Una trama rocambolesca frente a las aristas, siempre apetecibles, del espionaje, dirigida con mano maestra por Ronald Neame. II Guerra Mundial, suplantación de personalidad: un héroe cadáver que aparece en las playas de Huelva, España. Situación límite de uno de los mayores "fiascos" sufridos por el ejército alemán en su enfrentamiento con el resto de Europa, y en especial con la Inglaterra de Winston Churchill. Una búsqueda de la verdad impecablemente diseccionada. Realidad y engaño. Hitler, para placer de los espectadores, será debidamente saboteado por la inteligencia británica con todos los ribetes de aquel suspense, por otro inglés inventado, que fue el gran Hitchcock.
Fue conocida por "Operation Mincemeat" ["Operación Carne Picada"],
y considerada una de las mayores tretas llevadas a cabo por la
Inteligencia Británica durante la Segunda Guerra Mundial. Como gran
golpe de efecto militar contra el alto mando alemán (OKW), Inglaterra
iba a movilizar toda su capacidad estratégica, valiéndose en primera
persona del cadáver de un joven escocés desconocido al que bien podría
aplicársele las "crónicas policíacas" a no ser porque Europa se hallaba
en plena II Guerra Mundial contra la paranoia Nazi que el monstruo ario
-de probable ascendencia judía y a cuya etnia hizo objeto de su odio y apocalíptico afán de exterminio- Adolf Hitler y su Tercer Reich
proyectara sobre la mayor parte de una todavía indefensa Europa. Y así
de nuevo, tras la primera catastrofe bélica de 1914, el todavía
maltrecho continente europeo viviría otra vez por medio de los fanáticos y sádicos
próceres militares de la resurgida Alemania, la que sin duda iba a ser una
de las más flagrantes ofensivas contra el ser humano que, entre
estremecedores horrores inenarrables, su ciclo historico recuerda.
"OPERATION TORCH"
El 25 de septiembre de 1942, aunque no se trató de un nuevo plan de engaño inglés, el hidroavión PBY Catalina había salido desde Plymouth a Gibraltar con diez pasajeros. Una terrible tormenta eléctrica derribó el avión sobre las aguas de Cádiz, en España, sin que ninguno de sus ocupantes se salvaran. En el hidroavión viajaba el teniente de navío James Hadden Turner de la Marina Real Británica, al que se daba el sobrenombre de "Paymaster". Éste era portador de una carta del general inglés Mark Clark que debía entregar al gobernador de Gibraltar, el cual a su vez debía hacerla llegar al general norteamericano Dwight D. Eisenhower. El escrito era una lista de los agentes franceses que operaban en el Norte de África, anunciando a Eisenhower que el 4 de noviembre de aquel año se efectuaría un desembarco aliado conocido por "Operación Torch", que empezó el día 8 del mismo mes. Ocho cuerpos de las víctimas del hidroavión aparecieron en la playa de la Barrosa, en Chiclana de la Frontera, también provincia de Cádiz. Un almirante de la Armada Española entregó al gobierno inglés el cadáver del teniente Turner con la carta al cónsul británico en Cádiz. Los expertos diseminados en la zona, británicos y alemanes nunca aclararon si la carta fue abierta o no por el consulado Nazi, aunque los alemanes tenían medios para poder llegar a leer el contenido de la carta sin necesidad de abrir el sobre. Lo hicieran o no, la información no fue aceptada como verídica y el ejército de Hitler no llegó a tomar ninguna medida en relación con la información de que era portador el teniente Turner.
