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martes, 24 de mayo de 2022

GRETA GARBO: "mito, espionaje y amour fou en "Mata-Hari"


[Greta Lovisa Gustafsson, Stockholm, Sweden, 18 de Septiembre de 1905-New York City, EE.UU., el 15 April de 1990 de neumonía y fallo renal a la edad de 84 años]
 


GRETA GARBO fue una esfinge, sí, pero llena de vida, dividida entre los deseos más apasionados y los transportes extáticos de una estrella refractada por cristales de hielo. Extraña, casi furtiva y tan sólidamente orgullosa como fascinante. Se materializaba en la pantalla con una sugestión irónica pero tan deseable como para contribuir a recargar cualquier atmósfera por la que ella respirase de espectacular leyenda.




No obstante, tras coincidir casi en el tema de "Mata-Hari", de 1932, con la "Dishonored" ("Fatalidad"), que el año anterior, 1931, interpretó Marlene Dietrich, dirigida naturalmente por su mentor Josef Von Sternberg, jamás hubo en ella casi nada de esa frescura descocada que la Dietrich repartía a diestro y siniestro.
 

                                         Mauritz Stiller





Hay que añadir a Mauritz Stiller, (Helsinki, 1883 - Estocolmo, 1928) {director cinematográfico, uno de los más representativos del cine nórdico a lo largo de las primeras décadas del siglo XX}. Stiller Fue uno de los pilares de la cinematografía sueca junto a Victor Sjöstrom, con quien colaboró estrechamente, y dejó huella en el Hollywood de los años veinte} él mérito de haber descubierto a la actriz Greta Lovisa Gustafsson, muchacha de origen humilde que, empleada en los grandes almacenes P.U.B de Estocolmo, había debutado en el cine como modelo de algunas películas publicitarias de la empresa (en la primera de las cuales, por cierto, figuraba como prototipo negativo de cómo no debe vestir una mujer elegante). Stiller le confió un papel importante en su película "Gösta Berlings Saga" ("La leyenda de Gosta Berling"), 1924, y se convirtió en su mentor artístico, bajo cuyo consejo eligió también para la debutante el seudónimo con que se hizo más tarde célebre:  Garbo (extraído del idioma español) . La prometedora actriz sueca recién descubierta habría de ser la primera de las muchas "nórdicas famosas" que Hollywood raptó con singular perseverancia a Suecia: Ingrid Bergman, Viveca Lindfors, Signe Hasso, Mai Zetterling, Marta Toren, May Britt y por último Anita Ekberg


Mucho se ha escrito sobre las turbulentas relaciones sentimentales entre la Garbo y Stiller, y en estos cotilleos hay episodios para todos los gustos. Cuando, tras la crisis del cine sueco, debido a la fuerte competencia norteamericana y alemana y a la depresión económico nacional, el otro grande del cine Victor Sjöström marchó a Hollywood en 1923 contratado por Metro Goldwyn Mayer, la gran Productora no tardaría tampoco en requerir también los servicio de Stiller. Éste desembarcó en Estados Unidos acompañado por Greta Garbo en 1925, pero como era de dominio público que no estaban casados, los ejecutivos de la Metro tuvieron buen cuidado en alojarles en residencias separadas. Stiller fue quien peor lo pasó en Hollywood puesto que tuvo que forcejear duramente con los directores de la Metro para que también aceptasen contratar a aquella larguirucha actriz escandinava en cuyo porvenir artístico no creían.
 
 
La famosa escuela sueca creada por Sjöström y Stiller tuvo discípulos aprovechados como John Brunius, Runne Carlsten, Ivan Hedquist y Gustav Molander. Hollywood supo sacar provecho de la bancarrota de aquella cinematografía importando a los pilares de la escuela, aunque la verdad es que, aparte de la excepcional carrera de la Garbo, ninguno de los dos realizadores llegó a crear una obra de interés en la Meca del Cine estadounidense. La excepción más famosa, hoy recordada casi como una obra maestra, fue "The Wind" ("El viento"), 1928, de Sjöström, canto del cisne de una carrera ejemplar y fecunda en su Suecia natal, con una interpretación sublime de la gran actriz del cine mudo Lillian Gish, y coprotagonizada por  el actor sueco Lars Hanson, Montagu Love, y Dorothy Cumming. Y que, no obstante, fue uno de los más grandes fracasos comerciales de la Metro.







