Luchino Visconti crea su primera "ópera" (cinematográfica, se entiende). Es tan barroca como pasional. Un universo poético que rebasa todas las abominaciones folletinescas de las teatralizantes y gigantescas "obras cantadas". La agilidad narrativa de su cámara es prodigiosa. Una concepción del mundo tejida como siempre por las trampas infernales del más desenfrenado de los amores. Pero el revolucionario proyecto cinematográfico de Visconti, que bordea peligrosamente el ridículo (y sabe rehuir sus falsas premisas), es radicalmente nuevo. Acorde con el ambiente y el tema, en sus aspectos más epidérmicos, también la palaciega Venecia, en manos de este hombre culto y sensible, se convierte en una antología de musgo y piedra.
El desenfreno magistral, la belleza otoñal, de una Alida Valli inolvidable, más olímpica que la Garbo y la Dietrich, nos obliga a amarla con locura (ya lo hicimos en "The Third Man" ("El tercer hombre")
desde su primera aparición, enfebrecida y exquisita, en uno de los
palcos del teatro "La Fenice"; y, por supuesto, a perdonarle sus excesos
sucesivos, siempre en nombre de la más desatada de las pasiones
amorosas. Farley Granger,
como galán, no era el deseado, ya que Visconti no pudo contar con el actor
elegido que era Marlon Brando... ¡El color es irrefrenablemente lírico!
¡La estética Viscontiana nos estremece! Los diálogos escritos por Tennesse Williams un auténctico manjar de dioses. La versión original es absolutamente
necesaria.
Adaptación magistral de la novela homónima de Camillo Boito. Venecia año 1866. Guerra de unificación italo-austriaca con la anexión del Véneto y la mayor
parte de Friuli-Venezia Giulia, tras la confrontación bélica conocida por "Las siete semanas" entre Austria por un lado y Prusia e Italia por el otro. En el teatro de la ópera "La Fenice", durante una representación de "Il trovatore", la función es interrumpida por una bulliciosa reivindicación independentista de los
nacionalistas italianos contra las tropas ocupantes austriacas presentes en el
teatro. Una condesa italiana, Livia Serpieri, (Alida Valli) infelizmente casada con el
aristócrata Conde Serpieri (Heinz Moog), mayor que ella, altivo y acomodaticio con los austriacos, se halla presente durante la gran protesta. Un primo suyo, el marqués Roberto Ussoni (Massimo Girotti) ha organizado el conato de rebelión, y Livia trata de protegerlo.
Durante la
conmoción, un joven y apuesto oficial austriaco llamado Franz Mahler (Farley Granger),
es invitado a su palco, mientras Ussoni huye del teatro. Livia se siente inmediatamente atraída por él.
Muy pronto, el deseo de volver a encontrarse con el joven la arrastra a una relación amorosa secreta y pasional. Franz ha sido responsable, mediante su delación, de enviar al exilio a Roberto, por su comportamiento radical. Pero Livia, locamente enamorada de Franz, tiende a olvidar su gran afecto por Ussoni y por su causa nacionalista a la que siempre había apoyado, entregándose por completo a su desmedida aventura romántica con Mahler. Se ven en Venecia, recorren sus calles, y se suceden sus encuentros pasionales. Incluso acude en su busca hasta el mismo cuartel austriaco, mostrando su pasión por el joven Franz delante de sus compañeros.
Franz, a fin de alentar su deseo por él, comienza a no presentarse a sus
citas, y Livia se ve consumida por los celos y la desesperación. Acude a su cuartel en busca de noticias sobre él, a la espera de que sus compañeros puedan ayudarla.
La guerra finalmente
separa a los amantes, y el Conde Serpieri decide alejar a su esposa de la ciudad, y la lleva a su finca en el campo. Una noche, el joven Mahler aparece en la mansión rural y se desliza
hacia el dormitorio de Livia sorprendiéndola. Tras el encuentro pasional, le pide dinero para sobornar a los médicos
del ejército a fin de que lo mantengan fuera del campo de batalla, y no acabar siendo una víctima más de las que caen en el frente. Franz es ocultado por su amante en el granero de la casa. Finalmente, Livia que tan sólo ansía retenerlo a su lado, le entrega una gran cantidad de dinero que su primo Roberto le había confiado para comprar armamento con el que proveer a los
partisanos que luchan contra los austriacos.
