Los ojos crispados de los contrabandistas reunidos en la taberna pasan
concretamente de mirada en mirada. Rápido e insumiso, cuando el magistrado
Maskew y sus guardias desaparecen de allí, Block, uno de los cabecillas de la discordia, se enfrenta a Jeremy Fox disponiéndose a establecer su descontento
por la defensa que éste muestra hacia el pequeño John Mohune. Todos aguardan a
que Block hable, mientras observan casi trémulos la reacción de cuanto
autoritarismo ha ejercido y sigue ejerciendo sobre el culto supersticioso, de
inquietudes acobardadas, que siempre muestra el escogido grupo de
contrabandistas. (Ratsey
observa los versículos bíblicos de Barbarroja sin entender el porqué
los números están equivocados. Mientras, Block no acepta los
razonamientos de Fox para salvar al
chico, y exclama) “¡Eso no nos sirve! El muchacho sabe lo bastante para
colgarnos. (Fox seguro de sí mismo) El chico es mi responsabilidad. Dispondré
de él a mi manera. (Block) Después de lo que vio y oyó en la bóveda no puede
vivir. (Fox ironiza) Correré ese riesgo... (Block se enfurece) ¡Pues nosotros
no! (Jeremy se enfrenta definitivamente al contrabandista) Esta es la segunda
vez que hablas en nombre de estos hombres. Estoy pensando que te consideras el
jefe (Fox se quita su casaca y se predispone a luchar con Block. Toma dos
espadas) Bien, señor Block, vamos a arreglarlo ahora (Fox le lanza la espada,
pero Block se revuelve y toma una alabarda colgada en una de las paredes de la taberna)
Quítate de en medio (aparta Fox a John Mohune. El enfrentamiento tiene lugar,
Block trata de herir a Fox esgrimiendo la mortal alabarda. Fox, avezado a la
lucha, la esquiva constantemente. Y al fin, logra retener a su contrincante, desde una
pequeña escalera, con una red de pesca) ¡Y bien, señor Block! (exclama
esgrimiendo un puñal sobre el contrabandista) ¿quiere morir o quiere vivir?
(Block aterrorizado) ¡Quiero vivir! (Jeremy Fox le perdona la vida, y John
Mohune le devuelve la casaca al vencedor, mientras inquiere) ¿Se encuentra
bien, señor? (Fox contesta con su acostumbrado sarcasmo) El ejercicio ha sido
reconfortante. (Luego avisa a todos) El Buenaventura llegará antes del amanecer
con un cargamento de cognac y sedas. Recibiréis mis ordenes. Estad en la playa
preparados (al chico) ¡Vamos! (John Mohune se dirige a Ratsey y le pide el
medallón de Barbarroja) Mi medallón, por favor. (Ratsey sonríe) Aquí lo tiene,
señorito John. (El niño le recrimina) Lo ha abierto y se ha quedado con lo que
había dentro (Ratsey vuelve a sonreír) Jovencito, ¿para qué necesito yo unos
versículos bíblicos que ya sé de memoria?(John inquiere) ¿Versículos bíblicos?
(Ratsey) Muy edificantes y completos hasta la última sílaba. Pero los benditos
números están equivocados. No tiene ningún sentido, o al menos yo no alcanzo a
comprenderlo. (Ratsey entrega al chico los versículos. John se hace con ellos y
corre hacia Jeremy Fox que insiste llamándole desde el exterior de “The Halberd”)
LA TRAICIÓN DE UNA AMANTE
Mrs. Minton oculta una misteriosa misiva cuando Jeremy Fox
se presenta en la mansión. En su mirada se asoma el acorde más hondo de los
celos, en el que ahora media el silencio, tras el cual asoma su manifiesta
intención de no aceptar los propósitos de Fox por apartarla de él. Conoce la
severidad de su amante, quien ya jamás le ofrecerá la menor alianza de ternura.
Y buscará su perdición, dada la inutilidad de sus súplicas. movida por el impulso
primitivo de la venganza. Fox trata ahora de imponer su autoridad en la que
será la jornada última de la estancia en la mansión de los Mohune de Mrs.
Minton y el pequeño John: (Voz de Jeremy dirigiéndose al muchacho, que insiste
en no abandonarle) ¡No, John! No vamos a dilatar más el asunto... (El niño
trata de convencer a Fox, acongojado por su decisión) Por favor, señor. Juro
que no lo diré... (Fox) Lo siento John, pero bajo estas circunstancias, no tengo más
elección que mandarte a las colonias donde confío que vivas mucho y mueras
rico. Embarcarás esta noche. Ve a tu habitación. (El niño obedece compungido)
La figura de Mrs. Minton se recorta ahora sombría, dispuesta a enfrentarse de
nuevo a su amante, como movida por los antiguos privilegios que él le concediera
en el pasado. Jeremy Fox la traspasa con una mirada de desagrado, dispuesto a
no aceptar sus quejas: ¿Has oído lo que le dije al muchacho?... (Mrs. Minton
con actitud comprensiva) ¿Lo vas a mandar fuera? Desearía que no hubiese venido
nunca... (Fox) Yo también... El Buenaventura llegará esta noche. El coche os
llevará a la playa a ti y al muchacho. Tan pronto como descarguemos su
mercancía, subiréis a bordo... (Mrs. Minton aparta su mirada, muestra un falso
ademán de indulgencia. Vuelve a su misiva que correrá ahora a manos del
magistrado Maskew: “Si espera terminar con esta banda de contrabandistas y
detener a su cabecilla, vaya esta noche a la playa...”) El atardecer rueda ahora
sobre los acantilados de Moonfleet. Maskew y sus policías rebullen ocultos,
dispuestos a caer sobre Jeremy Fox y sus compinches en el momento en que se
proceda a desembarco del contrabando. Jeremy Fox, ajeno a la traición de su
amante, habla con el capitán del buque, poniendo en sus manos la seguridad del
pequeño John Mohune: “El señor Helier te embarcará en un carguero holandés que
va a las islas. Toma (entrega al muchacho un bolsa de monedas) Será mejor que
dispongas de dinero. Lo necesitarás. (John lo acepta entristecido). Adiós,
pues, John Mohune (Jeremy y el pequeño se estrechan la mano. Luego John se
dirige con el capitán Helier hacia el bote que habrá de conducirlo hasta el
buque. En aquel momento se produce el ataque de la soldadesca del magistrado
Maskew. Suenan descargas. Jeremy comprende que ha sido traicionado por Mrs.
