viernes, 7 de abril de 2023

The Loves of Carmen (Los amores de Carmen) -3-

Fue la enésima versión del mito de la "Carmen", de Prosper Mérimée, con una Rita Hayworth convertida en una sevillana perfectamente apetecible y disfrutable, adaptada de forma inolvidable al americanismo imperante de la década de los 40, aunque no lo suficientemente delirante como la Concha Pérez de Marlene Dietrich en "The Devil is a Woman" ("El diablo es una mujer") con que Josef von Sternberg  la inmortalizó en 1935. Pero la Hayworth fue una Carmen impagable en esta tragedia typical spanish, quizás la mejor de todas las que la interpretaron en el cine. Y Glenn Ford (dirigidos de nuevo los dos por Charles Vidor tras la inenarrable "Gilda" de 1946), varonil y atractivo, supo adaptarse a la perfección como un José Lizarabengoa llevado a extremos de delirium tremens en su perpetua obsesión amorosa por la sevillana, con celos arrebatados de una efectividad absoluta, capaces de arrastrar a ambos hasta una muerte "kingvidoriana" como fue la de "Duel in the Sun" ("Duelo al sol") de 1946, con Jennifer Jones y Gregory Peck.







 
[A Carmen ya le había predicho la anciana gitana de Lilas Pastia que las cartas hablaron del mal fario que se acercaba hasta ella con su destino fatal, y que no podría darle la espalda por mucho que se lo propusiera. "Y no puedo pensar en una mejor manera que ser asesinada por amor. Todos tenemos que morir"]

 



 
"Carmen me llevó a su habitación de Lilas Pastia: "Aquí es donde vivo. ¿Qué te parece? Aquí estoy siempre cuando vengo a Sevilla" "¿Y dónde vives cuando no estás en Sevilla?", preguntéle yo "He oído que... "Te han mentido. Lo que has oído de mí se lo has oído a los payos. Y los payos siempre dicen mentiras de los gitanos. Siempre" Y entonces me besó apasionadamente. "¿Y dime tú? ¿Es verdad lo que dicen de los hombres de Navarra?" "¿Qué dicen?"

 
"Que llevan boinas y que siempre están bebiendo y peleando" "¡Qué va!" "¿Y que no saben amar a las mujeres" "Eso es cierto, enséñame; yo soy navarro y no sé nada de eso" "Es mentira. Lo gitanos dicen que un amante debe tener unas manos suaves, una boca bonita y un corazón ardiente" "¿Las mujeres también?" "No, ellas las manos y la boca crueles, y no tener corazón" De pronto, al abrazarla, se rompió su collar y las cuentas rodaron por el suelo de la habitación. Carmen cambió radicalmente de humor, y me soltó: "¡Las cuentas! Se me han caído. Las cartas,... me lo han dicho las cartas. Esta mañana vi un gato negro y ahora las cuentas. Romper cuentas es lo peor" Y yo exclamé: "¡Esas cosas no significan nada. Son supersticiones" Y entonces echóme de allí: "¡Vete, vete a casa! Dime adiós y no pienses más en Carmen" "¿Qué te ocurre, Carmen?" "Eres un buen payo, pero no te quiero". 
 
 
"No amo a nadie. Jamás en mi vida he amado a nadie. Y tú eres un estúpido que se enamora por un simple beso, y luego se vuelve loco. Puedes irte por aquí. Vete. ¿Es que no me has oído? ¡He dicho que te vayas!" "¿pero, ¿por qué?" "Porque tengo miedo de que algún día seas cruel" "Carmen" Apartóse bruscamente de mí. "Vete" "No puedes obligarme, ahora no, Carmen" 
 
