Dean, como ráfaga violenta de la siempre inconformista juventud (como también los fueron Marlon Brando y Montgomery Clift)
desencadenó así todas las ansias mitómanas de millones de muchachos y
muchachas que, adorándole después de muerto, lo mantuvieron vivo a
través de la magia del celuloide. Y, en consecuencia, esos millones de
corazones de adolescentes rebeldes "sin causa" se aligeraron: Dean se
halló en la misma situación que ellos. Dean se había ganado la
benevolencia de una ingente masa juvenil que se creía fragmentada en
múltiples pedazos, sin encontrar una fórmula con la que pactar una
alianza esperanzadora para conseguir unirlos. El malogrado actor también
buscó, ya desde su adolescencia, con ansiedad enfermiza, ser el dueño
absoluto de sus días y sus noches.
Dean,
atormentado y neurótico, de
rostro perfecto, mirada dulce y miope,
acomplejado y, según algunos críticos, misógino, pero amado sin embargo
por todas las mujeres que pasaron por su corta existencia, víctima de un
entorno
social y
familiar, reflejado por una atormentada vida interior y una perpetua
rebeldía contra un mundo al que él consideraba absurdo ee irracional,
tras su preconizada muerte, había vuelto de nuevo a la vida, valiéndose
de la magia del celuloide, de los muchos reportajes que sobre él se
rodaron a partir de 1955, -siendo quizás el más famoso el que dirigiera Robert Altman
con el título "The James Dean Story", en 1957- y de cuantas biografías
sobre su agitada y descontrolada vida vieron también la luz en miles de
editoriales.
Pero Dean fue no menos criticado por muchos comentaristas cinematográficos a quienes su personalidad resultaba poco atractiva. Bosley Crowther del New York Times describió a Dean, en su composición del adusto Cal Trask, como una "masa histriónica de pan de gengibre" en su feroz crítica del "East of Eden", pero no dudó luego en alabar "el nerviosisimo amanerado de Jett Rink" en su última aparición en la pantalla con "Giant".
Robert Altman, al realizar su documental "The James Dean Story", financiado por George W. George y él mismo, con la cámara de Lou Lombardo y el guión de Stewart Stern, autor también en 1954 del script de "Rebel Without a Cause", confesó:
"Yo,
en realidad, deseaba desmitificar a Dean, pero no nos salió bien.
Empecé a darme cuenta de que era un magnífico actor que había aportado
una personalidad completamente nueva con la que los chicos se
identificaban en esa época. A medida que hacíamos el documental me
interesé cada vez más por él, y cuando reconstruimos el accidente de
tráfico en el que se mató, conduje yo mismo uno de los coches"...
Pese a todo, y a la admiración posterior que Altman empezó a sentir por
Dean, su documental recibiría una feroz crítica del Time el 9 de
septiembre de 1957, tras el estreno del mismo: "The James Dean Story"
es tan empalagosa como muchos de los acérrimos fans de Dean que acuden,
todavía hoy, en manada a verla. Explota un cierto morbo por que la voz
de Dean vuelva a resonar desde la tumba, pero lo hace con la lúgubre
solicitud con la que un director de pompas fúnebres trata a los vivos"
"Los productores del documental, que insisten en mostrar todos los
estados de ánimo de su rebelde sentimental por antonomasia, nos acaban
ofreciendo un pegote emocional. La marca dejada por Dean, ya de por sí
difusa, acaba perdiéndose en algún punto de un embrollo productivo de
ocho mil fotos, trece investigadores y 360 clubs de fans. La narración,
recitada pomposamente por Martin Gabel, un antiguo miembro del Mercury Theatre Company de Orson Welles, y pesadamente escrita por el amigo guionista de Dean, Stewart Stern,
suena a momentos como un himno pretencioso. Poco a poco aumenta la
intensidad de las llamas votivas de gas en el altar y las estufas van
emanando incienso. Dean es mostrado de forma muy diversa, a veces como
un artista temperalmente que se marchaba, al igual que Marlon Brando, enfurruñado cuando se le llevaba la contraria, a veces como un niño inconsciente y agobiado por sentimientos de culpa: "Mi madre murió porque soy malo",
o como un torero en sueños o un neurótico antisocial. La leyenda del
genio melancólico nunca queda lejos; se intuye fuera de la pantalla, en
la banda sonora, entre fotogramas. Pero no llega nunca a hacerse
realidad por la mera razón de que era un fraude, una creación de las
revistas para cinéfilos enfebrecidos y fans del propio joven
Dean"
Stewart Stern, (autor del guión de la película "Rebel Without a Cause"), requerido por Altman, se había mostrado en un
principio reticente a cualquier proyecto de documental sobre el que
habia sido, ante todo, un gran amigo. Y cuando, finalmente, aceptó
colaborar con Altman, escribiendo el guión del documental, explicó en
una entrevista en Classic American Films, las razones que le decidieron a formar parte del mismo: "Poco
después de que se estrenase "Rebel Without a Cause", iba en un avión y
por alguna razón que no recuerdo estaba hojeando el guión de "Rebel". El
individuo que se sentaba a mi lado me dijo: "No he podido por menos que
sentir curiosidad por lo que está usted leyendo. ¿Es este el aspecto
que tiene un guión?... Yo asentí y quiso saber de qué película era.
