"Pane, amore e..." (Premio David di Donatello, 1956, al Mejor Actor Vittorio de Sica)
[23 de diciembre de 1916- Milán-7 de Junio de 2008 -Roma-]
Onorificenze: Cavaliere di gran croce dell'Ordine al merito della Repubblica italiana"
Onorificenze: Cavaliere di gran croce dell'Ordine al merito della Repubblica italiana"
Uno de los mayores maestros de la "Commedia all'Italiana", junto a otros renombrados directores cinematográficos como Mario Monicelli, Luigi Comencini, Mario Soldati, Nanny Loy, Ettore Scola, Steno, Alessandro Blassetti, Luigi Zampa, y, más posterior, Nanni Moretti. De una familia de tres hermanos, el más joven de ellos, Nelo Risi (1920-2015) se convertiría también en director de cine. Huérfano a los doce años de edad, junto a sus hermanos pasan a depender de familiares y amigos. Cursa estudios de medicina en el "Liceo Classico Giovanni Berchet" de Milán, consigue la "Laurea in Medicina" en la "Università degli Studi" de la misma ciudad, y se especializa en psiquiatria, cumpliendo los últimos deseos de sus padres.
Fuertemente atraído, sin embargo, por la cinematografía, da comienzo su etapa como asistente de dirección de los ya reputados directores Mario Soldati y Alberto Lattuada. En 1946 se lanza a la dirección propia con el corto "Barboni", sobre el drama social del desempleo en Milán. Ese mismo año dirige también "I bersaglieri della signora". Los años siguientes verán la luz una profusión de cortometrajes no demasiado destacables, hasta que en 1950, con "Buio in sala", que arrastra los signos y ruinas de la guerra en su Milán natal, logra su primer éxito. Melodrama corto que tiene como protagonista a un viajero de negocios atacado de profunda depresión que, tras visionar en una sala de proyecciones una película sobre la posible recuperación de la Europa de posguerra, sale de la misma más reconfortado y resuelto a enfrentarse a los agobiantes problemas que hasta aquel momento ha conllevado su existencia. Para Dino Risi, a partir de entonces, el arte cinematográfico sería considerado por él como un "maestro de la vida". "Buio in sala" se produjo con un coste de doscientas mil liras, y fue adquirido por Carlo Ponti por dos millones.
A partir de aquel año de 1950, Risi decide trasladarse a Roma, ya que su ya irrevocable vocación como cineasta podrá hallar mayor reconocimiento en los afamados estudios de "Cinecittà". Una vez allí, en 1951, ya como asistente de dirección con Alberto Lattuada, pone a disposición del director sus amplios conocimientos hospitalarios como psiquiatra, y juntos redactan el guión del que se convertiría en gran éxito cinematográfico: "Anna", film enormemente taquillero en el que también brillará la nueva y deslumbrante actriz Silvana Mangano.
La década de los 50 sería deteminantemente significativa para Dino Risi, pues, consagrándose ya como excelente director cinematográfico, en la misma verán la luz muchos de sus más sonados triunfos. En 1953-1954 dirige sus primeros largometrajes, "Il viale della speranza" y "Vacanze col gangster", ésta interpretada por un joven recién llegado de nombre Mario Girotti, que años después sería conocido por sus absurdas apariciones en comedias intrascendentes, como Terence Hill. En 1955 dirige "El segno di Venere", cuyo guión escribe con la colaboración del gran Cesare Zavattini y con la magníica actriz de comedia Franca Valeri, memorable protagonista también del film junto a un gran elenco ya destacado en la cinematografía italiana: Vittorio de Sica, Alberto Sordi, Peppino de Filippo, Tina Pica, Virgilio Riento y Raf Vallone. Y la nueva y despampanante "maggiorate" Sophia Loren, que ya había destacado débilmente en películas anteriores, se hace, gracias a Dino Risi, con uno de sus más notables papeles en comedia italiana de "neorrealismo rosa"
En 1955, Risi dirige "Pane, amore e...", esta vez con Sophia Loren y Antonio Cifariello, y manteniendo en "nómina" al gran Vittorio de Sica y a Tina Pica. Afortunada secuela y culminación italiana del ciclo anterior dirigido por Luigi Comencini. (En 1958, la acción se trasladaría a España de manos del director español Javier Setó y del mismo Vittorio de Sica, con "Pan, amor y Andalucía" ("Pane, amore e Andalusia"). Se hicieron cargo del guión -no demasiado afortunado- los italianos Ettore Margadonna, Luciana Corda y el español Jesús María de Arozamena Fue producida por Benito Perojo y "Produzione Films Vittorio de Sica". Una resplandeciente y no menos inolvidable Carmen Sevilla tomaría el relevo, con gran desparpajo y fascinante personalidad, de Gina Lollobrigida y Sophia Loren. Al reparto español se uniría el galán de moda por aquel entonces Vicente Parra, y José Nieto, Mario Carotenuto, Peppino de Filipo, Lea Padovani y la mexicana Columba Dominguez. Esta cuarta entrega seguiría la trayectoria donjuanesca del "Il maresciallo" Carotenuto "cavalier" Antonio en la ciudad de Sevilla. Pese a que se trataría de la más intrascendente secuela de sus tres predecesoras, su éxito en Italia resultó arrollador).
"Poveri ma belli", 1956, con Marisa Allasio, Maurizio Arena, Renato Salvatori y Ettore Manni, comedia de bajo coste, alcanza una aceptación multitudinaria por el espectador italiano. Risi, tras el inesperado éxito, dirige una trilogía con "Bella ma povere", 1957, y "Poveri milionari", 1959, con el mismo elenco, al que se uniría en esta última Silva Koscina.
Los éxitos se repiten esta vez con "Il vedovo", 1959, contando con la excelencia de Alberto Sordi y Franca Valeri. Dirige a Vittorio Gassman en "Il mattatore", 1960, quien reinicia su etapa cómica iniciada dos años antes con el extraordinario "Il soliti ignoti" de Mario Monicelli.