"¡Haré que te vayas, sí, cuando quiera, cuando yo quiera! No te quedarás aquí. Eras tú, lo presiento. Los gitanos sabemos cosas. No quiero ver tu rostro de muerte nunca más. ¡Apártate de mí!"  ¿Me oyes?"  
"Cerróme la puerta e hízome salir de la taberna de Lilas Pastia a la fuerza"  
"Y cuando ya estaba en la calle, tiróme la gorra y la espada por una ventana. Iba a tirarme también el chaquetón"  
"Y arrepintiéndose,  me llamó: "José,... espera"  Unos guitarristas en la calle entonaron una canción "¡¡¡Amor de gitano... es como una traición!!!... Y por su sonrisa supe que quería que volviera  de nuevo a su habitación"
   
"Creo que debo estar loca. No sé cómo decirlo. ¿Cómo puedo explicarlo?" "Ya se ha hablado del amor de mil maneras. Así que olvídalo" Nos besamos de nuevo apasionadamente como al principio. Hicimos, pues, las paces... "Vendrás conmigo a las montañas, y allí..."
 
   
 
"De pronto, llegó hasta la taberna el coronel de mi regimiento"
  
"¡Fuera!" dijome. "¡Le ordeno que se vaya! Présentese a mí por la mañana" Carmen se  enfrentó a él. "¡Yo le ordeno a usted que se vaya, Carmen no es de nadie. ¡Ahora, largo!" "Comparecerá ante un tribunal militar"
  
"Amenazóme el coronel, dándome el sable. Pero tiró de la enfundadura, y vime con el sable en la mano. Se enfrentó: "Mientras tanto creo que necesita una pequeña lección"  
"Desenvainó su espada y dispúsose a luchar conmigo. "Una  lección pequeña para un cabo pequeño. Una lección que no olvidará usted facilmente"  
"Pero Carmen alargó sus pies desde la cama e hizóle hábilmente la zancadilla al coronel"
  
"Y yo asestéle la punta de mi espada en el cuerpo, que se clavó mortalmente en su pecho."
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 





 
"Era preciso salir de Sevilla cuanto antes, pues, de ser apresado, sería fusilado sin remisión. Carmen  llevóme entonces con ella hasta un lugar escondido en la sierra para que nadie nos encontrase. "Los otros llegarán en cualquier momento" Referíase a su grupo de bandoleros. "Ojalá no vinieran. No sé qué será mejor" "No podemos escaparnos sin ellos. No tenemos ni un maldito real"
 
"Un hombre buscado como tú necesita amigos. La buena bolsa hace amigos" "No sé lo que me ha pasado. Estoy aquí como desertor del ejército. Soy el asesino de mi propio coronel. No sé cómo ha podido ocurrir. De pronto pensé que iba a matarme y un segundo después... mi espada" Carmen acaricióme el pelo. "No pienses más en ello. Estás aquí conmigo. Es suficiente. Que no te preocupe otra cosa. Sólo Carmen y José" "Todo para mí" "Todo para ti"
 
 
 
 
                      

                                 JOSÉ LIZARABENGOA



Llegaron el resto de gitanos amigos de Carmen, Remendado y Pablo. con la que compartían sus tropelías. "¿Dónde estábais?", exclamó Carmen. "Habéis tardado mucho"... 

  

"Este es José, un hombre del que respondo. Ya veréis lo mucho que vale. Y este Remendado, algo bruto, pero buena persona. Y ese es Pablo, una fiera peleando, pero nunca le des la espalda. Me imagino que estaréís muertos de hambre. Lo he preparado todo"

  

"Este soldado acaba de escaparse del ejército. Toda Sevilla le persigue. Mató a su coronel. Lo atravesó al pobre hombre. Y le dije que se uniera a nosotros" Y Remendado: "Por mí, está bien" "Pero, ¿qué dirá García?"

