Para
todos los cinéfilos que andan algo perdidos por esos mundos
cinematográficos que hoy sufren tantas crisis de talento, quiero
recordaros que Monica Vitti fue la musa de Michelangelo Antonioni, y rodó cuatro de sus primeras maravillas con él.
[Maria Luisa Ceciarelli, Roma, Italia, 3 de noviembre de 1931-Roma, 2 de febrero de 2022 a la edad de 90 años]
D.E.P.
1961- Una separación matrimonial traumática, mental, de una pareja de burgueses. Un tiempo para el recuerdo y la nostalgia muy breve (medio fin de semana). Y un tercer personaje femenino, que fascina con su labia liberal e inteligente la negatividad social del protagonista masculino.
1960- La desaparición de una joven durante un viaje en un pequeño yate por el Mediterráneo. Su búsqueda desesperada
por parte de su amante y su mejor
amiga. Escenario isleño de las Eolias impactante. Sentimientos encauzados entre una composición visual exquisita. Estados de ánimo excitantes que rompen el ritmo narrativo tradicional de los viejos modelos. ¡Inolvidable y necesaria!
1962- La incomunicación humana en las grandes ciudades posmodernas. El apoteosis de un testimonial estilo modernista. Emancipación íntima del individualismo femenino, enfrentado al doloroso distanciamiento humano, enfrentándose de nuevo a la dificultad de encontrar conexiones en un mundo cada vez más mecanizado, y cuya alternativa más común es la soledad por más que se desee una convivencia amorosa.
1964- Las secuelas psíquicas de una mujer, conmocionada tras un grave accidente de coche. Su estado psíquico crea excitantes vacilaciones en su comportamiento. Se siente imposibilitada a la hora de comunicarse y relacionarse con la
gente que la rodea y con su entorno en general. La ciudad, Rávena, donde habit, se muestra ante ella
como una especie desierto de colores, mecanizado, ruidoso y absurdo.
La ciudad no es, pues, más que un caos fantasmal enrevesado en el que su sentido físico parece no tener cabida. Este aislamiento le hará dudar de su existencia, y de su manera de vivir
y de ver las cosas.
Sus orígenes, por parte paterna, son sicilianos, y su madre era de Bolonia. Pasó su niñez en Messina, y con catorce años debuta en una función teatral como madre que pierde a su hijo en combate. A partir de 1953, estudia y se gradúa en la "Academia de Arte Dramático" de Roma y en el "Pittman's College". Allí, en una actuación benéfica, interpretó a una
adolescente en "La nemica" del novelista y autor tetral Dario Niccodemi. Realiza una gira con una compañía de actores italiana en Alemania. En Roma, hace su primera aparición teatral con la producción de "La Mandragola" del autor renacentista Niccolò Machiavelli [3 mayo 1469 – 21 junioe 1527], famoso escritor de "Il príncipe".
Vitti debuta en la pantalla grande en un pequeño papel no acreditado en "Ridere! Ridere! Ridere!", 1954, de Edoardo Anton, con Tino Scotti, Ugo Tognazzi. Aparece en "Adriana Lecouvreur", 1955, de Guido Salvini, con Valentina Cortese, Gabriele Ferzetti, Olga Villi, Annibale Ninchi, Memo Benassi y Leonardo Cortese, y en 1956, en la serie de televisión
"L'alfiere", y otras películas para televisión como "Questi ragazzi" y "Il
túnel", 1958. Su primera actuación como actriz cinematográfica ya reconocida fue con 26 años en "Le dritte", 1958, de Mario Amendola, con Franco Fabrizi. y Riccardo Garrone. Y de nuevo en la
película para televisión con "Il borghese gentiluomo", 1959, de Giacomo Vaccari, con Vittorio Caprioli.
Todavía hoy es un regodeo saborear sus interpretaciones cómicas, con cierto
sabor surrealista, a las que ella aportó momentos de extravío, de dudas,
de desesperación, altibajos y depresiones, que forman uno de los
bagajes interpretativos de la incomunicación humana más interesantes de
la filmografía europea.
