martes, 4 de febrero de 2020

Demonios en el jardín

Una España de posguerra presidida por la opulencia de los vencedores y la miseria de los perdedores. Y en ese microuniverso hispano tan maltratado y para muchos casi desahuciado por los aún latentes estertores de la Guerra Civil, unos personajes, ahora ansiosos de conformar el nuevo mundo a sus deseos y egocéntricas apetencias carnales, se empeñan en vivir sus maliciosas fantasías siempre al filo del abismo. Se sigue, como el objeto catártico de un influjo, una parte de su historia y de sus resonancias ruines, despóticas y desgraciadas. La flaqueza humana está aquí disponible y sin piedad. El mal y las pasiones más bajas asomarán su oreja por todas partes. Pero, pese al aura sombría que recubre ominosamente el tedio y la amoralidad de una dolorosa realidad, ahora circunscrita a la dura supervivencia entre las ruinas postbélicas, los nuevos españoles no son más que gentes en busca de la felicidad al precio que sea. Y entre esa conjunción de niveles morales o amorales y sus acciones confinadas en ese sombrío mundo que los acoge, descubrimos que, finalmente, no son ni buenos ni malos. Tan sólo son hijos de la triste impotencia que los somete a un rigor casi inhumano por vivir y desear seguir vivos, tras el parto traumático, vicioso e impulsivo, que poseen sus encuentros inquietantes en un universo de odios latentes y desigualdades sociales. Y así las emociones y sus apetitos se ven sublimados hasta límites tan infrecuentes como degustables.
Dejando atrás la dureza de un momento crucial de la vida española como fue la Dictadura Fascista de Franco Bahamonde, no debía sorprendernos, sin embargo, que nuestros nuevos directores cinematográficos, a partir de la Transición, recurrieran a tratamientos narrativos por medio de la imagen que precisaran una realidad política que antes se había tratado de silenciar entre subproductos folklóricos y ensalzadores del Régimen. Era necesario, pues, que la recién llegada generación de cineastas hispanos se volcase en la necesidad de recuperar lo que no se había hecho hasta entonces. La crónica de una generación que sufrió el horror de una Guerra Civil, con su balance pesimista. La panorámica de un mundo en el que se nos prohibieron las cosas que debimos pensar, los libros que debimos leer, las películas con las que ansiábamos disfrutar. Estas nuevas cinematografías nuestras llegarían acompañadas con la inteligencia de flamantes personajes desinhibidos, y cuyas explicaciones sociológicas, ahora sí, tenían mucho (más bien todo) que ver con las realidades pasadas y presentes. Las dificultades censoras sufridas por nuestro cine hasta poco después de 1975 no habían hecho permisible una cultura de imágenes que no repitiera los moldes de una tradición que, entre planteamientos absurdos, casposos e insufribles, habían por fin dejado de tener valor en la vida real de España. El cine nacional era ya algo más que un pequeño movimiento reformista de unos cuantos intelectuales que buscaban actividades profesionales entre conclusiones sociales tajantes y, por ende, más modernas. La manipulación de las conciencias quedaba por fin en las antípodas de aquellos avejentados planteamientos ideológicos de un cine alcanforado. Las normas que amordazaron la cinematografía española en tiempos de Franco, se hallaban ahora completamente libres. La que fuera "batalla imposible" contra las decrépitas burocracias censuradoras había triunfado. 
Agotadas por fin las fórmulas tradicionales, la continuidad de este nuevo cine español alcanza una gran profesionalidad estética y crítica con historias que se definen por encontrar el ambiente necesario para poder llegar a rozar la perfección deificada como la  que conseguiría Manuel Gutiérrez Aragón con "Demonios en el jardín". El circo del cine puede ser feo al tiempo que sincero. Como siempre, los juicios críticos varían según las épocas. Y  hoy podemos promocionar la libertad. El film de Aragón, irrepetible, nos lleva por caminos típicamente españoles. Sus personajes son como figuras auténticamente populares, cuya espontaneidad resultan fácilmente reconocibles. Y un nuevo lenguaje determinado llega para romper con violencia los errores que cometieron grandes cineastas afectos al régimen franquista. Las nuevas formas de expresión con las que hoy se combaten las ideologías de posguerra no están desligadas, para nuestro disfrute, de lo que expresan sus contenidos.
















