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jueves, 15 de julio de 2021

La Venganza de Don Mendo -I Parte-

Excepcional e insuperable parodia de los dramas románticos medievales, en la que Pedro Muñoz Seca, su autor, fue con toda seguridad el primero en divertirse. No encontraremos en esta comedia alocada con sabor a rico piruli del Medioevo,  con sus doncellas en torreones de decencia esperando al enamorado reptante, ni en sus batallitas ferruginosas, ni en sus amores interraciales entre mora despechada y cristiano vengativo, o amante cornudo y doncella casquivana, acritud alguna contra el mejor género teatral, perfectamente adaptable a la gran pantalla, ni tampoco alusiones críticas a determinado o a determinada obra. "La venganza de Don Mendo" no pretende ser el Quijote de los dramas románticos. Es una espléndida broma literaria por la que nadie puede darse por lastimado ni ofendido. Por eso será la obra de este género que perdurará en la escena o en la pantalla sin perder nunca actualidad. Pese a todo, las críticas no perdonaron a Muñoz Seca sus burlas, sin saña y sin odios, más bien compasivas, de saludable advertencia contra las pasiones exacerbadas y criminaloides. Pero algún sabio dijo que la "barbarie" intelectual no sabe reír. A Muñoz Seca, a su gracia infinita y a su dominio extraordinario, casi olímpico, del mejor castellano, le asesinó esa "barbarie" ya citada en complicidad con la envidia. Porque la envidia, como la picadura de la cobra, sabe buscar sus aliados llenos de veneno. Pese a todo, y como expresó Don Jacinto Benavente, Pedro Muñoz Seca: ¡Presente en el teatro español, en nuestra mejor literatura, y en la Historia de España! 
 
 


[Exceptional and unsurpassed parody of medieval romantic dramas, in which Pedro Muñoz Seca, its author, was surely the first to have fun. We will not find in this crazy comedy with the flavor of rich medieval pyruli, with its maidens in towers of decency waiting for the creeping lover, nor in its ferruginous little battles, nor in its interracial love affairs between a spiteful blackberry and a vengeful Christian, or a horned lover and a hollow maiden, any acrimony against the best theatrical genre, perfectly adaptable to the big screen, nor critical allusions to a certain or certain work. "Don Mendo's Revenge" does not pretend to be the Quixote of romantic dramas. It is a splendid literary joke by which no one can take for hurt or offended. That is why it will be the work of this genre that will last on the scene or on the screen without ever losing relevance. In spite of everything, the critics did not forgive Muñoz Seca his ridicule, without anger and without hatred, rather compassionate, as a healthy warning against exacerbated and criminal passions. But some wise man said that intellectual "barbarism" does not know how to laugh. Muñoz Seca, due to his infinite grace and his extraordinary, almost Olympic command of the best Spanish, was assassinated by that "barbarism" already mentioned in complicity with envy. Because envy, like the bite of a cobra, knows how to seek its allies full of poison. In spite of everything, and as expressed by Don Jacinto Benavente, Pedro Muñoz Seca: Present in Spanish theater, in our best literature, and in the History of Spain!]
 
 



 


















