"Lust
in the Dust" ilustra esta naciente prioridad (de corta vida),
fuertemente caricaturizada con impresionante base de parodia en la que
no falta aquella pasión destructiva, cruel y ambiciosa a que nos
tuvieran acostumbrados los ciclos temáticos y las fórmulas de probada
rentabilidad que, en cierto modo, engrandecieran el cine del Oeste, y
que no dejará de tener cierto parangón con el movimiento intelectual
dadaísta que en Europa alentara el poeta francorrumano Tristán Tzara. Y
para escándalo de aquellos valores mitológicos, potenciadores de las
grandes estrellas hollywoodenses que parecían no tener meridiano, "Lust
in the Dust" surge como grano de arena inmerso en la multitud,
erigiéndose en aventajada cronista de las gestas colectivas del western.
Se aplica cual canto homérico al gran capítulo cinematográfico,
tradicional, pictórico y escenográfico, con que el mismo se significara
durante décadas, uno de los testimonios más vivos, bien que de reflejos
un tanto irreales como documento de época; evocador, a pesar de todo, de
la gran tradición aventurera en la narrativa cinematográfica americana,
y se inmuniza frente a la más válida crítica social, convirtiéndose en
apreciada mercancía capaz de resucitar las batbing beauties entraditas en carnes del gran burlesque americano, y una vez divinizadas por la Keystone Comedy.
The Divinity is DIVINE
[Harris Glenn Milstead, más conocido por su nombre artístico Divine, nacido en Baltimore, EE.UU. el 19 de octubre de 1945 - Fallecido en Los Ángeles, el 7 de marzo de 1988 de infarto agudo de miocardio a la edad de 42 años]
Fulgurante,
comprometida como símbolo del travestismo menos limitativo y más
dimensionado por los atributos de la obesidad, consecuentemente
escabrosa con su Divina Esencia ("piú che creatura"- "más que ninguna criatura",
habría invocado probablemente Dante Alighieri), obsesiva del libre
albedrío, pontificadora de las tentaciones mundanas una vez amonestada
como virgen miserable, mezquina y grosera, elogio de la destemplanza,
defensora de las más inocentes delicias, hereje de la bienaventuranza,
orgullosa de su hirviente pasionalidad, insolente e iracunda, libertina y
suicida del castigo, majestuosa y sardónica en la parrilla que la
tortura y consume (para su propio gozo), y, finalmente, expulsada de
todos los edenes por los siete pecados capitales, Divine cruza su "selva
oscura", aquélla que llamaron de los vicios y el pecado. Pero jamás
alcanzará la salvación mediante el arrepentimiento y la expiación. Es la
suya una "Divina Comedia" comprometida con otra excursión, esta vez
dantescamente cinematográfica a través del Infierno y el Purgatorio, sin
recalar jamás en el Paraíso. Dante la hubiera cantado también en "De vulgari eloquentia" y ella le hubiera contestado con toda seguridad con sus mismas frases: "Ultima regna canam, fluido contermina mundo"- "Cantaré los reinos postreros -pasándose por el forro la gran aventura ultraterrena del genial poeta florentino-, limítrofes al fluido mundo... e io, Divine, dico seguitando": "Ofrecedme el mundo y las ardientes pasiones que lo inspiran, y dejad que las iglesias se mantengan repletas de infiernos, de justicias divinas contra la humana, y de diablos y condenados"
La
infernal aventura supraterrena de Divine da comienzo el 19 de octubre
de 1945, fecha de su nacimiento en Towson, Maryland (EE.UU.), hijo de
Bernard y Diana Frances Milstead. Al feliz y celebrado acontecimiento de
su venida al mundo se le tributa una primera aureola de masculinidad
que, desconocedora de su futura ambigüedad contestataria como Drag Queen,
mensajera de desviacionismos, promotora sulfurosa, extravertida, capaz
de mantener vivo el sueño imposible del "feísmo" más demoledor, y
corrosiva in advance a través del ambiente mundano e inconformista que idealizaran cantautores no menos iconoclastas inmersos en los movimientos "dance y electropops", se le impone el nombre de Harris Glenn Milstead.
En
1970, ya convertida en Divine, como acepción pura de su ansiado
travestismo, interviene en pequeñas piezas teatrales en New York. En
"Women Behind Bars",dirigida por Ron Link, gran hit teatral del off-Broadway, 1976, interpreta a la diabólica matrona Pauline. Su siguiente rol
(que habría atizado la ira de todas las organizaciones bienpensantes y
puritanas del país) de Flash Storm en "The Neon Woman" con guión de Tom Eyen (que
se basó en "The G-String Murders", libro de Gypsy Rose Lee), y dirigida de nuevo por Ron Link, la convierte
en una corrupta y terrorífica dueña en un "strip club" en el que se suceden siniestros casos de asesinatos.