Y así en este prolífico "Jardín" de fuerzas vivas, todo encaja. Una exacerbación de personajes y situaciones en un mundo de estraperlistas, pesimista, demoledor y hasta subversivo. Y es que los españolitos de turno también buscaban un verismo mayor y más libertario que el que imponía Dictadura e Iglesia. El primer "glamour" (caso inexplicable de la censura que lo permitió) llega con el "bayón" de  Silvana Mangano en el film italiano de Alberto Lattuada "Anna". Bailoteo que, pese a todo, se convirtió en un flagelo con pena de excomunión en aquella España, intuitiva quizás por gulusmear lo que ya se cocía en otras latitudes europeas, pero tan mutilada por la censura.







"Demonios en el jardín" posee todo el valor revelatorio de la época que retrata. Es un mundo expresivo, que hiere y molesta. Pero cuando una realidad es una crítica, el convencionalismo conecta y se complementa. En él se estratifica una moral social muy determinada por personajes oprimidos y zarandeados por unas circunstancias ciertamente hostiles en un país destrozado. Y el comportamiento sexual, como puede suponerse, resulta determinante. En este sentido, asistimos a un collage de diversas constantes familiares. Ante todo una madre y dos hermanos que se enfrentan entre sí dinamitando con su conducta todos los principios morales de un tiempo que tampoco los admitía. Como motor existencial entre ellos una visión del sexo subversiva. Una moral burguesa de provincias, que asentada sobre el estraperlo, mantiene, no obstante, como constantes desarrollos vivenciales los más viejos prejuicios del mundo: esos negros conceptos sociales que concede el dinero sobre la pobreza. Y así cada acto familiar se vincula a las miserias éticas.
Senda por la que discurre el desprecio y la intransigencia hacia el escalafón humano al que se reprime. El amor libre se construye entre una especie de farsa caricaturesca confrontada, eso sí, a unos sistemas sociales podridos por la pasada Guerra Civil. Y por ahí subyace una burla demoledora hacia los convencionalismos de una época de aterradora Dictadura. Pero las pasiones, que son el estado más primario del hombre, estallan entre reflexiones corrosivas y, finalmente, homicidas.










Y como discípulas aplicadas de ese tiempo arbitrario dos mujeres se debaten entre la más absurda de las pasiones por el hombre equivocado. Camarero del divctador Franco y decepción despreciativa de su hijo. Y al tiempo que el niño bastardo maneja a ambas mujeres, una abuela marimandona que ya chocheara con el hijo que lo engendró, hace lo propio con el nieto, tratando de arrebatárselo al brazo materno. Rigor y lucidez renovadoras iluminando así nuestra hispana pantalla grande.




 






           
 
 
 
 
 
            Ángela se rebela, nos deja estupefactos con sus reacciones y sus ojos llorosos casi inyectados en sangre.


Nacida Ángela Molina Tejedor, el 3 de octubre de 1955 en Madrid. Hija tercera, entre ocho hermanos, del ídolo masculino de la canción o copla española Antonio Molina de Oses Castillo Hidalgo (Barrio Haza Honda junto a los guindos Huellin-Málaga, 9 de marzo de 1928-Madrid 18 de marzo de 1992 -64 años-) y de Ángela Tejedor Capitán. Aparece por primera vez, a los 19 años, en un film de César Ardavín "No matarás", 1974, tras formar parte de un reportaje fotográfico publicado por la revista cinematográfica "Fotogramas". Antes, desde los 15 años, había estudiado ballet clásico, danza española  y arte dramático en la Escuela Superior de Madrid.  Y cuatro años después consigue el diploma como profesora de baile clásico español. A los 18 años hizo algunos pinitos en Francia actuando en el circo. Tras la Transición Española y aparecer en algún corto, hoy olvidados, es propuesta para intervenir en "Furtivos" de José Luis Borau, papel que consigue Alicia Sánchez. El director catalán Vicente Aranda le ofrece en 1976 la protagonista en "Cambio de sexo", que Ángela rechaza y recae sobre Victoria Abril, otra jovencísima principiante. Ese mismo año interviene de manos de Antoni Ribas en "La ciudad quemada".

