubieras llamado" (Al camarero) "Dos cervezas muy frías" (Elisa) "Posiblemente no. Es que estoy trabajando en un libro. Mis padres se han marchado ya y quiero
terminarlo pronto para pasar unos días con ellos"... "¿Una novela?"... "No, ¡qué va! Es
una ampliación de mi tesis sobre la educación, bastante pesado, aburrido"... "¿Y
vienes aquí todos los días?" "No, he venido por casualidad"..."Como yo... Estoy harto
del club, no hay más que hombres aburridos. Me paso la mañana en el ministerio
y después doy vueltas por ahí, como un perro sin amo"
Elisa acude a visitar a su tío David (Andrés Mejuto), un maduro homosexual que disfruta de su piscina en compañia de algunos jóvenes. También goza de una buena posición social, pero no se trata con su hermana, la madre de Elisa. "Hola tío" "Hola, ¿cómo estás. Ya sé lo que ha
pasado tus padres se han tomado sus vacaciones y te han dejado en Madrid, de otra
manera eras capaz de pasar años sin venir a verme"... "Pero no te enfadas, ¿verdad?"..."Antes de que tú nacieras, yo ya no me
hablaba con mi hermana. Imagínate si te comprendo. Pero bueno, ¿qué haces en
Madrid con este calor? No no me digas nada. Me divierte adivinarlo ¿Tomas un
Martini seco conmigo? ¿O prefieres otra cosa?" "Lo mismo que tomes tú"... "Ya sé
para que estás aquí, para vigilar a Fernando (Alejandro de Enciso) "Seguro"... "Segurísimo" (Ríe Elisa) "Hace
días que no lo veo y no nos dedicamos a vigilarnos"... "Entonces huyes de tus padres"...
"No, yo los aguanto muy bien" (David bromea) "Creo que ya sé para que te has quedado" (Elisa) "Dímelo" "Para
pasar el verano con el terrible tío David, ¿eh?"... "¡No no!"...
Elisa prepara su libro en la tranquilidad de la biblioteca pública, cuando inesperadamente aparece su prometido, una especie de "play boy" pretencioso y voluble: "¿Pensabas que no me ibas a ver más?" (Bromea Fernando) "Te conozco
muy bien; escúchame, yo venía a buscarte para ir a un cine o a una piscinia, pero
me encontré a Goyo ¿Te acuerdas de Goyo? Es que nos han invitado en una finca cerca
de Aranjuez,... es un asunto de negocios Una manera segura de invertir en nuestra
sociedad" (Elisa) "¿Y qué piensas hacer?"... "Irme con él dentro de un rato"... "¿Y has venido aquí
para decirme esas tonterías?"... "No empieces a ponerte pesada. Si quieres puedes
pasarte por la finca mañana por la mañana y estamos dos o tres días juntos"...
(Elisa casi no le presta atención) "Tengo que trabajar"... "¿Por qué no acabas de una vez con ese rollo que estás haciendo?" (Se queja Fernando)
(Elisa) "Porque me gusta"... "Está bien. Cuando vuelva me llamas o te llamo. A lo mejor te propongo otro plan que te vaya
mejor"... "Llámame tú cuando llegues"... "Escúchame Elisa, si piensas que me vas a
arruinar el verano ves quitándotelo de la cabeza" (La tirantez que existe en sus relaciones de pareja se hace cada vez más patente) ..."¿Quién ha dicho eso?"... "No lo has dicho, pero por si acaso, ya te
conozco. ¿Vas a venir?"... "No, llámame tú cuando vuelvas?"... "Está bien pero sin enfados"... (Elisa afirma aburrida) "Sí, sin enfados"... Fernando se va de la bilioteca con su amigo, dejándola enfrascada en su trabajo literario.