Toda la potencia industrial de Hollywood y de Erich Pomer (20 de julio, 1889 - 8 de mayo, 1966), productor y ejecutivo alemán ya afianzado también en Estados Unidos, y que para el rodaje del drama bélico "Hotel Imperial", 1926, hizo levantar un enorme complejo de ocho habitaciones y proporcionó a Stiller varias cámaras para que funcionaran simultaneamente, no sirvieron más que para demostrar que el alma de los poetas como Stiller se acomodaban mal en los métodos súper industrializados de la producción de Hollywood. La película tampoco tuvo buena carrera comercial pese a estar interpretada por otra diva de la época, mimada por la Meca del Cine y el público, la hoy olvidada Pola Negri, junto a  James Hall, George Siegmann, y Max Davidson.

 
Y así, también, por desgracia, tras el rodaje y estreno comercial fracasado de "The Wind", el gran Victor Sjöström anduvo a partir de entonces dando penosos traspiés y pasos en falso, sin nuevos proyectos, por los inmensos estudios de la Metro. Stiller falleció en Estocolmo, adonde había vuelto, de una grave pleuritis el 18 de noviembre de 1928 con 45 años de edad. Pero aún estuvo a tiempo de ver cómo su criatura, la joven Garbo, ascendía hasta situarse como un astro solitario en el duro y exigente firmamento de Hollywood. La actriz se había refugiado en una especie de enigmática soledad anatematizada con el estigma -real o supuesta- de una frigidez sexual que se había empezado a tejer en torno a su figura. Pero lo cierto es que la Garbo llenó con su etapa americana (desde 1926 hasta 1940) toda una era del cine romántico de Hollywood. Muchos críticos no han acabado de ponerse de acuerdo en si la Garbo era realmente una gran actriz o, simplemente, un caso monstruoso de fotogenia. Sea como fuere, esta prodigiosa encarnación de uno de los más perdurables espasmos del Romanticismo cinematográfico del siglo XX creó, en torno a ella, un mito universal al que sólo consiguió hacer sombra otra estrella europea, enfrentándose en la rivalidad de los públicos el provocativo erotismo carnal de Marlene Dietrich (fichada por Paramount) al etéreo misticismo erótico de la divina Greta Garbo (Metro) 


En esta etapa muda intervino en "The Temptress" ("La tierra de todos"), 1926,  de Fred Niblo, con Antonio Moreno, Marc McDermott, y Lionel Barrymore. Y ese mismo año en "The Flesh and the Devil" ("El demonio y la carne"), de Clarence Brown, con John Gilbert (el galán que más la cortejó y a quien Garbo dejó plantado ante el altar), Lars Hanson, y William Orlamond. El film se convirtió en uno de los más populares de su carrera en el silent, interpretando a una mujer que provocaba una rivalidad amorosa de dos amigos y finalmente perecía en el hielo


 



Gracias a la Garbo, Louis B Mayer fue uno de los productores que mayor tajada sacó de la emigración de estrellas cinematográficas que habían alcanzado cierto renombre en Europa. Fue él también quien importó al director belga Jacques Feyder, que había recorrido los estudios de Viena, París y Berlín, y que se limitó a dirigir a la Garbo en "The Kiss" ("El beso"), en 1929, con Lew Ayres, Conrad Nagel, Holmes Herbert, y Anders Randolf. Y en seguida en la versión alemana de "Anna Christie", 1930, con  Theo Shall, Hans Junkermann, Salka Viertel, y Herman Bing. Feyder regreso luego a Francia definitivamente. No fue de extrañar su marcha de la Meca del Cine ya que los directores europeos, acostumbrados a una relativa libertad artística, encajaban mal en la complicada maquinaria comercial de Hollywood. 





Con la llegada del sonoro, en 1931, Greta Garbo vuelve a interpretar "Anna Christie", esta vez dirigida por Clarence Brown, y coprotagonizada por una magnífica Marie Dressler, además de Charles Bickford, y George F. Marion. Fue su primera nominación al Premio de la Academia. El público llenó las salas impaciente por escuchar por primera vez la voz y el acento inglés de la Garbo en esta su primera película sonora. 





También en 1931, junto al galán de moda Clark Gable, intervino en "Susan Lenox -"Her Fall and Rise"-), y en "Mata-Hari", de un desconocido George Fitzmaurice, junto a Ramón Novarro y Lionel Barrymore.  
 




"Grand Hotel", basada en una famosa novela de Vicki Baum, dirigida por Edmund Goulding, al año siguiente, La Garbo en un papel casi secundario de una bailarina que atraviesa un período de hastío, ligeramente satírico,  pronuncia por primera vez en la pantalla la que más adelante sería su frase favorita: "I want to be alone" -"Quiero estar sola"- El film contó además con la presencia estelar de John Barrymore, Lionel Barrymore, Wallace Beery, Lewis Stone y Joan Crawford.