JOHN Samuel WATERS Jr. {Baltimore, 22 de abril de 1946} AND HARRIS GLENN MILSTEAD
John Waters, el polémico y transgresor director cinematográfico (también profesor de cine y subcultura en la European Graduate School),
a quien Harris conocería en su infancia, vecino de Lutherville,
suburbio del condado de Baltimore, donde los Milstead se trasladarían
cuando el niño contaba 12 años, surge en la vida de Harris predestinado a
servirle de sostén doctrinal en su transformismo, colocando en sus
sienes la anhleada corona de su imparable transgresión sexual. Con sus
tres más recordados films "Pink Flamingos", 1972, coprotagonizada por actores y actrices prácticamente desconocidos: David Lochary, Mink Stole, Danny Mills, y Mary Vivian Pearce "Female Trouble" ("Cosas de hembras"),
1974, con David Lochary, Mary Vivian Pearce, y Mink Stole.
Y "Polyester", 1981, como la desgraciada e incomprendida ama de casa Francine, con Tab Hunter, Edith Massey, David Samson, y Mary Garlington, asistimos a la gestación de nuevas fórmulas
cinematográficas, toscamente melodramáticas, en la que resalta una
especie de "gramática parda", satírica y vulgar en su radicalismo.
Waters potencia sus más controvertidas preocupaciones realistas frente a
un paroxístico
mundo que arrastra su agresividad hasta la más obsesiva de las
psicologías. Un mundo truculento y sucio que se desnuda ante nosotros
groseramente; que utiliza acciones paralelas revelando el sentido más
ruín, adocenado, inquietante, fecundo, exagerado y antipático, sin dejar
de ser "nítidamente entrañable en su concepción virginal", de la
observación social de sus protagonistas. E incorpora, dentro del más
expresivo despropósito, cierta modernización, jocosamente desvirtuada,
de la vieja teoría darwiniana de la espinosa evolución (¿irracional?)
del hombre. Divine (Harris Glenn Milstead) se convertirá
así en la decisiva, recurrente y sublime respuesta intuitiva de cuanta
disparatada intención dramática gesta Waters en el progreso procazmente
insurrecto de su cine, carente de reminiscencias comparativas, y que
desembocaría en un flamante acervo de la más inesperada de las
narrativas en el Séptimo Arte: la aceleración creciente (mantenida aún
después de la desaparición de Divine) del "feísmo", auténtica revolución
expresiva en la pantalla grande que, inquietándonos, busca enaltecer
criaturas miserables, eternamente desprestigiadas por el soliviantador
espectáculo populachero en que se mueven.
Como
contradictoria pareja del "recuperado" (para la pantalla) Tab Hunter
("Polyester"), repite protagonismo con él como la violenta, ambiciosa,
taimada e hipócritamente pasional Rosie Vélez, en el provocativo y
dislocado western "Lust in the Dust" (un mixtificador remake, antológico y desquiciado, de "Duel in the Sun" ("Duelo al sol"), que King Vidor dirigiera en 1946 -en cuyo título se reconoce también el nickname de su predecesora-) que esta vez, en sustitución de John Waters (que rechazó la dirección del film por no poseer la autoría del script), fue dirigida por Paul Bartel,
creador escasamente reconocido, y cuya trayectoria cinematográfica se
caracterizaría también por su extraordinaria libertad de expresión,
espontánea, popular, y que trataría de mantener contra viento y marea
"maldecido por exiguos presupuestos".
La
neurastenia transformista de Divine, fielmente plasmada en la pantalla,
lejos de convenciones o de la rígida artificiosidad con que el cine más
conservador se impondría al público norteamericano, ejerce en sus
seguidores un poder magnético que todavía perdura; y que, ya
cristalizado, y encarnizadamente criticado, renace en su último film con
Waters "Hairspray", 1988. Tras haber determinado el nuevo arquetipo de
"mujer fatal" a través de sus anfibológicas transgresiones sexuales,
solemnemente coronada ya como imperial Drag Queen de "Dreamlanders" (Dreamland Productions de John Waters), Divine mueve todavía sus resortes más ocultos, y se entrega a un nuevo salto cualitativo en su ya imparable record
de profesionalidad, entrando a formar parte, a partir de 1980, de la
industria musical. Bobby Orlando se convertirá en su nuevo productor.
Divine industrializa su mito, sin evadir su personalidad travestista, y
como en las antiguas ceremonias paganas, se identifica con su propia
"divinidad de ídolo irrepetible" (como en realidad fue). En 1987 su
canción "You Think you're a Man" llega a alcanzar el 16 ranking
en Gran Bretaña, grabado por la banda escocesa The Vaselines. Sus más
famosos álbumes musicales "Jungle Jezebel", 1982, "The Story So Far",
1984, "Made in England", 1988, se convierten en auténticos hits
en USA, Canadá, Europa y Australia. (En 1990 se editaría en CD un
catálogo de sus más afamadas canciones: "The Essential Divine")
El legado de Divine fue una inspiración para la nueva generación de transformistas y drag queens. Su aspecto salvaje, sus expresivos gestos y su innegable talento siguen
atrayendo a nuevos fans. La figura de Divine inspiró al personaje antagónico de Úrsula de la película animada de Disney "The Little Mermaid" ("La Sirenita"), 1989.
