miércoles, 18 de septiembre de 2019

BETTE DAVIS: una vida de cine -I-



































 



Nacida Ruth Elizabeth Davis, el 5 de abril de 1908 en Lowell (Massachusetts, EE.UU.) Su biógrafo Charles Higham aseguraba que era muy fácil comprender el un tanto acerado carácter de la actriz cuando se sabe que tuvo un padre, Harlow Morrell Davis, abogado alcoholizado, que jamás la quiso. Es más, tras averiguar que su esposa Ruthie "había olvidado el detalle de prevenir la concepción", la fustigó cruelmente, culpándola de la catástrofe que aquello sería para su carrera de abogado. Ese monstruo preguntó luego a su joven  esposa si no podría deshacerse de la criatura. Lowell, la ciudad en que había nacido el bebé no deseado, era una terrible ciudad de fábricas, que siempre andaba revuelta entre huelgas, alborotos, saqueos e incendios. No era, por tanto, un lugar encantador para criarse. Harlow Morrell, temiendo que en dicho entorno se criticara su matrimonio e incluso se sospechara de su virilidad, engendró, con ánimo más dispuesto, otra criatura. A los dieciocho meses de nacer Ruth Elizabeth, vino al mundo un segundo bebé, Bárbara. Bobby, como se la llamó siempre, creía a pies juntillas ser la hija deseada del matrimonio. Pero, cuando descubrió que su hermana Ruth era mucho más destacada en todo que ella, se hundió definitivamente, y acabó por destruirse a sí misma.


Ruth había recibido a su hermana Bobby como una especie de muñeca, pero rápidamente estableció su poder sobre ella. En realidad, Ruth despreciaba los juegos infantiles, entre ellos a las muñecas. Carecía de malicia infantil. Las vecinas la llamaban "gata vieja". Fue un patito feo, con la frente algo abombada, la nariz pequeña, los dientes desiguales, que no quedaron bien incluso después de habérsele colocado una prótesis. Su madre la protegió y la defendió siempre del mundo. Y la niña, bajo una aparente precocidad y solidez, era tímida y se asustaba por todo. Luego, de repente, estallaba en un súbito ataque de furor salvaje. Auténtica maniática del orden: ahuecaba las almohadas, arreglaba las cortinas torcidas, se le hacía insoportable una mota de polvo sobre la mesa, y hasta alisaba las alfombras. Era como un pájaro, moviéndose siempre. Cuando tenía seis años, estalló la guerra en Europa. Se disfrazó con una sábana que su madre había convertido en uniforme de enfermera, y empezó a representar escenas como si perteneciera a la Cruz Roja. Esta fue la primera muestra de su talento teatral. Harlow Morrell, al que la niña aborrecía, las abandonó cuando Ruth contaba ocho años. Anunció sencillamente que su esposa era quien lo había dejado, aunque en realidad era él quien lo había hecho al rehusar toda relación sexual con ella. Ruthie escribió en 1930: "Tras el divorcio vivimos aproximadamente en unas 80 casas". En 1919, madre e hijas enfermaron de "gripe negra". Fue un tío de la niña quien la apodó Bette, por la novela "Cousine Bette" ("La prima Bette") de Honoré de Balzac.




La futura gran actriz, siempre estimulada y dirigida por el ímpetu materno, debutó en un teatro de New York, con la compañía de George Cukor. Era un director perspicaz, elegante, y muy hábil con los actores. Tenía unos treinta años y todavía no era muy famoso. Por un accidente de la corista que interpretaba el papel de Pearl en la obra de George Abbot, "Broadway", una auténtica ensalada a base de gángsters neoyorkinos y sus amiguitas coristas, Bette pasó a sustituirla. Era un papel de poca relevancia, pero bueno. "Pearl bajó las escaleras -contaría años después Cukor-, recitó bien sus líneas y disparó la pistola. Davis parecía saber que aquella era su gran oportunidad, y se aferró a su pequeño rol. Bette demostró una ferocidad maníaca, como si pareciese desear que el actor sobre el que disparaba muriese de verdad. El público quedó anonadado. Encantado con ella, la contraté para que actuara toda la temporada"

Coincidió con Miriam Hopkins. Era una joven rubia, implacable, de mal carácter, un caso de cuidado. Pero temía a Bette. Sabía que tenía como mínimo tanto talento como ella, y siendo menos atractiva, sugería en sus interpretaciones un matiz femenino y provocador de "mírame y no me toques". Desde entonces medía a conciencia cada segundo de sus actuaciones. Los hombres miraban a Bette y no a ella. Fue despedida de la Compañía por "negarse a salir con los jóvenes" Cuando finalizaba su sesión de noche, se ponía tan estricta como una Cenicienta. Todo su ahínco era para el trabajo, y resultaba aburrida. No bebía, y aunque parezca increíble, ¡tampoco fumaba por aquellos días! La famosa actriz Blanche Yurka declaró años después que la madre de Bette era una auténtica pelma y que fue un milagro que no hundiera la carrera de su hija desde el principio.