Un espectador europeo, cada vez más entusiasmado con la cinematografía de Dino Risi (a quien se compara ya con el genial Billy Wilder), recibe gozoso las siguientes entregas de "Una vita difficile", 1961, donde brillan a gran altura Alberto Sordi (uno de sus mejores papeles tragicómicos) y Lea Massari. Seguiría "Il sorpasso", 1961, comedia excelsa y sublimada hasta límites infrecuentes por el público, con un Vittorio Gassman campando por sus respetos y en estado de gracia, junto al joven francés recién llegado Jean-Louis Trintignant. Comedia, como ya se dijo, ejemplar, hoy ya mítica, que acabaría convirtiéndose en la una de las películas más disfrutables en cuanto a situaciones sorprendentes, incluidos sus geniales diálogos, y por supuesto indisolublemente ligada al nombre de Risi. Un sinvergüenza de cuarenta años, carne del film, que se lanza a un road-movie tan enloquecido y calamitoso como inolvidable junto a un tímido estudiante, al cual involucrará en una enfebrecida desaparición de la inocencia, con su incómodo puntito de terror, ofrecido por el simiesco cuarentón, ante un flamante dibujo de conductas alejadas del provincianismo familiar itálico y más acordes con el ya reciente "boom" económico de la nueva Italia de los 60.
Seguirían de nuevo con Gassman "La marcia su Roma", 1962, "I mostri", 1963, junto a Ugo Tognazzi.
"Il gaucho", 1964, que contaría la desafortunada y grotesca historia de un viaje a Argentina de un grupo de cineastas italianos encabezado por un fracasado e irrisorio director cinematográfico cuya total decadencia y ridícula personalidad reposa de nuevo en las carnes interpretativas de Vittorio Gassman junto a un magnífico elenco integrado por Amedeo Nazzari, Silvana Pampanini (en una de sus últimas apariciones), Nino Manfredi y Maria Grazia Buccella.
Con "L'ombrellone", 1965, interpretada por Enrico Maria Salerno, Sandra Milo, Daniela Bianchi y Jean Sorel entre un colosal reparto, traza un magnífico retablo vacacional de burgueses convertidos en auténticos monstruos de la más absoluta vulgaridad, tan sutil como mastodóntico, y que se enzarzan en experiencias de auténticos "deliriums tremens" hasta alcanzar un final casi apocalíptico. Seguiría "Operazione San Gennaro", 1966, con reparto internacional: Senta Berger, Harry Guardino, además de Nino Manfredi y Totó. En 1967 y 1968 dirige de nuevo a Vittorio Gassman en "Il tigre" e "Il Profeta". "Straziami, ma di baci saziami", 1968, con Nino Manfredi y la actriz norteamericana Pamela Tiffin, comedia romántica con fondo melodramático y musical valiéndose de canciones de San Remo, y en cuyo film Ugo Tognazzi no articula una sola palabra a lo largo de todo el metraje. Las miserias, los excesos, los vicios y muchos de los defectos del pueblo italiano vuelven a ser retratados en "In nome del popolo italiano", 1971, de nuevo con Gassman y Tognazzi.
En "La moglie del prete", del mismo año, reune el tandem Loren-Mastroianni.
Con "Profumo di donna",1974, (Premio "David di Donatello Miglior Regista"-"Mejor Director"-) remake del film norteamericano "Scent of a woman", traza un certero melodrama psicológico de un invidente mujeriego, magníficamente interpretado por Vittorio Gassman, que en 1977 se pone de nuevo ante las cámaras con Risi en "Anima persa", acompañado por Catherine Deneuve. Sucesivamente, aunque ya entrando su cinematografía en cierto declive, dirige: "Telefoni bianchi", 1976, "La stanza del vescovo", 1977, "Primo amore", 1978, "Caro papà", 1979, "Sono fotogenico", 1980, "Fantasma d'amore", 1981, "Dagobert", 1984, "Scemo di guerra", 1985, "Il commissario Lo Gatto", 1986, "Teresa", 1987, "Tolgo il disturbo", 1990, y "Giovani e belli",1996. En 2002, obtuvo el premio "León de Oro" a su trayectoria profesional ("Leone d'oro alla carriera") en el Festival de Cine de Venecia. Fallece de cáncer (solicitaría la eutanasia) la mañana del 7 de junio de 2008 en Roma. Siempre se confesó ateo: "Como ateo estaba exento de las clases de religión, podía así entrar más tarde en clase, y saltarme la primera hora. La verdad es que todos mis condiscípulos me envidiaban"
Fuertemente atraído, sin embargo, por la cinematografía, da comienzo su etapa como asistente de dirección de los ya reputados directores Mario Soldati y Alberto Lattuada. En 1946 se lanza a la dirección propia con el corto "Barboni", sobre el drama social del desempleo en Milán. Ese mismo año dirige también "I bersaglieri della signora". Los años siguientes verán la luz una profusión de cortometrajes no demasiado destacables, hasta que en 1950, con "Buio in sala", que arrastra los signos y ruinas de la guerra en su Milán natal, logra su primer éxito. Melodrama corto que tiene como protagonista a un viajero de negocios atacado de profunda depresión que, tras visionar en una sala de proyecciones una película sobre la posible recuperación de la Europa de posguerra, sale de la misma más reconfortado y resuelto a enfrentarse a los agobiantes problemas que hasta aquel momento ha conllevado su existencia. Para Dino Risi, a partir de entonces, el arte cinematográfico sería considerado por él como un "maestro de la vida". "Buio in sala" se produjo con un coste de doscientas mil liras, y fue adquirido por Carlo Ponti por dos millones.