La tarde del 7 de marzo de 1988, a una semana de la finalización del
rodaje de "Hairspray", se instala en el Hotel Regency de Los Ángeles. Al
día siguiente, Divine debía aparecer en Fox network's
televisión, en la serie "Married...with children" Tras una cena de
amigos, Harris regresó a su Hotel. Penetró en su habitación entonando "Arrivederci Roma",
y con la misma melodía entre sus labios se asomó al gran balcón de la
estancia. Por la mañana, su manager Bernard Jay, extrañado por la
tardanza de Milstead (Harris era famoso también por acudir puntualmente a
cada una de sus citas), golpea la puerta de su habitación sin recibir
contestación. Divine es hallada muerta en su cama. La autopsia
determinaría "infarto agudo de miocardio" durante el sueño. Harris Glenn
contaba tan sólo 42 años. Los productores de la serie mandaron a su entierro flores con una
tarjeta muy cómica que decía: ""If you didn't want to do the show, you could have said it before"-"Si no querías hacer el show, podrías
haberlo dicho antes"
En 1994, Bernard Jay escribiría una primera
biografía "Not Simply Divine". Y en 2001, Diana Frances Milstead, madre
de Harris, publica "My Son Divine" acerca de las frecuentes
discrepancias que mantuvo con su famoso hijo. Dichas relaciones fueron
más o menos reflejadas en un film posterior: "Frances: a Mother Divine".
Automat Pictures de Los Ángeles y su productor Jeffrey Schwarz realizan un documental sobre la vida de Harris Glenn: "I am Divine" en 2009.
Voluminosa y lasciva, en Rosie Vélez, cantante aventurera, rosa espinosa que resplandeciera en las labradas espuelas de cuanta violencia visitar suele todo Saloon, se oculta precisamente lo peligroso de algunos aromas. Apostar por la sinceridad de Rosie es escudriñar en actitudes que jamás habrán de favorecer a quien sea capaz de caer en sus garras apasionadas. Rosie huye ahora, nadie sabe de dónde, como un águila libre que se pierde en la soledad del desierto con el bravo temblor de su obesidad vanidosa, atrevida, y lujuriosa. Polvo y deseo se abren como puertas infernales para alojarla. Rosie, oronda libélula palpitante, será violada por el bandidaje sedicioso que ensalza su deseo a la grupa de sus caballos, y que jamás siente compasión por la pupila fosfórica que traspasa la probable agonía desvalida de la hembra. Rosie, no obstante, se redime de la indisciplina pecadora de sus atacantes a los que devora la concupiscencia, no se desmorona y se siente ungida por la gloria de su sacrificio, mientras ofrenda a sus profanadores sus humildes y "obligados" servicios sexuales. Abandonada, tras los pasos descoloridos de su vía-crucis libidinoso, renace en la palpitación dulce de una charca que acoge su cuerpo desnudo. Imposible virginidad entre la arboleda umbría, favorecida por un tul de mosquitos y sol, y el vislumbre gelatinoso de los lagartos. Sin embargo, un temblor vueve a sus carnes robustas: la aparición de una nueva sombra de violencia. Y ella, cual paloma mística, en su maltratada timidez virginal, exclamará: "¿Quién es usted? ¿Qué pretende de mí? ¿Qué se esconde tras su sucio pensamiento?... Lo sé... Un repugnante deseo de violación"... El extraño aparecido la observa calladamente. Se limita tan sólo a matar un halcón. Y abandona ese fruto maduro que se debate entre las aguas de la alberca. Rosie, avivada por la generosidad silenciosa del pistolero, se desborda en ternuras de clueca.
Le sigue. Se confiesa. Se deja atraer con irresistible avidez
por la compostura
indiferente del jinete callado que no cede su silla a la arrogante
gordura de su acompañante femenina, cuya verborrea arranca del camino su
dilatada quietud. Cañadas polvorientas de Nuevo México conturbadas por
la plática imparable, aniñada, abusona, de la oronda Rosie Vélez. El
jinete desconocido, de súbito, se queda inmóvil. Observa de hito en hito
la figura de Rosie. En su rostro inexpresivo puede leerse, no obstante,
su repugnancia ante la odiosa ansiedad parlante de la desconocida. En
lo profundo, espera su salvación. Perfiles ruinosos, agostados por el
sol. Un pueblo como un bronce. La claridad de una ermita. Chile Verde,
aldea que se tiende a lo lejos como una cicatriz enorme en medio del
desabrido polvo desértico y llameante.