Magdalena, la bella hija del Conde Don Nuño Manso de Jarama, está enamorada de Don Mendo, un galán atractivo y ciertamente noble -aunque no acaudalado- con el que mantiene en secreto una relación amorosa. El juglar Bertolino toca una trova: (Don Nuño)  "Ese canto, juglar, es un encanto. Hame gustado desde un principio, y es prodigioso que entre tanto canto no exista ningún ripio" (Magdalena) "Verdad" (Bertolino) "Oid..." (recita ahora enfáticamente) "Los cuatro hermanos Quiñones a la lucha se aprestaron, y al correr de sus bridones, como cuatro exhalaciones, hasta el castillo llegaron. ¡Ah del castillo! -dijeron- ¡Bajad presto ese rastrillo! Callaron y nada oyeron, sordos, sin duda se hicieron los infantes del castillo. ¡Tended el puente!... ¡Tendello! Pues de no hacello, ¡pardiez!, antes del primer destello domaremos la altivez de esa torre, habréis de vello... Entonces los infazones contestaron ¡Pobres locos! Para asaltar torreones, cuatro Quiñones son pocos. ¡Hacen falta más Quiñones! Cesad en vuestra aventura, porque aventura es aquesta que dura, porque perdura el bodoque en mi ballesta... Y a una señal, dispararon los certeros ballesteros, y de tal guisa atinaron, que por el suelo rodaron corceles y caballeros..." (murmullos de aprobación de los allí presentes) "Y según los cronicones, aquí termina la historia de doña Aldonza Briones, cuñada de los Quiñones y prima de los Hontoria" (Don Nuño) "Esas estrofas magnánimas son dignas del estro vuestro" (Bertolino) "Gracias, gran señor" 

(Don Nuño) "Suenan las ánimas... Y ahora, deudos, retiraos. Que es tarde y no es ocasión de veladas ni saraos. Recibid mi bendición... Magdalena y vos, quedaos" (Magdalena y su aya, Doña Ramírez, una mujer como de cincuenta, con berruga y narizota, se inclinan) "Adiós, mi fiel Lorenzana y Guillermo de Aragón... Buenas noches, Pedro Aldana. Descansad, hasta mañana. Luis de Oliva... Adiós Ninón"

(Don Nuño, que tiene para su hija  y quiere desposarla con Don Pero del Toro, un rico privado del Rey Alfonso VII) "Ahora que estamos solos, oídme atentas..." (Magdalena) "Dime, padre y señor"... (Don Nuño) "Digo, hija mía, y al decirlo, Dios sabe que lo siento que he concertado al fin tu casamiento, cosa que no es ninguna tontería." (Magdalena, estremecida y casi perdiendo el sentido. Su padre) "¿Te inmutas?"... (La hija) "¡No, por Dios!" (El padre) "Pues parecióme" (La hija) "No extrañes que el rubor mi rostro queme; de improviso cogióme la noticia feliz... e impresionéme" (Don Nuño) "Has cumplido, si yo mal no recuerdo, veinte abriles"... (Ella) "Exacto" (Él) "No eres lerda. Pues toda la familia está de acuerdo en que eres mi trasunto, y si soy cuerdo, siendo tú mi trasunto, serás cuerda. Eres bella... ¿Qué dije? Eres divina, como lo fue tu madre doña Evina."... "Gracias, padre"... (Don Nuño) "Modestia aparte, sabes latín, un poco de cocina, e igual puedes dorar una lubina que discutir de ciencias y aun de arte. Tu dote es colosal, cual mi fortuna, y es tan alta tu cuna, es nuestra estirpe de tan alta rama, que esto grabé en mi torre de Porcuna: "La cuna de los Manso de Jarama, a fuerza de ser alta cual ninguna, más que cuna, dijérase que es cama"... (Magdalena atajándole sus elucubraciones de cuna) "¿Y con quién mi boda, padre, has concertado?" (El padre) "Con un caballero gentil y educado que es Duque y privado del Rey mi señor"... "¡El Duque de Toro!"... "Lo has adivinado, el Duque de Toro, don Pero Collado, que ha querido hacerme con su amor, honor." (Magdalena) "¿Y te habló don Pero?" (Don Nuño) "Y don Pero hablóme, y afable y rendido tu mano pidióme, y yo que era suya al fin contestelle; y al ver el agrado con que yo mirelle, en la mano diestra cuatro besos dióme; y luego me dijo con voz embargada: Díga, don Nuño, que presto mi espada rendiré ante ella, que presto iré a vella, que presto la boda será celebrada para que termine presto mi querella. Conque, Magdalena, tu suerte está echada, mi palabra dada y mi honor en ella; serás muy en breve duquesa y privada; no puedes quejarte de tu buena estrella"... "Gracias, padre, gracias"... "Noto tu alegría"... "Haré lo que ordenas"..."De tu amor lo espero"... "Puesto que lo quieres, seré de don Pero" (Don Nuño, satisfecho, besa a su hija) "Serás de don Pero"

