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jueves, 12 de octubre de 2023

Le Monte-Charge (El montacargas) -I Parte-


Las casi siempre accidentadas aventuras amorosas reaparecen continuamente en el Séptimo Arte como un arriesgado periplo que suele estructurarse hacia el estilo romántico o hacia el drama fatalista. Y en muchas ocasiones, como planteara Alfred Hitchcock con sus evocaciones vigorosas del impresionismo, sus travellings afiligranados y la magia de sus reconstrucciones ambientales, la elegancia figurativa del romanticismo puede acaparar en la pantalla, entre efectismos que gustan hurgar en las no menos atractivas interioridades de la criminalidad, (y cuyo ejemplo más importante sería su genial e inolvidable versión cinematográfica de "Vértigo") la mórbida fascinación impuestas por las leyes implacables del suspense. Las posibilidades técnicas del desplazamiento en el espacio y en el tiempo que son específicas del cine se convierten así en los mejores exponentes para que un recorrido sobre las reacciones de los personajes que contemplamos desencadenen un pequeño torbellino de semiverdades y mentiras, con honesta voluntad de testimonio social, que rehuyendo las primarias fórmulas melodramáticas, puedan robustecer la creación de atmósferas inquietantes o insólitas dentro de auténticos manifiestos realistas en imágenes como pueden ser las húmedas y burbujeantes calles parisinas en su noche de Navidad, jugando de nuevo con el espacio-tiempo cinematográfico. El mago del suspense explicaba a François Truffaut, en su famosa entrevista de 1955,  que “todo cuanto pueda tener de romántico un encuentro entre hombre y mujer no ha de expresar de manera concreta la idea de adivinar intenciones, ya sea de rectitud o de pasión. El espectador tiene que adentrarse en el misterio que conlleva aquella vieja idea de que la verdad muchas veces sobrepasa la ficción, y comprender a los personajes gracias a la imagen. Volver a los viejos tópicos pasionales nos aleja de la intriga”... Françoise Truffaut preguntó: “¿Quiere decirnos que el diálogo dice una cosa y la imagen otra?”... Alfred Hitchcock repuso: “Sí, este es un punto fundamental de la puesta en escena. Me parece que las cosas ocurren a menudo así en la vida. Las personas no expresan sus pensamientos más profundos, tratan de leer en la mirada de sus interlocutores y, con frecuencia, intercambian palabras triviales mientras, por otro lado, intentan adivinar algo profundo y sutil”...
 

             EL RESURGIR CINEMATOGRÁFICO FRANCÉS


 
Los elementos condicionantes que eclipsarán los pasados códigos que ofreciera la brillantez de aquel realismo canaille de los años 30, las refinadas culturas sensoriales de Jean Renoir, las limadas sátiras de Clair, las erupciones brumosas de Marcel Carné, Yves Allegret, e incluso Julien Duvivier, las mórbidas fantasías poéticas de Jean Cocteau, las polémicas sordideces de Henri-Georges Clouzot, Jacques Becker y André Cayatte y el academicismo que René Clément convirtiera en cinema de qualité, con sus alegatos contra los horrores de la II Guerra Mundial,  con el alejamiento del tiempo y su vasallaje, materializarán nuevos actos de fe en las posibilidades del cine creando un nuevo embrión del que nacerá la “nouvelle vague”. Truffaut será uno de los primeros en arremeter contra el "cinema de qualité", insistiendo en la revista “Cahiers du Cinemá” (que vería la luz en 1955) contra aquel pasado realismo psicológico, al que él no consideraba “ni realista ni psicológico”. No obstante, “Cahiers” y sus seguidores, pese a proclamarse anti-Carné, se muestran como entusiastas de los Westerns, de las grandes comedias musicales Norteamericanas y de su cine anti-intelectual. Jean Pierre Melville es lanzado por la afamada revista cinematográfica como el profeta de la “nouvelle vague”. Su oscuro universo, poblado por seres casi imperturbables, del que será buen ejemplo el pistolero profesional que encarna Alain Delon en “Le samouraï” ("El silencio de un hombre"), 1967, y que se abre con el proverbio” “La soledad del samurai sólo es comparable a la del tigre en la selva”, la influencia del cine policíaco americano se muestra claramente como un gran manifiesto a una nueva y total libertad de puesta en escena. Claude Chabrol uno de los redactores de “Cahiers” realiza en 1958 “Le beau Serge” ("El bello Sergio"), interpretada por Gérard Blain, Jean-Claude Brialy, Bernadette Lafont y Michèle Méritz, con bajo presupuesto y estrellas de escaso renombre. El film que retrata la ruindad y las incidencias casi neorrealistas de su protagonista en un pequeño pueblo francés, recibe el aplauso de la crítica, y le permite rodar casi inmediatamente “Les cousins” ("Los primos") en 1959, un nuevo paradigma de la “nouvelle vague” que consigue el Oso de Oro de Berlín en el 9th Festival International Film Festival, y protagonizada de nuevo por Gérard Blain, Jean-Claude Brialy, además de Juliette Mayniel, Guy Decomble, y Geneviève Cluny.
 