Cuando se entregó en cuerpo y alma a su etapa cómico-melodramática, nació una nueva Vitti indeleble y divertida como pocas. En "Dramma della gelosia" ("El demonio de los celos"), 1970, de Ettore Scola, creó una antología sensualista como para descuajaringarse de risa, llevando a la desesperación al mejor Marcello Mastroianni y a Giancarlo Gianinni, (al que luego encumbraría Lina Wertmüller.
Cuando se entregó en cuerpo y alma a su etapa cómico-melodramática, nació una nueva Vitti indeleble y divertida como pocas. En "Dramma della gelosia" ("El demonio de los celos"), 1970, de Ettore Scola, creó una antología sensualista como para descuajaringarse de risa, llevando a la desesperación al mejor Marcello Mastroianni y a Giancarlo Gianinni, (al que luego encumbraría Lina Wertmüller.
Llenó de divina gracia el mundo de las varietés, al lado del gran Alberto Sordi, en "Polvere di stelle" ("Polvo de estrellas"), 1973, y "Amore mio, aiutami" ("Amor mío, ayúdame")", 1969. Siguieron "Il tango della gelosia" ("El tango de los celos"),1981, de Steno, con Diego Abatantuono y Philippe Leroy, y "Cámera d'albergo" ("Cuarto de hotel"), 1981, de Mario Monicelli, con Vittorio Gassman. En ellas, la comicidad erótica de Vitti alcanzó las más altas cotas que puede conllevar esa estupidez llamada celos.
En "La Tosca" (versión cómica de Luigi Magni de la famosa ópera), 1973, con Vittorio Gassman, Gigi Proietti y Umberto Orsini, estuvo bellísima, amó más que las locas de los Liceos Operísticos, y oírla cantar: "Mi madre e morta tisica..." fue un verdadero "bocati di cardinali" ¡Y cómo los bordó la Vitti!
Mario Monicelli
la convirtió en la siciliana más increíblemente divertida que paseara
sus gesticulantes titubeos italianos, su inglés macarrónico, y sus "vendettas"
por las frías calles londinenses en "La ragazza con la pistola" ("La chica con la pistola"), 1968. Compartió cartel con el británico Stanley Baker y Carlo Giuffre. Una visión despiporrante de los
excesos a que conlleva el honor perdido de una siciliana en busca de
venganza.
Trotó,
desde su lejana y palurda Sicilia, por las frías calles londinenses,
pintoresca, áspera y desconfiada. Y como un caracol -femenino se
entiende- saliendo de su concha protectora, no dudó en golpear las frías
mentes inglesas con el convencimiento de que su rectitud era
perfectamente directa a su virtud mancillada, tan pura como siniestra, y
que su vendetta era de recibo. Su seductor huido debía morir o
pasar por la vicaría, aunque fuese a base de tiros. Pero como era
perfectamente previsible, el fluido vital de su honra acabó volando
lejos de sí misma entre una nueva forma de existencia, sin aquellas
heridas anacrónicas de la siciliana vengativa, hallando en el "british way of life"
un maravilloso esplendor de vitalidad más europeista, dejando para las
"ovejas" las voces distantes de aquella Sicilia casi decimonónica en la
que había nacido.
En "Noi donne siamo fatte cosi" 1971, fue -según el título en español- "Erótica, exótica y psicopática", un film de sketchs,
en los que ella creó un firmamento de personajes divertidísimos,
conmovedores y brillantes.
Fue una "Teresa la ladra" ("Teresa, la ladrona"), 1973, casi más mítica que
la Santa, dirigida por Carlo di Palma, con Stefano Satta Flores y Michele Placido.
Y como la Santa, oyó voces aleccionadoras que la instaron a vivir
una vida de completa libertad, lejos de la esclavitud matrimonial, en
"Gli ordini sono ordini" ("Las órdenes son órdenes"), 1972, de Franco Giraldi, con Orazio Orlando y Luigi-Gigi-Proietti.