La traición de Livia tiene consecuencias trágicas; los austriacos derrotan a los italianos, peor equipados que sus enemigos.
Franz ha huido con el dinero y Livia, alejada de Venecia, casi se vuelve loca por el hecho de que no puede ver a
Franz, pero se regocija cuando, finalmente, llega una carta suya. En la carta,
el joven Mahler, agradece a Livia el apoyo financiero que lo ayudó a mantenerse
alejado del frente, pero le aconseja que no lo busque.
Haciendo caso omiso de la advertencia de su enamorado, Livia, en su carruaje, se aleja enfebrecida en busca de su amante.
Cuando llega a la ciudad,
se dirige al apartamento que ella misma había alquilado para Franz. Lo que allí encuentra es a un cínico oportunista borracho, que ahora se desprecia a sí mismo, en compañía de una
joven prostituta. Y cuando Livia aparece en la casa, desesperada, acaba burlándose cruelmente de ella, riéndose de su pasión por él, que no la ha amado en ningún momento, y únicamente ha aceptado su entrega amorosa para abusar de su status social y de su dinero. Después de obligarla a sentarse y beber con la prostituta, humillándola, Franz la echa brutalmente de sus habitaciones.
Livia recorre las calles de la ciudad como una amarga sombra despechada. Venecia se muestra llena de soldados austriacos borrachos y
enamorados. Livia conserva entre sus manos la carta de Franz. Tras ella no queda ya nada, excepto la autodestrucción mutua. Al perder la cordura,
Livia se dirige al cuartel general del ejército enemigo, y allí entrega la
carta del desertor Mahler a un general, condenando así a su ex-amante por traición. Aunque el
General ve que Livia está actuando por desesperación, tras el abandono amoroso de que ha sido objeto, se ve obligado a obedecer.
Franz es detenido y de inmediato ejecutado por un pelotón de fusilamiento.
Livia, demencialmente, huye entre la penumbra de la noche, gritando el nombre de su
amante.
"El color se usaba como un medio de expresión, las tonalidades eran sugestivas, algunas veces inventadas. Alida Valli se reveló como una inolvidable Condesa Serpieri. La primera idea fue contratar a Ingrid Bergman y a Marlon Brando. Pero Rossellini no permitió que la Bergman hiciera el film, cosa que apenó profundamente a ésta. "Lux Film" no quiso a Marlon Brando, e insistió en que se contratara a Farley Granger. Con "Senso" alcancé lo que para mí era inimaginable: la cumbre de la fama. Cuando entraba en un estudio, en un teatro, o en cualquier lugar, los electricistas y los trabajadores guardaban silencio. Cuando "Senso" fue proyectada en el "Festival Cinematográfico de Venecia", la Administración decidió boicotearla. En ningún caso debía darse el premio a "Senso" porque tanto el director como el film eran comunistas. En Inglaterra, "Senso" se proyectó con el título de "The Wanton Countess", y en América no llegó a exhibirse, porque se pensó que el público no digeriría a un héroe que hacía que su amante le diera dinero"
[Alida Maria Laura von Altenburger, nacida en Pola, Reino de Italia, hoy Croacia, el 31 de mayo de 1921 -Fallecida en Roma, Italia, el 22 de abril de 2006 a la edad de 84 años]
Nacida en el seno de una familia aristocrática e intelectual, su padre fue Gino Altenburger, barón del Trentino, profesor de Filosofía y su madre fue Silvia Obrekar, pianista.
Sus
orígenes aristocráticos, no impidieron sus deseos de graduarse en el
"Centro Experimentale de Cinematografía" de Roma. En 1942, su
interpretación en la película "Piccolo mondo antico" de Mario Soldati le valió un premio
en el "Festival de Venecia".
Goffredo Alessandrini le ofreció el personaje principal de Kira en su adaptación de la novela de Ayn Rand "Noi vivi" ("Los que vivimos"), 1942, con Fosco Giachetti y Rossano Brazzi. Valli vería revalidada su carrera, alcanzando en este film, injustamente olvidado, una de sus mejores interpretaciones.