Minton, que ahora se dirige hacia él, exclamando esperanzada por recuperarlo):
¡Jeremy, es inútil! ¡Estáis rodeados! Tienen órdenes de matarte. (Mrs Minton se
ha delatado a sí misma, y Fox la observa con repugnancia) ¡Maldita! (Trata de
estrangularla, echándole mano al cuello, pero retumban los disparos. Las manos
engarfiadas de Fox se apartan de su amante, y trata de huir entre el estrépito
de las descargas de los policías costeros. Mrs. Minton cae abatida por los
disparos, y el pequeño John salta de la barca que lo conduce hasta el buque y
corre por la playa, dispuesto a unirse a Jeremy Fox, que halla una huida entre
las peñas, perseguido por Maskew, que grita repetidamente a sus policías): ¡Ahí
está Jeremy Fox! ¡No dejadle escapar! (La mayor parte de los contrabandistas
han caído en la reyerta. El pequeño John, que había observado el cadáver de
Block en la playa, no duda en seguir muy de cerca a Fox, que ahora ha alcanzado
peligrosamente un alto recodo entre las rocas. Maskew, que también ha llegado hasta
allí grita) ¡Ríndase Fox, o lo derribaré de un balazo! (El magistrado dispara
hiriendo a Fox en una mano. Jeremy al
mismo tiempo le lanza su pistola, y el magistrado Maskew cae desde las altas
peñas, aplastándose contra los roquedales que allí amontonan).
LOS VERSÍCULOS BÍBLICOS DE BARBARROJA
Jeremy Fox y el pequeño John Mohune tras haber huído de la emboscada y una vez muerto Maskew en la playa, se ocultan en el páramo silencioso.
Descansan
unos instantes entre los matorrales que amparan el paisaje desértico, y
Fox
observa su herida que aún sangra, causada por el disparo de Maskew y
trata de vendársela. El pequeño John trata de ayudarle y propone
ayudarle con la venda: la lesión causada por el disparo de Maskew: “Déjeme hacerlo, señor (Fox le aparta de sí) ¡No! Y deja de mirarme con ojos de
podenco. Desde el momento en que
apareciste no me has traído más que problemas... (El niño trata de enmendar sus
errores, mostrando a Jeremy Fox su agradecimiento) Me ha salvado la vida,
señor. (Fox sigue sin mostrarse comprensivo) Pero eso no te da derecho a
seguirme como un perrito perdido. ¿Es que no te vas a dar cuenta de una vez y
para siempre que no quiero atarme a responsabilidades, deudas, lazos y
obligaciones? ¡Qué habré hecho yo para que tu madre te mande junto a mí! Mira,
ahí está el camino. Así que cógelo y vuelve a Moonfleet. Están buscando a un
hombre con un muchacho. Serías mi sentencia de muerte. (John comprende los
razonamientos de su protector y decide obedecerle. Pero antes le devuelve la
bolsa que le entregara en la playa) Tenga, señor. Tome esto. (Fox se irrita)
¿Qué es eso?... (John) El dinero que me dio usted en la playa. Va a
necesitarlo. (Jeremy se conturba, rechazándolo) Quédate con él... (El muchacho
se muestra decidido) No se preocupe por mí, señor. Venderé el medallón del
ataúd de Barbarroja. Es de plata. Esperaba encontrar un diamante dentro(Fox,
sarcástico) Y no fue así, ¿eh? (John no disimula su decepción) No. Sólo un
papel con versículos bíblicos y todos los números equivocados. Al menos eso es
lo que el patrón Ratsey dijo. (De pronto se oyen trotes de caballos. Una
patrulla de policía aparece en el páramo a la búsqueda de los fugitivos. Jeremy
y John se ocultan entre los ramajes. Una vez desaparecen, Jeremy Fox se muestra
interesado por el papel de los versículos, e inquiere) ¿Versículos bíblicos?
¿En el ataúd de Barbarroja? Déjame ver eso. (El muchacho abre el medallón y
extrae el papel. Jeremy le echa un vistazo rápido): ¿Y dices que los números
están equivocados?... (John) Eso es lo que el patrón Ratsey aseguró. (Fox
empieza a leerlo) “Jeremías 51:10” (Cuenta las palabras) Una, dos, tres,
cuatro, cinco, seís, siete, ocho, nueve, diez: “Tesoro” La décima palabra es
tesoro... ¿Tesoro? (se asombra John. Fox sigue leyendo) “Hoy cumplo 85 años.