Fue una mignotta irredenta y desaforada que emigró a Australia en compañía de Adriano Celentano, sacerdote y vergine, que trató en vano de redimirla, en "L'altra metà del cielo" ("La otra mitad del cielo"), 1976, de Fanco Rossi. Y Alberto Sordi
vivió una de sus peores pesadillas matrimoniales a través de una
Agencia de detectives que, por error, se encargó de filmar las secretas
peripecias de su, por otro lado, fiel esposa, en "Io so che tu sai che
io so" ("Sabes que sabes que lo sé"), 1982.
Joseph Losey la convirtió en "Modesty Blaise", 1966, reina de un comic. junto a Terence Stamp y Dirk Bogarde.
"A mezzanotte va la ronda del piacere" ("La ronda del placer"), 1975, de Marcello Fondato, fue
una inaudita lección de como redimirse ante el amor, llevándolo a buen
puerto con mucho cachondeo mediterráneo, a base de dejarse
"ahostiar" primero, y condenar después a gusto por el hombre que ella amaba: el Giancarlo Gianinni otra vez, acompañada además de Claudia Cardinale y Vittorio Gassman.
"La supertestimone" ("El proxeneta y la testigo"), 1971, de Franco Giraldi, con Ugo Tognazzi y Orazio Orlando. Una puritana sexualmente reprimida cree presenciar el asesinato de una prostituta por parte de su proxeneta, y declara en el juicio como testimonio acusador. Pero arrepentida descubre que su acusación ha sido un error, y acaba enamorándose del chulángano, ahora en prisión. Una vez absuelto, es prostituida por él, y no tarda en averiguar, ya sin remedio, que no hubo tal error en su delación.
"Nini Tirabusciò: la donna che inventò la mossa" ("Nini Tirabusciò, la mujer que inventó la mossa"), 1970, de Marcello Fondato, con Gastone Moschin, Pierre Clementi, Carlo Giuffré, Silva Koscina y Claude Rich. Inspirada en la vida de la bailarina de variedades María Campi, a principios de 1900, inventora de un baile celebre por sus movimientos sensuales. La Vitti ¡arrebatadora!.
"La femme ecarlate" ("La donna scarlatta"-"La mujer escarlata"), 1969, de Jean Valère, con Maurice Ronet y Robet Hossein, "Mimi Bluette... fiore del mio gardino" ("Mimmi Bluette"), 1977, de Carlo de Palma, con Shelley Winters y Tommy Tune, y "Amore miei" ("Mis maridos y yo"), 1978, de Steno, con Johnny Dorelly y Enrico Maria Salerno.
"Non ti conosco più, amore" ("No conozco a mi marido"), 1980, de Sergio Corbucci, con Gigi Proietti y Johnny Dorelly, "Scusa se è poco", 1982, de Marco Vicario, con Ugo Tognazzi y Diego Abantantuono.
"La cintura di castità" ("El cinturón de castidad"), 1967, de Pasquale Festa Campanile, con Tony Curtis, Hugh Griffith, John Richardson y Nino Castelnuovo, y "Alta infedeltà" ("Alta infidelidad"), 1964, de Mario Monicelli, Elio Petri, Franco Rossi, y Luciano Salce, con Nino Manfredi, Sergio Fantoni, Ugo Tognazzi, Claire Bloom, y Jean-Pierre Cassel.
Y como sketch irrefrenablemente divertido, la violación trepidante y continuada de Sabina en "Le fate" ("Las brujas"), de Mauro Bolognini, Mario Monicelli, Antonio Pietrangeli y Luciano Salce, con Enrico María Salerno, Claudia Cardinale, Jean Sorel, Raquel Welch, Capucine, y Alberto Sordi.
Actriz indispensable. Seriedad y comicidad asumidas con calma y felicidad. Protagonista excitante, bella, brillante y olímpica. Capacitada de un ingenio humorístico irónico, gozoso y genial. Puro platino en celuloide. "Per sempre!"
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