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martes, 30 de julio de 2019

Pane, amore e gelosia (Pan, amor y celos) -Trilogía-


"Pane, amore e gelosia" (Premio Nastro d'Argento, 1955, a la Mejor Actriz de Reparto Tina Pica)













  

... A Sagliena, il giorno dopo

















El tiempo, muchas veces, posee una pureza enjuta, porque no siempre promueve la reconciliación total con sus gentes. De nuevo en Sagliena ("conoce a tu pueblo y ámalo, aunque no lo entiendas"), esperanzadamente clarificada y enriquecida la conciencia de las criaturas que la habitan ("il maresciallo" Carotenuto "cavalier" Antonio ya enamorado aspirante a la mano de la hermosa Annarella, "la levatrice"-en cuyos deliciosos sobresaltos amorosos subyace, no obstante, la tiniebla temerosa de un secreto-, y Maria de Ritis, "la bersagliera", el más pletórico artesón representativo de la belleza femenina en Sagliena, pedida en matrimonio por el ahora exaltado acogimiento de amor que le ofrenda el joven carabinieri Pietro Stelluti, se presagian temerosas discordias.Las contrariedades (sin ellas Sagliena bostezaría) siempre logran imponerse a las ilusiones y a sus fantasías. Y el coro de voces del vecindario resucita en sus arrebatos: ya no es posible ignorar que las escapadas de Annarella a Roma hablan de una vil seducción que diera como fruto un hijo ilegítimo. Pero al "maresciallo Carotenuto" y a su torbellino romántico ni un hijastro se le resiste.


Sagliena acepta la llegada del huérfano, que debuta en el entorno amoroso de Annarella y Carotenuto como dominador de la voluntad materna y cuya arrogancia de niño malcriado se inocula en el romance con inocentes actos vandálicos. Y ahí empiezan de nuevo las desdichas para Carotenuto "cavalier" Antonio. "La bersagliera" no le va a la zaga. Sigue siendo objeto del odio celoso de Paoletta, "la nipote del prete". La pareja acude ante el párroco a recibir el beneplácito a su noviazgo y la bersagliera, ante las puyas de Paoletta, exclama: "¿La oye? ¡Ésta me odia y no sé por qué!" El párroco, sofocado, amonesta a su sobrina: "¡La oigo, y me avergüenzo de ella!" También Pietro Stelluti muestra su asombro de incomprensión y  pregunta una y otra vez a Paoletta el porqué de su inquina: "¿Pero qué le ha hecho a usted mi prometida?"...


Pero todo el encanto que conlleva la entrega amorosa de ambos jóvenes y su proyectada boda exige un año de separación. ¿Qué entienden de casorios los "códigos solteros" de la inclemente "Arma dei Carabinieri"? Un año de traslado a otra localidad ha de preceder a toda boda. Héroes augustos y santos, los novios se despiden destrozados. En la nariz arcaica de Sagliena se oculta el más fiero y delicioso enemigo de hombres y mujeres: los celos. Pietro Stelluti, enamorado ingenuo, solicita de "il maresciallo" que se convierta, durante su ausencia, en el más fiel amigo y valedor de su amada María. La crianza rural de la bella "bersagliera" no reprime su desabrimiento léxico más fiero: "¡¡Ufffaaa!!" Quien sea capaz de "perderse" que culpe a su falta de olfato. 


La bersagliera" conoce bien el mar embravecido de las habladurías de Sagliena. Pese a todo, como ahijada de Caramella, "la domestica", ahora indispuesta, aceptará, dada la precariedad económica de su existencia familiar, emplearse temporalmente como sirvienta en la Comisaría domiciliar de "il maresciallo". Éste, entusiasmado por tener en casa a la bella "bersagliera" de "domestica" se muestra ante ella con actos gimnásticos que asombran y hacen reír a la joven Maria.


Paoletta, despechada por Stelluti, renueva la latente alocución de sus celos y tratará de que el chaparrón de los cuchicheos no halle remedio a sus goteras. 


En Sagliena tienen lugar, por aquellas fechas, dos felices bautizos: dos criaturas traídas al mundo por el celo denodado de Annarella. En los pueblos, se acostumbra a reseñar, "todos son parientes, excepto cuando se producen dos nacimientos" De repente este acontecimiento inspira su particular celo a la envidia y se convierte en arma de intimidación vecinal. Asistir a un bautizo es inferir ofensa al "otro", al que no se concurre. "La levatrice" y "la bersagliera" se hallan en bandos contrarios. "Il maresciallo" Carotenuto "cavalier" Antonio debe comparecer en ambos (el segundo es del vecino Ricuccio) y engullir gigantescas fuentes de spaghettis. Antonio, pues, acude, después de haberse hallado en el primero junto a Annarella y Paoletta, y haberse hartado de comer, al segundo festín de bautizo y allí "la bersagliera" le muestra satisfecha al bebé recién nacido para luego ofrecerle un nuevo plato de spaghettis cocinado esta vez por ella. "Il maresciallo", por tanto, no puede negarse a engullirlos de nuevo. Luego tiene lugar un alegre baile, cosa que no ocurre en el bautizo anterior. 

