"Crimes of the Heart" consiguió realizar el milagro. No sabemos cómo sería en teatro. Pero en manos de Bruce Beresford, ahí queda, por los siglos de los siglos: un verdadero festival para todos los fans de Sissy, Diane y Jessica.
Son mujeres sin términos medios dentro de su mediocridad aparente,
aunque histéricas todas en un grado u otro, afectadas por deseducaciones
de lo más variado, y entregadas las tres a un viaje peligroso cada uno
de sus días, por los cuales han de enfrentadas en cualquier caso a una
supervivencia por la que, está claro, pagan un alto tributo,
conviriéndose en uno de los mejores ejemplos de performance de los últimos tiempos.
La noche en que Meg se cita con Doc, Babe, mientras practicaba con su saxofón, ha recibido a su abogado, Barnett Lloyd, que llega a la casa para informarla de que ha estado en el hospital donde se halla reponiéndose Zackery, y le trae un sobre con fotografías culpabilizadoras de la aventura amorosa mantenida por Babe con el chico de color Willie Jay. Babe, aterrorizada insiste que hay que quemarlas, pero Lloyd le aclara que tienen los negativos. Babe trata de ocultarlas en un altillo ayudada por Lloyd. Han armado mucho ruido y Lenny, que se hallaba en su habitación, baja al salón y pregunta a Babe qué pasa. Babe responde que estaban bailando. Al mismo tiempo, ha sonado el teléfono y Lenny contesta.
Una llamada nocturna imprevista desde el hospital en que se halla internado el abuelo comunica a Lenny, que ha tomado el teléfono, que GrandPa ha entrado en coma, y se halla finalmente a las puertas de la muerte. Lenny y Babe acuden al hospital, velan al anciano durante la noche.Mientras tanto Meg y Doc, en el campo, han pasado la noche y el amanecer divirtiéndose. Totalmente apesadumbradas, y por la mañana, Lenny y Babe vuelven a casa desesperanzadas de que el abuelo pueda superar la fase del coma. A la llegada, la siempre inoportuna Chick, que ya da por hecho que el enfermo no sanará, indica a Lenny, con su habitual tono que tanto desagrada a las tres hermanas, que ha confeccionado dos listas de las personas a las que hay que avisar en caso de fallecimiento, y propone a Lenny que se encargue ella de la segunda. Ésta accede de mala gana. Poco después llega el coche de Doc, y Meg, risueña y feliz, con el tacón del zapato roto, después de haber pasado la noche en el campo con Doc, se despide de él, aunque luego lamentará ante sus hermanas su decepción porque Doc no le ha pedido que vuelva con él, y, por supuesto, ajena a lo acontecido a su abuelo. Y aunque ve los rostros entristecidos de Lenny y Babe, sigue contando su peripecia nocturna. Finalmente, extrañada del silencio y de las cariacontecidas de sus hermanas, medio en broma medio en serio, expone que irá a ver al abuelo, ya que le contó mentiras sobre su carrera. Pero le dirá la verdad, y que si ello lo lanza al coma, lo sentirá mucho. Lenny y Babe, para no llorar, no pueden entonces reprimir unas largas y nerviosas carcajadas dado que Meg, sin querer, ha adivinado lo sucedido al pobre GrandPa.
Lenny, que no sabe nada del affaire de Babe con Willie Jay, al que han echado del pueblo por orden de Zackery, sigue obsesionada por su temor a llamar al tal Charlie, el único hombre que se había interesado por ella, y al que, aconsejadas por sus hermanas, debería volver a contactar a fin de tener con él un encuentro amoroso. Pero la entrometida prima Chick aparecerá de nuevo en la casa dispuesta a criticar a Meg, a quien ha visto llegar por la mañana en compañía de Doc. Lenny esta vez no aguantará las inconveniencias de Chick, tras advertirla de que no hable mal de Meg, que se halla ausente.
Y finalmente, Lenny decide despachar a escobazos a su prima Chick, que actúa de contrapunto continuo en este neurasténico tour de force
de mujeres que, sometidas a una mediocridad aparente, obran ante
nosotros estomacalmente, con una lógica por completo caótica pero
necesaria en ese provinciano mundo americano para ir tirando y
apoyándose continuamente. Esquema total de lo que supone el sexo
femenino estadounidense en las pequeñas ciudades de su inmensa
geografía.Y así, las cuatro juntas acaban sometiéndose a una disciplina
gloriosa que acabará por convertirlas en santas de nuestra devoción.
Sigamos añadiendo: una cámara que se pasea por una casa que parece que no tenga paredes ni ventanas, aunque esté llena de ellas.
Trastornada por las circunstancias que pueden conducirla al manicomio si su marido decide llevar a cabo la denuncia, Babe intenta colgarse de la lámpara de su dormitorio, que con su peso se viene abajo. Lenny al no hallarla sale al jardín. Y Babe, arrastrando la lámpara, se dirige entonces a la cocina, toma un cuchillo, pero la idea de clavárselo la aterroriza. E introduce su cabeza en el horno previamente puesto en marcha el gas. Se da un golpe y queda inconsciente. Afortunadamente, llega Meg que logra salvarla e insiste en que hay que intentar pasar los días malos con una sonrisa. La madre de las tres muchachas se había suicidado colgando previamente a su gato, y Babe explica a su hermana que ahora ha comprendido el porqué de que su madre hiciera aquello. "No quería morir sola"
Y desembocar en ese final, con pastel de cumpleaños y el acompañamiento musical de una de las bandas sonoras más bellas jamás compuestas para el cine como ésta del gran Georges Delerue, y con los grititos, comentarios y risas de estas tres prodigiosas mujeres (virtuosismo mítico a partir de aquí), es tan antológico, tan irrepetible, que, vista hoy, en efecto, pasa a convertirse en una auténtica obra de culto.
Sigamos añadiendo: una cámara que se pasea por una casa que parece que no tenga paredes ni ventanas, aunque esté llena de ellas.
Trastornada por las circunstancias que pueden conducirla al manicomio si su marido decide llevar a cabo la denuncia, Babe intenta colgarse de la lámpara de su dormitorio, que con su peso se viene abajo. Lenny al no hallarla sale al jardín. Y Babe, arrastrando la lámpara, se dirige entonces a la cocina, toma un cuchillo, pero la idea de clavárselo la aterroriza. E introduce su cabeza en el horno previamente puesto en marcha el gas. Se da un golpe y queda inconsciente. Afortunadamente, llega Meg que logra salvarla e insiste en que hay que intentar pasar los días malos con una sonrisa. La madre de las tres muchachas se había suicidado colgando previamente a su gato, y Babe explica a su hermana que ahora ha comprendido el porqué de que su madre hiciera aquello. "No quería morir sola"
Y desembocar en ese final, con pastel de cumpleaños y el acompañamiento musical de una de las bandas sonoras más bellas jamás compuestas para el cine como ésta del gran Georges Delerue, y con los grititos, comentarios y risas de estas tres prodigiosas mujeres (virtuosismo mítico a partir de aquí), es tan antológico, tan irrepetible, que, vista hoy, en efecto, pasa a convertirse en una auténtica obra de culto.
¡Vieja
escuela teatral, al galope de la cámara cinematográfica, contagiosa, y
hoy más que ayer, obra de culto, jugosa, tierna, sublime, fascinante!, y
¿por qué no?, ¡genial!
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