Un Saloon perteneciente
a Marguerite Ventura, pechos generosos, ímpetu feroz de hembra
malintencionada, que participa de las pasiones violentas que erizan la
virilidad del hombre herrado con revólver. Allí se encontrarán con el joven Red Dick, el pianista del bar, mientras Rosie aprovecha para zamparse un apetitoso plato de judías, y con pistoleros de mala calaña, pagados por doña Ventura, a los que el recién llegado tendrá que enfrentarse. Pero Marguerite, rifle en mano, pondrá fin a todos los enfrentamientos Y arrezagados entre sus
faldas, los deseos inmundos y los resabios de casta que brotan a
empujones en aquel desierto inflamado, realzan con su ornamento deescondite apetecible entre aquellas soledades la fealdad arcillosa, cegada
por el polvo, de Chile Verde.
El pistolero desconocido, rápido con el revólver, de nombre Abel Wood,
de lengua silenciosa, posee labios de calentura, evoca voluptuosidades
procaces, arrebatos de turbación que prenderán en Marguerite.
En la avejentada prostituta Big Ed, cuya virginidad se perdió en los
senos tibios del pasado, y hoy no es más que la huésped embalsamada del
Saloon; el despojo lívido y olvidado de las alcobas del deseo, y en Rosie que pide trabajo en el saloon como cantante (y más tarde acabará fregando suelos).
En el delirio tremebundo de Chile Verde, Marguerite y Abel Wood tienen un encuentro lujurioso mientras el pistolero se ducha.
En el delirio tremebundo de Chile Verde, Marguerite y Abel Wood tienen un encuentro lujurioso mientras el pistolero se ducha.
Wood y el Padre García, párroco rural buscan con denuedo un subrepticio tesoro del
bandidaje. Un arcón de oro sumido en un arcano que habla de dos
montículos y una tumba. El desprecio orgulloso de que hace gala Rosie Vélez, los
antiguos pecados de la violencia y de la ira, mientras el incesante
polvo oculta el hondo abismo de un secreto. Abel Wood acabará quitando de en medio al matón del Saloon de Marguerite. Rosie Vélez ha sido contratada no como cantante, sino como fregona, y se ve obligada a aguantar el desprecio constante de la dueña del Saloon. Rosie se desahoga con el whisky y con la infortunada Big Ed, la única que atiende sus quejas.
Aquella noche, la banda del Saloon mandada por el pistolero Bernardo, amante de Marguerite, tratará de linchar a Wood. Por fortuna, un disparo misterioso rompe la cuerda de la horca y Abel logra escapar. Y cuando regresa acabará quitando de en medio a Bernardo. Marguerite lamenta hipócritamente la muerte de Bernardo entonando una canción, feliz en el fondo por haberse librado del insoportable matón, y Rosie sonríe satisfecha ante la esperpéntica situación.
Al mismo tiempo, Rosie Vélez acude a ver a Abel y sensualmente le dice: “Puedo entrar Siempre me has deseado , esa es la verdad, desde que el destino nos unió. Dime que es verdad Soy tuya... No es necesario que digas nada. Vamos a saborear este momento, Cuando me enteré de la leyenda hace unos meses, me di cuenta de que este tatuaje tenía algo que ver, vendí todo lo que tenía y compré esa mula, Alguien por alguna parte tiene la otra mitad en su cuerpo y me haces falta para ayudarme a encontrarlo. Podría ser una mujer. Compartiré todo contigo, todo... ¿Qué me dices? Con las dos partes del mapa y la quintilla tendremos todas las piezas del rompecabezas y podremos marcharnos juntos. Seremos los más ricos de lo que jamás habríamos soñado...".Abel recuerda entonces las nalgas de Rosie con el tatuaje también inserto en una de ellas en el momento en que se internó en la laguna para tomar un baño- "Esa es la historia. Te quiero, te quiero con toda mi alma completa ¡Oh Abel dámelo!" -Y el pistolero le pega un puñetazo con la intención de hallar una solución al mapa tatuado en las dos nalgas de Marguerite y Rosie-.
La noche anterior por la búsqueda del oro misterioso, Rosie Vélez accede a las acometidas del vil insecto Red Dick, que muere entre sus muslos, tratando de poseerla. Y a la mañana siguiente, ante la indiferencia de Rosie, la extrañeza de Big Ed ante lo mal que suenan las teclas, será Abel quien descubra su cadáver en el interior del piano del Saloon. Humea por tanto un aliento de violencia entre la comunidad de Chile Verde, que en vano trata de detener la mansedumbre, la actitud litúrgica que ofrenda el Padre García, párroco rural del lugar cuando recibe a Abel que ha descubierto el misterio del tesoro y le indica al monje el lugar exacto donde se halla.
Gains el bandido también ha accedido a los nuevos intentos del deseo de Marguerite, dejándose amarrar por ella a la cama donde en vano ha intentado conciliar el sueño que la dueña del Saloon ha impedido Pero Gains ha conseguido evadirse gracias a la ayuda de Big Ed, La noche ha removido así en el Saloon los bravos temblores de la lujuria entre las insinuaciones insidiosas de las mujeres ardientes, que, finalmente serán apresadas y sujetas a la cama con el trasero al aire por Abel. Los hermanados glúteos con el secreto mapa del oro enterrado saldrá a la luz. Big Ed trata de cubrirlos pero Gains se lo impide.Gains, Ninfa y Big Ed comprenden por fin el significado de lo que en ellos se encuentra grabado desde la infancia de las dos rollizas hembras.