A partir de aquel año de 1950, Risi decide trasladarse a Roma, ya que su ya irrevocable vocación como cineasta podrá hallar mayor reconocimiento en los afamados estudios de "Cinecittà". Una vez allí, en 1951, ya como asistente de dirección con Alberto Lattuada, pone a disposición del director sus amplios conocimientos hospitalarios como psiquiatra, y juntos redactan el guión del que se convertiría en gran éxito cinematográfico: "Anna", film enormemente taquillero en el que también brillará la nueva y deslumbrante actriz Silvana Mangano.
La década de los 50 sería deteminantemente significativa para Dino Risi, pues, consagrándose ya como excelente director cinematográfico, en la misma verán la luz muchos de sus más sonados triunfos. En 1953-1954 dirige sus primeros largometrajes, "Il viale della speranza" y "Vacanze col gangster", ésta interpretada por un joven recién llegado de nombre Mario Girotti, que años después sería conocido por sus absurdas apariciones en comedias intrascendentes, como Terence Hill. En 1955 dirige "El segno di Venere", cuyo guión escribe con la colaboración del gran Cesare Zavattini y con la magníica actriz de comedia Franca Valeri, memorable protagonista también del film junto a un gran elenco ya destacado en la cinematografía italiana: Vittorio de Sica, Alberto Sordi, Peppino de Filippo, Tina Pica, Virgilio Riento y Raf Vallone. Y la nueva y despampanante "maggiorate" Sophia Loren, que ya había destacado débilmente en películas anteriores, se hace, gracias a Dino Risi, con uno de sus más notables papeles en comedia italiana de "neorrealismo rosa"
En 1955, Risi dirige "Pane, amore e...", esta vez con Sophia Loren y Antonio Cifariello, y manteniendo en "nómina" al gran Vittorio de Sica y a Tina Pica. Afortunada secuela y culminación italiana del ciclo anterior dirigido por Luigi Comencini. (En 1958, la acción se trasladaría a España de manos del director español Javier Setó y del mismo Vittorio de Sica, con "Pan, amor y Andalucía" ("Pane, amore e Andalusia"). Se hicieron cargo del guión -no demasiado afortunado- los italianos Ettore Margadonna, Luciana Corda y el español Jesús María de Arozamena Fue producida por Benito Perojo y "Produzione Films Vittorio de Sica". Una resplandeciente y no menos inolvidable Carmen Sevilla tomaría el relevo, con gran desparpajo y fascinante personalidad, de Gina Lollobrigida y Sophia Loren. Al reparto español se uniría el galán de moda por aquel entonces Vicente Parra, y José Nieto, Mario Carotenuto, Peppino de Filipo, Lea Padovani y la mexicana Columba Dominguez. Esta cuarta entrega seguiría la trayectoria donjuanesca del "Il maresciallo" Carotenuto "cavalier" Antonio en la ciudad de Sevilla. Pese a que se trataría de la más intrascendente secuela de sus tres predecesoras, su éxito en Italia resultó arrollador).
"Poveri ma belli", 1956, con Marisa Allasio, Maurizio Arena, Renato Salvatori y Ettore Manni, comedia de bajo coste, alcanza una aceptación multitudinaria por el espectador italiano. Risi, tras el inesperado éxito, dirige una trilogía con "Bella ma povere", 1957, y "Poveri milionari", 1959, con el mismo elenco, al que se uniría en esta última Silva Koscina.
Los éxitos se repiten esta vez con "Il vedovo", 1959, contando con la excelencia de Alberto Sordi y Franca Valeri. Dirige a Vittorio Gassman en "Il mattatore", 1960, quien reinicia su etapa cómica iniciada dos años antes con el extraordinario "Il soliti ignoti" de Mario Monicelli.
Un espectador europeo, cada vez más entusiasmado con la cinematografía de Dino Risi (a quien se compara ya con el genial Billy Wilder), recibe gozoso las siguientes entregas de "Una vita difficile", 1961, donde brillan a gran altura Alberto Sordi (uno de sus mejores papeles tragicómicos) y Lea Massari. Seguiría "Il sorpasso", 1961, comedia excelsa y sublimada hasta límites infrecuentes por el público, con un Vittorio Gassman campando por sus respetos y en estado de gracia, junto al joven francés recién llegado Jean-Louis Trintignant. Comedia, como ya se dijo, ejemplar, hoy ya mítica, que acabaría convirtiéndose en la una de las películas más disfrutables en cuanto a situaciones sorprendentes, incluidos sus geniales diálogos, y por supuesto indisolublemente ligada al nombre de Risi. Un sinvergüenza de cuarenta años, carne del film, que se lanza a un road-movie tan enloquecido y calamitoso como inolvidable junto a un tímido estudiante, al cual involucrará en una enfebrecida desaparición de la inocencia, con su incómodo puntito de terror, ofrecido por el simiesco cuarentón, ante un flamante dibujo de conductas alejadas del provincianismo familiar itálico y más acordes con el ya reciente "boom" económico de la nueva Italia de los 60.
Seguirían de nuevo con Gassman "La marcia su Roma", 1962, "I mostri", 1963, junto a Ugo Tognazzi.
"Il gaucho", 1964, que contaría la desafortunada y grotesca historia de un viaje a Argentina de un grupo de cineastas italianos encabezado por un fracasado e irrisorio director cinematográfico cuya total decadencia y ridícula personalidad reposa de nuevo en las carnes interpretativas de Vittorio Gassman junto a un magnífico elenco integrado por Amedeo Nazzari, Silvana Pampanini (en una de sus últimas apariciones), Nino Manfredi y Maria Grazia Buccella.
