Amanece en New York. Un camarero
del servicio de habitaciones en un hotel de la ciudad descubre horrorizándose
a un joven, Robert Cosick- Richard Basehart, instalado la noche antes en una de las habitaciones, que acaba de subirse al estrecho saliente
de su habitación en el piso 15. Charlie
Dunnigan- Paul Douglas, un policía de tráfico en la calle de abajo, observa también al suicida. Una vez en la habitación, intenta convencerlo, sin éxito, de que
se salga de la cornisa. El subjefe de los servicios de emergencia de
la policía de Nueva York, Moskar-Howard Da Silva, le ordena a Dunnigan que regrese a la patrulla de
tráfico, pero que regrese cuando el joven Cosick, detenido todavía en la cornisa hable
con los psiquiatras convocados a la escena.
Aconsejado por un psiquiatra, Dunnigan intenta relacionarse con Robert Cosick, como un humano a otro, como un amigo a otro.
La policía identifica por fin Robert Cosick, y localiza a su madre, Christine Hill Cosick-Agnes Moorehead, una mujer histérica y victimista que con su comportamiento sobreexcitado excita aún más las ansias de suicidarse de su hijo. En realidad Cosick desprecia a su insoportable madre, divorciada de Paul E. Cosick- Robert Keith. Dunnigan obliga a la Sra. Cosick a revelar la identidad de una tal "Virginia" mencionada por Robert, que resulta ser su esposa separada.
Paul E. Cosick también acude al hotel newyorkino para tratar de convencer a su hijo de que no cometa la locura del suicidio. No obstante, una vez se encuentran los dos, Christine y Paul Cosick. no dudan en enfrentarse y mostrarse el todavía latente y recíproco rencor por sus viejos problemas familiares. Conflicto que se desarrolla frente a la policía. Dunnigan busca reconciliar a Robert con su padre, que reconoce que fue educado por su progenitor en el odio hacia su madre.
La multitud parece, por tanto, poseer un rincón para los mismos problemas con que el suicida se enfrenta a una elección descabellada para alejarse del medio hostil que se cierne ante él y del que ansía liberarse. El suicidio, en consecuencia, se ofrece como desafío del hombre aprisionado por un impacto de orden personal, sombrío, inquietante, e irreversible desde lo más hondo de su ser. Una lacerante búsqueda de emancipación íntima y desesperada de esta vida donde no parece haber podido encauzar sus sentimientos y emociones. Y mientras esto sucede, una gran multitud sigue reuniéndose debajo de la cornisa. Los taxistas están apostando a cuándo saltará.
Después de un tiempo, Dunnigan convence a Cosick de que todos saldrán de la habitación del hotel para que él pueda descansar. Cuando el joven accede a volver a la habitación, un evangelista loco se cuela en la habitación y Cosick regresa a la cornisa. Esto daña su confianza en Dunnigan. Cosick está ahora convencido de que toda la amabilidad proteccionista del policía no ha sido más que una treta para que una pequeña patrulla se deslice desde la gran azotea y agarrarlo.
La noche se acerca, y llega su esposa Virginia Foster-Barbara Bel Geddes. La joven sollozante ruega a Robert que salga de la cornisa, ya que ve la posibilidad de poder encauzar de nuevo sus relaciones, lejos del autoritarismo insufrible de su anuladora madre. Mientras tanto, la policía, bajo el mando de Moskar, está trabajando para atrapar a Robert y poner una enorme red debajo de él.
Dunnigan parece haber llegado a crear una inesperada y fraternal conexión con Cosick, citándole las cosas buenas de la vida, los momentos que todos deseamos para poder sobrellevarla de la mejor manera posible. Le habla de su familia y hasta promete llevar a Cosick a pescar "floppers" en Sheepshead Bay. Mientras la patrulla policial prepara la red por si se produce una caída fortuita.
Robert, casi convencido por Dunnigan, está a punto de volver de nuevo a la habitación, cuando un niño en la calle enciende accidentalmente un foco de luz que ciega a Cosick.