  

"Necesitamos hombres, García sabe que hacen falta" Yo preguntéle a Carmen "¿Quién es García?" Y Pablo: "Es nuestro jefe. Está en la cárcel. Mató a un maldito policía. Ya tiene ocho muescas en su cinturón" "¿Ocho?" "Ocho o una, ¿qué importa el número", añadió Carmen. "Donaire está ahora en Sevilla, arreglando la libertad de García,  con una novia muy robusta", respondióme Pablo. Y Carmen explicó muy convencida: "No es mala vida, viajamos, hay aventuras, y cuando tenemos suerte, hay dinero. Un poco de contrabando a veces. Alguna diligencia llena de ricos pasajeros, una caravana de mulas con ricas mercancías... Siéntate José. Aquí, a mi lado. Me perteneces"  

Y Pablo repitió: "¿Me pregunto qué dirá García de esto? Y Remendado "Tal vez te guste saber que hemos desvalijado el viejo almacén sin que nos hayan roto la cabeza a ninguno" "Bien" Y Pablo: "Estaba lleno de tabaco y de ropa de algodón como yo dije. El mercado de ladrones de Córdoba se alegrará de vernos" "No podríamos haberlo hecho sin Carmen, simpatizó con el vigilante y lo ató como si fuera un pavo listo para el horno" Yo preguntéle: "¿Has engañado a un pobre viejo para que ésos pudieran robar?" "El tabaco vale mucho. Se lo vendemos a los fabricantes que se ahorran el impuesto"

 

"Oyóse de pronto un voz en la lejanía de la sierra: "¡Pabloooo!"  

Y Carmen advirtióme: "José, pase lo que pase, no digas nada. ¿Has comprendido? No digas nada"...

  

Y Pablo gritó: "¡Hola, García!" Éste llegó a lomos de una mula, junto a Donaire: "¡Hola muchachos, me alegro de veros!" "Tenemos un alijo de tabaco, y en cantidad" "¡Bien, bien! Pablo, mira a ver que hay en el puchero, tengo hambre" "En seguida" "Vosotros llevaros las mulas" 

 

"García se detuvo asombrado y feliz al ver que Carmen estaba también allí: "¡Carmen! ¡Ja ja!..." Y corrió hacia ella, abrazándola "¡Que vean esos rufianes lo contenta que estás de verme! No sabes lo que he pensado en ti. Todas las noches le decía al carcelero: mi Carmen es la mujer más hermosa de Andalucía, y él me respondía; ¡ya basta, carne de horca, duérmete y sueña con ella! ¡Y yo lo hacía, ahh! ¡Ja, ja, ja, lo hacía, lo hacía!" Y abrazándo a Carmen, empezó a dar vueltas con ella en sus brazos. "¡Ven conmigo!"

  

 

 

 

 

"Entonces García echóme una mirada  y preguntóle a Pablo"

 


"¿Y éste quién es?"
Y Remendado: "Es un héroe. Mató al coronel de los dragones" "Bien... ¿Cómo se llama?" Y Pablo: "Don José" "Don José, un caballero... Bienvenido... ¿Que le ha pasado?" Y Pablo, a los oídos de García, murmuró una posible relación de José con Carmen, y que ella había sido la causante del delito del soldado. Carmen seguía así enloqueciendo a cualquier hombre que se cruzase en su camino"

 

"¡Ahh, no!" Y García empezó a reír en tono de burla, y golpeando afectuosamente la pierna de Carmen: "¡Ahh, me muero de risa!"

"Carmen levantóse irritada, y abofeteó a García, que no cesaba de reír, y salió corriendo, apartándose de aquellos bandidos y su ruindad burlona, asestándoles también una patada a ambos" 

 

  

"Y cuando Donaire apareció saludándola, Carmen escupióle en la cara. Y viendome, dijóme riendo "¡Vaya, ¿quién está aquí?" Golpeóme la espalda: "Estupendo. Todo el mundo te está buscando por Sevilla. Dicen..." Yo agarréle: "¿Quienes? ¿Y quién es ése?" "García, es nuestro jefe, y no te pongas en su camino. Es un buen jefe, pero una vida no significa nada para él" Y refiriéndose a Carmen, dijo: "Es su hombre" "¿Él, su hombre?" "Sí"

 



