Con "L'ombrellone", 1965, interpretada por Enrico Maria Salerno, Sandra Milo, Daniela Bianchi y Jean Sorel entre un colosal reparto, traza un magnífico retablo vacacional de burgueses convertidos en auténticos monstruos de la más absoluta vulgaridad, tan sutil como mastodóntico, y que se enzarzan en experiencias de auténticos "deliriums tremens" hasta alcanzar un final casi apocalíptico. Seguiría "Operazione San Gennaro", 1966, con reparto internacional: Senta Berger, Harry Guardino, además de Nino Manfredi y Totó. En 1967 y 1968 dirige de nuevo a Vittorio Gassman en "Il tigre" e "Il Profeta". "Straziami, ma di baci saziami", 1968, con Nino Manfredi y la actriz norteamericana Pamela Tiffin, comedia romántica con fondo melodramático y musical valiéndose de canciones de San Remo, y en cuyo film Ugo Tognazzi no articula una sola palabra a lo largo de todo el metraje. Las miserias, los excesos, los vicios y muchos de los defectos del pueblo italiano vuelven a ser retratados en "In nome del popolo italiano", 1971, de nuevo con Gassman y Tognazzi.
En "La moglie del prete", del mismo año, reune el tandem Loren-Mastroianni.
Con "Profumo di donna",1974, (Premio "David di Donatello Miglior Regista"-"Mejor Director"-) remake del film norteamericano "Scent of a woman", traza un certero melodrama psicológico de un invidente mujeriego, magníficamente interpretado por Vittorio Gassman, que en 1977 se pone de nuevo ante las cámaras con Risi en "Anima persa", acompañado por Catherine Deneuve. Sucesivamente, aunque ya entrando su cinematografía en cierto declive, dirige: "Telefoni bianchi", 1976, "La stanza del vescovo", 1977, "Primo amore", 1978, "Caro papà", 1979, "Sono fotogenico", 1980, "Fantasma d'amore", 1981, "Dagobert", 1984, "Scemo di guerra", 1985, "Il commissario Lo Gatto", 1986, "Teresa", 1987, "Tolgo il disturbo", 1990, y "Giovani e belli",1996. En 2002, obtuvo el premio "León de Oro" a su trayectoria profesional ("Leone d'oro alla carriera") en el Festival de Cine de Venecia. Fallece de cáncer (solicitaría la eutanasia) la mañana del 7 de junio de 2008 en Roma. Siempre se confesó ateo: "Como ateo estaba exento de las clases de religión, podía así entrar más tarde en clase, y saltarme la primera hora. La verdad es que todos mis condiscípulos me envidiaban"
En "Il maresciallo" Carotenuto "cavalier" Antonio fermentan los posos y hieles por un nuevo romance: la nueva "levatrice" llegada a Sagliena. ¡Hombres! Las advertencias históricas han de repetirse, dar rienda suelta a las emociones, plañir descubriendo nuevos daños. Pero las Ordenaciones del "Arma" no autorizan el derecho de ejercer libremente las pasiones mundanas que pueden ennoblecer o sumir en una nueva servidumbre de desasosiego la veteranía caballeresca de "il maresciallo" Carotenuto. Su ánimo vacila, pese a que el nuevo romance pudiera comportar un nuevo desengaño. El "Arma" proporciona, pues, una coartada moral al nuevo ahogo inspirador con que la madurez trata de sembrar emociones de juventud en los temperamentos que se resisten a la vejez: ¡el deber militar! ¡Adiós a Sagliena! Un nuevo puesto le aguarda en Sorrento, su ciudad natal: "Dirigire la locale stazione dei vigili urbani".Don Emidio, "il parroco", al despedirse de "il maresciallo" le insta así: "En Sorrento, no empiece otra vez"...
♫ Torna a Sorrento... ♫
"Caramella, la domestica", acompañándolo, medirá, como una madre, su tiempo y su conciencia. En efecto, Carotenut "Il maresciallo" arrastra hasta Sorrento, como un rito prolongado, los anhelos románticos que la memoria guarda en la conciencia otoñal de los solteros. impenitentes. Reformar la renovada y viril hidalguía apasionada de Carotenuto "cavalier" Antonio es la medicina pastoral que el Señor tiene encomendada a su hermano Don Matteo, "parroco della cittadina" de Sorrento. Nueva travesura del destino: en el domicilio natal de ambos hermanos (dada la larga ausencia de "il maresciallo") habita la joven viuda Donna Sofia, una bellísima "pescivendola" (pescatera), más conocida en Sorrento por Donna Sofia "la smargiassa" (la chula).
Donna Sofia "la smargiassa" (la chula)
Tiene lugar un previo altercado con una envidiosa "pescivendola" vecina (el atractivo irresisitible de nuestra viuda es requiebro inspirador de los hombres de Sorrento (especialmente de su joven enamorado y empleado Nicolino, siempre presto en su defensa), y lince de insoportable avidez para el refocilo de infernal murmuración en sus congéneres femeninas).
Donna Sofia, ya en el puerto mismo de la ciudad, portando como regalo a los recién llegados una hermosa cesta con toda la inimaginable variedad de sus productos de pesquería, esgrime ante los recién llegados el dolor de su durísima viudedad, la protesta generosa contra Don Matteo que trata de privarla del techo que la ampara. Y cuando el párroco esgrime su protesta ante el parloteo de Donna Sofia, ella se defiende, exclamando: "¿Parloteo? Sólo quería saludar a Don Antonio" A Donna Sofia la bendice el empaque irresistible del busto, el brioso arrojo que inspiran sus ojos, la zalamería en que se relamen sus labios, la perturbadora precisión que dibuja el arco de sus cejas, la música sublime de su voz, y, en fin, la belleza prodigiosa de un rostro y un cuerpo que dilata todos los límites del arte para enriquecer la figura humana.
