La Davis no llegó a congeniar con Vidor, hombre sobrio y
profundamente humano. No podía medirse con su inteligencia profunda y
controlada. A pesar de todo fue el director más hábil que la había
dirigido, después de William Wyler. Para compensar los puntos débiles del guión
(pese a que la película ha sido revalorizada por el tiempo) se puso una
peluca negra y larga, se pintó exageradamente los labios, el maquillaje
resultó más llamativo que de costumbre, y su vestuario se compuso de horrendos, ceñidos y voluminosos
vestidos blancos, y de chillonas faldas estampadas. Luego exageró todos sus amaneramientos
vocales y físicos, creando una especie de parodia de sí misma.Durante
el rodaje, entró como un vendaval en el despacho de Jack Warner: "¡Si no pones otro director, quiero rescindir mi contrato! ¡O él o yo!" Warner la miró directamente a los ojos y dijo: "De acuerdo, Bette, tú!"
Por un momento se quedó petrificada. No daba crédito a lo que acababa
de oir. Los hechos estaban a la vista. Las películas de Bette Davis no
obtenían ya buenos beneficios en taquilla. En 1950, tras un estreno
desastroso para la prensa de "Beyond the Forest", (únicamente candidata a un Premio Oscar por el magnífico sound-track del gran Max Steiner) la encolerizada actriz presentó una demanda
de divorcio a William Grant, que pagó así el pato por el fracaso
de la cinta. No obstante, y como ya se indicó, la óptica cinematográfica
de los críticos de nuevo cuño ha acabado por revalorizarla, aclamándola
casi como una pequeña obra maestra del célebre King Vidor.
Tras el fracaso que significó para Rosa su escapada a Chicago, inesperadamente, Latimer vuelve a Lowell, para asistir al cumpleaños de Moose que se celebra en su pabellón de caza junto al lago. Tras las velas se celebra un baile, y Latimer propone una caza de venado a Moose, mientras ha citado a Rosa en la sala de armas.
Y en su nuevo reencuentro con Rosa y ante la sorpresa de ésta, Latimer le confiesa que no piensa casarse, y que ha vuelto para verla y continuar con sus relaciones ocultas.
El affair es descubierto por Moose que asegura a la adúltera que descubrirá sus relaciones con Latimer a Lewis,
además de hacerle saber que está embarazada, y que con toda seguridad
cuando su amante lo sepa acabará por abandonarla definitivamente. Al día
siguiente se prepara una partida de caza en la que participan todos. La
partida será la ocasión propicia para Rosa para fingir un descuido en la cacería y asesinar impunemente al buen anciano Moose.
MALDAD. A la inhumación de Moose acuden todos acompañando a su hija Carol que se halla deshecha por lo sucedido., Latimer aconseja a Rosa
que se mantenga al margen por un tiempo de sus relaciones dado que
ahora no es el momento para intentar seguir con sus relaciones. Rosa, desesperada por volver a su casa con Lewis, exteriorizará ante su marido todo el odio y rencor que lleva dentro, confesando su asesinato. Lewis,
que ya se temía algo como eso, insiste en que lo único que le importa
ahora es el niño por nacer, luego puede abandonarle y hacer lo que
quiera. ABORTO. Rosa no dudará entonces de intentar un aborto. Escapa de Lowell en busca de un abogado, pero Lewis, desde su consultorio médico, observa su huida en autocar. La
sigue obligándola a volver a casa. Durante la vuelta, finge sentir frío
en el interior del automóvil en que viaja con su marido, y cuando Lewis sale en busca de una manta, Rosa consigue un aborto demencial saltando en un alto terraplén desde la carretera.
MUERTE. Libre ya de su odiado embarazo, Rosa se siente curada y desprecia los cuidados que le prodiga Lewis, disponiéndose a huir de nuevo.
MUERTE. Libre ya de su odiado embarazo, Rosa se siente curada y desprecia los cuidados que le prodiga Lewis, disponiéndose a huir de nuevo.
Rosa no tarda, tras una probable infección interna, en sufrir una altísima fiebre, y llama terriblemente acalorada a Jenny. Lewis vuelve a casa avisado por Jenny del empeoramiento que ha acometido a Rosa.
Y despreciando de nuevo los cuidados que le prodiga Lewis, se burla de él y aparta de un manotazo la inyección que su marido se dispone a ponerle a fin de contrarrestar la infección. Lewis sale de nuevo hacia el hospital en busca de nuevas medicinas haciendo caso omiso a las palabras despreciativas de Rosa. Y advierte a Jenny de que no se mueva de la casa hasta que él regrese.
Pero Rosa, aunque invadida por la perniciosa fiebre, sigue en su loca idea de huir de casa. Deambula por la habitación ante la mirada asustada de Jenny, que trata de ayudarla a vestirse entre los reproches de la enferma.