François Truffaut [París, 6 de febrero de 1932-Neuilly-sur-Seine, 21 de octubre de 1984] salta paralelamente a la palestra en 1959 con la magistral “Les quatre cents coups” ("Los cuatrocientos golpes"), -referencia a lo que en la niñez se puede denominar “hacer las mil y una”-, un triste relato de infancia por tanto, de resonancias autobiográficas, en las que su joven y recién descubierto protagonista Jean Pierre Léaud [París, 28 de mayo de 1944] nos ofrecerá una enternecedora visión del niño Antoine Doinel (alter ego de Truffaut) víctima de la indiferencia adulta hacia una infancia solitaria baqueteada por un  entorno familiar que jamás le comprenderá y que se enclava en un París tan hostil como el reformatorio en que, finalmente, será recluido. 
 
  
La película, dedicada por Truffaut a su maestro, el gran crítico y teórico del cine francés André Bazin, alcanza la cifra record, en su estreno junio de 1959, de 450.000 espectadores, y pasa a formar parte de la lista patrimonial cinematográfica universal en el top 10, y como una de los “50 films que todos deberíamos ver a los 14 años”, establecida en 2005 por el British Film Institute. La “nouvelle vague” comienza, pues, su nueva andadura en la flamante República presidida por el General De Gaulle, dispuesta a conquistar los grandes mercados internacionales, y que tras resolver la crisis de la industria cinematográfica francesa, acabará por devolver al país Galo su un tanto perdida grandeur. El temporal de  esta nueva ola, considerado ahora ya como cine de autor típico, y que antepone la libertad creadora a cualquier exigencia comercial que se le ponga por delante, avanza inflexible entre 1958 y 1961.


LE "SOUFFLE" DE JEAN -LUC GODARD 

 
Los recién estrenados cine-clubs actuarán de portavoces y catalizadores de la general aceptación de este cine cuya versatilidad, pese a confesar su gran influencia del cine americano y gravitar sobre la lección con que nos obsequiara el neorrealismo italiano, se etiqueta como “novedad de realismo informal”.
Sus técnicas veristas retratarán ante todo un París inédito, con sus rodajes en exteriores e interiores naturales, con su “estilo de reportaje”, su iluminación con spots, y muchas veces con cámaras llevadas en mano. Nace con él también un “neorromanticismo” cuyo máximo exponente será “A bout de souffle” (“Al final de la escapada”), 1959, de Jean-Luc Godard [París, 3 de diciembre de 1930-Rolle, Suiza, 13 de septiembre de 2022], auténtico manifiesto de ese ya citado realismo informal, con escenas integradas en las calles parisienses, que contará con Truffaut como co-guionista y a Chabrol como consejero técnico. En ella sus intérpretes Jean Paul Belmondo-Michel y la norteamericana Jean Seberg, vendedora del New York Herald Tribune por las avenidas de París, se acuestan, esbozan proyectos muy alejados del melodrama clásico, y mientras él es perseguido por la policía, ella, versátil amante anti romántica, prefiere demostrarse a sí misma que no está enamorada del truhán con el que comparte su apartamento, y acaba por denunciarle a la policía. Michel acabará así abatido a balazos en plena calle. Según confesaría el propio Godard con “A bout de souffle”, film en realidad tan nihilista como desesperado, había conseguido realizar “la película anarquista que soñaba"