"In visita a Donna Sofia"("Visitando a Donna Sofia")
Es inútil que en los fulgurantes vuelos fantasiosos de "il maresciallo" Carotenuto "cavalier" Antonio deje de imperar la ley del romántico, por mucho que esta ley insista en su edad, en sus orígenes de pasadas y fallidas aventuras amorosas. Esta ley es su tragedia. Y, a partir de ahora, la penetrante silueta de "la smargiassa" Donna Sofia borrará viejos nombres, fechas y lugares. La esencia estremecedora de la ígnea y "giovane vedova" desciende sobre su sofocante pasión masculina como inesperada guirnalda del deseo. Una armonía que alumbrará la nueva intensidad de sus emociones no únicamente cómo un símbolo de caridad hacia la pobre viuda realquilada, quien le muestra con orgullo como ha mantenido el cuidado de la casa materna con total minuciosidad, y por ello mismo jamás podría desahuciarla del domicilio natal, sino como poesía inexplorada presta a recibir de tan maravillosa criatura la delicada caricia de un nueva experiencia amorosa de las que ya se sentía desterrado tras sus precedentes fracasos pasionales en la vetusta Sagliena. "Haga lo que quiera conmigo, pero no me eche a la calle", ruega con la inquilina.En Donna Sofia habrá de revivir las perdidas satisfacciones del amor. Sorrento se encarna en el esplendor luminoso de "la smargiassa pescivendola": una nueva pasión por servir.
"Accolto da Donna Violante" ("Acogidos por doña Violante")
Sin embargo, ante la momentánea imposibilidad de recuperar la vivienda que se halla en arriendo, "il maresciallo" y Caramella, a instancias de Don Matteo, serán acogidos transitoriamente en la imponente casona que tiene por dueña a Donna Violante, soltera intachable y de buen ver, (que ante todo exige evitar manchar su espléndido suelo), asperjada de piedad cristiana, cohibida del fervor y del ahogo acartonado de que la provee lo sagrado, abrasada por el rugido de sus sofocos constantemente reprimidos, recogida entre cortinajes y ornamentos mientras se debate en una oculta guarida de romanticismos poético-pianísticos que deliran por las campanadas del nunca alcanzado himeneo.
De nuevo Carotenuto "cavalier" Antonio se postra en un desfallecimiento de soledad y desamparo mientras recorre las viejas calles de su infancia. Tras conocer en la travesía hasta Sorrento a una turista inglesa, intentará también desarrollar frente a ella su astucia de Casanova trasnochado. La turista pierde a su perrito y Carotenuto lo encuentra casualmente. Pero Sorrento posee el resuello penoso de una cuesta sin fin: la fisga arrabalera vigila todos y cada uno de sus movimientos. Las quejas de su hermano, Don Matteo, multiplicándose, son encendidas y duras. Son como un diluvio constante de ira divina cada vez que "il maresciallo" alienta una nueva y ansiosa cacería donjuanesca.
"La gelosia di Nicolino"("Los celos de Nicolino")
Al júbilo ilusionado del maduro "maresciallo" se contrapone la existencia del joven Nicolino, empleado y protegido de Donna Sofia, que participa de las mismas pasiones de "il maresciallo", y del que la temperamental "pescivendola" se halla profundamente enamorada, aunque los conceptos de rigidez moral que le imponen a la más o menos desamparada "pescivendola" su viudez reciente y las murmuraciones malintencionadas de Sorrento, no otorguen público consentimiento a sus expansiones emocionales (momentáneamente furtivas). No obstante, Donna Sofia se vuelca en rehgalos de su cosecha piscícola con los que contentar el estómago del "maresciallo" a fin de que siga renunciando a desahuciarla de su hermosa casona.
Carotenuto "cavalier" Antonio imagina que es esa misma viudez de la por otro lado intrépida "smargiassa" la que aviva en ella ciertas ansias generosas de maternidad hacia Nicolino, quien aspira a un "posto di vigile urbano", pese a su total falta de formación. A instancias, pues, de Donna Sofia, que recibe el beneplácito de Don Antonio con un besamanos, Nicolino logra pasar el examen. "Il maresciallo", puesta a prueba la mortificante ignorancia de que hace gala el joven Nicolino, pero atendiendo los ruegos pretendidamente maternales que solicitara de su magnanimidad Donna Sofía, logra que el joven supere todos los obstáculos merced a los "chivatazos" que "sotto voce" ha utilizado para favorecerle, transgrediendo todos los reglamentos del "Arma", y comprometiendo su honestidad como examinador.
"Seguono i pettegolezzi" ("Siguen los cotilleos")
Mientras tanto, los
chismes de Sorrento no cesan. Nicolino se enfrenta a las críticas de las mujeronas envidiosas aduciendo que Donna Sofia es una mujer intachable. Pero los comentarios van y vienen como un humo nómada en el
cerrado aire de la villa. En la gran casona, la despechada Donna Violante, que carece de la voluntad e índole audaz de la reprobada "pescivendola", sufre con dignidad de soltera
su pena. Atormenta a la ilustre anfitriona un furtivo e impulsivo amor
por el aventurero e imposible "Casanova Carotenuto". Las gracias
desaprovechadas de la enamorada dama, que Caramella alaba indicando que si el comandante la viera "con mejores ojos, en camisón, se le caería la baba, poseen algo de esas pesadumbres que
florecen como castigos por culpas no cometidas. Pero Donna Violante, como buen anfitriona ayuda a Carotenuto con unos masajes en la espalda cuando éste la hace partícipe de las dolorosas molestias que repentinamente sufre. Será Don Matteo quien, definitivamente, se emplee,
definitivamente, en desenredar la maraña tejida por las artimañas
interesadas de Donna Sofia. El documento de desahucio será el instrumento que dará fin a la aventura romántica de "il maresciallo".
Don Antonio cita a Donna Sofia y la pide en matrimonio a Donna Sofia, como única posibilidad de evitar el desahucio. Nicolino, que recoge todos los rumores de Sorrento, se opone a la siguiente cita secreta de la esperanzada "vedova" con su protector. "La smargiassa pescivendola", abofeteada por su joven amante, despliega, flameante, la galanía de su genio. Nadie puede exigir de ella fidelidad y obediencia. Y para castigar la jactancia de Nicolino, acepta la propuesta de matrimonio de "il maresciallo".