Para ilustrar con representaciones pictóricas su trabajo
literario, aconsejada por un profesor de la Universidad, Elisa acude a casa de un fotógrafo. Contrata a Pablo (Frédéric de Pasquale), un hombre maduro, separado, algo bohemio, tan solitario como huraño, que vive con su hijo Andrés (José Luis Alonso),
de unos doce años, en una pequeña casa ajardinada del Madrid alejado
del centro urbano. Sus fotografías ayudarán a ilustrar el libro que, una vez acabado, le será publicado. Cuando llega en su coche, busca la casa. En uno de los jardines uno niños juegan a remojarse y cuando Elisa se acerca le mojan el vestido. Llega a la casa que está buscando, llama pero nadie le contesta. En seguida, por el lado trasero, aparece un hombre atractivo: "¿A quién
busca?... "Venía buscando a un fotografo que se llama Pablo Algorta. Me dio sus
señas el profesor Salas"... "Sí sí, me llamó Salas. Venga por aqui"... (Elisa ojea
el libro de Pio Baroja "Los amores tardios" (Pablo pregunta) "¿Qué le ha pasado?"... La joven sonríe) "Unos niños me mojaron el vestido... Estoy haciendo un trabajo, un
libro"... "Salas me lo ha dicho"... "Bueno ya .lo sabe todo me imagino"... "¿Qué
licenciatura tiene ¿pedagogía? Pero no la ha terminado ahora, ¿verdad?"... "No, la terminé hace ya bastante tiempo. Me
faltaba una tesis. Salas fue quien me animó. Piensa que mi trabajo tiene
suficiente interés como para ser publicado por un editor. Quiero incluir una
serie de fotos en el libro y por eso estoy aquí"... "¿Se ha enfadado?"... "No, en
absoluto"... (Pablo le explica) "Yo hice la licenciatura de románicas, hace bastantes más años, fue
cuando conocí a Salas"... "Me dijo que usted tenía lo que yo necesitaba"... "Si sí, le
he preparado una serie de fotos. Son contactos sin ampliar" (Pablo enciende una luz) "Tiene que mirarlos con una lupa... Es así Mire. Marque con una cruz aquellos que
le gusten, yo tengo numerados los negativos Le haré las ampliaciones que
necesite, no hay problema"... "Bien los escogeré con calma y le avisaré". (El fotografo le ofrece
la lupa) "Llévesela, ya me la devolverá cuando me devuelva los negativos"...
"Puedo comprarme una. No se preocupe".... "No, no me preocupo. Cada foto que publique
le costará quinientas pesetas".... "Bien"... "Espero sus noticias señorita, hasta pronto"
Elisa atraída por la lectura del fotógrafo se dirige a una librería y busca el
libro de Baroja. Pablo se entretiene montando un barco en el interior de una
botella. En su domicilio, Elisa lee con gran interés el libro "Los amores tardíos".
Aquel encuentro con Pablo ha suscitado un gran interés en ambos, como si cada
uno de ellos en sus domicilios sintieran que ha sido importante y atrayente la circunstancia que los ha llevado a conocerse. Elisa empieza a marcar las fotos.
A la
mañana siguiente acude de nuevo al dimicilio de Pablo. Nadie le abre y se
dirige hacia el lado trasero de la casa como en el día anterior. Por fin aparece un niño de unos doce años, Andrés, hijo de Pablo) "¡Hola!"..."¡Hola!"... "Es usted la
de las fotos, ¿no?" (Elisa afirma) "Me dijo papá que iba a venir"..."Aquí las tengo"... "¿Son
muchas?" "Veinte o veinticinco. Toma"... "¿Quiere ampliación de todas?... "Sí, por ahora sí, luego yo misma haré otra selección"... "Las tendrá
en seguida. Creo"... "Volveré a por ellas
¿Cómo te llamas?"... "Andrés"... "Bien Andrés di
a tu padre que volveré dentro de dos o tres días"... "Me dijo que eran a quinientas
pesetas" (Elisa sonríe) "Ya lo sé... Adiós Andrés"...
"Adiós Elisa" (El niño la saluda desde el jardín, mientras Elisa cierra la verja).
Elisa, en una cena veraniega con Ricardo, coincide con Pablo y su hijo. Ricardo, que aprovecha todas las posibilidades de intimar hasta da por sentado de que siendo el verano la época más propicia, podrían llegar a enamorarse. E incluso insiste en que le volvería loco tener una aventura amorosa con ella. Elisa responde divertida que le va bien su relación con Fernando, que no le importa estar sola en casa, y que se entretiene mucho con el trabajo literario que está realizando. Y que le gusta charlar con él sin necesidad de más complicaciones. Ricardo, comprendiendo que está perdiendo el tiempo con Elisa, es el típico Rodríguez que aprovecha todas las posibilidades de intimar con alguna desconocida, y para salir con otra miente a la joven, fingiendo que acaba de ver a un amigo y no quiere que se le escape.