Al "maresciallo" se le concede el honor de abrir el baile con una vecina gorda y desconocida. El rumor del baile llega hasta la reunión menos festiva del otro bautizo. Aguijoneada por la mala lengua de Paoletta que trata de despertar los celos de Annarella, y tirar por tierra de nuevo la honestidad de la "bersagliera", Paoletta comenta viperinamente: ¿Ha oído, Anna, en casa de Ricuccio se baila?". 


"La levatrice", encendida por el cotilleo de Paoletta, se presenta en la fiesta donde no se hallaba convidada y comprueba por sí misma que, en efecto, "allí se baila", y muy especialmente entre "il maresciallo" y "la bersagliera" Un inocente vals entre ambos dará pie, así, a una vibrante y dura crítica. A los hombres de mundo sólo les resta la diplomacia. Pero la diplomacia genera también sus víctimas. El enemigo común: la voz del pueblo desmenuza todas sus licencias. Carotenuto es piedra de escándalo: su apellido esconde el halago licencioso que en su favor desarrollara el abuelo de "il maresciallo", más conocido por ""Il toro de Sorrento", su ciudad de origen.


Una aparición hostiliza la algarada festivalera del bautizo: Pietro Stelluti, movido por los celos merced a los comentarios malintencionados de una casual visita de la domestica de Annarella al pueblo en que se halla destinado, decide volver a Sagliena. La conjura de los celos toma cuerpo rápidamente. El alboroto organizado por Paoletta y Annarella, pese a que los acusados se entregan a una concienzuda exaltación de inocencia (sollozos desgarrados por parte de "la bersagliera"; generosa aunque tajante y enconada protesta contra las habladurías de los allí presentes por parte de "il maresciallo") proporcionan, no obstante, al ofuscado e inocente Pietro Stelluti las las pruebas de la culpabilidad de ambos. El noviazgo, para placer de la intrigante Paoletta, se rompe tras el el absurdo suceso del inocente baile en el bautizo del hijo de Ricuccio. 


Antonio Carotenuto, capaz por amor a Annarella de presentar su dimisión del "Arma", aunque celosamente reprendido por la domestica Caramella, cuya escrupulosa conciencia también esgrime ante "il maresciallo" su amor al "Arma": "¡Io mi sento carabiniera"!", sabe que siempre existe un después; que el rumor se deshace como una burbuja; que toda carcoma tiene su penitencia, y que a toda murmuración le llega su obligada onda de silencio. 


Y que, por lo general, de ese firmamento de nuestra conciencia suele desincorporarse, más pronto que tarde, la angostura dolorosa de los celos, tentador frenesí que una vez nos empujó hasta el aturdimiento, para invocar acto seguido el sutil sentimiento de la comprensión. Pero tras el amoroso diálogo de la reconciliación entre Annarella y Antonio Carotenuto se alza un puño trémulo: el olvidado seductor de "la levatrice" reclama su paternidad ante Don Emidio "il parroco". Enfrentándose a los visajes convulsos de "il maresciallo" enamorado, Don Emidio esgrime la necesidad del perdón, y el origen de aquella sangre nueva: el hijo nacido del pecado pero que debe ser acogido y santificado por la inesperada promesa de matrimonio ente Annarella y su seductor. 


Hay conciencias a las que no abruma ni el pecado, y cuya acritud, no obstante, debe ser aceptada y absuelta. Annarella abandona Sagliena, y el comprensivo "maresciallo" debe penar con toda "lo suyo y lo ajeno". 


 
   
La desesperada "bersagliera" es ahora como un ave herida; un sollozo de virtud mancillado por la maledicencia. Empleada por una  troupe de "canzonieri" que recala en Sagliena, la belleza de María de Ritis no pasa desapercibida por el director de los cómicos de la legua. Una promesa de éxitos la lanzará al arrebto de las "varietés". ¡Qué pronto se transforman las mujeres despechadas! Ante la sorpresa del promotor, Maria, que ha observado la ausencia de gracia de las bailarinas de varietés, indica que ella bailaría mejor la tarantella, se sube al escenario y lleva a cabo la danza. Enterada su madre, acude al "maresciallo" exclamando: "¡Los cómicos se quieren llevar a mi hija"...



Luego, con un nuevo vestido más vistoso, ante la insistencia del promotor, baila de nuevo la tarantella. Ante los ojos atónitos y obnubilados de "il maresciallo", que se halla allí presente con la madre de Maria, "la bersagliera" es aplaudida con entusiasmo por el promotor de la troupe, quien le augura un éxito sin precedentes. María de Ritis, en el escenario, canta y baila un tentador "saltarello" Su danza y su voz florecen en el proscenio como encandilador renacimiento del encanto y el atractivo más irresistible. La incomparable hija de Sagliena parece alzarse de la tierra esparciendo en cuantos la observan el perfume tibio de una divinidad; una sonrisa arrebatadora, desenfadada y súbita, en cuyo signo de gracia, se descubriese un nuevo prodigio local. 
 