Seis, cinco, 23 y 56: ochenta. (John pregunta) ¿Eso significa algo, verdad
señor? (Fox) Es una cifra... Cuatro veintenas (señala) “Pies”, “Profundidad”,
“Pozo” ¡Es un pozo! Hollisbrooke es el pozo más profundo de Inglaterra. Y tu
Barbarroja, señorito Mohune, fue gobernador de la prisión de Hollingsbrooke. (John
se entusiasma) Entonces es ahí donde está el diamante. (Fox
duda un instante) Si es que existe ese diamante. (El muchacho se reafirma)
Existe, señor. Lo sé. Y está en ese pozo. Ochenta pies de profundidad. ¿Señor,
hay algún modo de bajar tanto. (Jeremy Fox, sonriente, afirma) Sí, hay un
modo".
EL PACTO DE JEREMY FOX Y LORD ASHWOOD
Tras haber logrado ocultarse en una hospedería de Moonfleet
junto con el pequeño John, Jeremy Fox, por medio de una sirvienta, envía un
mensaje a Lord Ashwood. Cuando éste se presenta en la hospedería, el pequeño
Mohune se oculta tras un gran barril. Ashwood lee con desagrado un pasquín
clavado en la entrada en el que la Justicia ofrece una sabrosa recompensa por
la caza del jefe de los contrabandistas: “El caballero Jeremy Fox se busca
por asesinato. Va acompañado de un muchacho” Lord Ashwood arranca de la
pared el escrito policial, hace un gesto de desaprobación dirigido al pequeño
John que asoma tímidamente la cabeza, y penetra en la hospedería con el mensaje
de caza y captura de Fox. En el interior una pequeña tropa de policía
perteneciente al castillo de Hollisbrooke se divierte y bebe organizando una
pequeña algarabía. Jeremy, oculto en una estancia con ayuda de la sirvienta,
recibe a un Lord Ashwood encolerizado: (Fox ironiza) “Llega tarde, milord.
(Ashwood con crudeza, refiriéndose a la sirvienta) Si su mensajera no hubiera
sido tan persuasiva no habría venido. ¿Cómo se le ocurre?
¡Sacarme de la cama a las tres de la madrugada! (Y sobre la mesa frente a la
que se sienta Fox deposita airado el aviso de recompensa por su captura. Fox lo
lee y comenta con su característica ironía) Les agradezco que me trataran como un
caballero. ¿Quiere beber algo? (Ashwood vivamente despreciativo) No bebo con delincuentes
a quien buscan. (Fox sonríe) ¿Ni siquiera por nuestra sociedad, milord? (Éste
se muestra sorprendido) ¡No tenemos ninguna sociedad! (Jeremy insiste) Se
equivoca, Ashwood. He decidido aceptar su oferta. (Ashwood mordaz) Mi querido
Fox, para exponerlo claramente, ya no tiene las cualificaciones necesarias (Fox
replica con idéntica causticidad) Citando sus palabras, milord: cerebro, coraje
y ¡capital!... (Ashwood insiste) Capital, especialmente. (Fox rebate su
descrédito) Pero estoy a punto de entrar en posesión de una herencia
inesperada. (Ashwood se ríe incrédulo) ¡Enhorabuena! ¿Pero no estará usted
vendiendo la piel del oso antes de matarlo? (Fox) Deme tiempo para matarlo.
(Ashwood lo rechaza) Lo siento. Salimos para Rótterdam mañana por la noche. (Jeremy
Fox muestra una conformidad desconcertante) Entonces hasta mañana por la noche
a las diez en punto. Detenga su coche en el recodo de North Cove Road. Y si le
convenzo de que soy un socio digno de tener entonces me llevará con usted.
(Ashwood dubitativo) ¿Y si no puede
convencerme? (Fox señala el pasquín de recompensa) Le quedan esas cien guineas
de consolación. (Ashwood responde casi convencido) Muy bien. Pero no estará
pensando en llevarse a ese muchacho ¿verdad? Quizá pueda salvarle de la horca, pero
no con ese crío colgado a sus faldones. (La mirada de Jeremy muestra cierta
sombra de duda. Ashwood insiste) ¿Está de acuerdo? (Fox asiente, Ashwood
exclama) ¡Tendrá que deshacerse de él! (Ashwood se dirige hacia la puerta de
salida y Fox ironiza a fin de herir la susceptibilidad del esposo engañado que en realidad
es el despótico aristócrata) ¿Debo presentarle mis respetos a Lady Ashwood?
Dígale que ansío complacer nuestra futura sociedad. (Ashwood abandona la
estancia dando un portazo. Fox recoge el aviso de recompensa, y lo lanza al
fuego de la chimenea. Se asoma al salón de hostería donde la soldadesca sigue
con su algarabía y hace un gesto a la sirvienta para que se lleve al Mayor de
Hollisbrooke a una habitación de la parte alta. La sirvienta asiente y arrastra
entre risas al Mayor. Uno de los policías exclama): “Aprovéchese Mayor. Recuerde
que entra en servicio a las ocho. (Otro policía también ironiza) ¿Dónde va
ahora? ¡Jaja, ese no es el camino de Hollingsbrooke!... ¡Maldito ejército!
(exclama el Mayor abrazándose a la sirvienta, que lo conduce escaleras arriba) ¡Desde luego, Mayor,... desde luego! (ríe la tropa. Otro con insinuación) Pero siempre
queda tiempo para echar una cabezadita bien acompañado... ¿Tiempo? ¡Claro que hay
tiempo! ¡El mayor Hennishaw dará una cabezadita hasta por la mañana! (Jeremy
Fox sale furtivamente de la habitación en que se oculta y sube hacia la
parte
alta de la hostería. Poco después, el pequeño John Mohune ve aparecer a
su protector con el uniforme de Mayor. Fox le pregunta satisfecho) ¿La vela está lista?
