



Una vez queda atrás el incidente de la comisaría, George,
en compañía de su abogado y su suegra, conduce a Irene a un centro
psiquiátrico conceptuando que su esposa realmente lo que necesita es ser
atendida por psiquiatras y conseguir mediante un tratamiento adecuado
que vuelva a ser la misma mujer, amante del hogar y de la familia, como
lo era antes de perder al pequeño Michele, y cuya muerte así ha trastornado su personalidad burguesa.











En el centro
médico, una vez se le asigna una habitación en un pasillo por el que
asoman miradas de tristeza y trastorno psíquico de otras mujeres allí
recluidas, Irene es atendida por especialistas. Irene
se muestra desconcertada y triste. No puede comprender cómo es posible
que sus actos de bondad y misericordia hacia el prójimo no sean
comprendidos por George y su familia, y que todo ello haya
desembocado
en una reclusión absurda e inútil en un centro psiquíatrico. Recibe
también la visita compungida de su fiel asistenta que, llorosa, no
puede aceptar tampoco la decisión del internamiento de Irene. Y ella trata de consolarlarla.










Cuando va a ser sometida al Método Rorschach, muchas de las recluidas en la sala la observan con miradas de amargura y ansia de huir de allí. Cuando se halla ante el test, Irene
contesta con toda racionalidad a los negros dibujos del método,
comentando al doctor que todo ello no es más que una perdida de tiempo.


Su mente también es estudiada detenidamente.


Y
durante un altercado en los comedores, una de las reclusas pelea con
las enfermeras con el deseo enfebrecido de escapar del Centro
Psiquiátrico.
Irene se acercará a ella y la tranquilizará con palabras de fraternidad y confianza en la bondad humana. 

Finalmente,
los especialistas y hasta el sacerdote que ha tratado de ahondar en los
motivos de su entrega al prójimo sin poder comprenderla, confiesan que
lo más adecuado para Irene es que permanezca en el Centro, donde su caso
será tratado del modo más conveniente para que recobre su salud mental.

Se
reúne en un instante conmovedor con el pueblo llano al que tanto se ha
entregado últimamente, un pueblo sencillo que la ama y la absuelve.


Irene Busca la purificación y hasta el martirio. Allí está el marido que, cansado de su "extraño" comportamiento y
después de haber sospechando que ella lo está traicionando con Andrea,
la declara definitivamente loca y la abandona en manos de los médicos. Su reaccionario esposo y su conservadora y estupidísima
madre prefieren considerar sus actos altruistas como propios de una demente.

¡El rostro de la gran actriz nórdica, irrepetible Ingrid Bergman, de tan
bello y expresivo, resulta escalofriante!...
Y GIULIETTA MASSINA
Giulietta Massina cobra también ante nuestros ojos, en sus breves apariciones, la
expresión resplandeciente de una imagen que ya participa de la misma
naturaleza neorrealista de Rossellini, y cuyos surcos, a manos de su futuro gran mentor y esposo Federico Fellini, pronto se abrirán esplendorosamente ante ella. Nos otorga así una
gracia casi tan fascinante como mágica y embriagadora. Esboza sus muecas
más adorables, nos arrastra hacia sentimientos que lindan ya con la
veneración por venir, y preludia en consecuencia los ardientes vientos
de sus extraordinarias "La Strada" y "Le notti di Cabiria"
"Europa '51" sigue siendo la más preciada e imperecedera joya en la corona de Ingrid Bergman y de Roberto Rossellini.
EL ÚLTIMO SUEÑO NÓRDICO DE HOLLYWOOD
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