 
"Dormían ya, aunque yo no pude pegar ojo. Carmen vino hasta mí huyendo del lado de García y los demás: "José, tengo que decirte una cosa" "No me importa lo que puedas decir. Tenías que habérmelo dicho antes, y me he tenido que enterar por otro"  
"No sabía que volvería tan pronto" "Lo sabías, lo sabías" "Es verdad, pero pensé que no vendría hasta mañana ¿Es culpa mía que se haya adelantado?" "¿Qué clase de mujer eres?"  
"Una mujer que te gusta. ¿Cómo puedes olvidar tan pronto? ¿Cómo?"... "Vuelve con él, con el hombre a quien perteneces"  "Mírame, José... Está bien. Haré lo que te parezca. No me importa"
 
"En Sevilla y Córdoba colgarónse edictos militares con recompensa de 1000 duros, buscándome por asesino de mi coronel"
 
"Ya Había oído también hablar de algunos contrabandistas que recorrían Andalucía montados en una buena mula, con el trabuco en el puño y su querida a la grupa"  
"Como hacía ahora Carmen con García. "¿Qué te parece esta vida, eh?", preguntóme Donaire. "Es agradable, ¿no? Se come mejor que en el ejército y te pagan mejor. Ya verás. Tenemos dos mil duros para repartirnos. Simplemente por suministrar cortesmente un poco de tabaco a una guarnición. ¿Qué puede haber más fácil que eso?" "Puedes quedarte con mi parte" "¿Tu parte de qué?" "Del dinero" "Ahh, no sabía que te referías a eso"  
"Entonces acercóseme Remendado: "José, ¿Viste en Córdoba los anuncios de la recompensa por tu captura? Jeje, tienes suerte de que tus compañeros sean hombres honrados. Pero ten cuidado con Pablo, le gusta el dinero más que comer con los dedos" 
 
 
 
"García nos detuvo, y díjole a Carmen que bajase de la mula. "Voy a ver lo que hay "alante" Carmen sentóse en unas rocas, sin dirigirme la mirada"
 
 "Y García salió rápidamente con la mula a galope para inspeccionar el terreno. Más allá, apareció una compañía de dragones provenientes de Sevilla o Córdoba. Y García dióse media vuelta, para volver junto a nosotros"  
"¡Soldados, soldados", gritó. "¡A cubierto todos, rápido!" Bajamos de las mulas y nos parapetamos detrás de las rocas de la serranía"  
"García acercóse a mis espaldas y dijóme con cinismo: "¿Sabes usar un arma, caballero?" "Yo era soldado" "Lo sé, ¿pero sabes disparar?" "Puedo hacerlo... somos iguales" "¿Carmen opina lo mismo? Si opina así, ¡miente, jaja!, ¡te engaña!·"   
"Luchamos y nos defendimos de los soldados durante bastante tiempo"  
"Remendado, el más noble de la cuadrilla, resultó herido. Y Carmen acercóseme hasta donde hallábame y gritó" "¡José!"... "¡Marchate!"  
"Corrí hacia ella, mientras seguían los disparos"  
"No tengo miedo", dijo Carmen. "El que me mate no será un extranjero. Eso lo sé. José, escúchame, podríamos salir de aquí sin que nadie se entere. Si García se queda y deja que le maten, no podemos evitarlo. Esos soldados tienen buenas armas y saben disparar" "Le odio, pero es mi camarada", respondile yo. "Eres un verdadero payo, siempre pensando en el honor. Eso no encaja en nuestra vida, José. Los bandidos no tenemos honor. Tú no me quieres"... Carmen  ocultóse de nuevo entre las rocas. Y un sargento observó cómo se movían sus piernas. A punto estuvo de matarla si no llega a ser porque García disparó primero"  
"¡¡Han matado al sargento!!", gritó uno de los soldados, y empezaron a retirarse de entre las rocas. Y García dio la refriega por ganada, silbándonos a todos. Estábamos a salvo. "¡Hay que salir de aquí en seguida! Los soldados han ido a buscar refuerzos"  
"Carmen estuvo mirándome fijamente como reprochándome que podíamos haber huido y yo no cedí a lo que ella quería. Acerqueme a Remendado que hallábase herido"  
"Lo siento, no podría irme ahora contigo, José", díjome. "Es mejor que te vayas" "Traeré tu montura", ofrecile yo, en el momento en que García apareció junto a nosotros.
 