En 1933, considerada por algunos críticos como su mejor interpretación hasta el momento confiere su gran personalidad un tanto ambigua al  personaje de  "Queen Christine" ("La Reina Cristina de Suecia"), dirigida por el gran Rouben Mamoulian, film de rodaje controvertido, lastrado por un John Gilbert en decadencia (cuya carrera llegaba a su fin por su escasa adecuación al cine sonoro), y cuya presencia en la película fue una exigencia de la Garbo en contra del actor elegido por Mamoulian, un recién llegado a Hollywood Laurence Olivier


"The Painted Veil" ("El velo pintado"), 1934, de Richard Boleslawski, con Herbert Marshall, George Brent, Warner Oland, y Jean Hersholt, y "María Walewska", 1937, de Clarence Brown, con Charles Boyer, Reginald Owen, Henry Stephenson y Alan Marshal, no fueron grandes triunfos, pero la Garbo se renovaba lo mejor posible de raíz, y su impecabilidad artística siguió siendo perfecta por paradójico que parezca.



 

Y en 1935, dirigida de nuevo por Clarence Brown interviene en una floja adaptación de la famosa novela de Lev Tolstoy "Anna Karenina", junto a Fredric March, Basil Rathbone, Maureen O'Sullivan, Reginald Owen y Freddie Bartholomew. Su interpretación, no obstante, fue nominada al Premio del New York Film Critics Circle.
 




 
 
Pese a todo, fue también una actriz capaz de rozar y dejar plena constancia de los momentos más magistrales que se recuerdan en la Meca del Cine. Y con los que soñaran más de un actor o una actriz cinematográfica. La Garbo los tuvo todos: atractiva, misteriosa, patética, triste, real, mágica, nostálgica, divertida y conmovedora hasta hacernos saltar las lágrimas. Y así lo demostró, dirigida en 1936 por George Cukor, en "Camille" ("Margarita Gautier"), junto a un juvenil Robert Taylor. Fue la más elegante y fascinante versión de la novela de Alejandro Dumas. La Garbo compuso una enferma de tuberculosis impecable, rayana en lo olímpico, asombrosamente moderna y entrañable. Y su papel se convirtió en un ejercicio interpretativo de extrema sensualidad, bien que ostensiblemente alejado de cualquier desenfreno típico de la época. Greta Garbo nos ofreció así una Margarita Gautier con un encanto milagroso, perfilado y absorvente, y de llorar de verdad, luciéndose a conciencia como jamás antes lo hiciera. Por ello "Camille", y su soledad para morir y desear vivir de nuevo, aunque tardíamente, en los brazos de su enamorado, convierten el film de Cukor en una obra maestra sublime.
 
 

{Greta Garbo obtuvo el Premio del Círculo de Críticos de Cine de New York y fue candidata al Oscar a la Mejor Actriz.}

 
El genial Ernst Lubitsch, la dirigió en 1939 en "Ninotchka", cuya peregrinación bolchevique de rusa totalmente atrabiliaria la lleva hasta el París de la vida alegre y lujosa.  
Y además llena de sombreros femeninos inverosímiles como el que deja alucinada a la clásica soviética, no pudiendo imaginar que mujer alguna se corone con semejante adefesio de modernidad parisina. Malgré tout la humorada estuvo fantásticamenrte servida. La Garbo convertida en la tovarich Ninotchka fue glacial, triste, beligerante y sin atractivo. Y el dibujo que llevaron a cabo Lubitsch y la Garbo de su conducta exageradamente eslava fue espléndido. Ninotchka por no ser asequible a lo escarceos del amor reprocha como conducta inmoral cualquier acercamiento masculino. Codifica el honor de la mujer con el provincianismo que la ha educado en su amada Rusia leninista. Y cuando el play boy de turno trata de denunciar su sistema vivencial comunista naturalmente choca con el muro de silencio de la muy bolchevique. Pero la  
Garbo, aunque parezca patética, oculta cierto fondo agridulce que saldrá definitivamente a flote cuando el mujeriego urbano convierte una comida en común en un cúmulo de chistes que Ninotchka oye como si no escuchara más que despropósitos hasta que el play boy, con su vena populista de don Juan acostumbrado a enamorar a todas las mujeres, acaba en el suelo tras una aparatosa caída de su silla. Y por fin la oculta capacidad de comunicación de la circunspecta rusa acaba entre carcajadas a lo pueblo llano. Greta Garbo tiene aquí una nueva ocasión para demostrar que su derrotero entre el mito y la inteligencia interpretativa casi siempre anduvo estimulado por grandes aciertos. "Ninotchka" se convierte así en un relato de humor absolutamente disfrutable. Un extraño híbrido de psicoanálisis y burla limpia y desopilante con la grandeza de una actriz única. Fue la penúltima película de Greta Garbo, ya que la gran sueca abandonaría la pantalla definitivamente tras su siguiente película "Two-Faced Woman" ("La mujer de las dos caras"), rodada en 1941 y dirigida de nuevo por George Cukor, con  Melvyn Douglas, Constance Bennett, Roland Young, y Robert Sterling. Fue muy mal recibida por la crítica, y el público rechazó la imagen de una Garbo que también podía dar la nota más frívola y voluptuosa en este nuevo film, cuya divertida interpretación pese a todo fue nominada al National Board of Review of Motion Pictures Best Acting Award. La mítica actriz consideró que ya había aguantado todo lo aguantable en la Productora Metro. Y quizás consideró que el nuevo rumbo tomado en la comedia cambiaba definitivamente la trayectoria de su mítica carrera artística. Lo cierto es que la Meca del Cine perdió a su gran estrella nórdica para siempre. La Garbo y su gran aplomo sueco seguiría, no obstante, una variopinta condición de marginación constantemente perseguida por periodistas y fotógrafos, y sorteó como pudo hasta el final de su vida su mejor guión: una existencia que se había alejado por fin de todas las neuras, represiones, despertares sexuales, primaveras y otoños vitales, y aprendizajes y capítulos artísticos que sazonaron su paso durante treinta años por la industria de Hollywood.
 