Pero nada tan acerbo como la ruindad de princesa vencida con que Rosie lanza sus clamores vengativos, y plañe sus nuevos horrores entre la querencia solitaria de sus deseos maltrechos entre el polvo. "¡Abel, Abel, amor mío, ya no me importa el oro! Ofréceselo todo a Big Ed... ¡Es vieja y fea!... ¡Ya le ajustaré las cuentas!... ¡Abel, Abel, ah!..." Y la renegada aventurera aprieta sus párpados al olor tostado de la codorniz cazada con su último disparo. Tiembla su glotonería, pronta a ser saciada, y hasta aquel momento en ayuno forzoso. El epílogo de sus palabras hambrientas, que aguardan la dentellada apetitosa que propone el ave asada, proclaman la concienciación de su derrota no del todo fallida pero sí esperanzadora: menos amenazadora: "De todas formas, mañana será otro día!"
Tab Hunter - Lainie Kazan
Abel Wood - Marguerite Ventura
César Romero- Nedra Volz
Padre García - Big Ed
Geoffrey Lewis - Courtney Gains
Hard Case - Red Dick
Una tipología social del western fuertemente caricaturizada, entre un ritmo alucinante y endiablado. Un ballet frenético que se adentra en el peligroso terreno del slapstick, y cuya pantomima se desenvuelve entre un espacio tremendamente real y concreto. La mayor irreverencia jamás reflejada en la pantalla grande frente a las convenciones y reglas sistematizadas del cine del Oeste. Dislocada pero melódica (sensacional música de Peter Matz y provocadoras canciones: "Tarnished Tumbleweed"-Mike Stull-, "These Lips Are Made For Kissin"-Divine-, "South of my Border" -Lainie Kazan), saludablemente destructiva y perturbadora. Joya corrosiva del puritanismo más acerbo. Divine, el alter ego de Glen Milstead (1945-1988), irrumpió por primera vez en un público desprevenido con películas tan notorias de John Waters como la infame PINK FLAMINGOS, repartiendo humor de mal gusto en proporción con su tamaño verdaderamente amplio. Pero Divine tenía más que humor drag queen, y LUST IN THE DUST le ofrece un campo de juego menos extremo, enfrentándola a un pistolero solitario (Tab Hunter), una viciosa zorra de salón (Lainie Kazan) y una multitud de desesperados en busca de un tesoro escondido.
Aquella noche, la banda del Saloon mandada por el pistolero Bernardo, amante de Marguerite, tratará de linchar a Wood. Por fortuna, un disparo misterioso rompe la cuerda de la horca y Abel logra escapar. Y cuando regresa acabará quitando de en medio a Bernardo. Marguerite lamenta hipócritamente la muerte de Bernardo entonando una canción, feliz en el fondo por haberse librado del insoportable matón, y Rosie sonríe satisfecha ante la esperpéntica situación.
El desprecio orgulloso de que hace gala Rosie Vélez es ya como un delirio tremebundo. Existe además una disputa interna entre Rosie y Marguerite por el amor de Abel, y hasta la pobre Big Ed
se ve inmersa en el fregado de ambas enemigas porque también se siente
atraida por él y ha intentado aquella noche entrevistarse amigablemente
con el pistolero.
Al día siguiente, Marguerite se enterará por el cotilleo de Ninfa, su sirvienta joven (Gina Gallego). Marguerite se enfurece.
Ninfa intenta ofrecerle una taza de mezcal para que se calme. Pero Rosie le tira el mezcal en toda la cara. Y además el odio que asfixia también a Marguerite por la vieja sirvienta al enterarse de su intento nocturno, hará que la ataque con un látigo, y Rosie aprovecha aquella acometida, no para defender a Big Ed sino para enfrentarse en una descomunal pelea con la turbulenta Marguerite. La pelea desembocará en el exterior de la cantina, entre el polvo del desierto Chile Verde.
Ambas contrincantes dejan de pelear al verse de repente observadas por el bandido Courtney Gains (Geoffrey Lewis) y su banda que han aparecido en Chile Verde. Rosie le
recuerda que tuvo un encuentro con ellos, que fue violentada aunque
dejando a más de uno, en sus abrazos lascivos, con el cuello destrozado
por los apretones de sus muslos. Gains realmente no quiere vengarse de ella, sino que sigue buscando al igual que todos el oro escondido no se sabe dónde. Abel que se halla con el padre García aparece a lo lejos, desde la capilla y empezará un enfrentamiento contra la banda de bandidos recién llegada. Courtney Gains encañona a Abel. Un disparo misterioso le quita el revólver de las manos, y tras una lucha enconada consigue vencer a Abel y lo arroja al fondo del pozo de Chile Verde ante la mirada aterrorizada de Rosie y Marguerite.