 










Su gran oportunidad le llega con "Las largas vacaciones del 36", también de 1976, de Jaime Camino, con guión del futuro director Manuel Gutiérrez Aragón, donde sobresalen ya sus magníficas dotes interpretativas entre un plantel de actores extraordinarios como Concha Velasco, José Sacristán, Francisco Rabal, Vicente Parra, Analía Gadé, Ismael Merlo, José Vivó, Charo Soriano y Concha Bardem. En 1979, dirigida esta vez por uno de sus primeros mentores, José Luis Borau, interviene como protagonista principal en "La Sabina", una coproducción con Suecia, donde la joven y bellísima Ángela brilla a inconmensurable altura frente a compañeros extranjeros como los ingleses John Finch y Simon Ward, la norteamericana Carol Kane y la sueca y bergmaniana Harriet Andersson.

Ángela consigue en pocos años un reconocimiento internacional como actriz de primera fila. Actúa en Francia e Italia, y aparece en films alemanes y norteamericanos. Políglota consumada, se enfrenta a sus papeles en otras latitudes con su propia voz, sin necesidad de recurrir a doblajes. Su extensa filmografía se compone de títulos muy representativos como "Camada negra", 1977, "El corazón del bosque", 1979, "La mitad del cielo", 1986 (Premio "Concha de Plata a la Mejor Actriz" en San Sebastián), todas dirigidas por Manuel Gutiérrez Aragón; "A un dios desconocido", 1977 y "Bearn, o la sala de las muñecas", 1983, "El río de oro", las tres de Jaime Chavarri, "Ese oscuro objeto del deseo", 1977, de Luis Buñuel, junto a Fernando Rey, "El hombre que supo amar", 1978, junto a  Timothy Dalton, de Miguel Picazo, "L'ingorgo" ("El gran atasco"), 1978, de Luigi Comencini, "Un complicato intrigo di donne, vicoli e delitti" ("Camorra: Contacto en Nápoles"), 1986 de Lina Wertmüller, con cuya interpretación se alza, como primera actriz española, con el "Premio David de Donatello", al que también optaban Giulietta Masina y Liv Ullman, "Lola", 1986, de Bigas Luna, "Esquilache", 1989, de Josefina Molina, junto a Fernando Fernán Gómez, "El hombre que perdió su sombra", 1991, de Alain Tanner, "1492: "La conquista del paraíso", 1992, de Ridley Scott, junto a Gerard Depardieu, "Carne trémula", 1997, de Pedro Almodóvar, "La sconosciuta" ("La desconocida"), 2006, y "Baaria", 2009, ambas de Giuseppe Tornatore, y "Miel de naranjas", 2012, de Imanol Uribe, entre una lista de más de 100 títulos.


















En 1989, decide aceptar una insólita propuesta folklórico-musical por parte de Jaime Chavarri, con "Las cosas del querer", y "Las cosas del querer 2", 1995, donde Ángela, junto a un recién llegado joven actor y sobresaliente cantante Manuel Bandera, se sitúa por primera vez en las antípodas de sus anteriores planteamientos artísticos. [Hay que destacar que el protagonista masculino está inspirado en los comienzos musicales del artista Miguel de Molina, y la represión que sufrió por sus condicionamientos sexuales que provocaron su exilio en Argentina. Pese a todo, el cantante, en sus memorias tituladas "Botín de guerra", trató de querellarse con el productor de la misma Luis Sanz, quien objetó que "se trataba de una obra de ficción y que cualquier parecido era pura casualidad”.  Y Molina escribió, "no supe si reír o llorar de rabia" (Molina, 1998). En los dos films (la segunda entrega, nace como coproducción Argentina-España,  tras la gran acogida e inmenso éxito obtenido en aquel país sudamericano con la primera parte) ambos intérpretes reviven los viejos moldes del cine de "coplas" que había dejado de tener valor en las décadas del 80 y 90. Chavarri, no obstante, habla de una posguerra más próxima a la vida real de lo que nunca se había reflejado en la cinematografía hispana, llevando a un homosexual al papel protagonista. Una trama perfectamente ambientada y documentada en las acciones represivas de la Dictadura Franquista, salpicada por pasiones de corte violento y hermosas coplas que ofrendaron su color más o menos festivos en una época en que el cine español vivió amordazado por una férrea censura, conseguiría revitalizar los mecanismos de identificación del espectador con los nuevos datos realistas, que sin dejar de ser folklóricos, Chavarri ofrecía ahora al público. Un panorama humano sobre un mundo español más o menos desconocido y que hasta entonces se nos había escamoteado. Y Ángela Molina alcanzaba así, con su belleza, espléndia voz y un degustable y sensacional cambio de registro, uno de sus momentos creativos más excelsos.