El joven cae entonces de la cornisa. Pero, alejado ya del sentimiento suicida que lo llevó hasta el hotel, se las arregla para agarrarse a la red que la policía había puesto sigilosamente debajo del alto ventanal. Robert Cosick, finalmente es salvado.
Y los jovenes Danny y Ruth, entre la multitud que empieza a disgregarse, deciden seguir alimentando el sentimiento que los ha atraído.
Y ya, como actor secundario, en 1917, actuó en un corto titulado "The Storm Woman", de Ruth Ann Baldwin, periodista que se convirtió en escritora y directora de cine mudo en activo durante la década de 1910. Fue una de las pocas mujeres que dirigió en la era temprana del cine. A pesar de que fue una de las primeras directoras en Estados Unidos, no se sabe mucho sobre ella, pero el trabajo que hizo en la citada década fue relevante para la sociedad en la que vivía. [En agosto de 1916, después de trabajar para la incipiente "Universal Pictures" durante varios años como escritora y como editora de películas, Baldwin se convirtió en directora de la "Universal" Su primer film fue "The Mother Call", 1916, un drama de un carrete]
Merced a los éxitos comerciales que entrañaba el grácil, liviano, brillante, barroco, misterioso y monumental estilo de las realizaciones de Hathaway, el gran estudio hollywoodense de la "20th Century Fox", que encabezó la mayor parte de su vasta filmografía, vio garantizada durante casi tres décadas, muchas veces gracias a él, la estabilidad de una gran parte de su mercado. Convertido en uno de los valores más sólidos y cotizados, al amparo de aquellas ruedas bien engrasadas de cuantos productivos trenes de mercancías capitalistas transportasen hacia cualquier confín del mundo aquel milagro que suponía el arte cinematográfico, "sonido e imagen en conserva", los géneros más supervivientes, entre los que se contaban los ciclos aventureros, se repetían con escasas variantes accidentales en su filmografía. Los especialistas en cine de perfil heroico, que además de ser grandioso y monumental, debían glosar las glorias, no sólo pasadas, sino, a poder ser, presentes de la historia, se estabilizarían en Hollywood como gran potencia capaz de trazar una amplísima y tajante divisoria entre los importantes films de aventuras, que abarcaron el favoritismo mayoritario del gran público internacional, incluso en los países altamente desarrollados, y las llamadas "cinematografías menores" en las que, por supuesto, la merma de cantidad no significaba una ausencia de calidad.
Había empezado a trabajar como asistente de dirección del ya consagrado Victor Fleming en "To the Last Man", 1923 con Richard Dix, Lois Wilson, Noah Beery, Robert Edeson, Frank Campeau, y "Mantrap" ("Flor de capricho"), 1926, con Clara Bow, Ernest Torrence, Percy Marmont, Eugene Pallette, Tom Kennedy. Y siguieron "The Thundering Herd" ("La horda maldita"), dirigida por William K. Howard con Jack Holt, Lois Wilson, Noah Beery, Raymond Hatton, y Charles Ogle, "Bachelor Brides" ( "Las novias de un soltero"), 1926, también de William K. Howard con Rod La Rocque, Elinor Fair, Eulalie Jensen, George Nichols. Y con el inigualable y fascinante Josef von Sternberg, que se convertiría en su maestro como futuro director de grandes películas, "Underworld" ("La ley del hampa"), 1927, con George Bancroft, Evelyn Brent, Clive Brook, Fred Kohler, Helen Lynch, Larry Semon y Jerry Mandy, "The Last Command" ("La última orden"), 1928, con Emil Jannings, Evelyn Brent, William Powell, Jack Raymond, "Morocco" ("Marruecos"), 1930, con Gary Cooper, Marlene Dietrich y Adolphe
De todas formas, entre los muchos directores que, en la actualidad,
pilotan sobre la añoranza de aquel hasta cierto punto perdido esplendor de la
épica clásica en los años dorados de Hollywood, y que bucean entre los
fondos grandilocuentes y aparatosamente pincelados por la hipérbole más
representativa del exceso en todas sus vertientes, con la que revisten sus obras
recientes, al valerse de las espectaculares armas o de todo el artificio
virtual que tan generosamente ha puesto entre sus manos la tecnología del siglo XXI, en vano buscaremos alguno que ni remotamente pueda compararse (entre
este trazado itinerario que nos conduce, a través de lujosas escenografías
irrepetibles, ya fueran en technicolor o en blanco y negro) a este gran técnico
de la dirección cinematográfica que fue Henry Hathaway.