Rosie Vélez, creyendo que Abel ha muerto, teme que el bandido Gains, satisfecho de haber acabado con Abel,
se quiera vengar de ella, y emprende una enloquecida huida a caballo
ante la mirada asombrada de todos los clientes de la cantina de Marguerite, ella incluida, que observa la huida y la persecución de Gains con cara de satisfacción Al tiempo que Rosie ha emprendido la fuga, Abel aparece en el brocal del pozo. En realidad no ha sido más que ligeramente herido y la siempre servicial y medio enamorada Big Ed le ayuda a salir del mismo. Al mismo tiempo, Rosie, que ha temido ser capturada de nuevo por los bandidos, comprueba que Gains
la persigue sin saber a ciencia cierta con que fin, quizás imaginando
que ella conoce donde está escondido el oro que todos andan buscando.
Cuando Rosie se siente perdida, se pega un enorme batacazo cayendo del caballo, pero se esconde. No sabe que Abe también ha salido en su búsqueda para salvarla. Rosie se esconde tras las rocas. oye que Gains le grita que no le disparará. "¡Vamos destápate de una vez y llegaremos a un acuerdo¡" "¡Es mi culo!", responde Rosie. Gains le grita que no le disparará. "Sobre la tumba de mi madre", promete el bandido que conoce el secreto del tesoro que se halla en una nalga de Rosie. "Hay bastante para los dos", insiste Gains "No es nada, sobre mi tautuaje. Sólo es la mitad del mapa. Sin la otra mitad no sirve de nada" "¿Y dónde está la otra mitad?" "Por eso he venido a Chile Verde. No me mates por favor. Me lo juraste por la tumba de tu madre" "Lo hice, y te alegrará saber que la vieja zorra está viva y coleando" "¡Oh, por favor, déjame vivir!. Nunca he estado en Paris!"
Ruega Rosie pidiendo clemencia con cara de santurrona. "C'est la vie, Rosie", contesta Gains, pero le engaña con la triquiñuela de siempre: "¡Oh, mira!", Y le
pincha la pierna con una puntiaguda horquilla de pelo, enfurecida y alegre por haberse
momentáneamente librado del odioso bandido. Pero asombrada ve aparecer a Abel al que creyó muerto y que ha acudido en su rescate.
"¡Maldito, estás acabado!", vaticina Rosie a Gains, pegándole un puntapie en sus partes pudendas."¡Rosie!", grita Abel desde lo alto del roquedal. "¡Abel, por aquí, ven rápido", exclama Rosie, escondiendo la horquilla y encantada al descubrir que Abel está vivo y viene en su socorro. "¡Rosie, ¿estás bien?" "¡Oh, Abel, ha sido horrible. Él..." Y finge desmayarse en los brazos de Abel, aunque pese una tonelada y ambos caigan al mismo tiempo.
La
misteriosa Big Ed, defensora de Abel aguarda junto a la cantina de Chile Verde el regreso del pistolero y
probablemente, si ha conseguido librarse del bandido Gains, a la voluminosa e inquietante
Rosie Vélez. Divisa entonces en la lejanía por fin la llegada de ambos, y corre eufórica hacia el Saloon de Marguerite a comunicar que los huidos vuelven. En efecto, Abel
lleva a Gains atado a su caballo y Marguerite, satisfecha, pide que lo
lleven a su habitación.Durante la noche, tanto Rosie, como Abel, y el mismo
Gains, conocen la misteriosa quintilla que habla del oro oculto. Rosie intentando con un espejo que mantiene
frente a sus esplendorosas nalgas, trata inútilmente de desentrañar el
misterio que lleva grabado
en su glúteo. Luego desiste enfurecida y recita la primera parte de la quintilla
“Érase un joven escocés que el oro encontró al dar un traspiés el oro encontró al dar un
traspiés...", Y Abel, sin poder conciliar el sueño, añade para sí: "Y en esa difícil situación dos tordos fueron su
salvación... Enterró el oro con
gran tesón..." El bandido Gains también recita parte de la quintilla: "Y dos trozos su salvación... trozos"
Inesperadamente, en la habitación donde Abel trata de dormir, se presenta Big Ed que amablemente le dice: ”Debe estar muy cansado persiguiendo todo el día
bandidos por ahí y levantando ese peso..." "Sí, ¿en que puedo servirla?" “Sólo
quería decirle que es el hombre más bueno que he conocido en la vida. Ha sido
muy amable conmigo y no lo olvidaré nunca” “Gracias Ed, Buenas noches, espero
que llegues a Abylene un día de estos”. . La
noche remueve en las estancias del Saloon lo que a todas luces semejan bravos temblores de la
lujuria entre las insinuaciones insidiosas de las mujeres ardientes como Marguerite
y Rosie. Pero realmente es la ambicionada heredad del oro lo que mueve a ambas busconas a presentarse en las habitaciones de Abel y Gains para incitar el deseo
masculino, ocultando con ello su ambición por hallar el ansiado tesoro perdido... Marguerite en la habitación
de Abel: “Queriá decirte que ayer por la mañana cariño esa fue la mejor ducha
que había tomado".