¿Y la cuerda medida? (John responde con idéntica satisfacción) ¡Sí, señor! (Y
se lleva la mano a la frente efectuando un saludo militar. Jeremy le advierte con más seriedad) Ahora escucha con atención, jovencito. Esto no es un
juego. Así que entendámonos de una vez. Si hoy sale algo mal cada uno se apañará
como pueda. Y si tengo que abandonarte, no lo dudaré ni un instante. (John duda
con afecto de las palabras de Jeremy) No creo que haga eso, señor. (Fox
insiste) Estás muy equivocado. Si hubieras sido mi hijo (John con alegría) ¡Sí,
señor! (Fox contrariado)... ¡Te hubiera enseñado a no confiar en nadie! (John)
Pero usted es mi amigo, señor. (Fox) Yo soy tu socio... En una aventura
peligrosa. ¿Está claro? (El pequeño John Mohune bromea repitiendo la máxima de
Jeremy Fox) El ejercicio será reconfortante. (Fox, finalmente, acaba por sonreír.
Llama a un cochero) ¡Eh, cochero!... La fortaleza de Hollingsbrooke se divisa ya
a lo lejos.
EL POZO DE BARBARROJA
La fortaleza prisión de Hollingsbrooke acoge a multitud de
vagabundos, vendedores y visitantes de toda laya. John Mohune, tras haber
abandonado el coche en que viaja con Jeremy Fox, espera disimuladamente a ser
requerido por él que baja ahora del mismo, junto a la entrada del castillo.
(Fox, al cochero) Espéreme por allí. (Luego se dirige al muchacho fingiendo no
conocerle) ¡Eh, chico, ven aquí! (John le sigue el juego) ¿Es a mí, señor?
(Fox) ¿Quieres ganarte una moneda?... Sí, señor... Entonces, sígueme. (Ambos
penetran en Hollingsbrooke, a cuya entrada son registrados todos los visitantes y
vendedores. Uno de los guardas requiere a Jeremy Fox) ¡Mayor! (Fox finge un
gran enojo, deteniéndose) ¿Cómo? ¿Un centinela abandonando su puesto? (El guardia
se ve obligado a cumplir con su deber) Señor, la contraseña... (Fox se muestra
más y más autoritario) ¿Es esta una de las prisiones militares de su Majestad o
es una feria? (El guardián insiste) Pero, mayor, mis órdenes son... (Fox le
interrumpe) ¡Sus órdenes son permanecer de guardia! ¿Qué es eso que lleva
encima? ¿Un uniforme? ¿Quién es su superior?... El teniente Upjohn, señor...
Preséntele mis respetos. Y si alguna vez tengo la ocasión de inspeccionar su
guardia, espero ver soldados británicos que parezcan soldados británicos (sigue
increpándole Fox) ¡Retírese! (Cuando el guardián cede, Jeremy Fox resopla con
alivio ante la mirada divertida del pequeño John. Por fin penetran en el gran
patio cerrado del castillo donde se halla el famoso pozo): “¿Estás preparado?
(inquiere Jeremy al muchacho)... Sí, señor (Fox extrae el cubo del pozo y John
se introduce en él. Un pobre asno hará girar la enorme rueda, con palanca de
frenado, que mueve la cuerda en ambas direcciones hacia el interior del pozo.
Fox la pone en marcha y el pequeño empieza a descender, observando con gran
atención las paredes iluminadas por un velón. De pronto, aparece el guardián
del pozo y se dirige a Jeremy Fox):“¿Ocurre algo, mayor? (Fox se muestra
inquieto) ¿Quién es usted?... Soy el guardián del pozo. (Fox vuelve a mostrarse
autoritario) ¿Y me pregunta si pasa algo? ¡Ha estado vendiendo agua a los
prisioneros! ¿Por qué? (El guardián lo niega) Eso no es así, yo... (Jeremy se
finge encolerizado) Con que vendiendo agua a los prisioneros y ocultando sus
ganancias ahí dentro, ¿eh? (El guardián se defiende) ¡Que caiga muerto, señor,
si yo hiciera una cosa como esa! (Fox sarcástico) Si yo estuviera en su lugar
no tentaría a la Providencia... (Suena la voz del muchacho desde abajo) ¡Señor
Fox, señor Fox! (El guardián cada vez más extrañado se asoma desde el brocal y
pregunta) ¿Quién es ése? ¿Y qué demonios hace ahí abajo? (Fox le increpa de
nuevo) Probando su inocencia, si es que es inocente. ¡Muchacho!... (John) ¡Sí,
mayor! (Fox le grita) Sigue con la búsqueda (Y dirigiéndose al guardián que
empieza a sospechar, le dice) ¡Muy bien, bájele más. (El guardián sostiene la
palanca de freno. John sigue observando las paredes del pozo hasta que
finalmente en un ladrillo observa que se halla inscrita la letra “Y” de
Barbarroja. Balancea varias veces el cubo y logra arrancar el ladrillo. En una
oquedad se halla una bolsita y en su interior el diamante del pirata. El
guardián del pozo se ha quedado observando le herida de la mano de Fox. Suena
la voz satisfecha del muchacho) ¡Lo he encontrado, señor! (El guardián increpa
a Fox) ¿Encontrado qué? (Jeremy no le contesta, tan sólo ordena) ¡Súbalo!