Y cuya artesanía fue capaz de
conquistar unánimes elogios internacionales, imprimiendo un sello inconfundible
a su estilo fílmico. Dirigente prolífico e imperecedero que jamás malversó el
riguroso sentido de la precisión ambiental, prestigiosamente descriptiva en
cada una de las películas con que el mecenazgo de la "20th Century Fox" recompensó
su aportación a la edad de oro de Hollywood. Fue, pues, un
director al que le resultó imposible moverse sólo en un género. La eficacia del trabajo de Hathaway benefició a su carrera y confirmó la
aportación de los actores que intervinieron en sus películas.
Demostró, a partir de los años cuarenta, que era capaz de asumir los
compromisos más dispares y hacer de ellos obras en las que la eficacia
del espectáculo estuviera garantizado.
Siguieron "The Desert Fox" ("El zorro del desierto"), 1951, biopic sobre el mariscal nazi Field Marshal Erwin Rommel, con un fantástico James Mason, Cedric Hardwicke, Jessica Tandy, Luther Adler, y Everett Sloane, la audaz y colorista "Prince Valiant" ("El Príncipe Valiente"), 1954, basándose en los maravillosos comics de Hal Foster, con un reparto sensacional Robert Wagner, James Mason, Janet Leigh, Debra Paget, Sterling Hayden y Victor McLaglen, y "Leyend of the Lost" ("Arenas de muerte"), 1957, con John Wayne, Sophia Loren, y Rossano Brazzi.
"The Sons of Katie Elder" ("Los cuatro hijos de Katie Elder"), 1965, con John Wayne, Dean Martin, Martha Hyer, Michael Anderson Jr., "From Hell to Texas" ("Del infierno a Texas"), 1958, con Don Murray, Diane Varsi, Chill Wills, Dennis Hopper, "Nevada Smith", 1966, con Steve McQueen, Karl Malden, Brian Keith, Arthur Kennedy, Suzanne Pleshette y Janet Margolin, y "True Grit" ("Valor de ley"), 1969, que le valio su único Oscar a John Wayne, con Glen Campbell, Kim Darby, Jeremy Slate, y Jeff Corey.
Y "13, rue Madeleine" ("Calle Madeleine nº 13"), 1946, con James Cagney, Richard Conte y Annabella, que fue una magnfíca incursión en el cine de espionaje contra la maquinaria nazi.
En 1953 dirige el inolvidable thriller obsesivo, en technicolor, de "Niagara", con la primera gran interpretación de la fascinante Marilyn Monroe, Joseph Cotten y Jean Peters, y el drama romántico "Woman Obsessed" ("La mujer obsesionada"), 1959, con Susan Hayward y Stephen Boyd.
El motor de este típico thriller de espionaje de posguerra mundial es un "MacGuffin" hitckcockiano clásico. El film se benefició también con ciertos aires de clásicos como "The Third Man" ("El tercer hombre"), 1949, de Carol Reed.
Hijo de Mae (de soltera Wetherald) y Harry T. Basehart. Fue uno de los cuatro hermanos nacidos de un editor de un periódico local de mínima tirada popular en Zanesville, y que enviudó muy pronto. John Richard pudo, sin embargo, asistir a la universidad. Pero luego trabajó brevemente como locutor de radio, e intentó seguir los pasos periodísticos de su padre como reportero. Escribió artículos que lo llevaron hasta serias controversias con el periódico en que trabajó. A causa de una de estas historias fue despedido.
La directora Bretaigne Windust buscaba un genuino escocés como protagonista principal en "The Hasty Heart", y Basehart no solo realizó una burla lo suficientemente auténtica como para ganar el papel, sino que también consiguió el premio de la crítica de New York de 1945 como el actor más prometedor del año. Su acento era tan bueno que un líder visitante de casta escocesa le dijo al actor que conocía a su clan.
