sábado, 21 de septiembre de 2019

BETTE DAVIS: una vida de cine -III-






"Old Acquaintance"-Bette Davis y Miriam Hopkins: segundo y último encuentro explosivo.









En 1943 Davis y Hopkins, tras  "The Old Maid", volvieron a trabajar juntas "Old Acquaintance" ("Vieja amistad"), dirigida por Vincent Sherman. Se trataba de una insulsa historia intelectualoide de camaradería femenina, que acaba debatiéndose entre el compañerismo y la envidia. El argumento exigía que la Davis contara con una contrincante  que hiciera el papel más perverso. Fueron tres o cuatro las actrices a las que se propuso el film. Margaret Sullavan fue la primera, y, según las encuestas, se mostró indignada ante el ofrecimiento de que una actriz dulce como ella pudiera llegar a interpretar un papel de proterva envidiosa. Mary Astor, que ya había dejado un espléndido recuerdo con su interpretación de diabólica embustera en "The Maltese Falcon", ("El halcón Maltés"), 1941, fue descartada por un oscuro escándalo amoroso que, por entonces, llegó a hacerse público a través de los medios periodísticos. Y hasta la siempre jovial Irenne Dunne llegó a meditarlo, para acabar rechazándolo. Los guionistas de Warner Bros. pensaron entonces en la terrorífica, explosiva y no menos orgullosa Miriam Hopkins. El autor Charles Highman contó que Jack Warner, al oír ese nombre, exclamó: "¡Sí, por supuesto, esa es una verdadera zorra!". El rodaje acaparó más éxito que la película en sí. Edmoun Golding, que elaboró el guión e iba a dirigirla, sufrió un infarto antes de empezarla. Al parecer el motivo se debió a las llamadas histéricas, a cualquier hora de día y de la noche, de la Hopkins, siempre disconforme con las líneas del script, y por la tensión a que estuvo sometido al escribirlo. Y Vincent Sherman, que heredó el explosivo folletín, se las vio de todos los colores para conciliar la interpretación de las dos actrices que tan cordialmente se odiaban. Cuando Bette se situaba en un encuadre por encima del hombro de Miriam, ésta cogía un mechero, encendía un cigarrillo y lanzaba el humo lenta y deliberadamente a los ojos de su compañera de fatigas. Y cuando de nuevo se exigía a Bette que lanzase una frase de estudiada reconcentración, Hopkins se dedicaba a poner en orden las flores de un jarrón que estaba detrás del decorado. La Davis perdía los estribos una y otra vez, y la taimada Hopkins sonreía con fingida dulzura: "Pero si nadie me estaba mirando". Una mañana, Miriam resbaló al salir de la ducha con un trozo de jabón, y, con su característica histeria, juró a todo el mundo que Bette era la culpable. Teniendo en cuenta las respectivas carreras de ambas actrices, es muy probable que estas anécdotas sean rigurosamente ciertas. No es de extrañar, por ello, que la secuencia más famosa del film fuese aquella en la que Bette zarandea a Miriam y la empuja en un diván. El equipo sabía que la Davis iba a interpretar esa escena con más entrega que ninguna otra de su carrera.


Segunda borrasca sentimental y declive




 