 


Magdalena, que también ansía triunfar socialmente, acepta el dictado de su progenitor, pero no se halla dispuesta a contarle sus planes maritales a Don Mendo. (Magdalena, aterrada a doña Ramírez) "¡Ya escuchaste lo que mi padre dijo!"... (Ramírez) "Claro está que lo escuché, y sólo a fuerza de furzas me he podido contener, que tal temblor dio a mi cuerpo, tal hormiguillo a mis pies, que no sé cómo don Nuño no lo advirtió, no lo sé. ¡Casarte tú con el Duque siendo amante del Marqués!... ¡Ser esposa de don Pero la que de Don Mendo es!... Si el Marqués lo sabe!" (Magdalena) "¡Calla!"... (Ramírez) "¡Si el duque se entera!... (Magdalena) "¡Bien!"... (Ramirez) "¡Si al Conde le dicen!" (Magdalena) "¡Cielos" (Ramírez) "¡Y si tú lo ocultas!" (Magdalena nerviosa y cargada) "¡Eh! ¡Basta ya, doña Ramírez! ¿No ves que sufro? ¡Rediez!" (Ramírez) "Muda seré si lo ordenas. Si lo mandas callaré; pero ante Dios sólo puedes casarte con el Marqués, porque al Marqués entregaste tu voluntad y tu fe; porque te pasas las noches en tierno idilio con él; porque esa escala maldita le arrojaste una vez sólo por darle una mano, y él se ha tomado los pies. No te ofendas, Magdalena; más yo sé, porque lo sé, que la mujer que recibe en su castillo a un doncel, con él se casa, o no tiene todo lo que hay que tener" (Magdalena) "Me insultas, doña Ramírez. No sé cómo en mi altivez me contengo" (Ramírez) "Reflexiona, que lo digo por tu bien" (Magdalena encrespándose) "¡Pero si ya no le amo; si ya no tengo en él fe; si es de mi padre enemigo! ¡Si no sé por qué le amé!" (El aya) "Él te idolatra" (La prometida) "¿Qué importa? ¿Qué puedo esperar de él, si carece de fortuna, y no es amigo del Rey? No, doña Ramírez, nunca; no me conviene el Marqués. Quiero triunfar en la Corte, quiero brillar, quiero ser algo que mucho ambiciono. ¡Quiero serlo y lo seré!"... "Pero y don Mendo, señora?"... "Yo sabré librarme de él"... "Y si don Pero se entera de aqueste engaño?" (Magdalena) "¿Por quién?" (Ramírez) "¿Y si don Nuño?"... "Mi padre dio su palabra antiayer al de Toro, y yo por fuerza le tengo que obedecer" .

(Un caballero a caballo se acerca por la pradera con dirección al castillo de Don Nuño. Y luego se acerca al torreón cantando a voz en grito una trova que despierta a todo el castillo. Por fortuna, todos siguen durmiendo al escuchar el cante del trovador) (Suena un laúd en el exterior) (Ramírez asustada) "Entonces..." (Magdalena) "¡Calla!"...(El aya) "¡Dios mío! ¡Esa música!"... "El Marqués! Arroja presto la escala. Déjame a solas con él" (Cae la escala para Don Mendo) (Magdalena) "Quisiera amarle y no puedo. Fue mi amor una mentira, porque no es amor, es miedo lo que don Mendo me inspira"
 
 
 
 





 

 


 

 

 




 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Doña Ramirez haciendo mutis por la estancia) "Pues lo mandan, es razón que sea muda, ciega y sorda, pero me da el corazón que aquí se va a armar la gorda"