 
                                     "Vámonos, y traéte esos pollos. No hay por qué dejárselos a los soldados"



"Espera un momento", traté de detenerle. "No lo entiendes. Remendado no está muerto, sólo herido" Y García: "¿Aún vive? No lo sabía. Estaríamos locos si lo dejáramos aquí. Podrían reconocernos" García volvióse hacia el herido. Carmen hallábase presente. Y García disparóle al rostro, rematándole, y yo no pude impedirlo: "¡García!", grité, pero fue demasiado tarde. Dióme el trabuco de Remendado, cogió los pollos y dijo cinicamente: "Ahora no le reconocerá nadie" Entonces no pude por menos que apuntarle con mi arma, deseoso de acabar con él y su mezquina crueldad. Carmen, mirándome, deseaba que lo hiciera. Estuve dudando, pero, finalmente, bajé el arma y no pude hacerlo. Carmen lanzóme una sonrisa en la que parecía decirme que no era más que un cobarde. El bandido García era, ciertamente, el más ruin monstruo que haya habido nunca en la gitanería. Negro de color y más negro de alma. Nuestra partida, se componía ahora tan sólo de tres hombres García, Donaire, y el esquinado Pablo.

 
"Durante la noche siguiente Carmen bañábase y García empezó con su insoportable verborrea: "¡Jaja, esa chica está loca. Mira que bañarse en agua helada" Carmen entonaba una canción y García gritóme: "¡Payo, escúchala...! No te he dicho que la miraras, payo, sino que la escucharas" "No puedo verla desde aquí" "Ahh, pero puedes verla en tu imaginación, ¿eh? Eso es lo que estás haciendo. Verla con la mente. Se te nota en la cara. Bueno, tendrás que conformarte y repartir el dinero conmigo, caballero" Me levante enfurecido y gritéle: "¡No quiero repartir nada contigo! ¡Guárdate tu sucio dinero!" "Ja, no quiere mi dinero. ¿Qué es lo que estás pensando, caballero? ¿Qué es lo que quieres por el trabajo que estás haciendo? ¿Hay alguna otra cosa que me pertenezca en la que estés pensando?"
 
"Todo lo que te pertenece es tan sucio y miserable como tú" Y García sonrióse amenazadoramente. "¡Jeje,... jeje, ahh, jajaaa! Se lo diré a ella, payo, se lo diré... Pero ten cuidado, probablemente me sacará el hígado y te lo servirá como desayuno" "¿Eres tan cobarde que necesitas a una mujer para que luche por tí?, amenacéle yo con mi navaja en la mano. "¿Cobarde?"... "Sí, cobarde" García sacóse de la faja su navaja. Entonces Donaire trató de zanjar la posible lucha que se iba a interponer entre García y yo: "¿Te has dado cuenta de que hoy ya hemos perdido a un hombre, García?"... "Es verdad... es verdad" E hizo ademán de guardarse de nuevo su navaja, y dijo: "Habrá que dejar a ese muñeco vivo hasta que encontremos a un verdadero hombre para sustituirle" "Entonces yo amenacele con mi navaja y García, levantando sus brazos, exclamó: "¡Ahhh...! Estoy desarmado como puedes ver. Y un caballero honorable como tú no ataca a un hombre desarmado, ¿eh?. ¿No es cierto, don José?"
 
"También me guardé mi navaja, aunque seguí desconfiando de aquel rufián maligno. Dime media vuelta, Pablo acercóse a García murmurándole al oído: "Sería una pena matarle y perder la recompensa que ofrecen por su captura"...
 