–Recordando la ducha sensual vivida con él. Y Abel ve con la mente también el tatuaje grabado en uno de los glúteos de Marguerite: "Volveré. Hace mucho tiempo que no había un hombre como tú en Chile Verde” ”¿Cuanto tiempo?" "Una semana, quizá más”
Luego se dirige a la habitación de Gains y le incita también bebiendo lascivamente de la botella de whisquy: Quédate donde estás" "Descuida no voy a ninguna parte, aquí te espero" "Vuelvo en seguida"...
–Recordando la ducha sensual vivida con él. Y Abel ve con la mente también el tatuaje grabado en uno de los glúteos de Marguerite: "Volveré. Hace mucho tiempo que no había un hombre como tú en Chile Verde” ”¿Cuanto tiempo?" "Una semana, quizá más”
Luego se dirige a la habitación de Gains y le incita también bebiendo lascivamente de la botella de whisquy: Quédate donde estás" "Descuida no voy a ninguna parte, aquí te espero" "Vuelvo en seguida"...
Al mismo tiempo, Rosie Vélez acude a ver a Abel y sensualmente le dice: “Puedo entrar Siempre me has deseado , esa es la verdad, desde que el destino nos unió. Dime que es verdad Soy tuya... No es necesario que digas nada. Vamos a saborear este momento, Cuando me enteré de la leyenda hace unos meses, me di cuenta de que este tatuaje tenía algo que ver, vendí todo lo que tenía y compré esa mula, Alguien por alguna parte tiene la otra mitad en su cuerpo y me haces falta para ayudarme a encontrarlo. Podría ser una mujer. Compartiré todo contigo, todo... ¿Qué me dices? Con las dos partes del mapa y la quintilla tendremos todas las piezas del rompecabezas y podremos marcharnos juntos. Seremos los más ricos de lo que jamás habríamos soñado...".Abel recuerda entonces las nalgas de Rosie con el tatuaje también inserto en una de ellas en el momento en que se internó en la laguna para tomar un baño- "Esa es la historia. Te quiero, te quiero con toda mi alma completa ¡Oh Abel dámelo!" -Y el pistolero le pega un puñetazo con la intención de hallar una solución al mapa tatuado en las dos nalgas de Marguerite y Rosie-.
La noche anterior por la búsqueda del oro misterioso, Rosie Vélez accede a las acometidas del vil insecto Red Dick, que muere entre sus muslos, tratando de poseerla. Y a la mañana siguiente, ante la indiferencia de Rosie, la extrañeza de Big Ed ante lo mal que suenan las teclas, será Abel quien descubra su cadáver en el interior del piano del Saloon. Humea por tanto un aliento de violencia entre la comunidad de Chile Verde, que en vano trata de detener la mansedumbre, la actitud litúrgica que ofrenda el Padre García, párroco rural del lugar cuando recibe a Abel que ha descubierto el misterio del tesoro y le indica al monje el lugar exacto donde se halla.
Gains el bandido también ha accedido a los nuevos intentos del deseo de Marguerite, dejándose amarrar por ella a la cama donde en vano ha intentado conciliar el sueño que la dueña del Saloon ha impedido Pero Gains ha conseguido evadirse gracias a la ayuda de Big Ed, La noche ha removido así en el Saloon los bravos temblores de la lujuria entre las insinuaciones insidiosas de las mujeres ardientes, que, finalmente serán apresadas y sujetas a la cama con el trasero al aire por Abel. Los hermanados glúteos con el secreto mapa del oro enterrado saldrá a la luz. Big Ed trata de cubrirlos pero Gains se lo impide.Gains, Ninfa y Big Ed comprenden por fin el significado de lo que en ellos se encuentra grabado desde la infancia de las dos rollizas hembras.
Tras la procesión de lujurias nocturnas en el Saloon llegarán los escarmientos. El apetito de la ambición ha desnudado a Rosie y
Marguerite. Su verdugo es Abel Wood. La verdad sobre el oro escondido
muestra una inesperada ruta romántica, veraz testimonio del misterio
ansiado por todos: el citado mapa tatuado en los glúteos andariegos y robustos
de Rosie y Marguerite que, tras descubrir su consanguineidad de
hermanas, se arrancan vorazmente la una a la otra la fruta jugosa de un
probable y fraternal entendimiento. La codicia otorga de nuevo a la
comunidad enfebrecida de Chile Verde sus roles mugrientos. Ninfa también ansía el oro y cuando sale a caballo una vez descubierto el secreto de las nalgas, Maguerite y Rosie acaban con ella. Al oficio de tinieblas sigue por tanto el "rosario de la aurora".
La lengua que clarificará verdades desde la aldea maldita hasta el
cementerio que inflama, del oro, su deseo. Una cabalgada de desenfreno,
una promesa de ansiada riqueza palpitando en el polvo del paisaje, y Rosie Pérez cae del caballo y suma un nuevo batacazo con la satisfacción de Marguerite.