Se presenta por fin Don Mendo, apuesto caballero, como de treinta años, bien vestido y mejor armado, que ha subido con la escala hasta la estancia de su doncella) (Magdalena yendo hacia él y cayendo en sus brazos) "¡Don Mendo!"... (Mendo declamando tristemente) "¡Magdalena! Hoy no vengo a tu lado cual otras noches, loco, apasionado..., porque hoy traigo una pena que a mi pecho destroza, Magdalena"... (Ella) "¿Tú triste? ¿Tú apenado? ¿Tú sufriendo? ¿Pero qué estoy oyendo? Relátame tus cuitas, ¡oh, don Mendo! Acomódate" (ofreciéndole una dura banqueta) (Don Mendo) "Preferiría aquél, de cuero, blando catrecillo, pues del arzón, sin duda, vida mía, tengo no sé si un grano o un barrillo" (Magdalena fingiéndose compungida) "¿Y has venido sufriendo?" (Él) "¡Mucho, mucho!" (La hipocritona) "¿Cómo no quieres, di, que te idolatre? Apóyate en mi brazo, ocupa el catre y cuéntame tu mal que ya te escucho" (Ocupa Don Mendo el catrecillo de cuero y Magdalena se arrodilla a su lado) "Ha rato que te espero, Mendo amado; ¿por qué restas callado? (Don Mendo) "No resto, no; es que lucho, pero ya mi mutismo ha terminado; vine a desembuchar y desembucho. Voy a contarte, amor mío, una historia infortunada: la historia de una velada en el castillo sombrío del Marqués de Moncada. Ayer... ¡triste día el de ayer! Antes del anochecer, y en mi alazán caballero, iba yo con mi escudero por el parque de Alcover, cuando, cerca de la cerca que pone fin a la alberca de los predios de Albornoz, me llamó en alto una voz, una voz que insistió terca. Hice en seco una parada, volví el rostro y la voz era del Marqués de Moncada, que con otro camarada estaba al pie de una higuera" (Magdalena, intrigada) "¿Quién era el otro?" (Mendo) "El Barón de Vedia, un aragonés antipático y zumbón que está en casa del Marqués de huésped o de gorrón. Hablamos... Y vos, ¿qué hacéis?... Aburrirme. Y el de Vedia dijo: No os aburriréis; os propongo, si queréis, jugar a las siete y media" (Magdalena) "¿Y porqué marcó esa hora tan rara? Pudo ser luego..." (Mendo) "Es que tu inocencia ignora que, a más de una hora, señora, las siete y media es un juego."... "¿Un juego?... (Mendo) "Y un juego vil que no hay que jugarlo a ciegas, pues juegas cien veces, mil, y de las mil, ves febril que o te pasas o no llegas. Y el no llegar da dolor, pues indica que mal tasas y eres del otro deudor. Mas ¡ay de ti si te pasas! ¡Si te pasas es peor!
 


(Magdalena) "¿Y tú, don Mendo?"... "Serena escúchame, Magdalena, porque no fui yo... no fui! Fue el maldito Cariñena que se apoderó de mí. Entre un vaso y otro vaso el Barón las cartas dio; yo vi un cinco, y dije "paso", el Marqués creyó otro caso, pidió carta... y se pasó. El Barón dijo "plantado"; el corazón me dio un brinco; descubrió el naipe tapado, y era un seis, el mío era un cinco; el Barón había ganado. Otra y otra vez jugué; pero nada conseguí; quince veces me pasé, y una vez que me planté, volví mi naipe... y perdí. Ya mi peculio en un brete, al fin me da Vedia un siete; y Vedia pone una media sobre el mugriento tapete. Mas otro siete él tenía y también naipe pidió..., y negra suerte la mía, que siete y media cantó. Y me ganó en la porfía... Mil dineros se llevó, ¡por vida de Satanás! Y más tarde, ... ¡qué se yo!, de boquilla se jugó y me ganó diez mil más. ¿Te haces cargo, di, amor mío? ¿Te haces cargo de mis males? ¿Ves ya por qué no sonrío? ¿Comprendes por qué este río brota de mis lagrimales?" (Los ojos de Mendo hechos un mar de lágrimas