Cuando le conté que se trataba de "Rebel Without a Cause", el tipo me
dijo entonces que odiaba la película. Yo quise saber el porqué. Pero
antes le avisé de que yo había sido el autor del script para la Warner, y
quería que fuese absolutamente sincero conmigo, cosa que no dudó en
hacer. Me contó que era guía de un grupo de scouts y que muchos de los
chavales que se habían pirrado por James Dean estaban totalmente
desmandados, y que habían llegado a propasarse en su trato familiar con
sus padres, creando situaciones miméticas a las que se reflejaban en la
primera parte del film. Dijo que había habido incluso peleas con navajas
en todas las escuelas desde que se estrenó la película. Todo ello me
dejó atónito, ya que era todo lo contrario de lo que yo pretendía
transmitir (y Dean también); ambos (en vida de James) queríamos que se
diesen cuenta de que la violencia, las botas de cuero y todas esas cosas
no iban a hacerles más hombres. Y que la gente necesitaba echar mano de
su bondad y acercarse a los demás para formar familias que funcionasen
de verdad. Evidentemente, lo que este hombre me contó me dejó hecho
polvo. Así que cuando el famoso agente Abby Greshler se puso en contacto conmigo para hacer el documental sobre James Dean,
le dije que no. Le expliqué que no quería añadir más leña a la leyenda
de violencia que muchos adultos detectaban en Dean, porque, pese a lo
que pudieran opinar una ingente cantidad de padres de familia, no era en
absoluto real. Entonces me llamó George W. George, un socio del director Robert Altman.
Altman que había obtenido un regular éxito con su primer film sobre el
fenómeno de las películas adolescentes con "The Delinquents",
interpretada por jóvenes actores casi desconocidos, y estrenada el 27 de
marzo de aquel año 1957 en Los Ángeles), para hablarme con gran
entusiasmo sobre su proyecto de llevar a cabo, junto con Altman, la
realización de "The James Dean Story". "Stewart, me dijo, tienes que
participar en este documental porque de todos modos vamos a hacerlo, y
creo que tú deberías formar parte del mismo; no en vano tú fuiste uno de
los más grandes amigos de Dean." Y, aunque no del todo decidido, quedé
con Altman, vi las fotos y las imágenes de archivo de nuestro inolvidable Jimmy, y repasé las
entrevistas que ya habían filmado. Al final opté por integrarme al
proyecto y a escribir el guión con mi mejor disposición para poder
presentar a Jimmy como sé que le hubiese gustado ser presentado: como un
hombre de paz, que entendía la soledad y las dificultades que pueden
afectar a tantos seres humanos, en especial a los jóvenes.
"The James Dean Story" llegó a las pantallas, en agosto de 1957,. en una sesión doble con una
película de Elia Kazan "A Face in the Crowd" No
fue de extrañar, por tanto, que el documental obtuviese malos resultados
de taquilla y que las críticas de la prensa fuesen parcas y poco
tolerantes con el proyecto de Robert Altman. Arthur Knight, uno de los primeros críticos en visionarla, escribió para el Saturday Review del 3 de agosto de 1957: "Resulta
difícil establecer si "The James Dean Story" es un mero producto de
explotación o un tributo a un actor de la misma compañía que la ha
comprado y para la que él trabajaba. Puede que sea un poco de cada cosa,
pues mientras Dean podía resultar exasperante, también inspiraba entre
aquéllos que le conocían bien sentimientos profundos de lealtad y de un
amor excesivo y curiosamente protector. Y sin embargo, ninguna compañía,
ni siquiera por amor o fidelidad, estrenaría voluntariamente una
película que pudiese ser un fracaso de taquilla. Sin duda un psicólogo
más agudo habría hurgado más (las razones que le empujaron hacia la
auto-destrucción, por ejemplo). Pero encontraremos aquí suficiente
material sobre el sentido de la culpabilidad, el ego, y la necesidad de
comprender y amar que expliquen no sólo a Dean, sino a muchos de sus
contemporáneos que visten vaqueros. La pelicula es, en cierto modo, un
documento social que merece un estudio detallado por parte de un público
diferente al de los idolatradores del ya eterno joven James Dean"
Altman, curiosamente, había vendido su documental a la misma productora de las películas de James Dean, Warner Brothers, que, con la esperanza de obtener un resonante éxito, dos años después de la muerte del idolatrado mito, contrató al músicoLeith Stevenspara que compusiera una banda sonora evocativa con ritmo de jazz. El estudio también convenció al cantante Tommy Sands, ídolo adolescente de los 50, para que se hiciera cargo del tema musical "Let Me Be Loved", escrito especialmente para la película porJay Livingston y Ray Evans.
JAMES DEAN:
UN EXTRA DESCONOCIDO EN FILMS OLVIDADOS
En sus primeros meses en la Meca del Cine, Dean
trató por todos los medios de ser acptado en varias películas, pero tan
sólo pudo intervenir como extra en tres películas: como soldado en la
guerra de Corea, en"Fixed Bayonets" ("A bayoneta calada"), 1951, de Samuel Fuller, junto a Richard Basehart, Richard Hylton y Craig Hill. "Sailor Beware" ("¡Vaya par de marinos!", 1952, de Hal Walker, junto a la preja cómica formada por Jerry Lewis y Dean Martin, además de Corinne Calvet, Leif Erickson y Marion Marshall.
Y "Has Anybody Seen My Gal?" ("¿Alguien ha visto a mi chica?"), 1952, deDouglas Sirk, conPiper Laurie, Rock Hudson, Charles Coburn, Lynn Bary y Gigi Perreau.
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