El fenómeno Jean-Luc Godard, al que no se le puede negar una inquietud experimental con los códigos de la clásica semántica cinematográfica, rompe, en consecuencia, contra toda una cinematografía pasada porque sus personajes (valga el suicida “Pierrot le fou” (Pierrot el loco"), 1965, que encarna Jean Paul Belmondo [Neuilly-sur-Seine, 9 de abril de 1933-París, 6 de septiembre de 2021], junto a Anna Karina) pierden toda profundidad psicológica e intrigante, y su mundo antiburgués y anticonvencional queda reducido a puras apariencias, donde, como muchos críticos apuntaron, Godard acaba convirtiéndose en el cronista de una sociedad descompuesta, irracional y un tanto caótica que se condena a sí misma a una crisis de valores en la cultura occidental.

ALAIN RESNAIS: "LA MÉMOIRE PERDUE C'EST LA MORT"

 

Otro realizador que aceptaría también esta ruptura lingüística de la imagen sería Alain Resnais [Vannes, 3 de junio de 1922-París, 1 de marzo de 2014], cuya obra de gran preocupación individualista se basará primordialmente en el tema de la memoria. En su film ensayo "Les statues meurent aussi" ("Las estatuas también mueren"), realizado en 1953, junto a Chris Marker y Ghislain Cloquet, avalado en 1954 con el Prix Jean Vigo, se significaba con una frase casi bíblica: "La muerte es el país donde se ha perdido la memoria".

El tema del pasado, de los equívocos de la memoria y su constante afán por barajar las imágenes reales del presente con las del recuerdo se hallarán presentes en su película sobre el apocalípsis atómico de Hiroshima, "Hiroshima, Mon Amour" ("Hiroshima, mi amor"), 1959, con guión de la escritora Marguerite Duras, e interpretada  por Emmanuelle Riva [Cheniménil, Lorena, 24 de febrero de 1927-París, Isla de Francia, 27 de enero de 2017], Eiji Okada, Bernard Fresson, y Stella Dassas.
En dicho film se fusiona aquella horrorosa tragedia colectiva por medio del amor imposible entre un japonés y una francesa, y a través de los cuales  pesa el drama del recuerdo de la guerra.

El juego de los equívocos de la memoria y una abierta interpretación para el espectador se dan cita en "L'année dernière a Marienband" ("El año pasado en Marienband"), 1960,  Alain Resnais, con Delphine Seyrig, Giorgio Albertazzi, y Sacha Pitoeff, donde se barajan las imágenes reales del presente con la imágenes recordadas, o quizás inventadas, de cada uno de los personajes. Seguiría "Muriel", 1963, con Delphine Seyrig, Jean-Pierre Kérien, Nita Klein, Jean-Baptiste Thierrée, y Claude Sainval. Seguirían "La guerre est finie" (La guerra ha terminado"), 1966, con Yves Montand, como protagonista de un revolucionario español, exiliado en París, donde se expone la crisis política y psicológica de dicho personaje con resonancias autobiográficas de su guionista y escritor español Jorge Semprún, y sus obsesivos recuerdos de la guerra de Argelia. Coprotagonizada por Ingrid Thulin [Sollefteå, 27 de enero de 1926-Estocolmo, 7 de enero de 2004 , Geneviève Bujold [Montreal, Canadá, 1 de julio de 1942], Jean Bouise, y Jean Dasté. Seguirían después las duplicidades inquietantes de "Je t'aime, je t'aime", 1968.