 

 









 

 

 

 

  






 

 

 




 

 

 

 





(Mendo reaccionando con furor)"Yo mal no quedo, ¡no quedo! ¡Quién diga que yo un borrón eché a mi grey, que alce el dedo! Y como pagar no puedo los dineros al Barón, para acabar de sufrir he decidido... partir a otras tierras, a otro abrigo" (Magdalena, ocultando su alegrón) "¿Qué me dices? ¿Vas a huir?" (Mendo) "Voy a huir, pero contigo" (Magdalena espantada) "¿Perdiste el juicio" (Mendo) "No tal. Resuelto está, ¡vive Dios! Y si te parece mal, aquí mismo, este puñal (saca un puñal enorme) nos dará muerte a los dos. Primero lo hundiré en ti, y te daré muerte, sí, ¡lo juro por Belcebú!, y luego tú misma, tú, hundes el acero en mí" (Magdalena, muerta de miedo ante la propuesta aprovechada de su amante) "Es que tú puedes pagar con algo... que alguien te preste... Y luego para medrar puedes partir con la hueste que organiza el de Melgar. Y yo aquí te aguardaría, y al Conde prepararía, y al volver de tu cruzada nuestra unión sancionaría" (Mendo) "¡Calla!" (Magdalena) "¡Sí!... ¿Qué piensas?" (Mendo) "¡Nada!" (Magdalena) "Salvado, don Mendo, estás! Pagas las deudas, te vas, luchas, vences, y al regreso loca de amor me hallarás aquí" (Mendo, exasperado ante semejante idea) "¡Nunca!... ¡Nunca!" (Magdalena, viendo las de perder) "¿Y eso?" (Mendo) "Porque... ¿cómo a pagar voy?" (Magdalena) "¿Cómo? (se dirige a un mueble y toma un estuche de orfebrería) Si ya tuya soy y lo mío tuyo es, (le da el estuche con un collar), este collar que te doy has de aceptarlo, Marqués" (Mendo) "¡Dios santo!" (Magdalena mimosa) "Ve mi intención de rodillas te lo ruego; véndelo, paga al Barón, tu honor salva y parte luego a unirte al rey de Aragón" (Mendo, dudando) "Es que..."... (Ella) "Todo está arreglado" (Él) "Por mi honor..." (Ella) "No comprendo..." (Mendo) "Temo que algún deslenguado lo sepa y diga: Don Mendo es un vil y un desahogado, que sin pizca de aprensión aprovecha una ocasión que él creyó propicia y obvia y pagó a cierto Barón con alhajas de su novia. Y me anulo y me atribulo y mi horror no disimulo, pues, aunque el nombre te asombre, quien obre así tiene un nombre, y ese nombre es el de... chulo." (Magdalena) "¡Basta, don Mendo!" (Él) "¡No!...¡No!... (Ella, trágica) "¡O aceptas ese collar que mi mano te donó, o tú no me has de matar, pues he de matarme yo!" 

 














(Llegan hasta la estancia ruído de espadas que chocan con estrépito) (Mendo) "¡Calla!" (Magdalena) "¿Qué es eso?... ¡Dios santo!" (Mendo) "Al pie de este torreón alguien riñe con tesón..." (Aparece Doña Ramírez asustadísima) "¡Ay, Magdalena! ¡Qué espanto!" (Mendo) "¿Qué ocurre?" (Ramírez a Magdalena) "¡Salva tu honor! Un rufián o un caballero a vuestro fiel escudero, don Mendo, ha puesto en fuga" (Magdalena) "¡Qué horror!" (Ramírez) "Y diciendo no sé qué, por la escala está subiendo!" (Magdalena)"¡Tú tienes mi honor, don Mendo!" (Él) "Pues ten en mi espada fe. Y de este honor al conjuro, juro que morir prefiero a delatarte; lo juro por mi fe de caballero." 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