(Mientras la rueda empujada por el asno va subiendo a John lentamente, el
guardián se dirige de nuevo a Fox) Veo
que tiene ahí un recuerdo de la guerra, mayor. (Fox observa su mano vendada y
responde) Sí, lo mismo que casi todos los que hemos servido en Francia. (El
guardián no le cree) No se donde se ha hecho eso, amigo, pero no ha sido
precisamente en la guerra. El Décimo de Infantería Ligera es un regimiento de
guarnición, y ha estado estacionado en Hollingsbrooke los últimos seis años.
(John se halla por fin en el brocal del pozo, aunque todavía en el interior del
cubo. El guardián toma el freno para lanzar al niño hacia abajo. Fox grita) ¡Suelte ese freno! ¡Es una orden! (El
guardián se enfrenta a Fox) ¡El juego ha terminado! (y se lanza sobre el niño
para arrebatarle la bolsa que lleva en la mano) ¡Dame lo que has encontrado o
te mando abajo! (Fox golpea con fuerza al guardián, dejándole inconsciente.
Saca a John del pozo y el niño le
muestra el diamante) ¡Ya lo tenemos!... (Fox le hace un gesto imperioso) ¡Hay
que salir de aquí!... (Una vez fuera del patio cerrado, se encuentra con una
sorpresa: el teniente Upjohn de vigilancia ha formado a la tropa para que el
mayor pase revista): “Señor. Tengo el honor de presentarle la guardia para su
inspección. (Fox indica a John) ¡Ve tú delante!... (Saluda al teniente y se ve
obligado a fingir, inspeccionando a los soldados. De pronto aparece un carruaje
entre la multitud que se agolpa en el patio abierto de la fortaleza. El
verdadero mayor Henninsway aparece en
paños menores y es objeto de irrisión de todos los que por allí se amontonan.
Un guardián se dirige a él y le pide la contraseña): ¡Deme la contraseña! (El
mayor Henninsway grita) ¡Que aspen a la contraseña! ¡Soy el mayor Henninsway,
idiota! (Fox que se percata de lo que está sucediendo trata finalmente de
escabullirse, y acaba la inspección a toda prisa): “Bien mis felicitaciones,
teniente. (Cuando aparece es reconocido por el mayor) ¡Detengan a ese hombre!
¡Deténganlo, es un impostor! (Fox se lanza hacia un caballo y huye cuanto
antes. El mayor ve al niño y ordena
enfurecido a la guardia) ¡Ese muchacho! ¡Estaban juntos! ¡Detenedle!
(John corre por entre los puestos de venta, tratando de evitar a sus
perseguidores. Fox, observando lo que sucede, se detiene, y regresa
hasta donde se halla el muchacho. Le toma de un brazo y lo sube a toda
prisa a la grupa del caballo, huyendo a todo galope de la fortaleza de
Hollingsbrooke)...
EL ADIÓS DE JEREMY FOX
Ocultos en una pequeña cabaña de la playa, tras la aventura
vivida en el castillo, John duerme en una yacija. Despierta y mira a Jeremy
Fox que observa fijamente el mar desde un ventanuco: “Creí que se había ido,
señor. (Fox responde con cierto escrúpulo de conciencia) ¿Irme? ¿Adónde? (John,
esperanzado) A la playa, señor. A buscar el bote. ¿Está todavía allí? (Fox con
seriedad) Sí, todavía está allí. (Luego observa el diamante que sostiene en
una mano. John sigue hablando) Mañana a estas horas estaremos atravesando el
canal, ¿verdad, señor? Sabía que no lo haría. (Fox contrariado) ¿Hacer qué? (El
muchacho responde con ingenuidad) Dijo que me abandonaría. Pero no lo ha hecho.
(Fox lanza una leve sonrisa) Vuélvete a dormir. (John se acurruca en el
camastro y susurra casi adormecido) Mi madre estaba preocupada porque no fuera
pobre. Ahora somos ricos. Creo que le hubiera gustado que hubiésemos vivido
juntos en la casa señorial, ¿verdad? (Fox asiente) Sí (El muchacho sigue
hablando hasta adormecerse) Pero ahora nunca volveremos allí... (Fox
entristecido) Tú puedes... yo no. (John) Entonces yo tampoco. En las colonias,
cuando vendamos el diamante, tendremos una casa como la de mi madre, ¿verdad?
Con establos para cien caballos... y fuentes... (John se duerme al fin. Jeremy Fox le observa conmovido, indeciso.
Finalmente, se guarda el diamante y se dispone a reunirse con los Ashwood.
Antes de dejar al niño le deja una nota junto a la vela encendida en una
especie de mesita que está junto al camastro: “La casa de tu madre, por tu bien, no debió
confiársela nunca a Jeremy Fox”... Sale de la cabaña, y desde una alta duna
observa el destartalado refugio donde duerme confiado el pequeño John Mohune. Cuando Jeremy Fox llega a North Cove Road. Un destacamento
de soldados pasa muy cerca y se esconde tras una roca. Poco después aparece el
carruaje de Lord Ashwood. Una vez detenido el coche, asoma por la ventanilla:
“Encantado de verle mi querido Fox. (Jeremy saluda a su esposa) Milady (Ella
sonríe, complacida y dice su nombre) ¡Melissa! (Fox hace ademán de subir, pero
Jammie Ashwood se lo impide, sosteniendo la portezuela, preguntándole): “La
cuestión es si seremos socios (Fox contesta) Sí, somos socios (y penetra en el
carruaje ante la complacencia de Melissa. Ashwood desconfía de Fox) No le
parecerá incorrecto si le pido que me muestre algo de su buena fortuna. (Jeremy
extrae de su casaca la bolsita con el diamante y se la entrega. Los Ashwood se
quedan atónitos observándolo. Melissa exclama) ¡Oh, nunca he visto nada tan!...
