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martes, 25 de junio de 2024

The Ten Commandments (Los Diez Mandamientos) -IV-

 


 

1956, the last epic of Cecil B. DeMille: "The Ten Commandments" ("Los Diez Mandamientos")



 

 

 

 

 

 


Moisés le advierte que la próxima plaga que caerá sobre Egipto será convocada por el mismo Faraón. Enfurecido por las plagas sufridas, Ramsés ordena morir a todos los hebreos primogénitos. Nefertari oye el edicto de Ramsés y se dispone a acudir a la aldea hebrea de Gosen a salvar al hijo de Moisés con la intención de recuperar su amor.
 
 


 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Tras el edicto de Ramsés, Nefertari que cree poder recuperar el amor imposible de Moisés,  convence a  Séfora para que acepte su protección. Nefertari ha  preparado una caravana para sacarla de la ciudad y salvar así a su primogénito de la muerte dictada por el faraón. 


Luego, espera la llegada de Moisés para comunicarle que ha salvado a su primogénito haciendo huir a Séfora. Pero Moisés exclama que será su hijo el que caerá víctima del ángel de la muerte enviado como última plaga por Yahveh. Nefertari, aterrorizada, insiste en que ha salvado a su hijo, y que Moisés impedirá que su primogénito sea sacrificado por su Dios. Cuando Moisés exclama que nada podrá hacer contra la decisión de Yahveh, Nefertari vuelve a palacio convencida de que Moisés salvará a su primogénito.


 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
A media noche, Yahveh mandó cubrir con sangre de cordero sacrificado cada hogar hebreo de Gosen a fin de que su ángel de la muerte pasase de largo. Luego  hirió a todos los primogénitos del país de Egipto con una nube de muerte, incluido el hijo de Ramsés y Nefertari. Aquella noche hubo grandes alaridos en Egipto, porque no había casa donde no hubiese un primogénito muerto. Josué acude también al encierro en que se halla Lilia junto al traidor Dathan, para salvar a la joven, y cubre la entrada con sangre a fin de que la muerte pase de largo. .

 

 

 


Bitiah, la hermana de Seti, que salvó a Moisés de las aguas del Nilo y lo crió en palacio como hijo suyo, acude a Gosen a refugiarse en el hogar hebreo de Moisés. Y cuando Miriam, hermana de Moisés añade que la ex princesa egipcia no es más que una idólatra, Moisés defiende a Bitiah aduciendo que lo salvó de morir en el Nilo y lo cuidó durante su niñes y juventud como hijo suyo.
 

 

 


A la mañana siguiente, la señal de sangre de los hebreos en casa de Dathan es descubierta por los soldados egipcios y el traidor será desterrado de Egipto.
 
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Moisés acude al palacio de Ramsés donde su hijo sufre las consecuencias de la plaga, y junto al lecho del pequeño Nefertari espera que se cumpla el milagro de su curación por la que ha rogado a Moisés en su último encuentro en Gosen. No obstante, Ramsés, en su desesperación, accederá a que Moisés se lleve a su pueblo consigo y salga para siempre con ellos de Egipto: "Tuya es la conquista, Moisés", admite Ramsés. Pese a todo, cuando Moisés abandona el palacio, Nefertari aparecerá con su pequeño muerto entre sus brazos.



 


Ramsés seguirá pidiendo en vano a su dios de pìedra que devuelva la vida a su hijo. Nefertari, que no cree en los dioses de Egipto, se burla de Ramsés. "No puede escucharte. Él me oirá. Me devolverá a mi hijo. Yo soy Egipto. ¿Egipto? Tú no eres nada. Tu dios no es más que un ídolo de piedra con cabeza de pájaro. Has dejado que Moisés mate a nuestro hijo. Ningún dios te lo devolverá.  ¿Y que has hecho tú con Moisés? ¿ Le has dado muerte, quizás, o le has oído pedir perdón mientras lo torturabas? Tráeme su cuerpo. Quiero verlo... ¿No oyes las risas de los esclavos? ¿No oyes cómo se rién de ti?... ¿Risas? Yo volveré las risas de esos esclavos en tormentos contra los muros? Ramsés se dispone a perseguir con sus soldados a los hebreos liberados. Nefertari le entrega su espada y le ruega que se la traiga con la sangre de Moisés. La traeré, pero será para mezclarla con la tuya, amenaza a Nefertari.



 
Cuando Ramsés, derrotado, vuelve a Palacio dispuesto a acabar con la vida de Nefertari, ella, irónicamente, le pide que antes de asesinarla le muestre la sangre de Moisés en su espada. Cuando Ramsés tira su arma, Nefertari sonríe exclamando que no ha podido matarle. Entonces Ramsés se sienta en su trono y reconoce: "Su Dios es Dios"

 

 





 

 

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