["The Hasty Heart", sin embargo, fue llevada a la pantalla grande sin Basehart en 1949, dirigida por Vincent Sherman, con el actor irlandés Richard Todd (que fue nominado al Oscar y al "Golden Globe" por su interpretación de Lachie MacLachlan), y coprotagonizada por Patricia Neal, Ronald Reagan, y Anthony Nicholls]
A partir de 1945, Richard Basehart empieza a recibir sus primeras ofertas cinematográficas. Debutó en la gran pantalla con "Repeat Performance", 1947, en la compañía "Eagle-Lion", una película "negra" menor dirigida por Alfred L. Werker, con Joan Leslie, Virginia Field, Louis Hayward y Tom Conway, seguida, en "Warner Brothers", con el thriller gótico "Cry Wolf" ("El aullido del lobo"), 1947, dirigida por Peter Godfrey con Errol Flynn, Barbara Stanwyck y Geraldine Brooks. Su tercera película finalmente le valió elogios de la crítica por interpretar a un asesino sociópata (buscabroncas callejero) perseguido sin descanso a través de túneles de drenaje en "He Walked By Night" ("Orden: Caza sin cuartel", 1948, un drama policial procesal filmado en un estilo semidocumental, dirigido por Alfred L. Werker y Anthony Mann con Scott Brady y Roy Roberts. La revista "Variety" ofreció una crítica positiva, comentando "Con este papel, Basehart se establece como uno de los hallazgos de más talento de Hollywood en los últimos años. Logra eclipsar en gran medida al resto del elenco ..."
Richard Basehart pasa así a convertirse en uno de los actores más carismáticos de las siguientes décadas. Destacaría especialmente en personajes atormentados o introvertidos, retratando a la perfección estados de angustia mental y presentimientos nefastos. Su galería de personajes se enriquecería de forma inquietante aunque no menos fascinante. Fue un terrorífico Maximilien Robespierre, arquitecto jefe de "Reign of Terror" nuevamente retitulada como "The Black Book" ("El reinado del terror"), 1949, ambientada durante la Revolución Francesa, y dirigida por Anthony Mann, con Robert Cummings, Richard Hart, y Arlene Dahl. Y uno de los Hatfields enemistados en "Roseanna McCoy", 1949, dirigida por Irving Reis con Farley Granger, Joan Evans, Charles Bickford, y Raymond Massey.
En 1950, aparece como un timorato y engañado marido en el film de "crime noir" "Tension", de John Berry, con la excitante Audrey Totter, Cyd Charisse y Barry Sullivan.
Intervino también en el film bélico sobre la guerra de Corea "Fixed Bayonets!" ("A bayoneta calada") de Samuel Fuller, con Gene Evans, Michael O'Shea, y con el cameo primerizo, en el papel del soldado Doggie, de un desconocido James Dean.
En 1954, rodada en Gran Bretaña, aparece en un nuevo "film noir", el thriller "The Good Die Young" ("Los buenos mueren jóvenes", de Lewis Gilbert, con Laurence Harvey, Gloria Grahame, Joan Collins, John Ireland, Margaret Leighton, Stanley Baker y Robert Morley.
Pese a todo, Basehart, carismático, convincente y gran revalorizador del arte interpretativo en la pantalla grande, trató siempre, por ello mismo, no llegar a convetirse en un actor-estrella del Hollywood más convencional. Tras estos últimos éxitos, seleccionó y varió meticulosamente sus roles, evitando, como él mismo dijo, "los estereotipos indigestos y manipulados comercialmente por Hollywood a fin de acumular una cuenta bancaria bien hinchada". A raíz de la repentina muerte de su primera esposa, Stephanie Klein, con la que estuvo casado desde 1940 hasta su fallecimiento en 1950, Basehart decidió alejarse de Estados Unidos.
Ese mismo año interpretó al Lieutenant Dick Rennick en el modélico film bélico y de espionaje, rodado en la Alemania de posguerra, "Decision Before Dawn" ("Decisión al amanecer"), dirigida por Anatole Livak, con Oskar Werner, Hans Christian Blech, O.E. Hasse, Dominique Blanchar, y la exquisita Hildegard Knef.
