István Szabó
ofrenda a través de "Oberst Redl" uno de los testimonios morales más
electrizantes de una época europea vivamente sensibilizada por la
situación política en que se halló inmersa (una orientación política
capaz también de rebasar todas las convencionales barreras geográficas).
A través de este drama belicista colectivo, expuesto con un asfixiante
bien que no menos atractivo barroquismo escenográfico, por el que
pulularán las imágenes
burguesas y militaristas que explicitarían la degeneración causante de
la I Guerra Mundial, así como la inmediata decadencia, tras la derrota
de Alemania, que acabó proporcionando al futuro nazismo parte de sus
efectivos, Redl, personaje ambiguo, frío y ambicioso, se verá atrapado,
ya desde su infancia (enervante atmósfera de pobreza y mediocridad), por
la profusa intriga de los convencionalismos sociales, que (sin obviar
el conflicto de fondo homosexual del protagonista) ofrendan su siniestro
mensaje a través de las sinuosidades del ejército, y exponen el drama
del hombre acosado por una siempre sofocante colectividad nacionalista,
buceadora en los círculos profusos del drama militar, de su "honorable"
criminalidad patológica, y, por ello mismo, de sus pretendidas virtudes
modélicamente jerárquicas.
Las mismas que, por supuesto, no servirán en
absoluto de atenuante a la hora del desastre político que desembocaría
en la I Contienda Mundial. Finalmente, Redl acorralado y capturado por
la reja fronteriza, reivindicativa del contraespionaje gubernamental con
el cual acabará cooperando ciegamente, y tras la que se arrojara de un
modo suicida en busca de la panacea históricamente ligada a la supremacía
militar y a sus visiones políticas de grandeza, las mismas que gestaran
tantos falsos perfiles heroicos, acabará como miembro amputado, detrás
de los cerrojos corridos de la indiferencia y el desagradecimiento, por
ese mismo estremecedor retablo de la depravación elegante y decadente de
un Imperio inmisericorde. Un proceloso gobierno que le arrojará
simbólicamente a la misma cloaca desde la cual se creyó rescatado, y le
impondrá, (contundente plano final del film), tras tan desesperada
búsqueda del difícil equilibrio que pudiera mitificar su labor y entrega
al brumoso boomerang
que lanza el militarismo, capaz de idealizar la ya inminente ignición
bélica que amenaza a Europa, la única y aplastante inflexibilidad que
coronar pueda, siempre dentro del plano de la "honorabilidad del
suicidio" que el ejército otorga, la degradación a la que su no menos
trágico destino le acaba precipitando.
Una
infancia que deja tras de sí sus sendas apacibles, humildes. Alfred
Redl-Gábor Svidrony tan sólo recordará las sonrisas maternas, las miradas ingenuas de
las hermanas, la renunciación a todos los afectos familiares en aquel
atardecer que lo arrancará para siempre de sus orígenes. Las voces
hambrientas de la niñez y los alborotos de los juegos, se alejan en el
ocaso de su memoria, porque pertenecen ya al tiempo agónico de la
miseria, frente al tufo de los trenes, sombras rugientes que jamás
ofrecieron consuelo a la precariedad doméstica, y cuya evocación,
finalmente, quedará tras el pequeño Alfred como una fría imagen en la
niebla con su aire lamentable: la pequeña estación de ferrocarril de
Lemberg, Hungría (hoy Eslovenia).
Frente a todo alumno aventajado, lugareño, y Alfred lo es, se vuelca la generosidad de Emperador. Tras los primeros años escolares, para gozo y vanagloria de la humilde familia de Lemberg, llega el agasajo de la Academia Militar Imperial. Al niño tímido se le exigirá siempre agradecimiento y fidelidad a la Casa de los Habsburgo. Primera amistad: el aristócrata húngaro Kristóf-György Rácz y su hermana, Katalin Von Kubinyi-Katalin als Mädchen, un mundo asentado en mármoles y que ofrenda a los ojos del pequeño Alfred sus aguijones de inferioridad: "Redl, el Imperio es tan grande (Inquiere el gran anfitrión von Kubinyi-Tamás Major) que no consigo averiguar a qué pueblo de su Majestad perteneces"... (Redl) "Nací en Galitizia, señor"... "¿Polaco?"... "No, mi padre es ruteno. De origen alemán. Creo que el abuelo de mi madre era húngaro. Sí, eran húngaros. Eran nobles, pero perdieron su fortuna. El emperador les ayudó. Fueron funcionarios estatales" "Tienes sangre húngara"
"Sí, mi madre cantaba una canción
húngara"...