(Se van del aposento Magdalena y Doña Ramírez. Don Mendo desenvaina su espada y se emboza) "Por vida!... Si hay que luchar, y lucha habrá si hay quien luche, puede estorbarme el estuche... el estuche del collar" (Mendo arroja el estuche. Aparece por la escala Don Pero, también embozado. Y se detiene al ver a Don Mendo. Éste exclama) "¿Quién se acerca inoportuno?"... (Pero) "¡Uno!" (Mendo) "¿Sabe qué suerte le cabe?" (Pero) "¡Quién sabe!" (Saca la espada) (Mendo) "¿Y qué le impulsó a subir?" (Pero) "¡Reñir!" (Mendo) "¿Dijo reñir o morir?" (Pero) "Reñir o matar, si cabe, que entró por ese arquitrabe uno que sabe reñir" (Mendo) "Morirás, ¡rayos y truenos!" (Ramírez y Magdalena atienden asustadas desde el otro lado de la estancia al duelo de ambos caballeros) (Pero) "¡Menos!" (Mendo) "¡Que mi espada vidas roba!" (Pero) "¡Coba!" (Mendo) "¿Eres juglar o escudero?" (Pero) "¡Caballero!" (Mendo) "Entonces con más esmero" (Pero) "¡Pues vamos presto a reñir, que no os tenga que decir menos coba, caballero!" (Mendo) "Decid cual es vuestro nombre" (Pero) "¿Mi nombre queréis? ¡Pardiez! Pues... un hombre" (Mendo) "¿Sólo un hombre?" (Pero) "Uno que vale por diez" (Mendo) "¡Vive el cielo!...¡Venga el duelo!" (Pero) "¡Vive Dios!... ¡Aunque sean dos!" (Mendo) "Habéis de medir el suelo" (Pero) "Habéis de medirlo vos" (Mendo) "¡Por mi dama! ¡Vive el cielo!... (Pero) "¡Por mi dama!...¡Vive Dios!" (Cruzan las espadas y se acometen fieramente. Y Mendo atiza a Pero con la llama de un hachero

















 

 

 

 




Pronto se oye a Magdalena y doña Ramírez pidiendo socorro. (Mendo) "¡Voces, ayes, luces, ruido... Si me ven está perdida, y yo con ella perdido... Hay que buscar la salida... ¡Paso franco!" (Pero, gritando) "¡Ah de la casa!" (Mendo) "¡Paso!"  (Pero) "Lo impide mi acero" (Mendo) "¡Paso digo, caballero!" (Pero) "Yo digo que no pasa" (Mendo) "¡Por favor!" (Pero) "¡No hay compasión! No salís, lo he decidido" (Mendo, desesperado) "¡Y vienen!... ¡Sí! ¡Estoy perdido! ¡Paso!" (Pero) "¡Nunca!" (Mendo) "¡Maldición!" -Entran todos los personajes que del castillo. Algunos con armas y otros con hachones encendidos. Magdalena se muestra sostenida por Doña Ramírez, como si se acabara de levantar- (Lorenzana) "¿Quién llama?" (Aldana)"¿Quién grita?" (Oliva) "¿Qué ocurre?" (Ninón) "¡Dios Santo!" (Bertoldino) "¿Qué es esto? ¡Dos hombres!" (Ramírez) "¡Qué espanto!" (Ninón) "¡Qué miedo!" (Magdalena) "¡Qué horror!" (Bertoldino, viendo venir a Don Nuño) "¡El Conde!" (Nuño, entrando con la espada desnuda) "¡Silencio! ¡Atrás todo el mundo! Que sólo a mí toca defender mi honor... Aunque anciano, matar a los dos puedo, que cuando empuño la tajante espada, ni nadie supo resistir, ni nada logró borrar la máxima sagrada que hice grabar en su hoja de Toledo. "Viva mi dueño", dice como un grito. "Viva su madre", añádese en el puño; y yo ambos gritos con valor repito, que está para cumplir lo en ella escrito el brazo de granito de don Nuño. ¡Presto...! ¡Fuera el embozo!... ¡Presto, fuera! ¡Explicad por qué estáis en mi castillo!... ¿Quién sois? ¿A qué venís?" 