Actriz que jamás consumiera su gran espontaneidad interpretativa, vinculada ya desde muy joven a todas las inquietudes culturales, llega a la dura profesión cinematográfica con fuerza y coherencia inusitada. Supo también acoplarse pronto a las exigencias de cada momento traspasando con su espléndida personalidad cualquier límite de mediocridad. Muchas de las películas en las que ha intervenido han sido marcadas por su gran carisma. Y frente a los rígidos criterios morales que enseñorearan nuestro cine hispano, Ángela, con su angelical y determinante presencia física, dio paso a una clara defensa de la libertad erótica. En 1985 se le concede el "Gran Premio de la Crítica de Nueva York" Y en 2016 recibe  en España "Premio Nacional de Cinematografía". Especialmente en Italia, interviene en numerosos films televisivos para la «Radio Televisión Italiana", y en España, en TVE, junto a Emilio Gutiérrez Caba, protagoniza en la serie "Gran Reserva", temporada 2010-2013. Su carrera se ha visto jalonada por innumerables reconocimientos en diversos festivales de cine. Miembro del "Jurado de Cortometrajes de del Festival Internacional de Cine de Cannes" en 1998. Presidenta del "Jurado del Festival Internacional de Cine de Berlín" en 1999. Miembro del "Jurado Oficial del Festival Internacional de Cine de San Sebastián" en 2000. Presidenta del "Jurado de la Sección Oficial del Festival de Cine Español de Málaga" en 2010.

     

Ana, con un escotado traje negro, que nos recuerda al de Ingrid Bergman en "Arch of Triumph" ("Arco de Triunfo"), empuña el revolver mejor que un gángster, se revuelve como una serpiente (¡es como un delirio a lo Gloria Grahame o a lo Ruth Roman!), ¡¡y dispara!! ¡Su mirada es genial!

Nacida María del Pilar Cuesta Acosta, el  27 de mayo de 1951 en el barrio de Lavapiés, Madrid. Hija de Fermín Cuesta, cocinero del Hotel Palace y Pilar Acosta regentadora de una portería en la calle del Oso (a la cual, años después, dedicaría su canción "Todas las cosas van hacia ti"). 

Su debut, a los 10 años, fue en un programa de Radio España "Vale Todo", presentado por el famoso locutor Bobby Deglané, donde su voz cálida y poco estridente fue aplaudida por primera vez. Tres años después, ganándose el reconocimiento de "niña prodigio", graba algunas canciones, y sigue participando en varias emisoras musicales. En 1964, su canción más promocionada sería "Qué difícil es tener 18 años" 
Reclamada por el cine, al igual que otros actores infantiles de moda en la década de los 60, interviene junto a Fernando Rey en "Zampo y yo", dirigida por Luis Lucía. La protagonista se llamaba Ana Belén, y de este personaje tomaría el nombre la futura gran actriz y magnífica cantante. La película resultó de una calidad insufrible y fracasó estrepitosamente en taquilla. 