"Mambo Italiano"
Fiesta en Sorrento. "I promessi sposi" se enfrentan a una polémica silenciosa con sus conciudadanos. "La smargiassa" Donna Sofia, aunque finja, constela su compromiso con Carotenuto "cavalier" Antonio. Y ante el despechado Nicolino, cuya atractivo juvenil es requerido por una desinhibida turista, la ennoviada viuda ("hacha que tala a quien realmente ama") se explaya con voluptuosidad, elude críticas, y ofrenda a los asistentes un vaivén danzante: un impagable "Mambo Italiano". Al mismo tiempo, encendiendo los celos de Donna Sofia Nicolino baila con la entusiasmada turista inglesa, presente también en la fiesta.
"Le dimissioni amorevoli di Carotenuto "cavalier" Antonio" ("La renuncia amorosa de Carotenuto "cavalier" Antonio)
La anunciada boda de Don Antonio con Donna Sofia es ahora una nueva y horrible premonición de escándalo en Sorrento, y naufragio para el deseo romántico de la olvidada Donna Violante. Nicolino renuncia a su "posto di vigile urbano", y se dispone a abandonar Sorrento. "Il maresciallo" comprende que a la Naturaleza siempre hay que concederle su libre albedrío. Y la Naturaleza no es nunca una doctrina ciega. Donna Sofia y Nicolino son los jóvenes usufructuarios bifurcados por los errores románticos que la enceguecida madurez de "il maresciallo" ha generado con sus torpes injerencias ensoñadoras. Carotenuto "cavalier" Antonio deberá renunciar de nuevo a ese futuro de soñada felicidad porque el dolor encubierto de Donna Sofia ante la inminente marcha del joven Nicolino, y la angustia dilucidada de las palabras de despedida a las que recurre el muchacho despechado cuando anuncia al asombrado "maresciallo" su renuncia al "posto di vigili urbano", avivan en su conciencia la finísima herida de la verdad: flagelar el desconsuelo de dos enamorados es limosnear juventud, ambicionar por hábito pasiones que ya no nos pertenecen, buscar esa holgura que se trueca en necesidad romántica cuando es la disciplina de nuestra madurez la que debe aprender a brillar en la ejemplaridad templada de la renuncia.
"Il maresciallo" recurre a una noble artimaña para reconciliar a Donna Sofia con Nicolino. Una cita en el puerto de Sorrento, de donde debe partir el transbordador que alejará a Nicolino de la villa, el desconsuelo encubiertamente lloroso de la maravillosa "pescivendola" que corre desesperada cuando cree que Nicolino la ha abandonado definitivamente, la sorpresa del reencuentro (ya que el joven no ha tomado el trasbordador), y la bofetada desconcertante de Donna Sofia cuando descubre la treta. Mas, cuando los enamorados, ya reconciliados, se alejan ante la mirada complacida de "il maresciallo" semejan dos bellos ídolos rurales.
Ya en la casona de Donna Violante,
la anfitriona muestra una nueva dulzura (un tanto ligera de ropa, bien
aconsejada por la avispada Caramella) que puede sutilizar el nuevo
sentimiento de soledad de Carotenuto "cavalier" Antonio. Un suspiro esforzado y ahogado llega hasta él. ¿Estrechará el caballero la diestra de una nueva felicidad? ("Ésa que tanto envejece" como sentenció Oscar Wilde) Donna Violante espera. ¿Modificará sus conceptos pasionales "il maresciallo"?... De pronto, una sonata pianística, servida pos manos dulcísimas, suena en la casona, un nuevo suspiro de Donna Violante, una mirada sofocada del hidalgo Carotenuto, ahora todo oídos, "Maravillosa" y...
Don Antonio cita a Donna Sofia y la pide en matrimonio a Donna Sofia, como única posibilidad de evitar el desahucio. Nicolino, que recoge todos los rumores de Sorrento, se opone a la siguiente cita secreta de la esperanzada "vedova" con su protector. "La smargiassa pescivendola", abofeteada por su joven amante, despliega, flameante, la galanía de su genio. Nadie puede exigir de ella fidelidad y obediencia. Y para castigar la jactancia de Nicolino, acepta la propuesta de matrimonio de "il maresciallo".
"Mambo Italiano"
Fiesta en Sorrento. "I promessi sposi" se enfrentan a una polémica silenciosa con sus conciudadanos. "La smargiassa" Donna Sofia, aunque finja, constela su compromiso con Carotenuto "cavalier" Antonio. Y ante el despechado Nicolino, cuya atractivo juvenil es requerido por una desinhibida turista, la ennoviada viuda ("hacha que tala a quien realmente ama") se explaya con voluptuosidad, elude críticas, y ofrenda a los asistentes un vaivén danzante: un impagable "Mambo Italiano". Al mismo tiempo, encendiendo los celos de Donna Sofia Nicolino baila con la entusiasmada turista inglesa, presente también en la fiesta.
"Le dimissioni amorevoli di Carotenuto "cavalier" Antonio" ("La renuncia amorosa de Carotenuto "cavalier" Antonio)
La anunciada boda de Don Antonio con Donna Sofia es ahora una nueva y horrible premonición de escándalo en Sorrento, y naufragio para el deseo romántico de la olvidada Donna Violante. Nicolino renuncia a su "posto di vigile urbano", y se dispone a abandonar Sorrento. "Il maresciallo" comprende que a la Naturaleza siempre hay que concederle su libre albedrío. Y la Naturaleza no es nunca una doctrina ciega. Donna Sofia y Nicolino son los jóvenes usufructuarios bifurcados por los errores románticos que la enceguecida madurez de "il maresciallo" ha generado con sus torpes injerencias ensoñadoras. Carotenuto "cavalier" Antonio deberá renunciar de nuevo a ese futuro de soñada felicidad porque el dolor encubierto de Donna Sofia ante la inminente marcha del joven Nicolino, y la angustia dilucidada de las palabras de despedida a las que recurre el muchacho despechado cuando anuncia al asombrado "maresciallo" su renuncia al "posto di vigili urbano", avivan en su conciencia la finísima herida de la verdad: flagelar el desconsuelo de dos enamorados es limosnear juventud, ambicionar por hábito pasiones que ya no nos pertenecen, buscar esa holgura que se trueca en necesidad romántica cuando es la disciplina de nuestra madurez la que debe aprender a brillar en la ejemplaridad templada de la renuncia.