Pero Rosa, aunque invadida por la perniciosa fiebre, sigue en su loca idea de huir de casa. Deambula por la habitación ante la mirada asustada de Jenny, que trata de ayudarla a vestirse entre los reproches de la enferma.
AUTENTICIDAD CREADORA
[King Wallis Vidor, nacido en Galveston, Texas, EE.UU, el 8 de febrero de 1894 - Fallecido en Paso Robles, California, el 1 de noviembre de 1982, de enfermedad cardiovascular a la edad de 88 años]Su incoativo ciclo de autor irrepetible nos
legó una integridad moral que le llevó a ofrecer, en una década que
pretendía reverberar como jamás lo hiciera antes, ocultando un universo
populista y deprimido, a través de inenarrables reflejos sublimados y
sofisticados por el siempre fatídico mito, algunos de los más veraces,
cáusticos y auténticos retratos de su país: King Vidor. Su abuelo
Charles Vidor, de nacionalidad húngara, emigró, junto con otros
compatriotas en busca de refugio, a los Estados Unidos, huyendo de la
gran Revolución que se produjo en Hungría en 1848. La familia Vidor se
instala en Galveston en 1850. Logran sobrevivir al terrible huracán que
asola la ciudad en 1900. La primera aventura cinematográfica del pequeño
Vidor empieza a los 10 años, cuando es aceptado, pese a su corta edad,
como proyeccionista del único cine de su ciudad natal. Su amor por el
Séptimo Arte crece desde su pequeña sala de proyecciones (contaría King
Vidor en su autobiografía) en importancia y amplitud. Se convierte para
él en un mundo aparte, en una necesidad elemental, en un sólido
fundamento capaz de acaparar inteligencia, cultura y sentimientos.
Primero fueron las primitivas cintas europeas de Max Linder y de la gran
cinematografía italiana, con sus grandes superproducciones entonces en auge. "Vi -cuenta Vidor-, el primer "Ben-Hur", hecho en Italia, de dos rollos, veintiuna veces al día, lo cual hizo un total de ciento cuarenta y siete veces durante la semana en que yo mismo estuve proyectándola. Puedo asegurar que ni los mismo actores que intervinieron en dicho film pudieron "empaparse" de ella más de lo que hice yo. Frente a sus imágenes, recuerdo que mi mente desarrollaba una especial energía. Sin dejar que nada distrajera mi pensamiento, me concentraba insistentemente en la exagerada mímica de los personajes que desfilaban por la pantalla, que, por supuesto se expresaban de forma arrebatada por el movimiento de sus manos y brazos. Naturalmente la actividad de aquellos hombres y mujeres allí plasmados por el celuloide se unificaba en muchos y muy variados actos, pero vivían encadenados y reunidos en uno solo: la grandeza de lo filmado. Yo sacaba provecho de todo. Dado que visionaba la película una y otra vez, trataba de retenerla en su totalidad, y por eso, otras veces, me decidía a estudiar únicamente las expresiones de sus rostros; y, finalmente, lo que resultaba más difícil: penetrar en sus pensamientos que, por supuesto, llegaban hasta mí expresados tan sólo por las actitudes de sus cuerpos".
En 1913, como también él cuenta, "con el virus del cine metido en la sangre", consigue ser contratado a los 18 años como "cameraman" de actualidades por Mutual Film Corporation,
uno de los primeros conglomerados norteamericanos dedicados al naciente
arte de la cinematografía (famosa por haber producido algunas de las
comedias más famosas de Charles Chaplin), y en dichos estudios
rueda "Hurricane in Galveston" ("Huracán en Galveston"), además de
maniobras militares, carreras automovilísticas y otras series de
acontecimientos sociales muy en boga por aquellas fechas. Vidor logra ser aceptado también como ayudante, primero del ya afamado productor, director y guionista Thomas Arper Ince,
1882-1924, y luego del gran genio del cine mudo, uno de los más grandes
innovadores del arte cinematográfico de todos los tiempos, David. W. Griffith, 1875-1948. En 1919 Vidor
rueda "The Turn of the Road" ("La vuelta del camino"), y se afianza
tras conseguir un enorme éxito en 1922 al dirigir y montar "Peg O'My
Heart" ("Peggy de mi corazón")
En 1925, producida por el gran magnate de MGM, Irving Thalberg, realiza su primer gran film: "The Big Parade" ("El gran desfile"), con grandes estrellas del silent movie, John Gilbert y Renée Adorée. La película constituiría un éxito comercial inesperado. El primer paso de gigante de King Vidor en
el Séptimo Arte, que anuncia de un modo ya casi profético la que sería
una de las estructuras narrativas más notables como material dramático
que trasciende el expresionismo del cine mudo para convertirse en un
realismo capaz de encarnar los problemas de conciencia desde un punto de
vista psicológico, que más adelante alcanzará su máxima actualidad en
sus futuras producciones, ya en el cine sonoro.