                                           (Madrid, 7 de noviembre de 1928 - Madrid, 21 de junio de 2013)​ 

 
Promocionada por el director teatral Miguel Narros, que había observado en la muchachita una manifiesta capacidad para entregarse a mejores proyectos, Ana debuta a los 15 años en el Teatro Español con la obra "Numancia" de Miguel de Cervantes, y dirigida por Narros. Hasta 1970, y todavía en el Teatro Español, siguió interpretando obras famosas como "Las mujeres sabias" de Molière [Jean-Baptiste Poquelin] , "El rey Lear", de William Shakespeare, y "Don Juan Tenorio", de José Zorrilla.
En 1972  contrajo matrimonio con el cantautor Victor Manuel San José Sánchez, (Mieres del Camino, Asturias, 7 de julio de 1947), de cuyo enlace nacieron dos hijos, David San José, músico, y Marina San José, actriz. ​En una entrevista falsa se aseguraba que Ana y Victor se habían divorciado. La pareja, acorde con las preocupaciones políticas, tras la Transición Española, se afilió al PCE. Ambos cantantes no han dudado en profundizar en esa realidad social por encima a veces de su faceta artística.
Ana Belén se convierte en actriz de gran envergadura,  aunque plenamente homologable a su extraordinaria dimensión como cantante: solista: "Pequeño vals vienés", "Quiero ser canto y rodar", "Me matan si no trabajo" "Agapimú", "Vuelo blanco de gaviota", "La puerta de Alcalá", "Niña de agua", "Esta vida es un regalo", "Desde mi libertad", "Sólo le pido a Dios", y con otros cantantes "Marilyn Monroe" (con Manolo Tena) "Para la ternura siempre hay tiempo" y "Canciones regaladas" (con Victor Manuel), "A Kurt Weill" (con Miguel Ríos), "Entre fandangos y habaneras" (con Trío Malats), entre muchísimas más.

Capacitada de un encanto turbulento y aristas interpretativas polifacéticas e impagables, asume tanto la comedias más delirantes de la década de los 80 como las obras más descarnadas en las que no duda en encararse al poder de sus personajes. Los sensacionales retratos psicológicos que se le proponen entrañan consecuencias dramáticas inquietantes que avivan cada una de sus apariciones en la pantalla grande. Y con ellas, obviando cualquier conato de academicismo, incurre en el más admirable de los naturalismos. Son estas crêmes de las crêmes cómicas o dramáticas las que "provocan" a la mejor a Ana Belén y con las que así "provoca" a sus millones de admiradores.  Muestras de su gran hacer cinematográfico fueron entre otros muchos títulos: "Tormento",1974, de Pedro Olea, "La petición", 1976, de Pilar Miró, "La corte de Faraón",1982, y "Divinas palabras", 1987, ambas de José Luis García Sánchez, "La casa de Bernarda Alba", 1987, de Mario Camus, y "Libertarias",1996, de Vicente Aranda. 
Intervino también en series televisivas de gran calidad y éxito, especialmente una inolvidable adaptación de la grandiosa novela de Don Benito Pérez Galdós como fue "Fortunata y Jacinta", 1980, dirigida por Mario Camus, y en la que Ana Belén brindó una de sus más extraordinarias interpretaciones en el papel de Fortunata. Y últimamente en la serie "Traición", 2017-2018, producida "Bambú Producciones" para TVE1.

Actriz perfeccionista, sutil, minuciosa, intimista, e inteligentemente equilibrada entre el lirismo más hondo y el pintoresquismo hispano más perfecto. Nominaciones como "Mejor Interpretación Femenina" en "Miss Caribe", 1988, de Fernando Colomo, "El vuelo de la paloma", 1989, de José Luis García Sánchez, "La pasión turca", 1994, de Vicente Aranda, y "Cosas que hacen que la vida valga la pena", 2004, de Manuel Gómez Pereira. En 1991 es nominada también a la "Mejor dirección novel" por "Como ser mujer y no morir en el intento". Tuvo otros premios como el "Bronce" por "La Corte del Faraón", 1985, de José Luis García Sánchez; y Premio "ADIRCAE" y "Rosa de Sant Jordi" a la mejor actriz por "La pasión turca. En 1998 obtiene el "Premio Carlos Gardel" como "Mejor solista femenina latina" por su álbum "Lorquiana". En 2015 recibe el "Grammy Latino" por el álbum "Premio de Honor". A todos ellos se suman muchos reconocimientos que sería imposible enumerar aquí. Ganadora del premio Goya en 2016.









































































































































































"Se trataba de contar mi infancia, que fue la de muchos españoles de una época. Un niño siempre es un testigo de cuanto sucede a su alrededor, y el protagonista de "Demonios en el jardín" pasa de ser testigo a ser un notario de todo lo que le rodea. También quería juntar en cine a Ángela Molina y Ana Belén, las actrices jóvenes más destacadas del momento; ambos personajes se concibieron para ellas"