Elisa intuye la mentira de Ricardo pero sonríe divertida. "Ve a hacer compañía a tu amigo y no te preocupes por mí"
Y cuando Elisa se dispone a volver sola, Pablo
la espera en el exterior. Y al entrar en su coche, el fotógrafo la
llama golpeando el cristal: "Creí que se había marchado..." "No sólo
estaba a punto"... "Únicamente quería hablar con usted un momento"... "Bueno..."
(Elisa sale del coche)... "Mi hijo la ha conocido"... "Estuve con él esta
mañana"... "Me lo ha dicho. Le recordó lo del dinero, parece como si
desconfiáramos de usted"... "No tiene importancia"... "Él obedecía órdenes.
Pensándolo bien creo que el precio es excesivo"... "No entiendo mucho pero
me parece normal"... "Bueno"... "He de ser sincero, la he visto sola y he
pensado que cuando yo llegue a casa estaré solo también. En verano con
este calor, tarda uno en dormir, así que quería proponerle
que tomáramos unas copas juntos y charlásemos ¿Qué me dice?"... "No, no
puedo"... "Por lo menos lo he intentado" (Elisa vuelve al interior del coche.
Pero cambia de opinión) "Está bien Tomaremos una copa. Yo voy a casa un
momento y dentro de un rato frente al Estadio. ¿De acuerdo?"... "Adiós Elisa"...
(Pablo) "Antes le mentí al decirle que mi hijo la vio primero. No es cierto fui yo. Conozco al que estaba con usted".... (Elisa) "Es tonto que nos tratemos de usted. Es una tontería"... "¿Qué?"... "Que nos tratemos de usted".... (Elisa le pregunta) "¿Conoces a Ricardo?"... "Sí. Es un estúpido importante o un importante estúpido, como se quiera. No lo tome a mal. Quizás lo conozco mejor que usted"... "Que tú" (Le sigue proponiendo Elisa)..."Ah, qué tú"... "El otro día en tu casa me fijé en el libro que estabas leyendo"... "Ah, ¿sí?..." "Sí, es el mismo que estoy leyendo yo. Una casualidad"... "Cuál era, llevo una racha que es una barbaridad"... "Los amores tardíos" de Baroja..." "Ah, ya. Las mujeres salen malparadas en esa historia".... "No lo he terminado todavía"... "Ya lo verás"... (Elisa se interesa) "¿Qué haces además de las fotos" ... "Nada" (Responde Pablo tajantemente) "Hablo en serio. ¿Quieres saber todo sobre mí?... "Sí"... "De acuerdo. Espera"... (Pablo va a por dos copas más. Y luego, ante la extrañeza de Elisa, se dirige al pianista para que toque otra melodía) "Había que poner música adecuada. A la salud del viejo profesor Salas, a quien sin duda alguna debemos esta noche. Verás Elisa. Mi padre fue capitán de la marina mercante e intentó por todos los medios que yo lo fuese también. Pero desde muy pequeño yo tenía manías de grandeza. Sí, no quería saber nada de la mar. Entonces estudié filosofía y Letras, luego fui profesor actor, lector, viajero a través de Europa, escritor periodista y marido,... otra vez fotógrafo y periodista, otra vez marido, después autor de letras de canciones, padre y empleado de una agencia de publicidad. Te juro que todo lo he querido hacer bien y todo me ha salido mal. Cuando pienso en la razón, creo que está en la profecía de mi padre: "En tierra no darás más que tropezones", me dijo, y así han ido siempre las cosas para mí"... "¿Y ahora?"... "Ahora estoy mejor, antes luchaba pensaba que donde cualquier cretino podía triunfar yo me estaba quemando. En este momento estoy bastante satisfecho con mi vida. O es que ya no siento nada. Eso es estar bien"... "Las fotos que me dejaste"... "Qué pasa"... "Son muy buenas"... "Pues claro que sí" (Sonríe Pablo) "Mírame. Yo te gusto" (Pregunta a Elisa) "No, no, mírame ¿Te gusto?..." (Elisa afirma) "Si"... "Deberias meterte en casa y no salir a la calle"... "Por qué"... "La sinceridad es un insulto"... "¿Qué estas haciendo este verano?"