"The Big Parade" levantó, no obstante, una
considerable polvareda internacional. El film, ambientado en la I Guerra
Mundial, adolece de excesiva patriotería. La acción dramática, como era
habitual en la etapa muda, posee un discutible y muchas veces endeble
"gran desfile" de imágenes bélico-románticas en exceso melodramáticas ("El joven Jim -John Gilbert- que parte a combatir al frente francés, en el cual perderá una pierna. Repatriado a Estados Unidos, cuando se reintegra a su rutinaria vida, renuncia a su inconstante e insufrible novia, y decide regresar a Francia para reunirse con una dulce campesina francesa -Renée Adorée-, angelical criatura en la que hallará la verdadera esencia del amor desinteresado"),
mas, pese a todo ello, aún hoy, "The Big Parade" ofrenda fragmentos
antológicos como el de la partida del ejército hacia los terribles
frentes de trincheras, o la salida de camiones y la conmovedora
despedida de los dos protagonistas. Asimismo, el encuentro de los
soldados enemigos en el hoyo formado por un obús o la desesperada marcha
del despavorido ejército a través del bosque de Bellau resisten la
carcoma del tiempo con sus imágenes vigorosas y de una autenticidad
escalofriante (basadas en los recuerdos de guerra de su gran guionista
Laurence Stalling, que luchó en el terrible frente francés). La prensa
inglesa no dudó en acusar a la MGM de haber planeado una sucia
maniobra propagandista que se excedía en su ostentación patriotera muy
elocuente en la sociedad norteamericana, y que Vidor, Stalling y
Thalberg pretendían demostrar que los Estados Unidos eran los auténticos
protagonistas de la victoria obtenida sobre Alemania.
King Vidor, tras "The Big Parade", (hoy
algo apolillada y en cierto modo, como apuntan algunas de las críticas
más feroces, "con gran profusión de escenas risibles") se convertiría,
ante todo, en uno de los más colosales cronistas de gestas colectivas.
En sus siguientes films hallaremos siempre una de las más altas y nobles
explicitaciones del lenguaje fílmico de los sentimientos, un encanto
particular y entrañable del que, hasta entonces carecieron sus
predecesores, y que como artista más moderno y excelso pensador, afina
la sutileza del realismo, que van más allá de la captación de escenas
épicas (pero que se enlazan en un impulso irresistible de lo colectivo),
y cuya cúspide representó la gigantesca etapa soviética. Vidor, a
medio camino entre el "primitivo cantor homérico" y el no menos remoto
"patriarca bíblico", se centra en una observación atenta y continua de
la "crónica social". Presta oído a la voz populista del mundo, y
pretende demostrar obstinadamente una armonía pura que reside en el
corazón, pero que malgré tout
no puede liberarse del impulso fecundo y muchas veces vivificante que
confiere la pasión más exacerbada. "Street Scene" ("La calle"), 1931,
(basada en la famosa obra teatral, "Pulitzer Price", de Elmer Rice), y las futuras y modélicas "Duel in the Sun" ("Duelo al sol"), 1946, "The
Fountainhead" ("El manantial"), 1949, y "Ruby Gentry", ("Pasión bajo la
niebla"), 1952, serían un fiel muestra de todo ello. Y un último y modélico western "Man Without a Star" ("La pradera sin Ley"), 1955, con un magnífico Kirk Douglas, William Campbell, Jeanne Crain, Claire Trevor y Richard Boone.