1948 supuso, en efecto, el declive que precede al desastre. Soportando apenas el fracaso de su tercer matrimonio con William Grant, aunque llena de satisfacción por la hija que habían tenido, tuvo que contentarse, a falta de mejores proyectos, con "Beyond the forest" ("Más allá del bosque"), que se basaba en un terrible dramón del escritor Stuart D. Engstrand. Pero,  con un estupendo guión de Leonore Coffee, se encargó de dirigirla el prestigioso King Vidor. Una Emma Bovary a la americana. Rosa Moline, su protagonista, entre un paisaje de chimeneas humeantes (que le recordaban a aquéllas que ensuciaban el cielo de su pueblo natal Lowell), se siente angustiada y deprimida. Odia a su marido, un sensato e inteligente doctor, encarnado por Joseph Cotten. Se enfrenta de continuo con su descarada sirvienta india, una inquietante y joven Dona Drake. Añora la gran ciudad: Chicago. Y se enreda en una ardiente aventura con un hombre de negocios, David Brian, un insufrible tenorio que acabará abandonándola. Se incluye un aborto forzado, y en la última escena deambula en dirección al tren, con ánimo de huir hacia Chicago, meta de todas sus truculentas obsesiones (que incluso la empujan al crimen), enfebrecida y víctima de una muerte trágica, tras toda una vida de desorientación y deseos insatisfechos. Bette no llegó a congeniar con Vidor, hombre sobrio y profundamente humano. No podía medirse con su inteligencia profunda y controlada. A pesar de todo fue el director más hábil que la había dirigido, despues de William Wyler. Para compensar los puntos débiles del guión (pese a que la película ha sido revalorizada por el tiempo) se puso una peluca negra y larga, se pintó exageradamente los labios, el maquillaje resultó más llamativo que de costumbre, y su vestuario se compuso de horrendos, ceñidos y voluminosos vestidos blancos, y de chillonas faldas estampadas. Luego exageró todos sus amaneramientos vocales y físicos, creando una especie de parodia de sí misma. Durante el rodaje, entró como un vendaval en el despacho de Jack Warner: "¡Si no pones otro director, quiero rescindir mi contrato! ¡O él o yo!" Warner la miró directamente a los ojos y dijo: "De acuerdo, Bette, tú!" Por un momento se quedó petrificada. No daba crédito a lo que acababa de oir. Los hechos estaban a la vista. Las películas de Bette Davis no obtenían ya buenos beneficios en taquilla. En 1950, tras un estreno desastroso para la prensa de "Beyond the forest", (únicamente candidata a un Premio Oscar por el sound-track del gran Max Steiner) la  encolerizada actriz presentó una demanda de divorcio a William Grant, que pagó así el pato por el fracaso de la cinta. No obstante, y como ya se indicó, la óptica cinematográfica de los críticos de nuevo cuño ha acabado por revalorizarla, aclamándola casi como una pequeña obra maestra del célebre King Vidor.

"All About Eve": la postrer magistral lección artística de Bette Davis










Darryl F. Zanuck, gran jefazo de la 20th Century Fox preparaba por aquellas fechas el reparto para la pieza teatral "All About Eve" ("Eva al desnudo"). Claudette Colbert debía interpretar a la temperamental Margo Channing, (papel inspirado en la actriz austro-húngara Elisabeth Bergner, candidata al Oscar en 1935 por "Escape Me Never"), que se ve amenazada por la aparición de una actriz más joven, capaz de arrebatarle el éxito. La Colbert se había lesionado la espalda esquiando en Suiza. Joseph L. Mankiewicz terco, hablador, machacón y con fama de lento en su trabajo, se encargaría de la dirección. Zanuck había tanteado a Bette Davis: el papel era perfecto para ella. Además, se hallaría rodeada de magníficos intérpretes, la exquisita Anne Baxter, George Sanders, Thelma Ritter, una de las mejores características de Hollywood, Celeste Holm, Hugh Marlowe, Gregory Ratoff, Gary Merrill (que se convertiría en su cuarto y último marido), y una incipiente y encantadora Marilyn Monroe. El rodaje fue una experiencia totalmente afortunada. El equipo, encantado con el guión y la dirección de Mankiewicz, disfrutó durante la filmación. Bette estuvo perfecta. Su recital interpretativo alcanzó cotas de majestuosidad jamás superadas. La única pregunta que, viendo hoy el film, cabría hacerse es si un ser tan susceptible, atento siempre al engaño y a la ambición que pueda darse en el ávido mundo del espectáculo, habría aceptado a "Eva", la joven actriz, tan insoportablemente artificial y envidiosa como uno de ellos. Sus fingidos sentimientos aparecen falsos desde el principio, y a pesar del excelente hacer de Anne Baxter, resulta difícil imaginarla como una inexperta actriz capaz de conseguir éxito y fama repentinamente, merced a su astucia y habilidad en imitar la grandeza de otra. Por ello resulta un auténtico fastidio que al espectador se le escamotee el primer triunfo teatral de "Eva" en el film, cuya decadencia, con la presencia de la intrusa Phoebe, (joven y malograda actriz Barbara Bates), se prevee idéntica a la de Margo Channing, de la que ella fuera consecuencia. "All About Eve" fue nominada con 14 candidaturas de la Academia de Hollywood. Recibió el galardón como "Película del Año 1950". Joseph L. Mankievicz lo ganó como director y guionista, y George Sanders se hizo con el de mejor actor de reparto.