Nace en Torrelavega, Cantabria, el 2 de enero de 1942. En la década de los 60 se trasladó a Madrid para estudiar periodismo. Pero al no hallar plaza decide ingresar en la "Escuela Oficial de Cinematografía" Allí, en 1970, se gradúa como realizador. "Todo resultó accidental, explicaría Manuel Gutiérrez, al no tener cupo para la escuela de periodismo, acabé haciendo cine. Me dediqué primero a escribir guiones, porque en realidad era lo que yo quería hacer"


Durante tres años filma algunos cortos, y en 1973 rueda su primer largometraje "Habla, mudita", con José Luis López Vázquez y Kiti Manver. Con esta inicial película conseguiría el "Premio de la Crítica" en el "Festival de Cine de Berlín" En 1975 colabora con el director José Luis Borau en el guión de "Furtivos", y en 1976 con Jaime Camino en "Las largas vacaciones del 36". Vuelve a dirigir en 1977 con "Camada negra", que protagonizan  Ángela Molina, María Luisa Ponte y el jovencísimo José Luis Alonso. La película se concibe y se rueda durante los últimos coletazos del Régimen Franquista. Con una dura temática relativa a la pervivencia en España de violentos grupos fascistas que tratan de interferir en los inmediatos preparativos de la Transición, fue oficialmente prohibida, y exhibida una vez muerto el dictador. Las proyecciones en Madrid sufrieron los ataques de grupos ultraderechistas. No obstante, consiguió el "Oso de Plata a la Mejor Dirección" en el "Festival de Berlín"



La actriz Ángela Molina se convierte en su joven musa interviniendo en sus siguientes películas: "El corazón del bosque, 1979, "Demonios en el jardín", 1982, y "La mitad del cielo", 1986, retratos todos ellos de la nefasta situación político-social en España durante la "Dictadura Fascista" impuesto por Francico Franco.  










En 1981 dirige "Maravillas" contando con la colaboración excepcional de Fernando Fernán Gómez; seguirán "Feroz", coescrita con el gran guionista Elías Querejeta, y "La noche más hermosa", ambas de 1984. Para TVE, realiza en 1991 una extraordinaria serie de "El Quijote de Miguel de Cervantes", con guión de Camilo José Cela, e interpretada magistralmente por Fernando Rey y Alfredo Landa, además de un extraordinario reparto de actores patrios, entre ellos Emma Penella, José Luis López Vázquez, Esperanza Roy, Francisco Merino, Manuel Alexandre, Lina Canalejas, y Terele Pávez.. En 1993 volvería a Cervantes con "El Quijote", esta vez interpretado por Juan Luis Galiardo
En 2001 dirige "Visionarios" y en 2004 "La vida que te espera", con un novedoso posicionismo que rehuye las claves políticas y los entornos rurales de sus films más famosos. En 2008 rueda "Todos estamos invitados", reflejando un enfrentamiento entre un terrorista de la ETA y de un amenazado por dicha Organización. Ese mismo año anuncia su disposición a abandonar definitivamente la dirección cinematográfica.


En 2015, 16 de abril, la "Real Academia Española" lo elige por unanimidad para ocupar el sillón F, anteriormente ocupado por el escritor José Luis Sampedro. Manuel Gutiérrez leyó su discurso de ingreso "En busca de la escritura fílmica", el 24 de enero de 2016.
La resuelta asimiliación de Manuel Gutiérrez Aragón con los retratos de aquellas lacerantes visiones de posguerra española hicieron progresar, en la década de los 80, uno de los más extraordinarios lenguajes del cine español. Ha sido, pues, un cineasta indescriptiblemente tan sombrío con sus visiones de realidades dolorosas como gran investigador que supo poner en marcha un nuevo tramado de la más pura expresión cinematográfica. La liberación del cuerpo femenino en una época todavía oscurantista e inquisidora, postura ante un Estado que prohibía el uso de la razón, y una admirable composición racionalizada de personajes contundentes entre un trasiego de fijaciones reivindicativas, de amores que fueron hurtados y de frustraciones que no hallaron remedios, convierten a este gran cineasta en uno de los directores más coherentes de la filmografía española.


Madrid 25-3-1931-18-8-2019 R.I.P - Inolvidable y eximia actriz teatral y cinematográfica.




                                                                                                                                                                                                                


¡Fue un exitazo en su momento! Toda Europa se regodeó con ella. ¡¡Imperecedera, irrepetible, asombrosa!! Revivirla es gozarla hasta el delirio.