6 de febrero de 2020, Kirk Douglas (nacido Issur Danielovitch Demsky, en Amsterdam-New York el 9 de diciembre de 1916) fallece a los 103 años, en Beverly Hills (California). Actor mítico lo suficientemente delirante para adaptarse a todo tipo de papeles; fue así tan insistente como sutil, tan mastodóntico como efectivo, tan implacable y áspero como sensible y moralista. Poseyó a la vez un espléndido sentido del espectáculo. No siempre aceptó las reglas del juego especulativo que imponía Hollywood, y recuperó terrenos artísticos inolvidables con agudas sugerencias fílmicas. Fue, a pesar de todo, un paradójico símbolo hollywoodense cuyas osadías no tuvieron límites.
¡Un eterno Odiseo de encantos turbulentos!
¿Qué se puede hacer con la gelidez estatuaria de Kim Novak? Richard Quine nos da la respuesta en este maravilloso melodrama pasional, que parece tocado de un halo mágico. ¡Dialogada como los mismos dioses! Unas vidas que nos anuncian los hechos cotidianos y monótonos de cualquier pequeña ciudad norteamericana.
Una situación matrimonial, la de la protagonista, lo suficientemente delirante, para que, ante una nueva ilusión, que se le presenta de manos de Kirk Douglas (R.I.P), acepte convertirse en adúltera. Ambos parecen dispuestos a renunciar a su rutinario mundo.
¡Es preciosa, olímpica! Kim Novak refulge ante el blanco teléfono, mimada por un furtivo y recobrado deseo, mientras declara su amor a Douglas.
Un último encuentro de quienes no han podido encauzar sus sentimientos magistralmente diseñado por Quine. La cámara se recrea en el recorrido de Novak, ignorando que Douglas deberá renunciar a ella, y redimir su vida matrimonial lejos de ya de sus encuentros furtivos.
Y hay un final impagable, en el que Kim Novak (¡lágrimas
terebrantes del adiós, rostro que tiembla inútilmente en el vacío
carcelario de su automóvil, nacimiento y muerte de un amor imposible que
nos oprime el corazón!) logra estar más conmovedora que nunca. Quine la
adora. Y Novak da lo mejor de sí misma. Se entrega de lleno a
este tortuoso love story mientras su director se retuerce de
desesperación por los rincones.¡Tanto la ama que la odia! Y así, para su
aventura, en
este film, no hay más que desilusión y desesperanza. ¡Pero Novak es una delicia!
¡Desbordante perpetuación, con resonancias casi mitológicas en el festín cinematográfico, del magnetismo irrepetible de una de sus más rutilantes estrellas!: ¡¡Una diosa de vértigo, Kim Novak!!