Pero Basehart, a caballo entre Europa y Estados Unidos, enriqueció con su presencia una sucesión de películas europeas. Interpretó espléndidamente al malogrado payaso "Il Matto" en el inigualable clásico de Federico Fellini "La Strada",1954, junto a Giulietta Masina y Anthony Quinn.
Se convirtió en un noble bravucón que reclamaba sus títulos y su propiedad en "Le avventure di Cartouche" 1955, dirigida por Steve Sekely y Gianni Vernuccio, con Patricia Roc, Massimo Serato y Akim Tamiroff. Y de nuevo para Fellini interpretó a un miembro de una banda de estafadores en "Il bidone" ("Almas sin conciencia") 1955, con Broderick Crawford, Giulietta Masina, Franco Fabrizi y Lorella De Luca.
Viajó a España en 1957, contratado por el contagioso, humorístico y no menos genial director español Luis García Berlanga (que ya había dirigido también en 1956 a Valentina Cortese en su inolvidable "Calabuch"), para intervenir en la fallida coproducción hispano-italiana "Los jueves milagro" ("Giovedì miracoloso"- "Miracle Thursdays"-) con José Isbert, Paolo Stoppa, Alberto Romea, Juan Calvo, José Luis López Vazquez y Félix Fernandez, que podría haberse tratado de una auténtica joya del neorrealismo crítico
español, pero fue cruelmente masacrada y remontada por la Curia
Católica española y la Censura Franquista, destrozando el esquema
subversivo y negrísimo de la visión de Berlanga para ofrecer nuevo retrato, esta vez milagrero, de la España traumatizada por la Dictadura Fascista.
Residente en Europa, se convirtió para John Huston en el entrañable marinero Ishmael, en la monumental versión aventurera de la novela de 1851 de Herman Melville, rodada en las Islas Canarias, "Moby Dick", 1956, con Gregory Peck, Leo Genn, James Robertson Justice, Harry Andrews, y Orson Welles en su extraordinaria aparición como el páter Mapple).
Richard Brooks lo reclama en 1958 para que se convierta, en una interpretación impactante, en el cínico, agnóstico y provocador Ivan Karamazov, en su sensacional adaptación para "Metro-Goldwyn-Mayer", de la fascinante novela de Fiódor Dostoyevski "The Brothers Karamazov" ("Los hermanos Karamazov"), formando parte de un efectivo y no menos subyugante reparto compuesto por Yul Brynner, Claire Bloom, Maria Schell, Lee J. Cobb,William Shatner, Albert Salmi, David Opatoshu, Simon Oakland y un inolvidable actor infantil llamado Miko Oscard.
En ese mismo año 1960, el segundo matrimonio de Basehart con Valentina Cortese, de cuyo enlace nació un hijo, el actor Jackie Basehart, había terminado en divorcio, y el actor regresó a Estados Unidos, donde ya encontró pocas oportunidades en la pantalla grande.
Richard Basehart fue un declarado un activista de derechos humanos, y se opuso también, firmemente, al uso experimental de animales. Con su tercera esposa, Diana Lotery, creó la organización benéfica de bienestar animal, "Actors and Others for Animals", en 1971. Murió después de sufrir una serie de accidentes cerebrovasculares en Los Ángeles el 17 de septiembre de 1984 a la edad de 70 años.
El policía Charles V. Glasco sugirió a su sargento que podía hacerse pasar por botones y tratar de convencer a Warde de que saliera de la cornisa. Glasco casi lo había logrado cuando un fotógrafo irrumpió en la habitación. Esto hizo que Warde saltara, con los pies por delante. Golpeó la marquesina de cristal del hotel y luego aterrizó, muerto, en la acera. Mientras saltaba, se escuchó a las 10.000 personas que se habían reunido alrededor de la intersección decir al unísono: "¡Aquí viene!" antes de que, tras los gritos de muchos de los que contemplaan la escena, se alzara luego el silencio mientras aterrizaba en el suelo.