Seguirían "La guerre est finie" (La guerra ha terminado"), 1966, con Yves Montand [Monsummano Terme, Toscana, 13 de octubre de 1921-Senlis, Oise, 9 de noviembre de 1991], como protagonista de un revolucionario español, exiliado en París, donde se expone la crisis política y psicológica de dicho personaje con resonancias autobiográficas de su guionista y escritor español Jorge Semprún, y sus obsesivos recuerdos de la guerra de Argelia. Coprotagonizada por Ingrid Thulin, Geneviève Bujold, Jean Bouise, y Jean Dasté. Y después las duplicidades inquietantes de "Je t'aime, je t'aime" ("Te quiero, te quiero"), 1968, con Claude Rich, Bernard Fresson, Olga Georges-Picot, Anouk Ferjac, Alain McMoy, Vania Vilers, Ray Verghaeghe, Dominique Rozan, Annie Bertin, Jean Michaud, Claire Duhamel y Sylvain Dhomme.








 
En 1977, basándose en el universo del escritor estadounidense Howard Phillips Lovercraft, que nació en la ciudad de Providence, filmaría, con Dirk Bogarde [Londres, 28 de marzo de 1921-ibidem, 8 de mayo de 1999], Ellen Burstyn [Detroit, Míchigan, 7 de diciembre de 1932], David Warner, Denis Lawson, y un majestuoso John Gielgud [South Kesington, UK, 14 de abril de 1904-21 de mayo de 2000], "Providence", una magistral muestra de película hipnótica y onírica, con una inolvidable banda sonora de genial Miklós Rózsa [Budapest, 18 de abril de 1907 - Los Ángeles, 27 de julio de 1995], que conseguiría infinidad de premios: Espiga de Oro de La Seminci de Valladolid, 1977; César 1978 a la Mejor Película, al Mejor Director, a la Mejor Música, al Mejor Decorado, al Mejor Montaje, y al Mejor Sonido.


Estos "enfants terribles" que en realidad son Godard y Resnais no podrán, sin embargo, cerrar el camino a un cineasta tan tierno e irónico como François Truffaut que de nuevo alcanzará un éxito resonante con “Jules et Jim”, 1961, -film que expresa claramente los condicionamientos morales de la novelística más septuagenaria con su mensaje: “La pareja no es una noción satisfactoria, pero en el hoy por hoy no hay otra solución”- y que aun corroborando la “nouvelle vague”, aceptará los condicionamientos clásicos del Séptimo Arte convirtiendo, primero a Jean-Pierre Léaud, y después a la espléndida Jeanne Moreau (que ya obtuvo un reconocimiento arrollador con Louis Malle en "Ascenseur pour l'échafaud" ("Ascensor para el cadalso"), con Maurice Ronet, Lino Ventura, Yori Bertin y Georges Poujouly.
       Y “Les amants” ("Los amantes"), con Alain Cuny, Jean-Marc Bory, Judith Magre, y Gaston Modot, ambas de 1958.
Y trabajaría con los mejores directores europeos como Michelangelo Antonioni en "La notte" ("La noche"), 1961, con Marcello Mastroianni, Monica Vitti, Bernhard Wicki, y Maria Pia Luzi. Joseph Losey en  "Eve" ("Eva"), 1962, con Stanley Baker, Virna Lisi, Giorgio Albertazzi, y James Villiers.
Luis Buñuel [Calanda, España, 22 de febrero de 1900-Ciudad de México, 29 de julio de 1983] en "Le journal d'une femme de chambre", 1964, con Michel Piccoli, Georges Géret, y Françoise Lugagne, "Mademoiselle", 1966, de Tony Richardson, con  Ettore Manni, Keith Skinner, Umberto Orsini, y Georges Aubert.
E incluso antes, en 1962 y 1965, en "The Trial" ("Le Proces"-"El proceso"), con Anthony Perkins [New York, 4 aprile 1932 – Los Angeles, 12 settembre 1992], Romy Schneider [Viena, 23 de septiembre de 1938-París, 29 de mayo de 1982], Orson Welles [Kenosha, Wisconsin, 6 de mayo de 1915-Los Ángeles, California, 10 de octubre de 1985], y Elsa Martinelli.[Grosseto, Toscana; 30 de enero de 1935-Roma, 8 de julio de 2017] Y como la extraordinaria Mistress Doll-Tearsheet, ramera inestable, alcohólica, lenguaraz y tierna, de la majestuosa "Chimes at Midnight -Falstaff" ("Campanadas a medianoche") con el genio norteamericano Orson Welles, como director e intérprete, y coprotagonizada por Keith Baxter [Newport,UK. 29 de abril de 1933] John GielgudMargaret Rutherford [Balham, Londres, 11 de mayo de 1892-Chalfont St Peter, Buckinghamshire, 22 de mayo de 1972], Marina Vlady [Clichy, 10 de mayo de 1938], Alan Webb, Norman Rodway, Fernando Rey [La Coruña, 20 de septiembre de 1917-Madrid, 9 de marzo de 1994], Walter Chiari [Verona, 8 marzo 1924 – Milano, 20 dicembre 1991] y José Nieto), entre grandes figuras estelares, la Moreau no tardará en internacionalizarse, al igual que Oskar Werner [Viena, 13 de noviembre de 1922 – Marburg an der Lahn, 23 de octubre de 1984], su compañero en “Jules et Jim”