Al menos debe valer... (Ashwood entusiasmado) ¡Por todos los diablos, señor
Fox! Esto es lo más notable que... ¡Le felicito! (Jeremy le arrebata el
diamante de la mano y lo vuelve a guardar en su casaca, argumentando)
¿Satisfecho?... (Y ordena al cochero que se ponga en marcha. Jammie
Ashwood extrae una petaca de whisky y ofrece a Fox, tras su primer sorbo) ¡Por
usted, Fox! Y por nuestro futuro. (Fox acepta el trago con escasa complacencia.
Jammie vuelve a hablar) He echado de menos los años que hemos estado separados.
Somos el uno para el otro, los dos juntos. (Melissa sonríe entrometida) ¡Los
tres juntos! (Y tomando el brazo de Fox inquiere) ¿Dónde lo encontró, Jeremy?
¡O no debo preguntarlo! (Ashwood) Es una reliquia familiar, querida. Nuestro
amigo se ha encontrado con una herencia inesperada. (Melissa, observando la
taciturnidad de Fox) Pues no parece alegrarse de ello demasiado... ¡Oh, su
pobre mano! (La acaricia) Tan pronto como estemos a bordo me ocupare de ella...
¿quiere? (Fox no contesta y otea el camino desde la ventanilla. Ashwood le
informa con su peculiar causticidad) ¿Sabía usted, Fox, que ahora ya ofrecen
300 guineas por su captura? Su valor se ha triplicado,... vivo o muerto.
(Melissa ironiza coqueteando) Cada momento que pasa se hace usted más valioso. (De pronto una
patrulla de vigilancia detiene el carruaje) ¡Alto! ¡En nombre del rey!
¡Detengan los caballos! (El teniente de la tropa) Echemos una mirada a los
pasajeros. (Ashwood se asoma colérico) ¿Qué diablos pasa aquí? (El teniente) Su
nombre, señor. Y destino... (Jammie airado) El destino es el puerto de Poole.
En cuanto a mi nombre creía tener la impresión de que esta corona (señalando la
que se dibuja en la portezuela del carruaje) no era desconocida en estos
lugares. (El teniente se excusa) Le ruego me perdone, Milord. Es que buscamos a
un criminal llamado Fox y a un muchacho... (Ashwood le impide continuar,
exclamando) ¡Bien, pero es imposible que los dos viajes conmigo! ... ¡Claro Milord, desde luego que no. Es completamente
imposible. Pero rogándole perdón a su señoría, yo tengo mis órdenes. Todos los
carruajes deben ser revisados (El teniente observa mientras habla el interior y
acaba sonriendo ante el desconcierto de Ashwood. Su esposa besa apasionadamente
a Fox, encubriendo su rostro, y exclama) ¡Padre, ¿no sabe el teniente que
tenemos mejores cosas que hacer que pasar la noche hablando con él? (El
teniente inquiere ante la mirada turbia de Ashwood) ¿Es su yerno, Milord?
(Jaime constata de mala gana) Sí,... luna de miel! (El teniente le felicita)
¡Enhorabuena! No habrá más retrasos en el viaje de su señoría. (Ashwood) Bien,
bien... buena caza. Espero que atrape a esos dos pájaros... ¡Los cogeremos,
Milord,... vivos o muertos! (Cuando el carruaje se pone en marcha pasando el
puesto de vigilancia, Ashwood recrimina a su esposa con disimulo) ¡Muy
ingeniosa tu treta, querida. Has salvado la vida a nuestro amigo. (Melissa) Eso
vale casi un diamante, ¿no es así? (Fox confuso y misterioso) ¿Usted cree?
(Ashwood) Suerte que el chico no estuviera con nosotros. Te hubiera puesto en
apuros, incluso a ti, Melissa. Y yo me hubiera visto obligado a decir que era
mi nieto... A propósito, Fox, ¿qué ha hecho usted con él? (Jeremy empieza a
arrepentirse y se muestra más y más sombrío. Ashwood sigue preguntando)
¿Matarle para desembarazarse de él? (Jeremy le lanza una mirada de ira) ¿Lo
aprueba? (Melissa interviene despreciativa) Los niños son como la peste. No
comprendo como hay alguien que pueda aguantarlos. (Jammie Ashwood) ¡Ese
condenado crío me derramó encima un vaso de vino! Se tiró hacia mí porque le
llamé canalla. ¿Lo recuerda, Fox? ¡Un auténtico tigre! (Observa que el rostro
de Jeremy se halla cada vez más demudado) Debería estar más contento, Fox.
Personalmente, yo estoy encantado. Sobre todo conmigo mismo. (Fox irónico) Tiene
razones para estarlo. (Ashwood) ¿Qué le parece? En menos de media hora
estaremos a bordo del barco camino de una nueva y cómoda vida. Dudo de que en
este mundo hayan tres seres más afortunados que nosotros. (Jeremy Fox se
encoleriza de pronto, harto de escuchar a los piratas Ashwood, y arrepentido
por haber abandonado al pequeño John, abre la portezuela del carruaje y grita
al cochero) ¡Pare! ¡Deténgase, cochero! (El matrimonio Ashwood no da crédito a
lo que sucede. Jammie exclama) ¿Qué le pasa? (Fox decidido) Vamos a volver.