Con la desgarradora amenaza que el nacimiento del Fascismo en Italia y el Nazismo en Alemania iban a significar para Europa con la declaración de la II Guerra Mundial promovida por el militarismo monstruoso de Benito Mussolini y de Adolf Hitler, el por segunda vez torturado continente volverá a hallarse invadido por la barbarie de estos dos engranajes políticos que no dudarán en convertir, en el malhadado siglo XX, sus grandes ciudades, pequeñas poblaciones, campos, playas y hasta océanos en gigantescos cementerios de las atrocidades más representativas que la presencia humana pueda promover a su paso por este planeta único que es la Tierra. La oposición bélica aliada contra el pavoroso nacionalismo promovido por Alemania e Italia, y unos años antes por España, y en Asia por la nueva manifestación agresoramente beligerante del Japón, pasará entonces, mediante una colosal y equilibrada unión militar y de admirable resistentecia entre los paises invadidos, a imprimir, durante cinco años de terrorífica lucha, el necesario viraje en redondo de tal monstruosidad y la derrota definitiva contra aquel implacable estruendo sanguinario e inhumano de cuanta ignominia e infamia se hicieron acreedores Alemania, la Italia Fascista y el Japón. La cinematografía europea había vivido una gran etapa documentalista con las anteriores lecciones de otro antecedente histórico como había sido la revolución rusa tras la primera Guerra Mundial, pero esta vez será el cine italiano el que, tras la caída definitiva del Fascismo y la derrota Nazi, nace al alba de la Liberación para ofrecer casi de inmediato tras el fin de la guerra, un inesperado cine realista. Italia y su cine ciertamente necesitaba recobrar su libertad perdida desde 1922 hasta 1945, año en que se producirá el conmovedor estampido artístico de un film como "Roma, città aperta" ("Roma, ciudad abierta") con el que, a través de la orientación estilística que le iba a aportar un recién llegado director cinematográfico como Roberto Rossellini, va a demostrar su inimaginada potencia expresiva y la enorme vitalidad de esta nueva cinematografía revolucionaria nacida de una ruinas todavía humeantes por toda Italia.
INGLATERRA BAJO LOS "BLITZ" -BOMBARDEOS AÉREOS
Mientras Gran Bretaña vivía bajo las amenazas de los bombardeos nazis, el cine inglés se mostró especialmente activo tratando de mantener alta la moral de la población y la esperanza de una victoria final: la "V" en los dedos y la sonrisa optimista en los labios de Winston Churchill habían formado parte, más de una vez, de los grandes documentales ingleses en los años del conflicto que lo enfrentaron a Alemania. Los llamados films of facts habían utilizado abundante material de archivo, gráficos explicativos, y entrevistas famosas ante las cámaras. Las películas británicas de ficción con tema bélico alcanzaron tal rigor documental, que muchas veces resultaba enrevesado rastrear la frontera que separaba el documento de la reconstrucción. Noel Coward, dramaturgo famoso durante aquella aciaga década, rehabilitó las posibilidades creadoras de un didactismo realista, aunque basado en la ficción. La presión verista de la corriente documental que impuso el nuevo cine italiano, llegó, pues, a penetrar en el comediógrafo Noel Coward que junto a un recién descubierto David Lean dirigió el film bélico "In Which We Serve"("Sangre, sudor y lágrimas"),1942, interpretada por el mismo Coward, John Mills, Bernard Miles, y Celia Johnson, que se conviritó en la película oficial de la resistencia británica contra los ataques en el mar de los submarinos alemanes.
Dos directores como Humphrey Jennings y Stewart McAllister fueron los artífices de un documental experimental que pretendía rehabilitar las posibilidades creadoras de la banda sonora, como fue "Listen to Britain" ("Escuche a la Gran Bretaña"), 1941, significativo y exacto, porque lo que proponía era en realidad mostrar una especie de concierto de los ruidos de un país en pie de guerra. Pero la obra más conmovedora de Jennings fue, sin embargo, "A diary for Timothy" ("Un diario para Timothy"), 1945, carta dirigida al bebé Timothy que nace en el momento de la Liberación de París. Los últimos párrafos de esta carta eran de una lucidez estremecedora: "Te he mostrado, Timoty, el fin de una guerra. ¿Pero no nos tocará vivir ahora, como después de la otra guerra, la crisis, el desempleo, la carrera de armamentos y de una cadena de acontecimientos idénticos que conducirán a una nueva carnicerái?"
La elogiable probidad documentalista de los ingleses no dudó en ofrecer una imagen del sádico Adolf Hitler que en un vagón ferroviario en Compiègne, cuando tuvo lugar la capitulación de Francia, mostró un burlesco y risible paso de baile a sus fanáticos seguidores, que difundieron profusamente los documentales aliados y que en realidad fue "fabricado" por el director documentalista John Grierson, inmovilizando algunos fotogramas en el momento en que el Führer tenía levantada su pierna derecha.
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