 








(Pero desembozándose) (Todos, asombrados) "¡El de Toro!" (Nuño) "¡Gran Dios!" (Magdalena a Doña Ramírez) "¡El Duque era!" (Nuño) "Un rayo que a mis plantas cayese de la altura... un sol que a medianoche luciera en la negrura..., un cuervo que trocase su negror en albura... extrañáranme menos que esta loca aventura. ¡El de Toro en mi casa de tan rara manera! Ocultas por el manto la faz y la cimera... con la espada desnuda y la voz altanera... violando mi castillo, mi honor y mi bandera." (Pero) "Tu honor nunca, don Nuño, porque tu honor es mío y por serlo, don Nuño, vine a tu señorío, y te juro, don Nuño, que no vine en baldío" (Nuño) "No entiendo" (El de Toro) "Pues yo mesmo te explicaré este lío. Al despuntar el día, y en unión de mi paje Ginesillo, deje la Corte y vine a tu castillo, para ver a su dueña y dueña mía, cuya regia hermosura me enamora. Llegué de noche, mas llegué en buena hora, porque cuando a llamar me disponía vi una escala de cuerda que pendía de esa terraza, y que a sus pies estaba un hombre que a la escala defendía. Quise saber lo que aquel hombre hacía y quién era el doncel que allí se hallaba, y a quien la escala, ¡vive Dios!, servía, y qué mano la echaba y qué mano después la recogía. Que ya que aquí moraba la dama que el amor me destinaba, era muy justo hacer lo que pensaba y muy justo saber lo que quería. Puse en fuga al follón que me estorbaba, subí y entré, y en esta estancia había un hombre, y cuando yo con él reñía llegásteis..., y eso es todo. Agora espero que me digais con claridad de día que aguarda y que hace aquí tal caballero" (Nuño a Don Mendo) "¡Hablad!" (Don Mendo disimula) "¿Calla?" (A Magdalena su padre) "¡¡Magdalena!! ¡Esa escala en una almena!" (La hija) "¡Padre! ¿Qué piensas de mí?" (Nuño) "¿Eres inocente?" (Magdalena muy regia) "¡¡Sí!! ¡Pura como la azucena!... Tú mesmo has de verlo aquí, en mis ojos, clara luna, en donde siempre lees" (Nuño, amenazador) "Entonces... voy a armar una de las de no te menees" (Enérgico) "¡A ver, pronto! ¿Quién la escala a ese embozado arrojó?" (Mendo, que sigue embozado) "Yo mesmo" (Nuño) "¿Qué dices?" (Mendo) "¡Yo!" (Nuño) "No es posible" (Mendo) "Nadie iguala mi desteza en el trepar para una torre invadir. Excusaos de preguntar: yo la eché para bajar, no la usé para subir. Por las grietas del torreón trepé cual una raposa, que eso en mí, Conde, no es cosa que llame ya la atención; pero como en el descenso suele más peligro haber, y yo, cuando subo, pienso que tengo que descender, llevo siempre a previsión una escala de garduño, y ésa es la escala , don Nuño, que pende del torreón." (Don Nuño) "¿Y a qué subísteis?" (Mendo, dudando) "Señor"... (Nuño) "No acabo de imaginar. ¿Fue el amor?... (Mendo) "No fue el amor" (El Conde) "¿Entonces?" (Mendo) "Subí a robar" 