"Al día siguiente, Carmen, montada en la mula, bajó hasta Córdoba: "Valor, mulita, un poquito más y estaremos en Córdoba. Tengo que encontrar a un loco de amor que caiga como pardillo en la red. Entonces tendré dinero y podré comprarte unas zanahorias para que descanses" Mientras tanto, García, Donaire y Pablo se dirigieron también a una taberna en la ciudad. "Todavía no", exclamó  García viendo la taberna vacía"
 
   
"Falta una hora para la puesta del sol. Podemos echar un par de manos a las cartas" Y Pablo: "Lástima que no nos pueda ver el navarro. ¿Cómo se habrá atrevido a desobedecerte y no venir con nosotros?" "Está enfermo, y yo le creo", repuso Donaire. "¡Bahhh!..." "Está enfermo", insistió Donaire. Y García: "Ya sé que lo está..., enfermo por Carmen, porque ha cambiado de parecer. ¿Las mujeres de los payos no roban?"... Y Donaire: "No roban, pero suelen coger a los hombres, y les hacen caer en una emboscada para que les roben sus maridos. Él es payo, y no puede pensar como un gitano" "Tú no eres gitano y piensas como yo" "No, yo no pienso, y es mi protección. Y no siento nada, sólo observo y me divierto. El payo es observador y tiene sentimientos que le matan"... "Bah, no te preocupes, que no le dejaré morir de amor a ése" Y a Pablo: "¿Todavía no han venido?" "Con las corridas de toros esta semana en Córdoba, Carmen tendrá suerte. Cuando hay corridas allí, la plaza está llena de buenas gentes con buenas bolsas para robar"...

 
"En la parte baja de  la plaza de toros, un torero famoso, conocido por Lucas, ensayaba sus pases" 
  
"Banderillas"... "Hoy estás en buena forma", comenó uno de la cuadrilla. "Siempre estoy en forma, Carlos" "Ningún toro puede poner en peligro a un torero como tú, Lucas"  
"Ni  ninguna mujer", oyóse la voz de Carmen. Lucas miró hacia ella, sorprendido"
 
"... Yo no soy una mujer normal. Creo que te gustaría que te leyesen el porvenir, ¿eh?" Y Lucas: "Y tú me pareces una chica que debe hacerlo muy bien, ¿eh?" Ambos ríeron: "Tengo un sitio a las afueras de la ciudad que sería el adecuado para decirte la suerte" Y Lucas: "Y yo uno en el centro de la ciudad que es mucho mejor para ese menester" "¡Ahh, jaja!" Carmen hizóle ademán al torero para que la tomara en sus brazos, bajándola de las escaleras en que se hallaba.  
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
"Yo digo que vayamos a mi casa" "Y yo que vayamos a la mía"...
 

 
"Anochecía y los tres de la cuadrilla jugaban nerviosamente a las cartas: Y García exclamó: "¡Ya no sé ni qué pensar de ése!" Y Pablo: "Puede que ni haya entrado en la ciudad. A lo mejor el navarro nos mintió al decir que estaba enfermo. Es posible que lo tuvieran planeado desde el principio" Y Donaire: "Eso no es verdad, García" "Quedaros vosotros aquí otra hora. En caso de que venga, no habremos perdido nada, y si está jugando conmigo, yo solo me encargaré de arreglar este asunto" Y Donaire a Pablo: "¿Por qué odias tanto al navarro? Será porque Carmen también..." "¡Cállate!" "Tú también, ¿eh Pablo?"... "Te voy a dar:.." "¡Jejeje! Pobre Carmen, su belleza sólo servirá para destruirla"...
 
"Yo hallábeme en la maldita sierra cuando oí la llegada de la mula, y apareció Carmen asombrándose de que yo estuviera allí completamente solo: "José... ¿Por qué no has ido con los otros?..." "¡No he ido y basta!"
  
"Carmen tomó parte del pollo asado en la fogata y se dispuso a comer"
   
"¿No les has llevado a alguien para que le roben?" preguntéle yo. "No" "¿Por qué?"...
  