Cinco
pecadores en busca de su exterminio. El Padre García también se delata: no es más que un párroco innoble
que gime demencialmente por el Papado y pronto será quitado de en medio. Dos hermanas fratricidas que no
añoran su muerta infancia de ingenuidad. Dos bandidos en cuyas aventuras
se repiten las enseñanzas históricas de Iscariote y sus 30 monedas. Las
conciencias destilan muerte. Marguerite, Gains y García sufrirán su
azote impagable. Rosie Vélez fía en el deseo de Wood.
Es la corpulenta
sierpe, trémula y engañosa, que campanillea en los zarzales y cuyos
fuertes muslos logran abrir el cofre del tesoro, ya que las balas no han
podido con él. La escabechina da comienzo. Los revólveres silban y caerá Gains, después de que Rosie, refrescándose la oronda cara con un fuerte perfume, rocía con él a Gains. El estornudo se produce rápidamente, y Rosie y el resto aprovechan la situación alérgica para acabar con el bandido. Luego Marguerite confiesa haber tenido una aventura sexual con Abel, despierta los celos enfebrecidos de Rosie, y la Vélez, su odiosa hermana, cuya fraternidad han reconocido por el mapa estampado en sus glúteos, acabará con ella, aunque Marguerite antes de morir, aún se revuelve como una serpiente y dispara contra Rosie, tratando de arrancar de sus manos el revólver con el que ha disparado contra ella. Pero no acierta, y Rosie vuelve a descargar sobre ella repetidamente todas las balas de su revólver hasta que ni un suspiro de vida parte de Marguerite. Rosie finge ahora entregarse en los brazos de Abel, pero fosforece la indiferencia que a su sensualidad
falsaria ofrenda el pistolero, dedos afilados en un revólver, a los que
tan sólo sublima el oro hallado y las dos rollizas hembras le han importado un bledo desde que llegara a Chile Verde un bledo. Rosie aún esconde en su hermosa espalda una pequeña pistola con la que ahora amenaza la vida de Abel, sintiéndose despreciada por él. La roja vibración de la boca embustera
de Rosie Vélez será acallada entonces por la oportuna intervención de la vieja
prostitua Big Ed, única rosa, ya ajada, en la que Abel Wood no reconoce
espinas. Abel, que ha salvado su vida gracias a la oportuna llegada de Big Ed
compartirá con ella el oro ambicionado por todos. Luego la montará en
su caballo y ambos huyen de aquel recodo boscoso manchado por la sangre
de la ambición. Un disparo. Y los huídos se santiguan imaginando que la
última superviviente de la escabechina, Rosie Vélez, ha acabado con su vida. Pero nada tan acerbo como la ruindad de princesa vencida con que Rosie lanza sus clamores vengativos, y plañe sus nuevos horrores entre la querencia solitaria de sus deseos maltrechos entre el polvo. "¡Abel, Abel, amor mío, ya no me importa el oro! Ofréceselo todo a Big Ed... ¡Es vieja y fea!... ¡Ya le ajustaré las cuentas!... ¡Abel, Abel, ah!..." Y la renegada aventurera aprieta sus párpados al olor tostado de la codorniz cazada con su último disparo. Tiembla su glotonería, pronta a ser saciada, y hasta aquel momento en ayuno forzoso. El epílogo de sus palabras hambrientas, que aguardan la dentellada apetitosa que propone el ave asada, proclaman la concienciación de su derrota no del todo fallida pero sí esperanzadora: menos amenazadora: "De todas formas, mañana será otro día!"
Tab Hunter - Lainie Kazan
Abel Wood - Marguerite Ventura
César Romero- Nedra Volz
Padre García - Big Ed
Geoffrey Lewis - Courtney Gains
Hard Case - Red Dick
Una tipología social del western fuertemente caricaturizada, entre un ritmo alucinante y endiablado. Un ballet frenético que se adentra en el peligroso terreno del slapstick, y cuya pantomima se desenvuelve entre un espacio tremendamente real y concreto. La mayor irreverencia jamás reflejada en la pantalla grande frente a las convenciones y reglas sistematizadas del cine del Oeste. Dislocada pero melódica (sensacional música de Peter Matz y provocadoras canciones: "Tarnished Tumbleweed"-Mike Stull-, "These Lips Are Made For Kissin"-Divine-, "South of my Border" -Lainie Kazan), saludablemente destructiva y perturbadora. Joya corrosiva del puritanismo más acerbo. Divine, el alter ego de Glen Milstead (1945-1988), irrumpió por primera vez en un público desprevenido con películas tan notorias de John Waters como la infame PINK FLAMINGOS, repartiendo humor de mal gusto en proporción con su tamaño verdaderamente amplio. Pero Divine tenía más que humor drag queen, y LUST IN THE DUST le ofrece un campo de juego menos extremo, enfrentándola a un pistolero solitario (Tab Hunter), una viciosa zorra de salón (Lainie Kazan) y una multitud de desesperados en busca de un tesoro escondido.
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