Dele la vuelta al coche. (Fox ha salido ya del carruaje y Ashwood se mantiene
en la puerta del mismo) ¿Está usted loco, Fox? ¡No pienso volver! (Fox empuña
una pistola y lo encañona) Pero este coche sí... Con o sin ustedes (al cochero)
Y ahora tome el camino hacia la playa. Si alguien intenta detenerle, siga
adelante. (Ashwood hace un gesto al cochero que se lanza sobre Fox. Éste le
dispara. Jammie extrae una espada oculta en su bastón, y atraviesa con ella
la espalda de Jeremy Fox. Melissa exclama) ¡¡Jeremy!!. (Un nuevo disparo de Fox
alcanza a Jammie Ashwood que cae herido de muerte. Los caballos se desbocan
arrastrando el coche con Milady Ashwood en su interior que grita de terror, y
acaba destrozada en el carruaje ya caído a lo lejos. Fox dando traspiés, con la
tremenda herida en su espalda, vuelve como puede, a escondidas, hasta la cabaña
de la playa donde el pequeño John sigue dormido. Fox le despierta ahora con afecto)
¡John!... (El niño se despereza y pregunta) ¿Es hora de partir, señor? (Fox que
ha recogido la nota que dejara al marcharse, moribundo, apenas si puede
hablar y contesta) No, todavía no. (John se preocupa) ¿Es que pasa algo? (Fox
con voz entrecortada) No, no. Sólo que cambia... remos nuestros planes. Quédate
aquí hasta que amanezca. Después tienes que vol... ver a Moonfleet. Busca al
párroco Glennie (le pone el diamante en la mano) Dale el diamante y cuéntaselo
todo. (John no entiende lo que sucede) ¿No vamos a marcharnos juntos, señor?
(Fox susurra dolorido) Si alguien te
detiene dile que yo te retenía y que te has escapado. (John entristecido) Pero,
señor, es que no quiero irme sólo, sin usted. (Jeremy ya sin fuerzas) No
siempre podemos hacer lo que queremos, John. Nece...sito al...guien aquí, en
casa,... en quien confiar. Al... guien de quien de... pender hasta que vuelva
(El muchacho acepta contristado) ¿Pero volverá pronto? (Fox, miente) Tan...
pronto co...mo pueda... (Levanta la barbilla del muchacho que se halla a punto
de sollozar) ¿Pue...do confiar en ti? (John reafirma) Sí, señor,... si cree que
es lo mejor (Fox) Es ... lo mejor (Jeremy le mesa su rubio cabello con afecto,
y casi sin fuerza se dirige hacia la puerta de la cabaña. Le mira una vez más)
Bue... na suerte, John Mohune... (John
cariacontecido) Buena suerte, señor. (Fox sale hacia la playa. John le observa alejarse desde el ventanuco,
mientras se dirige hacia la barca... que no tardará en alejarse con Fox
moribundo)... (Al día siguiente, John, acompañado de la pequeña Grace y del
pastor Glennie abre la de par en par la verja de la vieja mansión de los
Mohune. Glennie comenta) Es la primera vez que estas puertas se han abierto
desde hace doce años. (John exclama) ¡Tienen que estar abiertas! No sabemos
cuando volverá a casa. (El pastor inquiere) ¿Jeremy Fox? ¿Estás seguro de que
volverá? (John Mohune sonríe confiado y feliz) ¡Sí,... es mi amigo!... Penetran en
el jardín...
CAST:
Siempre resultará peligroso confundir la grandiosidad con la grandeza, lo mismo que el arte no puede existir sin artistas. A través, pues, de estas máximas resulta imposible negarle al Fritz Lang su importancia histórica en la gran fábrica de sueños que es el Séptimo Arte. Su sensacional revolución expresiva se bate así en todos los campos que abastecen la cinematografía. El expresionismo, como se ha considerado por todas las críticas mundiales, más que una escuela, es una actitud estética que pudo conducir a directores como Lang hasta las formas más primitivas del arte aborigen, esta vez plasmada en el celuloide. Antes de que el expresionismo irrumpiese en los cenáculos alemanes de la anteguerra, los genios torturados de Goya y de Van Gogh ya habían aportado a la pintura europea, en siglos anteriores, la materialización del drama interior a través de formas y colores. Y no es casual, por ello mismo, que la estética expresionista solicitase también, aunque fuera en escasas ocasiones, con cierta preferencia sus temas de los arcanos de la fantasía aventurera. "Moonfleet", en manos de Lang, se hará en consecuencia tributaria sublime de esos nuevos recursos estilísticos. La novela de J. Meade Falkner, en su versión fílmica, pasa así a convetirse en una manifestación artística pletórica de posibilidades, capaz de abrir una nueva dimensión imaginativa pictórico-escenográfica, entre decorados sorprendentes, medios expresivos de vivos reflejos arrancados a una cotidianeidad que tan sólo pueden brindarnos las novelas fantásticas centradas en un pasado no muy lejano, que se puede imponer a la simplicidad argumental de su origen, y quebrar los cánones teatralizantes de la literatura, señalando con mano maestra, por medio de imágenes de un sugestivo refinamiento plástico, casi el paso del mundo real al ultrarreal. Esta vez el que nos imponen las correrías aventureras, pero impulsados por la estética expresionista de Fritz Lang. Es por ello que, al mismo tiempo, ya acentuado el extremismo de las soluciones formales, se consigue dar una vida casi epopéyica a un relato de aventuras que pasa a ser perfectamente realista, y alcanza dimensiones alucinantes, fascinantemente integrados en la sólida veta de los relatos fantásticos. "Moonfleet" posee un aliento renovador que infunde cargas emocionales de todo signo: captación prodigiosa de imágenes, ejemplar sobriedad narrativa, una inspirada avalancha aventurera, una pureza épica sobre el estudio de la amistad, y un testimonio moral dentro de un decadente romanticismo de personajes envueltos en los complicados problemas de una época mundana aunque no menos pasional. Si a ello añadimos la solidez brillantísima de sus actores irrepetibles, de su director y una lección magistral del montaje, "Moonfleet" se transforma en un tierno, intenso, sobrecogedor y voluptuoso éxtasis cinematográfico. ¡¡¡Aventura mítica!!!