 
"Oh, porque he sentido de pronto que no debo hacer eso nunca más... Veo que no me crees. Lo siento. ¿Quieres algo de comer?" "No" "¿No tienes hambre?" "No" "Yo sí. Siempre tengo hambre... y tú nunca" "¿Cómo voy a tenerla si estoy enfermo a todas horas?", díjele yo enfurecido. "¡No sé qué me pasa,... por qué no me voy de aquí... porque... porque me vuelve loco saber que estás casada con otro hombre!... ¿Por qué no me iré donde no pueda verlo?"  Y Carmen: "No estaría casada con otro hombre si ayer hubieras usado la cabeza, ¿no?"... 
 
"De nuevo oyóse el paso de una mula en la que llegó montado García" 
  
"Carmen escupió lo que tenía en la boca, mientras García acercábase. "¿Conque has tomado por tonto a García, eh, pequeña?", díjole a Carmen. "Creí que teníamos una cita a las afueras de la ciudad al ponerse el sol. Pero a lo mejor estaba equivocado. Dímelo si es así" "No, no estás equivocado. Hoy tenía cosas mejores que hacer" Y miróme diabólicamente, como echándome la culpa: "¿No es verdad, soldadito?" Y García volvióse hacia mí amenazadoramente" 
 
 
"Cogió a Carmen con fuerza y gritóle: "¡Tú me obedeces! ¡Mientras yo sea el jefe aquí trabajarás cuando te lo diga!" 
 
 
"Y Carmen revolvióse, gritándole:  
"¡A mí nadie me da órdenes, viejo sucio ¡Soy Carmen y trabajo cuando quiero!" García empezó a abofetearla, y yo corrí a ayudarla empujando al ruín García
 
  
 
"¡Ah, caballero!, ¿también quieres jugar con García? Esta vez voy a acabar contigo", exclamó sacándose la navaja de la faja, y yo hice lo mismo. 
  
Con una manta en mi brazo  enfrentéme a García, dispuesto a librarme de él de una vez por todas, aunque me jugara la vida. Tenía su calañés en la mano izquierda para parar el embate; y la navaja delante. Es como se ponen en guardia los andaluces. Yo me puse a la navarra, derecho, enfrente de él, la navaja a lo largo del muslo derecho. Sentíame más fuerte que un gigante. Lanzóse sobre mí como una flecha "Don José", exclamó. Volvíme sobre el pie izquierdo y no encontró ya nada delante de sí..."
 
 "¡Payo!", exclamó. Cruzamos los brazos y cayó a tierra" 
 
 "Entonces tomó una piedra  golpeándome con ella y lanzándomela.  Yo había chocado contra una gran roca"
 "Carmen no cesaba de observar la pelea con la esperanza de que García muriese entre mis manos"
  
                                                              "Subióse a las rocas y yo perseguile"
 
"Luego cayóse rodando y lanceme sobre él" 
 
  
"Tiróme tierra a los ojos. Y entonces, echándose sobre mí, clavé mi navaja en su estómago. La hoja entró en lo más hondo de su cuerpo. Cayó de bruces sobre la fogata. Y Carmen miróme con la satisfacción de verse libre por fin de aquel maldito bandido"
   

"Enterramos a García, ayudado por Donaire. "Has matado a dos hombres  para nada. ¿Por qué no le pediste a Carmen? Te la hubiera vendido" "¿Vendido?" "Sí, los gitanos venden a sus mujeres. La compró cuando se casaron. Ella tenía doce años. Una boda gitana típica"..."Voy a casarme con ella?"  "¿Dónde? No puedes aparecer por ninguna ciudad de España"... "Será una boda gitana. En las montañas" "Haréis buena pareja, un payo y una gitana, un animal doméstico y otro salvaje. Los perros y los lobos no pueden vivir juntos. No marchará, navarro. Ya lo verás"
 "Y fuimos a plantar nuestro campo muy lejos de allí, llevando esta vez a la grupa de mi mula a mi amada Carmen, que ahora me pertenecía por completo" 
 



























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