... "Este verano voy a dedicarme a la construccción. Eso da más dinero. No, mujer, no. Es una broma De momento lo tengo todo solucionado. Tendré que empezar a pensar a partir del mes de octubre. De momento estoy bien" "¿Por qué no me preguntas si me gustas tú a mí? Es comprometido, ¿eh?..." (Elisa sonríe pero no pregunta) "Bien, bebamos y dejemos escapar la noche sin matarla ¿de acuerdo?"... (Pasean juntos en la oscuridad de la noche)
Elisa vuelve a su vida acomodada, con Fernando e incluso acepta nueva cita con el mujeriego y farsante Ricardo, pero no puede dejar de pensar en Pablo. Vuelve de nuevo a verle para recoger las fotografías, Pero la atracción que empieza a sentir por él la desasosiega durante la calurosa soledad de sus noches posteriores. Y también en Pablo este encuentro se convertirá en una auténtica pasión. Desde su ventana, Elisa observa la voluptuosidad nocturna de una pareja enamorada, visión que motivará ya definitivamente su deseo de volver a encontrarse con Pablo y acudir hasta él para entregarse por completo.
Tras esa noche, Elisa se mostrará decidida a compartir el largo verano con su amante y el pequeño Andrés. Tal decisión propiciará momentos de gran felicidad compartida entre los tres, ya que Elisa se instala en casa de Pablo
donde se creará un ambiente casi hogareño que la joven estudiante
saboreará intensamente feliz, olvidando su casa y su tesis
universitaria. Y para Pablo contar con el amor de Elisa se significa como una auténtica historia pasional que ha concedido a su
mundo de soledad un nuevo proyecto de vida.
Elisa, cada vez más enamorada de Pablo, se cita con el profesor Salas en Toledo para hablar de su relación, y también visita a su tío David haciéndole confidente de la gran pasión que Pablo ha despertado en ella. Se desentiende así de su mundo acomodado y de su presuntuoso prometido Fernando. La pareja y el pequeño Andrés comparten aficiones, acuden juntos a sesiones cinematográficas. Ven la película "Capitanes intrépidos" ("Captains Courageous") con la que Andrés se identifica felizmente. E incluso hacen una escapada a la montaña donde vive un gran amigo de Pablo, Vicente (Antonio Iranzo), también algo huraño, pero simpático, que vive en soledad lejos del ambiente urbano madrileño que odia. El lugar es paradisíaco con un gran río donde todos ellos se bañan rehuyendo el intenso calor veraniego. Vicente comprende la gran atracción que Elisa ejerce sobre su amigo, les invita a quedarse en su pequeña finca a pasar unos días, pero Elisa prefiere volver a Madrid.
Una vez en Madrid, la armonía conseguida en casa continua, aunque Pablo bebe demasiado y Elisa debe incluso ayudarlo en sus borracheras. Andrés teme que el verano llegue a su fin y que Elisa acabe por marcharse, por ello le pregunta si de verdad se va a quedar en casa con ellos para siempre. Elisa interiormente deseaería seguir compartiendo la vida doméstica de ese maravilloso verano, pero sabe que no va a ser posible. Sus padres volverán y ella debe reemprender sus estudios y su libro sobre la educación infantil. No se atreve a dar una respuesta afirmativa a Andrés. También Pablo teme que Elisa los abandone aunque ella se aferra al amor que siente por él, como deseando que el verano que han pasado juntos no acabe nunca.