Se negó a
ser utilizada como propagandista del Fascio por el Gobierno de Mussolini
durante la "II Guerra Mundial". Abandonó el cine momentáneamente, y se
mantuvo en la sombra, ya que en muchas ocasiones estuvo a punto de ser
detenida.
Los films que la convierten en una de las más interesantes actrices del cine italiano de la década de los 40 habían sido, entre otros, la adaptación de la novela del Abbé Prévost "Manon Lescaut", 1940, de Carmine Gallone, con Vittorio de Sica y Lamberto Picasso. Ese mismo año siguieron "Taverna Rossa", de Max Neufeld, con André Mattoni. "L'ultima nemica", de Umberto Barbaro, con Fosco Giachetti. "Oltre l'amore", de Carmine Gallone, con Amedeo Nazzari. "Luce nelle tenebre", 1941, Mario Mattoli, de nuevo con Fosco Giachetti y Clara Calamai. Y del mismo director "Catene invisibili", 1942, con Carlo Ninchi.
"Le due orfanelle", 1942, de Carmine Gallone, con María Denis y Osvaldo Valenti. "T'amero sempre", 1943, de Mario Camerini, con Gino Cervi. "Il canto della vita", 1945, de nuevo dirigida por Gallone, con Carlo Ninchi y María Mercader. Y "Eugenia Grandet", 1946, según la novela de Honoré de Balzac, dirigida por Mario Soldati, con Giorgio De Lullo y Gualtiero Tumiati.
Llegó a Hollywood bajo contrato de David O. Selznick, sustituyendo a Greta Garbo, que se negó a volver a la pantalla, en "The Paradine Case" ("El proceso Paradine"), 1947, de Alfred Hitchcock, con Gregory Peck, Charles Laughton, Ethel Barrymore, Louis Jourdan, y Ann Todd. Alida Valli, en el papel de la asesina convicta Miss. Paradine erige un retrato ácido capaz de rehuir en todo momento la psicología del perdedor, y acaba irremediablemente arrebatando al espectador, a crear un auténtico impacto interpretativo, asumido con seductora turbiedad.
Carol Reed la
inmortalizaría en "The Third Man" ("El tercer hombre"), 1949, junto a Orson Welles, Joseph Cotten y Trevor Howard. Su personaje de la refugiada Anna Schmidt, reclamada por la delegación rusa en Viena, penetra en la turbia historia de contrabando posbélico ofrendando el fulgor perfecto de una belleza y de una sensibilidad romántica inolvidable. Alida Valli es un destello de ejemplar transparencia entre las brumas vienesas y las ruinas de la guerra, una conjunción interpretativa también fascinante entre guión, imágenes, fotografía y dirección de esta indiscutible obra maestra cinematográfica.
"Senso", 1953, de Luchino
Visconti, lujo, aventura, y sexo (Alida Valli
se enamoró de su ambiguo partenaire,
Farley Granger), convenientemente dosificado por uno de los más geniales
artífices de la cinematografía italiana, concedieron a esta actriz
versátil el más elegante y apasionado de los perfiles interpretativos, y
le abrieron las puertas de par en par hacia el ámbito de los valores
mitológicos, a través de los cuales su inconfundible mirada y su
fascinante presencia artística obtuvieron esa acepción universal de
"magna eternidad cinematográfica"
Alida Valli, entre otras muchas actrices
europeas, fue uno de nuestros más concretos soportes físicos del mito
cinematográfico nacido en este continente. No en vano quisimos seguir gozando de oros títulos que con ella siguen siendo cine de nuestra nostalgia, el cine de nuestra vida. "The White Tower" ("La montaña blanca"), 1950, de Ted Tetzlaff, junto a Glenn Ford, Claude Rains y Lloyd Bridges. "Walk Softly, Stranger" ("Despacio, forastero"), 1950, de Robert Stevenson, junto a Joseph Cotten y Paul Stewart. Y de nuevo en Italia, "Ultimo incontro" ("El último encuentro"), 1951, con Amedeo Nazzari y Jean-Pierre Aumont, "Il mondo le condanna" ("El mundo las condena"), 1953, ambas de Gianni Franciolini, junto a Amedeo Nazzari, Serge Reggiani y Franco Interlenghi.