Hacia 1930 Samuel Goldwyn envió de Hollywood un caza-talentos. Bette era ya una gran figura teatral en Boston. "Broken Dishes", en la que actuaba, había alcanzado las 178 representaciones. Se le ofreció un papel en el film "Raffles". Sus rasgos irregulares y extraña apostura ofrecían en la pantalla un aspecto imposible. Goldwyn quedó horrorizado, y Bette no se lo tomó a mal. Al igual que sus colegas de teatro, pensaba que Hollywood era un lugar absurdo y vulgar, adonde nadie que estuviera en su sano juicio debía ir. Se hallaba de nuevo en Broadway, cuando le ofrecieron un importante papel en "Solid South" dirigida por Rouben Mamoulian, un armenio de gran talento y hombre sofisticado. Bette hacía de jovencita dulce del Bajo Sur, en la que destacaba el papel de Richard Bennet (padre de las actrices Constance y Joan). El actor trató a Bette con glacial desdén: "Supongo que es usted otra de esas jóvenes actrices de pega". Bette replicó: "Me he pasado toda la noche en el tren sin poder dormir. Sea usted un poco más considerado, porque me largo a casa y nos olvidamos de la obra".

Las magníficas críticas por su trabajo en "Solid South", le valieron a Bette otra prueba en Hollywood. La obra, inesperadamente, se vino abajo, y a Ruthie y Bette no se les presentó otra alternativa que irse a Hollywood. Tenían exactamente 57 dólares. Las ganancias teatrales se habían esfumado en comprar ropa adecuada para su prueba cinematográfica. El viaje desde New York resultó eterno. Durante la parada en Chicago, ciudad en la que habían de cambiar de tren, todo resultaba deprimente. La estación estaba helada, ya que no existía calefacción central, y los periódicos sólo hablaban de tiroteos y gángsters.

"Hollywood -describió Bette- era una llanura desagradable, habitada por un gentío ordinario. Todo el mundo parecía desorientado, como si se hallasen en un leve estado de pánico por el trabajo que habían elegido. La masiva producción de películas semejaba una de esas fabricaciones en serie de artículos de goma o accesorios para automóviles" Era, en efecto, una ciudad falta de la menor elegancia. Las funciones teatrales o culturales brillaban por su ausencia. Se servían sandwiches de huevo todas las noches. La gente se reunía para intercambiar cocaína y tiroteos. Acostumbradas a New York, las distancias resultaban desalentadoras. Y el miedo lo dominaba todo: miedo a ser despedido si la recaudación en taquilla no se evidenciaba como "satisfactoria". Miedo a la voz si el registro en el micrófono no resultaba adecuado. Miedo a engordar aunque fuese un gramo. Miedo a una cana. A cualquier mínimo escándalo que pudiera ofender a los clubs femeninos. Y, en especial, terror a que el cine sonoro fuera tan sólo efímero, y que todos los que se hallaban comprometidos en él pudieran convertirse de millonarios a pordioseros en un decir amén. En aquel arrabal de edificios, estudios, y oficinas, con horribles colores beige, y olores a plátano y pimienta, más allá del miedo, existía también el sueño de fabulosas ganancias. Y sueños de camareras y mozos de gasolinera que podían convertirse rápidamente en estrellas de primer orden, aunque el mandil y la fregona siempre se hallasen a la espera. 

El calor era insoportable. La piel de Bette se había quemado, y todo su  cuerpo se le había llenado de pecas. Ruthie confirmó años después que su hija se pasaba los días llorando de terror ante la dureza vacía e impersonal del ambiente. Alquilaron una casa: 4435 "Alta Loma Terrace". Era como una casita salida de un cuento de Grimm. El alquiler era de 80 dólares mensuales. Bette, cuyo sueldo en la Universal sería de 450 dólares al mes, no cobraría hasta muchas semanas después. Resultaba imposible pagar. Consideraron la posibilidad de pedir dinero prestado al indeseable Harlow Morrell Davis. Pero Ruthie, cuando su hija aún dormía, después de una noche de llanto, acudió a un amigo de la familia, Carl Milliken, que vivía en el "Hollywood Roosevelt Residencial". Cuando le abordó se hallaba jugando a tenis: "Necesito 400 dólares, es cuestión de vida o muerte" Y cuando le recordó quién era, Milliken se sacó en el acto el dinero del bolsillo. Luego fue a la oficina de la Western Unión y escribió un telegrama: "Mando dinero. Tu padre pidió en préstamo. Papá" Cuando Bette vio el telegrama gritó de alegría. Su madre, a escondidas, lo había introducido por debajo de la puerta de la habitación del hotel en que habían pasado la noche. Poco después, pudieron adquirir un coche para los traslados al estudio 