 









La entrega de los Oscars fue escuchada por radio. Excitada, Bette bromeaba alegremente, haciendo creer a los amigos que la acompañaban que no le importaba si ganaba o no. Cuando oyó: "Y la actriz ganadora es..." Bette ya había dado un respingo, poniéndose de pie. Y al oír Judy Holliday por "Born Yesterday" ("Nacida ayer"), de George Cukor, se volvió a sentar bruscamente. "Eso está bien" -dijo- "Lo ganó una auténtica novata" (la otra favorita era Gloria Swanson por "Sunset Boulevard") "Estoy contenta de que haya sido ella" (quizás el berrinche habría sido mayor de haberlo ganado la Swanson) Pero ninguno de los presentes la creyó. 
A finales de los años 50, Ruthie vivía en Laguna, todavía disfrutando del tren de vida al cual se había acostumbrado, y que a su famosa hija seguía costándole una fortuna en facturas. Bobby continuaba entrando y saliendo de sanatorios, y a todo ello había que anotar el coste de los colegios de sus hijos, B.D. Margot y Mitchell. Las presiones económicas resultaban exorbitantes. Bette se sentía enferma. Tenía que llevar todo el peso sobre sus espaldas, y el dinero se le iba.




Durante el rodaje de "All About Eve" tuvo lugar, además de una gran amistad con Anne Baxter,   una relación romántica con su co-protagonista Gary Merrill. El 3 de julio  de 1950 se concretó el divorcio con William Sherry, su tercer marido, con el que había estado casada desde 1945. Acto seguido, el 28 de julio, tuvo lugar la cuarta boda de Bette, esta  vez con Merrill
En junio de 1957 los Merrill se trasladaron a una nueva casa en Brentwood. Había visitado la casa de arriba a abajo. Se olvidó de una puerta del sótano, que le pareció tan sólo de un simple armario. El 29 de junio ya se habían mudado. Reparó por segunda vez en la puerta que se abría hacia adentro. Y al girar el pomo, se adelantó y sintió que caía en el vacío. Un dolor agudo en su espalda le anunció que acababa de darse contra un duro suelo en sombras. El dolor era tan fuerte que no pudo moverse. Cuando alguien oyó sus gritos (Merrill estaba trabajando) y acudió en su auxilio tuvieron que hospitalizarla. Se había roto la columna y tuvo mucha suerte de no morir, ni haber quedado fatalmente imposibilitada (de hecho, la esposa de David Niven había muerto en un accidente parecido). Todo el dinero se fue tras las facturas del hospital. Casi con cincuenta años, Bette distaba mucho de ser una mujer rica. Soportó una grave y dolorosa intervención quirúrgica en su columna vertebral astillada. Y tuvo que seguir trabajando a despecho de la agonía que su restablecimiento le exigiría. Demandó judicialmente a los señores Buck, dueños de la casa, y a la vendedora por no haberle mostrado la puerta. Bette ganó la causa y cobró 65.700 dólares de indemnización.














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