"Il grido" ("El grito"), 1957, de Michelangelo Antonioni, junto Steve Cochran, Dorian Gray y Betsy Blair.
"Les bijoutiers du clair de lune" ("Los joyeros del claro de luna"), 1958, de Roger Vadim, con Stephen Boyd y Brigitte Bardot."Les yeux sans visage" ("Los ojos sin rostro"), 1960, de Georges Franju, con Pierre Brasseur.
Y la espectacular "Novecento" ("1900"), 1977, obra maestra de Bernardo Bertolucci, junto a Robert De Niro, Gérard Depardieu, Dominique Sanda, Laura Betti, Stefania Sandrelli, Burt Lancaster, Sterling Hayden y Donald Sutherland.
Hijo del acaudalado dueño de la concesionaria de automóviles "Willys-Overland". La crisis de 1929 arruinó a la familia, y como resultado de su retroceso financiero y la pérdida de su situación
social, ambos padres acabaron alcoholizados. Finalmente, el resto
de sus bienes fueron rematados para saldar sus deudas, y el padre usó el
último auto de su lote para llevar a su familia a Los Ángeles en mitad de la noche. Su madre, que quería que su hijo se convirtiera en bailarín, matriculó a Granger en "Ethel Meglin's", famosa academia de baile y drama donde dieron sus primeros pasos Judy Garland y Shirley Temple.
El agente de talentos Phil Gersh y Bob McIntyre, director de casting de la "Cia. Samuel Goldwyn" contactó a los padres de Granger y les pidió
llevarlo a su oficina para discutir sobre el posible papel de Damian,
un adolescente ruso, en la película "The North Star" ("La estrella del norte"), que iba a dirigir en 1943 el prestigioso Lewis Milestone, con los recién llegados Anne Baxter, Dana Andrews y el veterano Walter Huston. Papel que había rechazado Montgomery Clift. Hacer la película resultó ser un afortunado comienzo para la carrera de Granger, que para no confundirse con el actor británico Stewart Granger, le fue sugerido cambiar su nombre, a lo que el joven no accedió: "Me gustaba Farley Granger. Era el nombre de mi padre, y el de su abuelo". Su siguiente película fue "The Purple Heart" ("El corazón púrpura"), 1944, prestado a la "20th Century Fox", dirigido de nuevo por Milestone, y con Dana Andrews y Richard Conte.
Tras alistarse en la "Armada Norteamericana",
y sufrir de mareos crónicos, su carrera militar la pasó en tierra,
primero asignado a un club de hombres enrolados en Waikiki y luego en
una unidad comandada por el actor clásico Maurice Evans. Regresó a la vida civil y fue llamado a regresar a Hollywood para discutir sobre el film "Rope" ("La soga"), que iba a dirigir en 1948 Alfred Hitchcock. Granger conoció a Arthur Laurents, quien había escrito el guión de la película, basado en la obra "Rope's End", un relato ficticio del caso de asesinato de dos jóvenes homosexuales Leopold y Loeb. Laurents invitó al actor a pasar la noche con él. Ese encuentro resultó ser el comienzo de una relación amorosa que
duró aproximadamente un año y una frecuentemente tempestuosa amistad que
se extendió por décadas más allá de su ruptura. En "Rope", Farley Granger y el conocido uranista John Dall
interpretaban a una pareja homosexual que asesina a un compañero de
clase simplemente para demostrarse a sí mismos que son capaces de llevar
a cabo el crimen perfecto. Su antiguo profesor, interpretado por James Stewart,
se encargará de descubrir el absurdo delito cometido por sus fatuos
alumnos. La homosexualidad de los personajes fue encubierta aunque
fácilmente adivinable, y Granger expresó "lo que la película hubiera sido si (Hitchcock) la hubiese filmado normalmente, y si no hubiera tenido que preocuparse por la censura".
Filmó con Nicholas Ray "They Live by Night" ("Los amantes de la noche"), 1948, y con Anthony Mann "Side Street" ("Calle lateral"),1950, ambas emparejado con Cathy O'Donnell. Dos magníficas muestras del mejor cine negro norteamericano.
