La trayectoria emprendida por el "Free Cinema Inglés", tras
demostrar su vitalidad artística y el impulso renovador que moviera en
un principio a sus más notables creadores, y a fin de competir con la
pequeña pantalla del televisor, acabaría por debatirse entre seguir
encorsetada en sus clichés narrativos afectos al "cine de autor", o por
una forzosa decantación hacia el imperativo que empezaba a imponer el
"cine-espectáculo". El pacato puritanismo británico, los buenos modales, la hipocresía, las cosas que no se deben hacer ni decir evidenciarán por primera vez la fragilidad de los supuestos estéticos de la pasada cinematografía inglesa. Esta flamante trayectoria del "Free Cinema" nos conduce irremediablemente hacia el fenómeno de la síntesis entre el "cine-espectáculo" y el "cine de autor", en la línea ya ensayada por el americano Stanley Kubrick con su "Espartaco" de 1960. Así, puesto que el blockbuster (éxito de taquilla) es ya una realidad industrial que no puede ignorarse, y capaz de atraer a las grandes masas de espectadores ¿por qué no abordarlo sin renunciar a la dimensión intelectual que toda obra de arte debe tener?
La primera aportación definitiva al recién nacido cine libre inglés llegaría con "Room at the Top" ("Un lugar en la cumbre"), 1958, de manos de Jack Clayton, con un extraordinaria Simone Signoret (que conseguiría el "Oscar de Hollywood" a la "Mejor Actriz"), Laurence Harvey, Heather Sears, Donald Wolfit, Donald Houston y Hermione Baddeley.
Pese a todo, las adaptaciones de Richardson de la pieza del gran dramaturgo John Osborne, en 1959, "Look Back in Anger" ("Mirando hacia atrás con ira"), con Richard Burton, Claire Bloom, Donald Pleasence, Edith Evans, Gary Raymond, y Mary Ure, "A Taste of Honey" ("Un sabor a miel"), de la autora Shelag Delaney, con Rita Tushingham, Dora Bryan, Murray Melvin, Robert Stephens, Paul Danquah, Eunice Black, David Boliver, y Margo Cunningham.
De "The Loneliness of the Long Distance Runner" ("La soledad del corredor de fondo"), 1963, con Tom Courtenay, Michael Redgrave, James Bolam, Avis Bunnage, y Alec McCowen; y la visión no menos sombría del obrero inglés, interpretado por un recién llegado y extraordinario Albert Finney, de aquella empobrecida sociedad británica posbélica que nos retrata Karel Reisz en "Saturday Night and Sunday Morning" ("Sábado noche, domingo mañana"), 1961, coprotagonizada por Rachel Roberts, Shirley Anne Field, Hylda Baker y Colin Blakely, se inscribieron admirablemente y con tremenda fuerza entre los nuevos supuestos estéticos que estableció este primerizo, encomiable e irrepetible "Free Cinema".
Estrepitosos recién llegados "Hermanos Marx" melódicos, excelentes compositores y cantantes en que se convertiría aquel cuarteto de Liverpool conocidos por "The Beatles", con cuyas melenas y extravagantes atuendos representarán la flamante alegría de vivir entre nuevos tiempos musicales, poniendo en solfa sus protestas contra los obsoletos principios de autoridad y las pasadas formas de vida de la vieja Inglaterra, interpretarán "A Hard Day's Night!" ("¡Qué noche la de aquel día!"), 1964, primer film "Comic-book" y de "Pop-art" inglés, y en el que Richard Lester, su director, se permitirá destrozar, con su enloquecido montaje, la noción clásica del espacio y del tiempo cinematográfico.
Lester volvería a utilizar este grafismo destructivo, de modernas ideas figurativas, utilizando de nuevo a "Los Beatles", en su siguiente "Help!" ("¡Socorro!") de 1965, coprotagonizada por actores famosos como Leo McKern, Eleanor Bron,Victor Spinetti y Roy Kinnear, película bastante inferior a la anterior, pero en la que su estrafalario realizador jugaría enloquecidamente con los desenfoques a fin de conseguir bellas e imprecisas masas coloreadas, que recordarían al experimental Michelangelo Antonioni de "Il Deserto Rosso".
Pero la mejor aportación de Richard Lester a esta apabullante y explosiva "semi-virtud" cinemática sería su adaptación de la obra teatral de Ann Jellicoe "The Knack Or How To Get It" ("El Knack y como conseguirlo"), de 1965, que se adscribiría al no menos polémico y también recién nacido "teatro del absurdo"
James Bond alcanzaría, por medio de sus siguientes "Goldfinger", 1964, dirigida por Guy Hamilton, con Honor Blackman, Gert Fröbe, Shirley Eaton, y Tania Mallet, y "Thunderball" ("Operación Trueno"), 1965, de nuevo con Terence Young, con Claudine Auger, Adolfo Celi, Luciana Paluzzi, Rik Van Nutter, Guy Doleman, y sus siguientes e inacabables entregas, una relevante celebridad mundial, convirtiéndose así en uno de los mitos más embrutecedores que se recuerdan (y que aún pervive en pleno siglo XXI).