Una noche, Elisa decide presentar a Pablo a su tío David. Ambos son invitados a su gran finca veraniega. El ambiente de lujo y desprecocupada comodidad adinerada de los invitados, desagrada profundamente a Pablo. También se halla allí el eterno ligón Ricardo. Pablo decide marcharse y se lo dice a Elisa que no comprende su actitud. Ambos discuten, y Pablo insiste en que el ambiente le desagrada y especialmente su tío David, al que trata de nombrar con el apelativo de su sexualidad invertida y Elisa exige de él que no lo insulte. No obstante, ella decide marcharse con él. Cuando se hallan en el interior del coche, inesperadamente, Fernando se presenta en casa de David. Discute con Elisa, que lo ha dejado por un simple fotógrafo, y tiene lugar una desagradable pelea entre Fernando y Pablo. Luego, dándose cuenta de que aquel ambiente es lo que menos desea compartir con Elisa, se aleja de la finca. Ya no volverán a encontrarse más.
Tras la noche del incidente en casa de su tío David, Elisa vuelve a su soledad en la ciudad bajo el calor veraniego, lejos ahora de los días felices pasados junto a Pablo y Andrés. No se han vuelto a ver, aunque ella no puede olvidar los momentos de amor transcurridos. En casa de Pablo, el pequeño Andrés observa la desesperación y desidia de su padre, ya que los días transcurridos, desde que Elisa
ha desaparecido de sus vidas, le resultan insufribles. Incluso padre e
hijo se enfrentan una noche en que regresa tarde a casa. Una mañana,
desde su ventana, Elisa ve a Andrés que la está observando desde el fondo de la calle como reprochándole que no haya vuelto junto a él y su padre. Elisa corre hacia la calle, pero Andrés desaparece.
La madre de Andrés veranea en Ibiza. Y Pablo envía a su hijo para que pase allí, en su compañía, una parte de sus vacaciones escolares. Andrés no se halla completamente decidido a dejar a su padre, y en el momento de decidir tomar el avión, vuelve hacia él y le pregunta si quiere que se quede en Madrid. Pablo rechaza la oferta del niño, y se despide de él, indicándole que estará bien, aunque ahora se halle solo.
Madrid
vuelve a recobrar el tráfico que el verano había reducido en la ciudad
con el regreso de las vacaciones de gran parte de su población. Y vuelven los padres de Elisa,
y mientras la joven escucha las quejas absurdas de su madre por el
bullicioso y vulgar gentío que ha tenido que aguantar en la población
donde poseen su casa de verano, Elisa, no deja de rememorar en sus pensamientos la casa y los días de su relación con Pablo. Luego se reúne con las
insoportables amigas de buena sociedad que dan rienda suelta a sus
conversaciones triviales, sus ligues veraniegos y cotilleos aburridos.
Cuando la ciudad se recobra del ardiente verano, Elisa se halla dispuesta a volver a reencontrarse con Pablo y Andrés. Y telefonea repetidamente sin recibir nunca contestación a sus llamadas.
Elisa, finalmente, decide llegarse de nuevo hasta la casa veraniega donde pasó momentos felices con Pablo y su hijo. Cuando llega hasta la casa se dirige hacia el estudio donde Pablo la recibiera la primera vez.
En el suelo, entre la hojarasca, se halla tirado el barco que Pablo montaba con tanto interés en el interior de una botella, ahora rota también. Elisa se muestra extrañada.
Una vez en la puerta del estudio pregunta por Pablo. Allí se encuentra con su esposa recogiendo libros de su marido. Y a la pregunta de Elisa
responde: "¿No lo sabe? Pablo se ha matado la semana anterior". Elisa permanece en shock y vuelve hacia atrás sin poder creer lo que acaba de escuchar. Sollozando, sale al jardín donde Pablo y ella se conocieron.
El pequeño
Andrés abre una puerta, y cuando Elisa se dirige hacia él, el niño cierra con despecho.
Y se detiene
junto al pilar de la verja de un jardín, sin dejar de sollozar amargamente.
Mario Camus logra ejercer en el espectador tan gran fascinación por la exquisitez de su romántica historia de amor que alcanza ya su definitiva madurez expresiva. Aborda el tema tabú del erotismo en un período difícil para el cine español, ofreciéndonos un extraordinario retrato reverenciador de la más atrayente de las pasiones amorosas, valiéndose de una narrativa modélica capaz de competir con las audacias del mejor cine europeo de la década de los 70. Y nos regala a una Catherine Spaak refulgente, seductora y más bella que nunca. ¡Memorable!
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