 




La “nouvelle vague” acabará así, poco a poco, cayendo en la trampa del Star-System utilizando, por ejemplo, a actrices de belleza provocadora como Brigitte Bardot [París, 28 de setembre de 1934], que se materializaría como uno de los grandes mitos eróticos del cine francés, capaz de conjugar la inocencia de la ingenua y el maleficio sexual  de manos del irregular Roger Vadim [París, 26 de enero de 1928- París 11 de febrero de 2000] (con el que había contraído matrimonio) desde 1951 en “Et dieu créa la femme” ("Y Dios creó a la mujer"), 1956, coprotagonizada por Curd Jürgens [Solin, alto Munchen, 13 de diciembre de 1915-Viena 18 de junio 1982], Jean-Louis Trintignant [Puegoulen, 11 de desembre de 1930 - Colhaç, 17 de juny de 2022], y Christian Marquand [Marsella, 15 de marzo de 1927 – 22 de noviembre de 2000] y “Les bijoutiers du clair de lune” ("Los joyeros del claro de luna") (rodada en España) 1958, con  Stephen Boyd [Glengormley, Antrim, Irlanda del Norte; 4 de julio de 1931-Northridge, California, Estados Unidos, 2 de junio de 1977], Alida Valli [Pula, Reino de Italia, hoy Croacia, 31 de mayo de 1921 - Roma, Italia, 22 de abril de 2006], Fernando Rey y José Nieto [Murcia, 3 de mayo de 1903 - f. Matalascañas, Huelva, 10 de agosto de 1982].


Julien Duvivier [Lille, 8 de octubre de 1896-París, 30 de octubre de 1967] la dirige en 1959, en una nueva versión muy andaluza de "La Femme et le Pantin" ("Femmina") -también en España- film en el que la belleza de la Bardot resplandece como nunca, con Antonio Vilar [Lisboa -Portugal- el 31 de octubre de 1912-Madrid, 16 de agosto de 1995], Lila Kedrova [Sant Petersburg, 9 d'octubre de 1918 - Canadà, 16 de febrer de 2000], Daniel Ivernel, y Dario Moreno.

 


 
Y seguidamente del escasamente comprometido Christian-Jacque, la joven diosa Bardot, reaparece con la comedia picante“Babette s’en va-t-en-guerre” ("Babette se va a la guerra"), 1959, con Jacques Charrier, Ronald Howard, Michael Cramer, y René Havard. Louis Malle la dirige también en 1961 en la sobresaliente "Vie privée" ("Una vida privada"), con una nueva Bardot que lleva a cabo una magnífica interpretación dramática junto a  Marcello Mastroianni, Ursula Kubler, y Eléonore Hirt.