[La Crosse, Wisconsin, 14 de gener 1909 - Londres, Inglaterra, 22 de juny 1984 a la edad de 74 años]
"The Servant" ("El sirviente"), 1963, con Dirk Bogarde, Sarah Miles, James Fox, Wendy Craig, Catherine Lacey y Richard Vernon. [Las críticas fueron excepcionales ante este desasosegante, tenso y adulto drama psicológico de un intrigante y manipulador mayordomo que consigue, gradualmente, dominar la
vida del señor al que sirve, aprovechándose de sus debilidades
sexuales.]
Pese a estos desplazamientos hacia las nuevas premisas cinematográficas impuestas por aquella nueva realidad social que establece el blockbuster o cine de pop-corn ("palomitas"), que no es más que esa otra realidad industrial que promueve la necesidad de atraer a las grandes masas de espectadores por lo menos de las tres cuartas partes del planeta, los famosos "airados" del "Free cinema" insistirán en que abordar el blockbuster no tiene por qué significar una total renuncia a la dimensión intelectual que toda obra de arte debe tener. Y por ello mismo será Tony Richardson el primero en conceder a su "Free Cinema" una nueva desenvoltura formal, desenfadada y ágil (cámara llevada a mano), al dirigir "Tom Jones" en 1963, con Albert Finney, Susannah York, Hugh Griffith, David Warner, Edith Evans, Joan Greenwood y Diane Cilento, basándose en la novela clásica, satírica y libertina de Henry Fielding (un afamado "angry young man" de la puritana Inglaterra del siglo XVIII), que quiebra descarada y modélicamente la tradición académica y encorsetada que mantuvo hasta entonces el género histórico en el Séptimo Arte, y confiere una saludable actualidad a la sátira mordaz, saludablemente humorística, grosera e impúdica que impregnaran las letras de Fielding. A fin de cuentas disolutos, viciosos y groseros fueron los clásicos ingleses, al igual que los franceses o españoles del Siglo de Oro.
El éxito fulminante de "Tom Jones" no tardó en desencadenar las inevitables imitaciones. Terence Young se atrevió con Daniel Defoe, y tratando de captar el espíritu alocado, burlón y picante del film de Richardson, adaptó "The Amourous Adventures of Moll Flanders" ("Las aventuras amorosas de Moll Flanders") 1965, eligiendo como protagonista absoluta a una por primera vez descocada y siempre provocadora Kim Novak, coprotagonizada por Claire Ufland, Vittorio de Sica, Lilli Palmer, Richard Johnson, Angela Lansbury, Leo McKern y George Sanders.
Y en 1966, dirige uno de los más truculentos dramas jamás filmados sobre la encubierta maldad humana, en este caso la femenina, al convertir a la gran actriz francesa Jeanne Moreau en un auténtico monstruo de perversión, en "Mademoiselle", coprotagonizada por Ettore Manni, Keith Skinner y Umberto Orsini. El film mostraba una personalidad atractiva, sensual y aparentemente beatífica de la protagonista, pero cuya afinidad secreta con la más inimaginable de las perversidades resultaría escalofriante. [En un pequeño pueblo francés, una profesora admirada y respetada -Jeanne Moreau-, a quien todos llaman Mademoiselle, es capaz de provocar a escondidas de su comunidad una inundación cuando todo el mundo anda en una procesión. Por otro lado un atractivo inmigrante italiano, Manou-Ettore Manni-, despierta en ella un gran interés, al que él no corresponde. Extraños casos de accidentes, así como de envenenamiento de animales, todo ello provocado por Mademoiselle empiezan a despertar sospechas en todo el pueblo, en especial de xenofobia hacia los inmigrantes italianos, en busca de un posible culpable. Tan sólo un alumno de esa nacionalidad, maltratado psicológicamente por la perversa profesora, conoce las malas artes de la misma sin poder llegar a demosrarlo tras el asesinato de su hermano Manou]
El paladar artístico de Tony Richardson volvió a superar la vieja antonomía entre arte, historia y sátira que pudieran apetecer tanto a las minorías selectas como a las grandes masas de espectadores más toscos, y filmó en 1968 la espectacular "The Charge of the Light Brigade" ("La última carga"), con David Hemmings, Trevor Howard, Vanessa Redgrave, Corin Redgrave, John Gielgud, y Harry Andrews.
El film sirvió como reverso de tantas antiguallas pasadas que se especializaron en las exaltaciones épico-históricas como "Fire Over England" ("Inglaterra en llamas"), 1937, de William K. Howad, con Vivien Leigh, Laurence Olivier y Flora Robson, James Mason, Leslie Banks, Raymond Massey y Tamara Desni.
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