"Il maresciallo" recurre a una noble artimaña para reconciliar a Donna Sofia con Nicolino. Una cita en el puerto de Sorrento, de donde debe partir el transbordador que alejará a Nicolino de la villa, el desconsuelo encubiertamente lloroso de la maravillosa "pescivendola" que corre desesperada cuando cree que Nicolino la ha abandonado definitivamente, la sorpresa del reencuentro (ya que el joven no ha tomado el trasbordador), y la bofetada desconcertante de Donna Sofia cuando descubre la treta. Mas, cuando los enamorados, ya reconciliados, se alejan ante la mirada complacida de "il maresciallo" semejan dos bellos ídolos rurales.
Designada por el American Film Institute, en 1999, como una de las intérpretes cinematográficas más importantes de todos los tiempos. Ganadora del Oscar a la Mejor Actriz Principal en 1961 por "La Ciociara" ("Dos mujeres"), dirigida por Vittorio de Sica. Conformar la excepcional geografía interpretativa de este gran icono femenino que irrumpe y devora con su magnetismo la segunda mitad del siglo XX es penetrar en uno de los más descomunales balances artísticos que se recuerdan en el Séptimo Arte. Asistir al ascenso fastuoso de esta incomparable mujer es, pues, como subrayar una culminación emocional.
La ex-aprendiz de interpretación que paseó por primera vez su inoperante hermeneútica en "Africa sotto i mare", dirigida por Giovanni Roccardi en 1953, dejando en sus escasos espectadores cierta escéptica perplejidad pulverizadora en cuanto a su futuro artístico, estaba llamada a ser lo que se denominó "uno de los momentos históricos del cine". Sophia Loren, mito futuro como jamás se hubiera podido soñar, ascendería, por tanto, cual astro perdurable, rutilante y permeable a los fastos de la perspectiva vocacionalmente artística más definitiva e histórica que haya potenciado el mundo de las imágenes.
Reforzada por un inesperado y amplio registro interpretativo, la imponente simbología de la mejor Sophia Loren se inaugura a través de la vertiginosa pirotecnia que, a nivel mundial, refrenda la tradición populista que impone el neorrealismo rosa. Subsiguientemente la Loren se incorpora ya a una acelerada y definitiva mitología de la topografía dramática, y deslumbra la estética cinematográfica no tan sólo con una de las más fascinantes pinceladas del rostro humano en la pantalla, sino con uno de los mayores temperamentos de expresividad y naturalidad que haya recogido jamás el ojo de la cámara.
Sus antecedentes podrían muy bien haberse remontado al neorrealismo italiano del que ella, por desgracia, no formó parte. Expresividad, como ya se dijo, inconmensurable, acompañada de un erotismo no menos profundo y atractivo, que, sin embargo, la alejaron hasta cierto punto de las fascinantes estrellas-arquetipo que, por las décadas de los 50, 60 y 70, acaparaban las pantallas cinematográficas. Y que sin perder su inclinación populista (sus regresos constantes al cine italiano de manos de De Sica, pese a hallarse firmemente afianzada su internacionalidad), extrajeron de este gran mito del siglo XX una antológica formulación de impensable madurez interpretativa.
Su itinerario cinematográfico, convenientemente dosificado, se erige, en consecuencia, en uno de los más coherentes y significativos de cuantos han enseñoreado (como una vez subscribió el gran teórico y director cinematográfico francés, de origen polaco, Jean Epstein, en la década de los 20) las posibilidades "sobrenaturales" del cine. El bíblico Cecil B. De Mille escribió: "La carne es para los seres humanos lo que la aguja magnética es para un trozo de hierro" La pasión carnal fue turbulencia que arropó todas sus realizaciones. Sophia Loren, como diosa surgida de las mitologías mediterráneas, de las que no dejan de distinguirse y confundirse en el seno arquetípico de la mujer fatal, reputó, por tanto, una primera mutación: un estímulo ("vector sexual") tan arrebatador como el que incorporara, a través de su Biblia particular, el brillante repertorio cinematográfico del que hiciera gala Cecil B. De Mille, "genio" beato, epopéyico, clasicista, que nunca dejara de recurrir a los parpadeos perversos de la insoslayable "vamp". Las exigencias de la evolución histórica, social y artística de Sophia Loren redondean sin equívoco posible una de las más originales, complejas y turbadoras personalidades, hoy de dimensión mítica, de cuantas han cimentado el impresionante retablo artístico que para el mundo ha significado la historia del cine.
Nacida Sofia Villani Scicolone en Roma el 20 de septiembre de 1934. Su madre, Romilda Villani, fue maestra de piano, y su padre, Riccardo Scicolone, arquitecto. La joven sofia pasó su infancia en Pozzuoli, cerca de Nápoles. Hubieron de trasladarse a dicha ciudad e instalarse en casa de su abuela a fin de poder subsistir. Allí, junto a su hermana Anna Maria y su madre, vivieron gran parte de los horrores de la II Guerra Mundial. Al carecer (nunca dilucidado del todo) Riccardo Scicolone había abandonado a su familia en Roma. En Pozzuoli montaron una pequeña taberna muy frecuentada duranta la contienda por militares norteamericanos.
"Concursos de Belleza"
La joven Sofia participó en concursos de belleza y logró obtener los premios con el título "Princesa del Mar" en 1949, "Sirena del Adriático", 1950, y "Señorita Elegancia" en el certamen "Miss Italia" del mismo año. Con 15 años muy desarrollados se presentó también al concurso "Miss Roma" presidido el jurado por el productor cinematográfico de 37 años Carlo Ponti. Pese a no conseguir el título, y quedar segunda, Ponti se sintió fascinado por la joven Scicolone y preparó una entrevista con ella.