 
Y luego  Malle fue capaz de filmar una especie de spaghetti western con “Viva María”, 1965, interpretadas por las dos divas Moreau y Bardot, 1965, en el cual  las retrató como auténticos mitos sexuales franceses por excelencia. Brigitte Bardot, y Jeanne Moreau desarrollando desenfadamente episodios de la revolución mexicana que recordaban los formatos propios de los comics, junto a George Hamilton, Claudio Brook, y Carlos López Moctezuma .

Roger Vadim, importando de EE.UU a otra gran estrella (con la que también se casaría) como Jane Fonda [Nueva York, 21 de diciembre de 1937] adaptará con medios increíbles aunque con pésimo gusto el comic de lujo de Jean-Claude Forest “Barbarella”, 1968, coprotagonizado por John Phillip Law, Marcel Marceau, David Hemmings, y Ugo Tognazzi. La danesa Anna Karina [Frederiksberg, Dinamarca, 2 Septiembre 1940-París , 14 de diciembre 2019], asociada al nombre de Godard, intérprete de muchos de sus films se incorporaría espléndidamente al gran universo norteamericano, junto a otra musa francesa como llegó a ser Anouk Aimée [París, el 27 de abril de 1932] (que descubierta por Jacques Becker en 1958, compartiría protagonismo con el inolvidable Gèrard Philipe en "Les amants de Montparnasse" ("Montparnasse 19"), y con Lino Ventura, Lilli Palmer, y Lila Kedrova.
Ambas intervendrían en 1968 derrochando esplendor y belleza en la mítica, bien que incomprendida adaptación de la gran obra del novelista Lawrence Durrell  "The Alexandria Quartet-Justine-Balthazar-"Mountolive y Clea", realización de George Cukor y Joseph Strick, bautizada en la gran pantalla únicamente con el título de "Justine",  coprotagonizada por  Dirk Bogarde, John Vernon, Michael Dunn, Robert Forster, Philippe Noiret, Michael York [Fulmer, Buckinghamshire, UK. 27 de marzo de 1942], Robert Forster, Barry Morse, George Baker, Marcel Dalio. y Jack Albertson.
 

 
Así la “nouvelle vague” pasa a transformarse en un gigantesco Cronos que no dudará en devorar a sus propios hijos (aquellos que fueron capaces de sublevarse contra el cine de estrellas), y sistemáticamente irá incorporando todo tipo de descripciones sociales, minuciosas y concienzudas, sin alejarse ante todo de los grandes problemas colectivos, por las obsesiones problemáticas de la pareja, o por otras inquietudes experimentales de alientos poéticos, con nuevos films sensibles e inteligentes, como Alexandre Astruc en "Una vie" ("Una vida"), 1958, basándose en René Albert Guy de Maupassant, y en la que una recién llegada actriz austriaca Maria Schell ofrendaría una inolvidable actuación, junto a Christian Marquand, Pascale Petit, Louis Arbessier, y Marie-Hélène Dasté.
 

 

 

Y en "Éducation sentimentale" ("La educación sentimental") 1961, donde adapta la novela homónima de Gustave Flaubert, protagonizada por Jean-Claude Brialy, Marie-José Nat, Dawn Addams, y Michel Auclair.

Y Jacques Rivette que tuvo que vivir por parte del Ministro francés de información la prohibición de su película "Suzanne Simonin-La religieuse" ("La religiosa") de la obra de Denis Diderot", 1966, magnífica adaptación de un gran clásico, e interpretada por la musa de Godard, Anna Karina [Solbjerg, 22 de septiembre de 1940-París, 14 de diciembre de 2019], Liselotte Pulver, Francine Bergé, Micheline Presle, y Francisco Rabal, y que, finalmente autorizada por la Comisión de Censura, logró ser presentada en el Festival de Cannes 

Y Georges Franju, uno de los fundadores de la Cinemateca Francesa, cuyo talento recorre atmósferas insólitas e inquietantes en "La tête contre les murs" ("La cabeza contra la pared"), 1958, con Pierre Brasseur, Paul Meurisse, Jean-Pierre Mocky, Jean Galland y Anouk Aimée.

