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miércoles, 3 de marzo de 2021

Gone With The Wind (Lo que el viento se llevó) -II Parte-


El escalafón torrencial de todo gran espectáculo melodramático no pierde jamás el sabor de sus magnificencias. "Gone With The Wind" no sólo se rubrica a través de las figuras humanas que lo integran, que son multitud, sino que, además, posee el recamado barroco del siglo que retrata, la presencia  siempre dolorosa del deseo, el agasajo de los amores verdaderos, el dragón espinoso de la guerra, el frío empaque de las jerarquías de raza blanca que se explayan en actitudes negreras, séase esclavistas, con las razas importadas de África, y el tono piadoso que vela melancólicamente el negro espejo de la muerte. ¿Y en cuanto a sus conductas? Son voces que al principio tienen el gorjeo cálido, tímido, esenciado de las emociones literarias. Un comentarista de la época glosaría los goces y padecimientos de este drama, ya en su origen literario, tan folletinesco como modélico, a través del molde de todas las lenguas en que fue vertido. Pero también se reafirmó en que este momento cinematográfico en el que la novela de Margaret Mithell y sus personajes, en especial la protagonista femenina, fueron adaptados con sus novelescas conductas a la Pantalla Grande "se hallaban más allá del bien y del mal"...
 

 

 


 


 

 

 

 


 



 

 

 

 

 

 

 

 El regreso temporal  de Ashley, y su amarga reflexión sobre el frente, los horrores de los campos sembrados de cadáveres, la nieve en Virginia, el frío y la desesperación viendo morir al Sur. La última Navidad en Atlanta antes de la rendición. La nueva ansiedad de Escarlata por demostrarle un amor obsesivo, el faldellín militar que ha confeccionado para él,  y la promesa de que, pese a esa pasión no correspondida, Escarlata cuidará de Melania en su ausencia de difícil retorno: "Cuida de Melania por mí. Es tan frágil y dulce, y te quiere tanto. Si me matan...¡No digas eso! ¡Da mala suerte! Reza a continuación... Reza tú por mí. Ahora que se acerca el final necesitaremos tus oraciones... ¿El final?... El final de la guerra y el final de nuestro mundo, Escarlata.... No creerás que los yanquis van a ganar...¡Mis hombres van descalzos! Y la nieve en Virginia está muy alta. Cuando les veo, y veo a los yanquis ¡cada vez más numerosos! Cuando llegue el final, estaré lejos. Me consolará saber que te tiene a ti. Me lo prometes, ¿verdad?... Sí"



 

 



 







Atlanta bajo el ardiente cielo de estío, asolada por los bombardeos yanquis, es ahora un tropel de imágenes huidizas. Un mundo alterado del orgullo Confederado. Y la imagen aterrorizada de Escarlata puede sentir el estentóreo rumor de la guerra cada vez más próximo. Sin noticias de Tara, descubre a un grupo de sus esclavos reclutados para el frente. Tras ellos han quedado los campos de algodón de los O'Hara. Y como única noticia, Tara sigue en pié, y Miss. Ellen enferma.



 
 
"¡Todo el mundo huye"! Tía Pittypat- Laura Hope Crews- aterrorizada por las bombas: "¡Yanquis en Georgia! ¿Cómo habrán podido entrar!"  Melania Hamilton postrada en el lecho, a punto de dar a luz. Lo prometido a Ashley.
 
 
 
 
 
 
 
 
 







 
 
Y las excentricidades descerebradas y mentirosas, como comadrona experimentada, de la negrita Prissy-Butterfly McQueen.  
 
"Melania, Melania, todo por tu culpa. Te odio, te odio, y a tu hijo también... Si no se lo hubiese prometido a Ashley..."






 






 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Y ese Sur atávico, amo de esclavos; y sus absurdas cartas de nobleza aristocrática plena de antojos señoriales a los que la guerra acabará por poner fin, mientras la grúa gigantesca de O. Selznick asciende sobre una tenebrosa estación hospital, ávida de muerte, entre aquellas hileras temblorosas de los uniformes vencidos, cuyos antiguos privilegios cobraban, finalmente, categoría de mortaja.

 

 



Y la agonía del parto de Melania, el mundo redimido de Escarlata que ha permanecido junto a su cuñada, enfrentándose a una Atlanta en descomposición por la guerra,  plática sudorosa en la tarde ardiente. Y Prissy de nuevo que antepondrá su pasado canto libertario en su búsqueda de ayuda por parte de Rhett Butler, invitado de honor de la siempre generosa y criticada Belle Watling.








 

 

 

 


 



 

 

 

 



 

 

 

 














 






























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