Luego vuelve a trabajar con Hitchcock en "Strangers on a Train" ("Extraños en un tren"), 1951, en el que Granger fue incluido como el tenista amateur y aspirante a político Guy Haines. Conoce en un tren al psicópata Bruno Anthony, interpretado por Robert Walker, quien le sugiere que intercambien asesinatos, con Bruno matando a la esposa y Guy liquidando al padre de Bruno. Al igual que en "Rope", había un subtexto homosexual en la relación de los dos hombres, aunque se rebajó el tono de la novela original de Patricia Highsmith.
Goldwin integró a Granger en "I Want You" ("No quiero decirte adiós"), 1951, dirigido por Mark Robson. Drama sobre el efecto que tenía la "Guerra de Corea" en una familia estadounidense que aún trataba de recuperarse de la "II Guerra Mundial". El guión, según Granger, "no sólo era aburrido, sino además
anticuado", pero le dio la oportunidad de trabajar de nuevo con Dana Andrews y la exquisita Dorothy McGuire, y Peggy Dow. La película resultó ser tan "tibia y pasada de moda" como temía Granger y, como fue
estrenada después que hubieran empezado las negociaciones para el alto
el fuego con Corea ya no era tema, por lo que murió en la taquilla.
Ansioso por trabajar con Vincente Minnelli, Granger aceptó de buen grado un papel opuesto a Leslie Caron y Ethel Barrymore en "Mademoiselle", uno de los tres sketchs en la película de "MGM" "The Story of Three Loves" ("Historia de tres amores"), de 1953. El productor de la cinta, Gottfried Reinhardt, también dirigió los otros dos segmentos, y recortó sin piedad "Mademoiselle" para dar a sus historias más tiempo en pantalla.
Descontento con la dirección que estaba tomando su carrera, Granger
buscó consuelo con su antigua amiga Shelley Winters, (a la que había acompañado el 31 de diciembre de 1950, a la tradicional gala de Nochevieja de Sam Spiegel). La Winters se había separado del italiano Vittorio Gassman,
y los dos amigos retomaron su relación amorosa, que luego culminó en
matrimonio. Su relación heterosexual era complicada. Pero Granger, obviando su pasada relación homosexual con Arthur Laurents, confesó que "con Shelley funcionaba" Incluso interpretaron juntos una intrascendental comedia "Behave Yourself!" ("¡Pórtate bien!"), 1951, dirigida por George Beck, según guión de Jerry Wald y Norman Krasna.
De regreso a los Estados
Unidos, Darryl F.Zanuck ofrece a Granger un contrato de dos películas: "The Girl in the Red Velvet Swing" ("La muchacha del trapecio rojo"), 1955, dirigida por Richard Fleischer, con Joan Collins y Ray Milland, en la que
interpretó al engreido magnate Harry KendallThaw, y "The Naked Street" ("La calle desnuda"), dirigida por el casi desconocido e irregular Maxwell Shane; un melodrama, según Granger, "sermoneador, trillado y vulgar", aunque agradeció
la oportunidad de trabajar con Anthony Quinn y Anne Bancroft.
En 1955, Granger se mudó a Nueva
York. Allí estudia con Bob Fosse en el "Neighborhood
Playhouse" y hace su debut en Broadway con "The Carefree Tree",
una obra de teatro con música basada en una antigua leyenda china. El elenco
incluía a Janice Rule, de la que se siente atraído, y con la que hace planes de boda. Pero el amor que sus personajes habían sentido
en el escenario en realidad no se había trasladado a la vida real, y los dos se
separaron, aunque siguieron siendo amigos hasta su muerte en 2003.
Tras una larga etapa teatral desde la década de los 50 hasta los 70, aparece en varios
documentales sobre Hollywood en general y Alfred Hitchcock en particular. En
1995, fue entrevistado en cámara para "The Celluloid Closet", discutiendo la
representación de la homosexualidad en el cine, incluida la suya, y el uso del subtexto en varias
películas.
En 2007, Granger publicó las memorias "Include Me Out" ("Incluirme fuera"), coescritas con su pareja de hecho Robert Calhoun (nacido el 24 de noviembre de 1930). En el
libro, que lleva el nombre de uno de los famosos mala-propismos de Goldwyn,
analiza libremente su carrera y su vida personal. Calhoun murió de cáncer de
pulmón en New York, el 24 de mayo de 2008, a los 77 años.