Carl Laemmle era el gran capitoste de la Universal, pero había cedido las riendas a su escasamente brillante hijo, conocido por "Junior". Por orden suya, Bette fue sometida a un proceso insoportable de maquillajes, le tiñeron el pelo de rubio chillón, la vistieron con ajustados trajes de raso y sombreros que le ocultaban los ojos. En las pruebas dramáticas que se le hicieron actuaba con la cabeza y no con las emociones. Resultaba demasiado cerebral. Por consejo del único amigo con el que contaba por aquellos días, un tal Denny, al que había conocido en los comedores de la Universal, Bette y Ruthie empezaron a ir a ver las películas de la Garbo. Bette quedó arrobada por el rostro luminoso de la sueca. Ella se hallaba muy lejos de ser un fenómeno como la Garbo. Tendría que alcanzar la cumbre a fuerza de inteligencia y tenacidad. Interpretó "Bad Sister", 1931, dirigida por  Hobart  Henley, en la que también aparecía un joven Humphrey Bogart. Los micrófonos tenían el tamaño de mazorcas de maíz. Se ocultaban en los lugares más inverosímiles. Bette tuvo que llevar uno a la altura de la cintura. Si volvía el rostro apenas se la oía. Se vio obligada a recitar la mayor parte de sus diálogos en dirección a su estómago. Su interpretación, según las críticas, resultó demasiado lúgubre. Su segunda película "Seed", 1931, dirigida por  John M. Stahl fracasó inmediatamente. En "Waterloo Bridge", 1931, dirigida por James Whale, Bette estuvo encantadora en su corto papel de hermana del héroe. Pero se sintió muy desgraciada porque Whale se mostró rudo, frío, y muy poco impresionado con su talento.

Bette y Ruthie se convencieron de que lo mejor sería regresar definitivamente a New York. Pero la Warner, a instancias del, por entonces, afamado actor George Arliss, que la había visto en la versión teatral de "The Wild Duck" ("El pato Salvaje"), la magnífica obra de Henrik Ibsen, montada por Blanche Yurka, la reclamó para un film mediocre "The Man Who Played God" ("La oculta providencia"), 1932, dirigido por un desconocido John G. Adolfi. Su actuación fue alabada: "Tan sólo la señorita Davis parece comprender qué cosa es la dicción por micrófono". Hal Wallis dijo: "Todo aquel que sea capaz de sostener un papel con George Arliss en escena sin que lo confundan con una pieza de decorado merece un sobresaliente". Sobreexcitada por el reciente éxito, Bette condujo con exceso de velocidad, y fue arrestada. Poco días después habría muerto abrasada cuando conducía de regreso a casa porque un cortocircuito del coche se incendió. Su hermana Bobby logró arrancarla del asiento delantero justo a tiempo. Interpretó "The Cabin in the Cotton" ("Esclavos de la tierra"), 1932, su mejor película hasta aquel momento. Pero Bette no se cansó de repetir que Michael Curtiz, su director, la llamó constantemente "hija de perra, mala y asexuada". 


En agosto de 1932, un mes de calor asfixiante, Bette Davis contrajo su primer matrimonio, con Harmon -Ham- Nelson, que trabajaba en la radio. La ceremonia se ofició, huyendo del clima tórrido de Los Ángeles, en Arizona. En sus memorias describe que tras su noche de bodas, se sintió más realizada de lo que lo había estado jamás. Ella anhelaba ser mandada y dominada. Pero el trabajo impedía que pudieran pasar demasiado tiempo juntos. Cuando Bette propuso a Ham que se cuidara de la casa, él aceptó, y tuvo que lamentarlo. Los ingresos de Ham en la radio eran muy inferiores a los de Bette. La personalidad del marido se modificó. Empezó a lamentarse e incluso a llorar delante de ella. Bette le perdió el respeto. Ella tendría que pagar todas las facturas. Las ganancias semanales Ham, de 100$,  eran comparadas desfavorablemente con los ingresos semanales de 1000$ de Davis. La actriz tocó el tema en una entrevista señalando que muchas mujeres de Hollywood ganaban más dinero que sus maridos. La situación se agravó. Nelson se negó a permitir que su esposa comprara una casa hasta que pudiera darse el lujo de pagarla por sí mismo. Durante este primer matrimonio, se sucedieron varios abortos espóntaneos. Se divorciaron en 1938. Nelson alegó: "Bette leé demasiado" Un nuevo problema se cernió sobre la familia. Bobby ansiaba emular a su hermana, a la que envidiaba en secreto, consumida por una rivalidad fraternal. Pero carecía de talento y fue rechazada por el cine. Tuvo frecuentes ataques de esquizofrenia, y en 1932 sufrió un colapso. Permaneció en un Sanatorio en régimen de aislamiento, gritando que su hermana Bette le había robado todas las oportunidades.