No obstante, su aterrorizada madre, que había acudido a pedir socorro al "maresciaslo" a fin de recuperar a su hija, y que ésta no se viera arrastrada hacia un mundo de pecaminoso descarrío, recibe satisfecha y casi convencida para que su hija cante una cantidad de dinero del promotor de la troupe


Cuando "il marescialo" admira la danza se queda encandilado observando a "la bersagliera", y no puede por menos que exclamar: "Su hija es un verdadero diablo desatado". Tras acabar el baile Maria recibe a Antonio Carotenuto en su roulotte de nueva vedette, fuma ante él, y se le ofrece como una cocotte resabiada. "Il maresciallo" sonríe ante la farsa puesta en práctica por Maria y le ruega que acabe con aquella pantomima, y se avenga a razones. "La bersagliera", no obstante, insiste en que seguirá en la troupe y se hará famosa, abandonando definitivamente Sagliena.


Pero un pequeño seísmo, corriente en Sagliena, impide la "matinée" "Il maresciallo", "il parroco", todo el pueblo acude en masa a valorar los daños. También la domestica Caramella es rescatada del susto por Stelluti. Pero sobretodo, en la noche resbala el llanto de "la bersagliera" y de su familia: su humilde hacienda, el valedor borriquillo Baró, grupa gloriosa que convirtiera sus recorridos por Sagliena en una especie de vuelecillo encantador, muere.¡Todo desaparecido! Pietro Stelluti sufre del mismo desconsuelo. 


Los celos quedaron tras su ultimo atavío de ingenuidad y solicita infantilmente el perdón. ¡Galas de novia para "la bersagliera"! 

Sus próximas nupcias la alejan junto a su familia y su enamorado Stelluti del retablo arqueológico de Sagliena. En el súbito rebullicio de la estación permanece la imagen patricia de "il maresciallo" Carotenuto "cavalier" Antonio que asiste a la despedida. ¡Ah "bersagliera" bello rito triunfal de Sagliena, tacto de flor, dulce imagen tutelada por la llama negra de unos ojos siempre resplandecientes entre las oscuras varonías aldeanas!. Un leve cabeceo y una sonrisa de sensual esplendor: "Salute, maresciallo"! ("¡Se le saluda, comandante!")
















Lo stesso giorno la nuova levatrice arriva a Sagliena... e... (El mismo día, la nueva "levatrice" llega a Sagliena... y...)













Luigina Lollobrigida (Subiaco, 4 de julio de 1927). El tremendo potencial erótico de su belleza y ese primer aura de cierta ternura angelical le permiten una tímida penetración hasta cierto punto triunfal en su primer período cinematográfico de posguerra. En su etapa americana acabaría sacrificando gran parte de su talento interpretativo por el fasto hollywoodense. Debemos, no obstante, a la llegada de neorrealismo rosa el nacimiento más pujante, la impetuosidad más expresiva, el más radiante aliento popular y humanista de Gina Lollobrigida. Indudablemente su asombrosa encarnación de "la bersagliera, María de Ritis" la convierte en la más prestigiosa portavoz del impensable viraje humorístico que emprendiera el neorrealismo. En aquella caricatura amable, bien que no menos corrosiva, de unas comunidades terriblemente empobrecidas tras las guerra, el matizado ingrediente picante e intempestivo de la joven campesina, harapienta y descalza, adquiere una mordacidad e incisividad crítica naturalista, que no llega hasta el espectador prefigurada únicamente por la constante búsqueda estética más perturbadora de la protagonista. Y aunque no se obvie la obligada tentación romántica, tan cara al neorrealimo rosa, Gina Lollobrigida compone su más vigorosa e incomparable revalorización interpretativa; la que, finalmente, acabaría incorporándola a la mitología universal del cine.

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Vittorio Domenico Stanislao Gaetano Sorano de Sica (Sora, 7 de julio de 1901-Neullly Sur-Seine, 13 de noviembre de 1974). Junto a Roberto Rosellini, el adalid más notable (en su faceta de director) del ciclo neorrealista. Actor exuberante que aprovecha la gran etapa humorística italiana, a través de la cual aflorará su más acusada e inolvidable personalidad. Hombre de sólida formación cultural, alcanza sus más altos registros interpretativos (sin renunciar a la realización que sigue reforzando su magnífica reputación tanto interna como exterior) con la aparición de la comedia rosa neorrealista. La más desenfadada ironía, las más divertidas y pulverizadoras autocríticas al paroxismo romántico de la madurez, los clichés sobre la conducta sexual italiana, los equívocos picantes, los enredos incisivos, la ingeniosa puerilidad de una comicidad exacerbada que frecuenta la fábula tragicómica, se evidencian con demoledoras e irrepetibles posibilidades a través de la gran avalancha de títulos que interpretara Vittorio de Sica, uno de los más auténticos y dinámicos detonantes de todo el gran cine italiano.



MARIA PIA CASILIO

 (La nipote de Don Emidio, il parroco)















TINA PICA - MARISA MERLINI

(Caramella, la domestica) - (Annarella, la levatrice)
















VIRGILIO RIENTO - ROBERTO RISSO

(Don Emidio, il parroco) - (Il carabinieri Pietro Stelluti)




Nel set: si gira (En el set: se rueda)










                                                    
                                                                          

 












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