Incidentes en la Escuela Militar del Emperador. Burlas contra el Profesorado. Kristóf Von Kubinyi junto con varios compañeros se ve involucrado. Alfred Redl es requerido por el director y presionado por él para que delate a los culpables. Redl miente ante el temor de que Kristóf pueda ser expulsado: (Redl se convierte en delator por primera vez) "Creo que ha sido Von Genecsy, señor"... Muy bien, Redl. Será un soldado leal. Es un campesino hábil" (Reflexiones del joven Redl una vez cometida la delación) "¡Judas! ¡Soy un Judas, no un soldado! Ellos son soldados. Yo soy un campesino traidor"
Redl, tutelado por el coronel Von Ruden-Hans Christian Blech, asciende a capitán. Excesos de Kristóf Von Kubinyi-Jan Niklas, críticas a la Casa de Habsburgo: "No debimos reconciliarnos con los húngaros en 1867. sino anexionarlos, como hicieron los ingleses con Irlanda... Austria no sería una potencia hoy. La autoridad de Viena la sostiene el compromiso con Hungría. El teniente se compadece de los húngaros oprimidos. Pero olvida que ellos oprimen a los pueblos que los rodean. Todo tiene su precio. Ese compromiso es una obra maestra"
"¡A la salud del capitán Redl!...¡A su salud! ¿Lo oyes? ¡Alégrate y bebe! "¿Estás triste hoy, Redl? Quizás por ti" (Dudas entre los compañeros) "Ese Redl nació en Lemberg, ¿no? Y tú en Pomerania... "¿Y qué?" "¿No ves la diferencia?" "¡No!"... "¿Eres cosmopolita?" "No, soy húngaro, oficial y amigo de Redl". "¡Ah, cómo dijo su Majestad: "Ingenioso y querido pueblo húngaro"
"Si Galitzia y Cracovia se integraran en Polonia, Viena se quedaría sin respiración. Y nuestra monarquía? Desaparecería de Europa. Sólo una guerra salvará el Imperio.
Pero que caiga el viejo emperador primero" (Redl ataca a Kristóf) "¿Estás loco?" (Kristóf, defendiéndose de Redl, lo insulta) "¿Qué quieres, guardabarrera?"...
Redl, ascendido a coronel, director de los Servicios de Contraespionaje y hombre de confianza del futuro heredero al trono austro-húngaro, el Archiduque Francisco Fernando [Franz Ferdinand], sobrino del Emperador Francisco José I [Franz Joseph I]
"La moral del ejército se tambalea. El ejército imperial parece un casino: billares, alcohol, mujeres, ¿no?... (Redl) Sí, alteza, lamentablemente... (Archiduque) El liberalismo lo mina todo. Siéntese. En esta situación es necesaria una limpieza, para restaurar el orden. El ejército debe ser duro como un lago helado... Alteza, los peces nadan bajo el hielo"
"Debemos dar ejemplo, Redl. Su actividad anterior lo fue. Debemos preparar una acción que sacuda al ejército y deje claro que el liberalismo debe terminar. El viejo Emperador, mi tío, debe saber que el ejército necesita un cambio... En mi opinion, se debe demostrar a los pueblos de la monarquía la cara descubierta del enemigo. La imagen del enemigo común que les amenaza"
"La sensación de miedo es lo único que endurece a un ejército. Piénselo, Redl. Investigue entre sus filas y ofrézcame una respuesta clara y precisa. Debería estar relacionada con los Balcanes y con la acción de las fuerzas rusas. O quizá francesas. Tiene autoridad completa".
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