- Stewart Granger as Jeremy Fox
- George Sanders as Lord James Ashwood
- Joan Greenwood as Lady Clarista Ashwood
- Viveca Lindfors as Mrs. Minton
- Jon Whiteley as John Mohune
- Liliane Montevecchi as Gypsy
- Melville Cooper as Felix Ratsey
- Sean McClory as Elzevir Block
- Alan Napier as Parson Glennie
- John Hoyt as Magistrate Maskew
- Donna Corcoran as Grace
- Jack Elam as Damen
- Gordon Richards as Marling
Siempre resultará peligroso confundir la grandiosidad con la grandeza, lo mismo que el arte no puede existir sin artistas. A través, pues, de estas máximas resulta imposible negarle al Fritz Lang su importancia histórica en la gran fábrica de sueños que es el Séptimo Arte. Su sensacional revolución expresiva se bate así en todos los campos que abastecen la cinematografía. El expresionismo, como se ha considerado por todas las críticas mundiales, más que una escuela, es una actitud estética que pudo conducir a directores como Lang hasta las formas más primitivas del arte aborigen, esta vez plasmada en el celuloide. Antes de que el expresionismo irrumpiese en los cenáculos alemanes de la anteguerra, los genios torturados de Goya y de Van Gogh ya habían aportado a la pintura europea, en siglos anteriores, la materialización del drama interior a través de formas y colores. Y no es casual, por ello mismo, que la estética expresionista solicitase también, aunque fuera en escasas ocasiones, con cierta preferencia sus temas de los arcanos de la fantasía aventurera. "Moonfleet", en manos de Lang, se hará en consecuencia tributaria sublime de esos nuevos recursos estilísticos. La novela de J. Meade Falkner, en su versión fílmica, pasa así a convetirse en una manifestación artística pletórica de posibilidades, capaz de abrir una nueva dimensión imaginativa pictórico-escenográfica, entre decorados sorprendentes, medios expresivos de vivos reflejos arrancados a una cotidianeidad que tan sólo pueden brindarnos las novelas fantásticas centradas en un pasado no muy lejano, que se puede imponer a la simplicidad argumental de su origen, y quebrar los cánones teatralizantes de la literatura, señalando con mano maestra, por medio de imágenes de un sugestivo refinamiento plástico, casi el paso del mundo real al ultrarreal. Esta vez el que nos imponen las correrías aventureras, pero impulsados por la estética expresionista de Fritz Lang. Es por ello que, al mismo tiempo, ya acentuado el extremismo de las soluciones formales, se consigue dar una vida casi epopéyica a un relato de aventuras que pasa a ser perfectamente realista, y alcanza dimensiones alucinantes, fascinantemente integrados en la sólida veta de los relatos fantásticos. "Moonfleet" posee un aliento renovador que infunde cargas emocionales de todo signo: captación prodigiosa de imágenes, ejemplar sobriedad narrativa, una inspirada avalancha aventurera, una pureza épica sobre el estudio de la amistad, y un testimonio moral dentro de un decadente romanticismo de personajes envueltos en los complicados problemas de una época mundana aunque no menos pasional. Si a ello añadimos la solidez brillantísima de sus actores irrepetibles, de su director y una lección magistral del montaje, "Moonfleet" se transforma en un tierno, intenso, sobrecogedor y voluptuoso éxtasis cinematográfico. ¡¡¡Aventura mítica!!!
Miklós Rózsa vuelve de nuevo a perdurar en los grandes rotativos americanos que se fusionan en la constante temática de las tradiciones aventureras del Séptimo Arte. En toda la trayectoria de Rózsa existe, pues, una crónica artístico-musical casi siempre conjugada con el mayor de los éxitos. Varios Oscars avalan su andadura de eficacia tan sugestiva como la que significara el saber apropiarse, con sus epopeyas musicales, de cualquier línea dramática que siguiera el curso paralelo de la acción, añadiendo mil variaciones majestuosas, sensibles y estimulantes sobre el tema elegido a fin de que sus expresivas composiciones ensalzaran cada imagen, envolviendo a sus héroes hasta convetirlos en mitos. Cada uno de sus sound-tracks constituyen, en consecuencia, una verdadera revelación de auténtico y fascinante prestigio. "Moonfleet" se enriquece de sus vertiginosos "mandamientos musicales", capaces de revalorizar ambientes y situaciones hasta formar un código de melodiosa y rítmica estética cinematográfica irrepetible. Los temas fantásticos de Miklós Rózsa, truculentos, pintorescos, emotivos y dramáticos forman así una estructura única entre la sucesión vertebrada de cada imagen de "Moonfleet": "Overture", "Foreward", "Letter of Introduction", "The Garden", "The Summer", "Passepied, "The Cave", "Smugglers", "Hollingsbrooke", "The Diamond", "Forsaken", "Crossroad", y "Finale".