Este difícil equilibrio hallará, todavía en la
etapa muda, su más culminante perspectiva e iluminación pictórica del
realismo en su siguiente film "The Crowd" ("Y el mundo marcha"), 1928,
drama absoluto, imprescindible, dotado de un obsesivo sentimiento de
lírica emoción por cuantas dificultades se imponen al hombre cuando éste
trata de conservar un mínimo de frescor en su vida doméstica. Film que,
todavía hoy, retiene un aire juvenil, un intimismo fuerte impregnado de
sensibilidad, y una desesperación razonada y lógica, seriamente
meditada, sobre el devenir del pequeño triunfo populista frente a un
final descorazonador y deprimente ante el cual se impone el deber de
reaccionar y recobrar el valor perdido. "The Crowd" fue considerado el
más perfecto drama de la ambición y el fracaso, como ya se indicó, de un
moderno empleado de la jungla capitalista que impone la ciudad de los
rascacielos (o cualquier otra gran ciudad del mundo). Para su
protagonista (un oscuro y desconocido actor James Murray, que en
1936, a los 37 años, aparecería ahogado en el río Hudson, -suicidio o
accidente jamás dilucidado-) todo intento por escapar de su humilde
clase social resulta inútil. Como exaltación recíproca o contraste
simultáneo a su anodina existencia Vidor contrapone el valor de la
familia formada por su esposa (Eleanor Boardman) y los dos hijos pequeños inmediatamente nacidos de su matrimonio. Vidor
nos ofrenda un espléndido inicio, merced a sus brillantes movimientos
de cámara a los que ya nos acostumbrará fácilmente en su subsiguiente
filmografía, para arrancar a su protagonista de la gigantesca masa
anónima de la ciudad, donde también, al final de la película, acabará
por reintegrarlo. Planos antológicos que muestran a la multitud que
entra y sale de un inmenso edificio comercial, virajes esplendidos de la
camara que entre los espacios agobiantes de los rascacielos recorre
filas interminables de ventanas, como incontables ojos de indiferencia
que forman parte de un mundo de edificaciones imponentes, al igual que
moles siniestras entre las que hasta respirar resulta condenadamente
difícil. A través de una de ellas, la cámara llegará hasta centenares de
mesas y empleados, atrapando al protagonista en su rutinaria y anodina
tarea oficinil. King Vidor, tras rodar varios finales del film,
optó por tentar al espectador con un sentimiento indisolublemente ligado
al fracaso y a la rendición tras las vicisitudes sufridas por los
personajes. Un movimiento de retroceso y de elevación de la cámara
acabará por dejarlos abandonados como insignificantes granos de arena en
la multitud. "The Crowd", autentica obra maestra y film imprescindible
de la etapa del silent movie, se erige en uno de los más crudos testimonios sociales del llamado "struggle of life", ya a las puertas del gran crack de 1929. Vidor recibiría por ella su primera nominación al Premio de la Academia.
De ese mismo año, "Show People" ("Espejismos") con Marion Davis,
será la última película muda de la actriz y del director. En 1929 rueda
su primer film sonoro: "Hallelujah!" con el primer reparto
afro-americano de la historia de Hollywood, y en el cual Vidor
establecería el más arrebatador, espectacular, renovador lenguaje como
clave a imitar (utilizada posteriormente por infinidad de directores) en
cuantas obras sonoras empiezan a despuntar en Hollywood.
En
su no menos inolvidable y conmovedora "Street Scene" ("La calle"),
1931, la aportación al arte de las imágenes del elemento sonoro halla en
Vidor una de las continuidades más vivas e interesantes para el
espectador que se han entronizado en el Séptimo Arte. Entre espacios
tremendamente reales y coherentes el cine "puro" de Vidor estudia
a cada personaje a su gusto. Los personajes se vinculan al medio sin
reservas ni complejos, y se integran con plenos derechos a un lenguaje
visual que alcanza una entrañable cúspide de realismo psicológico.
Actuaciones y situaciones, colocadas a diferentes distancias de la
cámara, a los que se añaden "picados" y "contrapicados" vertiginosos de
los personajes y edificios ciudadanos, revalorizan la importancia vital
del actor que se vincula a los mismos, así como la trascendencia de los
diálogos y, nuevamente, del decorado. Una estética audiovisual que, como
veremos poco después, en Orson Welles, que parte de las mismas premisas técnicas, alcanzarán la cima definitiva de la intemperancia figurativa.
Como imperecedero testamento fílmico del múltiple
género triunfante de King Vidor permanecen, entre otras muchas,
"The Champ" ("El campeón"), 1931, "Bird of Paradise" ("Ave de paraíso"),
1932, "Our Daily Bread" ("El pan nuestro de cada día"), 1934, la
extraordinaria "Stella Dallas", con una inolvidable interpretación de Barbara Stanwyck, 1937, "The Citadel" ("La ciudadela"), 1938, "Comrade
X" ("Camarada X"), 1940, con una exquisita Hedy Lamarr entregada
por primera vez a la comedia, "Duel in the Sun" ("Duelo al sol"), 1946,
"The Fountainhead" ("El manantial") y "Beyond the Forest" ("Más allá de bosque"), 1949, uno de los más enfebrecidos "overacting" de Bette Davis,
"Ruby Gentry" ("Pasión bajo la niebla"), 1952, y "War and Peace"
("Guerra y paz"), 1956, "Solomon and Sheba" ("Salomón y la reina de
Saba"), 1959, varias de
ellas nominadas al Premio de la Academia. Reemplazó a George Cukor en el
rodaje de "Gone With the Wind", ("Lo que el viento se llevó"), pero su intervención en la realización
de gran parte del metraje del film no fue jamás acreditada. En 1962
encabezó el 12th Berlin International Film Festival. Vidor y su obra entraron en el Guinnes Book of World Records
por su larga carrera como director cinematográfico, que dio comienzo en
1913 y culminaría en 1980. En 1979 recibió un "Oscar Honorífico" por
parte de la Academia de Hollywood.
No hay comentarios:
Publicar un comentario