 










Así los valores que se componían y descomponían más y peor, o mejor en contadas ocasiones, frente al público que interpretaba a su gusto esa psicología aplicada, misteriosa, desasosegante, y muy mal comprendida a veces de la Garbo, pero que, rodeándola de un halo que quizás nunca fue totalmente de su agrado, fue el que la estilizó y encumbró hacia los niveles míticos más altos del viejo Hollywood .



"Mata-Hari", firmada por un director uncredited George Fitzmaurice, que quizás por eso ningún amante del Séptimo Arte ja logrado situarlo en el firmamento hollywoodense, recargó la leyenda de la Garbo, convirtiéndola, como en sus mejores tiempos del silent-movie, en una mantis religiosa que devoraba a ese mundo varonil, algo ridículo, que le prestaba su apoyo erótico

Ramon Novarro, protagonista masculino del film, el mítico y efébico "Ben-Hur" de 1925, el colosalista film rodado por Fred Niblo, y una de las joyas del cine mudo, era enfático, débil, irritante e inadecuado, pero, por ello mismo, resultaba presa fácil para las comehombres como la Garbo. Y entre el cúmulo de situaciones difícilmente salvables, era un típico y a veces necesario galán que, al igual que el infumable John Gilbert -fagocitado por el sonoro- dibujaban perfectamente las elegancias caballerosas de un tiempo sensualmente oscuro y absurdo, donde los hombres estaban perfectamente capacitados para cubrir las escenas de amor pasando de lo risiblemente poético hasta caer en lo humorísticamente vodevilesco. Greta Garbo, sin embargo, no logra humanizarse hasta el momento final en que tendrá que enfrentarse al pelotón de fusilamiento, conservando así su estatismo lujoso e inquietante.







Y el maduro militar que compone Lionel Barrymore, como militarista enamorado de la hermosa aventurera, se rige por el diseño habitual que hiciese furor en el género mudo. Se lo monta a su manera, es decir, "a lo Barrymore más desenfrenado", y se deja arrastrar sin el menor comedimiento frente a todos los delirios del espionaje puestos en solfa por la provocadora "soplona" en que se convierte la Garbo-Mata-Hari.
 

 

¡La danza de la Garbo probablemente, hoy, ya que no entonces, haría resaltar de colores vergonzantes a las danzarinas javanesas! Pero es un film curioso: vale la pena reírse de esa grotesca sociedad masculina que arrastró al mundo a la I Guerra Mundial. Y siendo Mata-Hari, a los ojos del siglo XXI, algo grotesca también, fue estupendo que se riera de todos. Se la cargaron, pero ella y la Garbo agravaron la atmósfera del esperpento bélico. ¡Ojalá hubiesen existido más Mata-Haris como ella! ¡El mundo macho se lo merecía con creces! Y nosotros siempre tendremos un ¡hurra!, con toda la admiración del mundo y el más mítico de los recuerdos, por Greta Garbo
 

                                                            ¡¡Sólo por ella, "La Divina"!! ¡"La Esfinge"!