Ese mismo año, había hecho sus pinitos como actriz de fotonovelas (o "Fotoromanzi" semanales, muy famosas por aquel entonces en Italia). En ellas se acreditó como Sofia Villani y Sofia Lazzaro. Tras esporádicas apariciones en films italianos, se presentó como figurante junto a su madre en la superproducción norteamericana que se rodaba en Roma "Quo Vadis?", dirigida para la Metro por Mervyn Leroy. Ambas pasaron totalmente desapercibidas.
A medida que la curiosidad del público iba en aumento por las apariciones en muchas películas, que, aunque no demasiado destacadas, captaban la singular perseverancia interpretativa y belleza esplendorosa de la joven figurante Sofia Scicolone (ya acreditada como Loren), Carlo Ponti volcaba en ella sus conocimientos artísticos, guiando sus pasos frente al expresivo lenguaje del Séptimo Arte, hasta que la joven, con su indice de popularidad ya muy alto, logró asentarse en la consagración de un estilo amatorio que, sin violar los principios de la moral admitida por la sociedad de su tiempo, evidenciaban la seducción irresisitble de un potencial erotismo que poco a poco se fue reforzando con una proporcionalidad interpretativa de impacto internacional.
El 17 de septiembre de 1957 Sophia Loren contrae matrimonio con Carlo Ponti en México: "Siendo mayor que yo, y más allá del amor, representaba el padre que nunca he tenido", reconoció Loren años más tarde. No obstante, el matrimonio fue anulado temporalmente, dado que Ponti fue acusado de bigamia. En 1966 la pareja volvió a celebrar nuevos esponsales en París. Del enlace nacieron (tras ciertas dificultades en sus embarazos) Carlo Ponti Jr. y Edoardo Ponti.
A partir de 1955 y 1960 intervino en filmes internacionales dirigida tanto por grandes directores europeos como norteammericanos: Boy on a Dolphin, de Jean Negulesco, "The Pride and the Passion), de Stanley Kramer, "Legend of the Lost" de Henry Hathaway, todas de 1957, "Desire Under the Elms" de Delbert Mann, "The Key" de Carol Reed, "The Black Orchid", de (Premio de interpretación "Copa Volpi") de Martin Ritt, "Houseboat" de Melville Shavelson, todas de 1958, "That Kind of Woman" de Sidney Lumet, "Heller in Pink Tights" de George Cukor, "A Breath of Scandal" de Michael Curtiz, "It Started in Naples" de Melville Shavelson "The Millionairess"de Anthony Asquith, "La ciociara" de Vittorio de Sica, todas de 1960; "El Cid" de Anthony Mann, "Madame Sans-Gêne" de Christian-Jacque, ambas de 1961, "Bocaccio 70", episodio "La riffa", dirigido por De Sica, "Le couteau dans la plaie", de Anatole Litvak, 1962, "The Fall of the Roman Empire", de Anthony Mann, 1964, "Operation Crossbow" de Michael Anderson, y "Lady L", de Peter Ustinov, 1965, "Judith", de Daniel Mann, "Arabesque", de Stanley Donen (R.I.P.-21-2-2019-), ambas de 1966, "A countess from Hong Kong", de Charlie Chaplin, "C'era una volta", de Francesco Rosi, "Questi fantasmi", de Renato Castellani, todas de 1967, "La mortadella", 1971, de Mario Monicelli, "Bianco, rosso e...", de Alberto Lattuada, "Man of La Mancha" de Arthur Hiller, ambas de 1972, "Il viaggio", 1974, de Vittorio De Sica,"Una giornatta particolare", 1977, de Ettore Scola. A partir de esta década, la Loren sigue interviniendo en films no demasiado representativos en cuanto a la calidad de los precedentes.
Para Televisión, en 1974, había interpretado un poco afortunado remake del gran clásico inglés: "Brief Encounter", dirigida por Alan Bridges. "Madre Coraggio",1986, de Jeremy Paul Kagan. La miniserie "Mamma Lucia", 1988, de Stuart Cooper adquiere una gran aceptación mundial por el espectador de televisión. Dino Risi dirige a Sophia Loren de nuevo, y también para TV, en 1989, una revisión en formato miniserie de "La Ciociara". Seguirían "Sabato, domenica e lunedi", 1990, y "Francesca e Nunzita", 2001, dirigidas para formato TV por la prestigiosa Lina Wertmüller, "La terra del ritorno", 2004, de Jerry Ciccoritti; y "La mia casa è pienna di specchi", 2010, de Vittorio Sindoni.
Francia le concede la "Legión de Honor" en 1991. En 1994 recibe el "Oso de Oro" a su carrera internacional en el Festival de Berlín. En 1996, el Presidente de la República, Oscar Luig Scalfaro, le otorga el título de "Cavaliere di Gran Croce dell'Ordine al merito della Reppublica Italiana". Y en 1998 recibe el premio "León de Oro" en la "Mostra del Cinema di Venezia"
(Nicolino)
(Donna Violante)
Cúspide
nostálgica de una irrepetible vocación realista, que, inspirada en la
liberal, meticulosa y testimonial atmósfera que arropara el grandioso
universo en que se inscribió la magnificencia del neorrealismo italiano,
alcanza una madurez expresiva tan atrayente como la que le precediera,
con una recreación de ambientes, de farsa jovial, de algarada populista,
de estampitas piadosas para beatas murmuradoras,
de aventuras pasionales pinceladas de una humorística ternura que
siempre acaban por triunfar sobre su esplendorosa galería de
caricaturas. Neorrealismo rosa en su rigor más naturalista. Una solución plausible, poética y romántica a los terribles, incisivos y dolorosos matices que impuso en la cinematografía internacional la recreación neorrealista de la Italia de posguerra y que ninguna otra cinematografía mundial pudo ser capaz de superar.
Nel set: si gira (En el set: se rueda)
¡¡Un bacio a tutti voi!!
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