(Asombro de todos) (Nuño) "¡Miserable! ¡Presto a él!" (Mendo defendiéndose) "¡Quietos!... Infeliz de aquel que intentare, ¡ay Dios!, llegar a don Mendo Salazar y Bernáldez de Montiel! (Se desemboza) (Nuño) "¿Ladrón vos, don Mendo? ¿Vos?" (Ramírez, por lo bajini, a Magdalena) "Por salvarnos a las dos, ya ves, su infortunio labra" (Mendo para sí) "De salvarla di palabra, y la cumplo, vive Dios" (Nuño) "Un Marqués cual vos, ¡qué afrenta! ¿Cuándo viose acción tan doble?" (Mendo) "Nunca ha de faltar un noble que robe más de la cuenta" (Nuño) "¿Pero vos?... (Mendo) "Y a fuer de honrado, antes de rendir la espada que mi delito ha manchado, quiero confesar que nada de amor hame aquí arrastrado" (Pero irritándose) "¡No! ¡No!... ¡Nunca lo creeré!" (Lorenzana) "¡Ni yo!" (Magdalena) "¿Qué decís?" (Nuño) "¡No sé! Permitid que en creerlo luche". (Magdalena, recogiendo del suelo el estuche que tiró Don Mendo) "Mirad..., hay aquí un estuche" (Nuño) "El de tu collar" (Ella) "¡Sí!" (Pero) "¿Eh?" (Mendo) "Como tanpoco valía no lo quise para mí" (El de Toro) "¿Pero y el collar?" (Mendo, enseñándolo) "¡Aquí!" (Pero) "¡Era verdad!" (Nuño) "Lo tenía" (Mendo a Magdalena) "Tomadlo y perdón, señora, si os lo quise arrebatar" (Magdalena a Pero) "¿Estáis convencido ahora de que vino aquí a robar?" (Pero) "Convencido y dolorido de haber dudado de vos, y os pido en nombre de Dios para mi crimen olvido. Pronto mi esposa os haré, como ya está concertado. ¿Me perdonáis?" (Magdalena) "¡Perdonado!" (Mendo, para sí) "¡Santo cielo! ¿Qué escuché? Ella su esposa. ¡Su esposa! Si tal es verdad, estimo que salvándola hice el primo de una manera espantosa. Pronto he de saberlo, sí, que he de preguntarle yo y he de arrancarle..." (conteniéndose) "Mas, ¡oh!, ¿y la palabra que di?" (Nuño) "Presto, tomadle la espada y a un calabozo sombrío llevadle" (Pero, rendidamente a Magdalena) "¡Prenda adorada!" (Ella, satisfecha) "¡Don Pero!... ¡Don Pero mío!" (Mendo enloquecido) "¡Ah! ¡No! ¡Mi venda cayó! ¡He de confesarlo aquí!... ¡Pero no es posible, no! ¡Dios Santo! ¿Qué iba a hacer yo? ¡Y la palabra que di?" (Nuño) "Sujetadle" (Mendo) "¡Atrás, follones! Que sólo así un caballero puede entregar su acero que combatió en cien acciones" (Mendo trata de romper la espada, y como no puede la golpea con un banquillo hasta partirla en dos, y arroja los pedazos al suelo) (Nuño) "¡Vive dios que tal pujanza ni tal orgullo comprendo!" (Mendo, sujeto ya fuertemente por Lorenzana, Aldana y Oliva) "¡Venganza, cielos, venganza!" (Mirando al cielo) "¡Juro, y al jurar te ofrendo, que los siglos en su atruendo habrán de mi una enseñanza, pues dejará perduranza la venganza de don Mendo!" (Cae desmayada Magdalena. Y se llevan a Don Mendo).


 

 

 

 

 

 

 

 

 





           Su honor dañado, y la dulce Magdalena exige para su condena, ¡qué bruta!, que sea emparedado.










 




 

 



 














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