En "Les yeux sans visage" ("Los ojos sin rostro"), 1959, con Pierre Brasseur, Alida Valli, Juliette Mayniel, y Edith Scob,  y "Judex", 1963, con Channing Pollock, Francine Bergé, Edith Scob, Théo Sarapo, y Sylva Koscina.

También se incorporaría Agnès Varda, -esposa de Jacques Demy- "Cléo de 5 á 7" con Corinne Marchand, Antoine Bourseiller, Dorothée Blanck, Loye Payen, y  Michel Legrand, y "Le bonheur" ("La felicidad"), 1961, con Jean-Claude Drouot, Marie -France Boyer, Claire, Olivier Sandrine Drouot.
Y Jacques Demy que se estrenó en la dirección con "Lola", 1960, interpretada por Anouk Aiméé, Marc Michel, y Alan Scott.  Siguieron sus films cantados como "Les parapluis de Cherbourg", ("Los paraguas de Cherburgo"), 1964, con Catherine Deneuve, Anne Vernon, Nino Castelnuovo, y Ellen Farner.  
 
Y "Les demoiselles de Rochefort" ("Las señoritas de Rochefort"), 1967, en la que requirió lo presencia de la súper estrella de la danza norteamericana, el gran Gene Kelly, además de Catherine Deneuve, su malograda hermana, la exquisita Françoise Dorléac, Danielle Darrieux, George Chakiris, Michel Piccoli y Jacques Perrin.

Todos estos films reseñados  se abren a un marco enriquecido por imágenes verídicas enclavadas ya en la nueva cultura del neón, y poblado por grandes recién llegados que convertirán su condición humana en un nuevo y opulento marco estelar de las nuevas sociedades de consumo en cuanto al Séptimo Arte se refiere: la un tanto hierática, bien que dulce Catherine Deneuve, capaz de grandes interpretaciones en manos de Román Polanski, con “Repulsión”, 1965, con Ian Hendry, Patrick Wymark, John Fraser, e Yvonne Furneaux, y de Luis Buñuel, con “Belle de jour”, 1967, con Jean Sorel, Michel Piccoli, Genevieve Page y Francisco Rabal. 
Y “Tristana”, 1970, adaptación modélica de la novela de Benito Pérez Galdós, con Fernando Rey, Franco Nero, Lola Gaos, Antonio Casas, Fernando Cebrián, Antonio Ferrandis, José Calvo, Cándida Losada, y José María Cafarell. (Candidata al Oscar de 1970)
Y Françoise Dorléac (hermana de la Deneuve, prematura y dramáticamente fallecida en un accidente de automóvil el 26 de junio de 1967) dejó dos grandes interpretaciones en “La peau douce” ("La piel suave"), 1964, de Francois Truffaut, con Jean Desailly, Françoise Dorléac, Nelly Benedetti, Daniel Ceccaldi, y Sabine Haudepin, Y “Cul-de-sac” ("Callejón sin salida"), 1965, de Roman Polanski, con Lionel Stander, Jack MacGowran, Iain Quarrier, Jaqueline Bisset (acreditada como Jackie Bisset) y Donald Pleasence.

También otra gran actriz francesa como Annie Girardot [25 octubre 1931 Paris -28 février 2011], acabaría convertida en una de las mejores estrellas internacionales tras su aparición en la magistral producción italiana del gran Luchino Visconti  "Rocco e i suoi fratelli" ("Rocco y sus hermanos") de 1960, con el que contraería matrimonio poco después Renato Salvatori, además de Alain Delon,  Katina Paxinou, Claudia Cardinale, Spiros Focas, Roger Hanin, Paolo Stoppa, y Max Cartier.