                  "Of human bondage"



La RKO le ofreció, en 1934, el papel protagonista de "Of human bondage" ("Cautivo del deseo"), la obra de Somerset Maugham. John Cromwell, su director, comentó: "En cuanto la vi supe que Bette Davis tenía que ser Mildred" Ninguna otra actriz se habría atrevido a enfrentarse a la cámara con el pelo revuelto, un vestido barato y ordinario, y convertirse en una arpía lenguaraz, truculenta y vulgar. Trabajó como una loca para conseguir el acento cockney. Mildred tenía que ser una chica tuberculosa y pobre, dando la impresión que se moría literalmente, pero al mismo tiempo debía poseer una energía endiablada. Maugham fue el primero en alabar la actuación de Bette. Pero el preestreno fue un desastre. El público la tachó de obscena. Resultó un fracaso de taquilla. Pero las críticas complacieron a Bette.


No consiguió el Oscar que sin duda merecía hasta "Dangerous" ("Peligrosa"), 1935, dirigida por Alfred E. Green, una absurda fantasía sentimental, que rodó a su regreso a la Warner.



                  
"Bette Davis, when it's bad it's better" ("Cuando es mala, es más buena")

            "Jezebel", segundo Oscar








Jack Warner, magnate de la Warner Bros, la contrataría en exclusiva, cuando dejó la Universal. Su profesionalidad fue admirada y temida por igual, mientras otras estrellas lo fueron por su belleza. Recibió un golpe muy duro cuando perdió la oportunidad de interpretar el papel de Scarlett 0' Hara en "Gone with the Wind" ("Lo que el viento se llevó"). Por entonces se estaba escribiendo el guión de "Jezebel". Al interpretar a la indómita Julie Marsden se consagró como una estrella insuperable. William Wyler llevó a cabo una de sus más fanáticas direcciones. El Oscar de Bette fue su fruto.










Miriam Hopkins jamás perdonó a la Davis que le hubiera arrebatado lo que llamaba pomposamente "su" drama "Jezebel". En compensación, la Hopkins había disfrutado como la arpía que en realidad era, enterándose de las terribles secuelas que dejó sobre su rival el infernal rodaje del film. Wyler insistía constantemente en modular su estilo. Le hizo repetir innumerables tomas. La angustia de Bette hubiera podido estropear su actuación. Henry Fonda llegó diez días después de haber empezado la filmación. Dejó bien sentado que el trabajo debía ser rápido, porque su esposa iba a tener su primer hijo, que resultó ser Jane Fonda. Bette sufrió, a causa de las tensiones, una inflamación roja en el rostro. Un terrible grano. Además un calambre le paralizó el pie impidiéndole rodar, el día fijado, la escena del baile en la que Julie escandaliza a la sociedad de New Orleans al lucir un atrevido vestido rojo (¡coloreado en la década del 90!) Once horas consecutivas de trabajo la pusieron histérica y rompió a llorar.



Wyler seguía ejerciendo una presión angustiosa sobre ella. Durante el invierno de 1937, Bette se hallaba deshecha, agotada y enferma. Mientras la producción seguía con un mes de retraso, el día de Año Nuevo de 1938 le llegó la noticia de la muerte de su padre. No podía interrumpir el rodaje y no pudo asistir a los funerales que se celebraron en Boston. Rodando exteriores bajo la lluvia, atrapó una bronquitis. No pudo entonar ni una estrofa en una escena donde cantaba junto a sus esclavos negros de la plantación. El 17 de enero se le comunicó que la película sería finalizada por William Dieterle. ¡Después de todo lo que había que tenido que soportar no iba a tolerar que nadie más dirigiera la película! Por entonces estaba ya locamente enamorada de William Wyler.

 


 



Miriam Hopkins: "I hate her, she snatched my drama¡ ("La odio, ¡me arrebató mi drama!)











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