Hay que añadir también una constelación de actores como el feo más atractivo de Francia, Jean Paul Belmondo [9 Abril 1933 Neuilly-sur-Seine 6 septembre 2021 en Paris], que ya obtuvo su gran revelación mundial con “A bout de soufflé”, 1959, de Jean Luc Godard
Alain Delon, una de las máximas figuras masculinas de la cinematografía francesa que trabajaría con la mayoría de los grandes directores europeos como René Clément, Luchino Visconti, Michelangelo Antonioni, Joseph Losey, Valerio  Zurlini, Julien Duvivier, etc.
Maurice Ronet, [Niza, 13 de abril de 1927-París, 14 de marzo de 1983], magistral intérprete en la minuciosa descripción de las horas que preceden al suicidio de un alcohólico en “Le feu follet” ("El fuego fatuo"), 1963, obra maestra de Louis Malle, con quien ya había trabajado en su primer largometraje, año 1957, junto a Jeanne Moreau, en la no menos inquietante “Ascenseur pour l’echafaud” (“Ascensor para el cadalso”).
Y Lino Ventura [Parma, Italia,  14 de julio de 1919-Saint-Cloud, Francia, 22 de octubre de 1987], afianzado en el cine francés,  capaz de conceder a sus personajes una convicción de perversidad excesivamente indigesta como el marchante de pintura que aguarda como el buitre la muerte del gran pintor incomprendido Amedeo Modigliani, inenarrablemente interpretado por el malogrado Gérard Philipe en "Les amants de Montparnasse" ("Montparnasse 19"), 1958, de Jacques Becker y Max Ophüls para apoderarse de su obra.

Y acabar luego revalorizando  sus apariciones al ofrecer retratos policíacos con inusitada combatividad y dureza como  "Le deuxième souffle" ("Hasta el último aliento"), 1966, de Jean-Pierre Melville [París; 20 de octubre de 1917-ídem; 2 de agosto de 1973] frente al opresivo mundo de la delicuencia y militar como en "Un taxi pour Tobrouk" ("Un taxi para Tobrouk"), 1960, de Denys de La Patellière [Nantes, 8 de marzo de 1921 − Dinard, 21 de julio de 2013], con Charles Aznavour, Hardy Krüger, Maurice Biraud, y Germán Cobos.

 

Y el gran veterano Jean Servais, [Amberes, 24 de septiembre de 1910 - París, 17 de febrero de 1976]  actor de rostro doliente, mirada escéptica, crudo, y cínico hasta la crueldad, al que Luis Buñuel recuperará en 1959 en su extraordinaria "La fièvre monte à El Pao" ("La fiebre sube a El Pao"), junto al malogrado Gérard Philipe y a una inolvidable María Félix, asimila un nuevo plano turbador del suspense  en su impactante caracterización de atracador en “Rififi”, 1955, de Jules Dassin [Middletown, Connecticut, EE.UU. 18 de diciembre de 1911-Atenas, 31 de marzo de 2008], junto a  Carl Möhner, Robert Manuel, el mismo Jules Dassin, y Magali Noël.

Y virtuoso experimento del mejor cine noir fue el que llevó a cabo el director televisivo (famoso en Francia) Marcel Bluwal con “Le monte-charge” ("El montacargas"), 1962, fusión límite de un romance asocial y maquinador de una lingüística visual irrefrenablemente expresiva rodada en plenas calles parisinas, con un extraordinario y angustiado Robert Hossein y una insólita, conmovedora y subyugante Lea Massari, espléndida actriz italiana a quien Louis Malle consagraría definitivamente en 1971 con su inolvidable “Le souffle au coeur” (“El soplo en el corazón”), y que había intervenido en la enérgica renovación del lenguaje cinematográfico que supuso “L’Avventura”, 1960, de Michelangelo Antonioni, y en la desoladora y poética confesión de posguerra, con manifiestas resonancias neorrealistas, llevada a cabo por Dino Risi, con una de las mejores interpretaciones del genial Alberto Sordi, en "Una vita difficile" ("Una vida difícil"),1961.

 
 

 













































































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