Bastaba la firma de 
Douglas Sirk como director de "Written on the Wind"
para que este gran melodrama, entre los muchos y majestuosos que llegó a
dirigir, ya desde las escenas iniciales aparezca encauzando la mayoría
de los sentimientos que pugnan por expresar el desafío emocional del
individuo, ya sea hombre o mujer, y tratar de asumir una escala de
valores tan precisa como pueda serlo una emancipación íntima de las más hondas pasiones, dolorosas por supuesto, pero que no pueden dejar de lado ni tan siquiera el
no menos prematuro castigo que los cuatro personajes del film ilustran
perfectamente. Douglas Sirk vuelve a demostrar así que, además de
ser uno de los más exquisitos directores que enseñorearon la Meca del
Cine, fue asimismo, como ya se ha indicado, un gigante creador de muchos de los más
extraordinarios dramas que vieron la luz en la pantalla a partir de los viejos
modelos del cine hollywoodense. Sus
esplendorosas puestas en escena y sus grandiosos sentidos del encuadre,
incluso frente a sus famosas tomas frontales con espejos, forman una
inconmensurable y mágica pirueta artística casi milagrosa para lograr
conducirnos a un final sumido en esa especie de enloquecimiento artístico que nos provoca tanta belleza,
y hasta el fetichismo obsesivo que en la película crea su musa, retrato de una casi perversa enamorada como el que interpreta, con tanta limpieza como dureza, la sensual e inenarrable actriz que fue Dorothy Malone (y que le valió el Oscar a la Mejor Actriz de Reparto, cuando realmente lo merecía como Mejor Actriz Protagonista) "Escrito sobre el viento"
forma parte así de un tiempo cinematográfico que, por desgracia, ya nunca
volverá, al que además se añade el exclusivo aliciente de sus
espléndidos actores y un sentido de la atmósfera que controla
majestuosamente cada acto de degradación de los personajes, y cuya
indiscutible estética encaja a la perfección cuando el descarnado drama
explota. Sirk, magistralmente,
aprecia y domina el desarrollo de las relaciones de sus cuatro personajes
por la posición del actor en el plano, como cuando Hudson se ve en un espejo que reúne a la pareja Stack y Bacall, que luego acabarán casándose. Los cuatro amantes participan también en un peligroso, llamativo y bellísimo climax de aceleración (el baile enloquecido Marylee Hadley-Dorothy Malone mientras Jasper Hadley-Roberth Keith, su amargado padre, sufre un mortal infarto. Y las carreras demenciales en su magnífico porsche de Kyle Hadley-Robert Stack (una interpretación de lujo con Oscar incluido), dominado por el alcohol y el deseo de venganza contra su amigo de infancia Mitch Wayne-Rock Hudson. Todo un recorrido casi suicida y panteista como simbolizan sus llamativos autos deportivos rojos y amarillos. Y así el guion de George Zuckerman a menudo levanta polvaredas turbulentas de forma muy similar a como lo hacen los amantes de la velocidad. "Written on the Wind" puede ser la narrativa más concisa y eficiente de Sirk, solo rivalizada, aunque muy inferior a su predecesora, por "The Tarnished Angels" ("Ángeles sin brillo"), basada en la novela de William Faulkner "Pylon", cuyo guion escribió también George Zuckerman, estrenada un año después de "Escrito sobre el Viento", y también protagonizada por Stack, Malone y Hudson. Su teatralidad aérea en blanco y negro proporcionaría una versión más áspera de "Written on the Wind". Pero con Douglas Sirk
de nuevo, y merced a su indiscutible genialidad, toda tesis sobre el
melodrama es perfectamente defendible y revalorizable. Rodada con todo
lujo de medios puestos al alcance de Sirk por Universal Picture, Malone y Stack eclipsaron a dos de las estrellas más rutilantes de la época dorada como Lauren Bacall y Rock Hudson.
Dorothy Malone as Marylee Hadley in "Written on the Wind" (Best Supporting Actress Ranking)
Robert Stack as Kyle Hadley in "Written on the Wind" (Best Supporting Actor Ranking)












Los Hadley, la acaudalada familia
petrolera de Texas, son tan ricos que el pueblo en el que viven lleva su
nombre. La compañía está dirigida por el patriarca Jasper (Robert Keith),
un viudo cuyos dos hijos no han resultado como esperaban. Malcriados por los
abusos de que pueden llegar a proveer el exceso de dinero, tanto Kyle (Robert
Stack), como Marylee (Dorothy Malone) viven en un constante
comportamiento de disipación erótica y alcoholismo. El mejor amigo de la
infancia, Mitch Wayne (Rock Hudson), les proporciona el único punto de
apoyo en su derrochadora y vacía existencia. La película comienza con un fascinante salto al futuro antes de retroceder un año, cuando Mitch conoce a Lucy (Lauren Bacall), la secretaria del director de la agencia de publicidad que promociona Hadley Oil. Mitch intenta usar a Lucy como cebo para controlar a Kyle, quien increíblemente ha volado a Nueva York de juerga —literalmente pilotando su avión privado— en busca de su sándwich de carne favorito. El plan funciona, pero al mismo tiempo fracasa.











Lucy siente cierta animadversión por las desaforadas muestras de prepotencia adinerada que ofrece Kyle, tras el breve viaje a Miami. Mitch se muestra contrario a las fatuas intenciones de Kyle.







Aquella misma noche, cuando Kyle va en su busca, Lucy se marcha del hotel para volver a Nueva York. Kyle corre en su busca. 




Finalmente se deja atrapar por él, y acabarán por contraer matrimonio. 




Durante la primera noche de luna de miel, Lucy descubre que Kyle esconde un revólver debajo de su almohada
















RESCATANDO A LA DESCARRIADA
MARYLEE HADLEY



Las escapadas de Marylee Hadley
suelen ser preocupantes, dado que siempre frecuenta bares apartados del
centro de la ciudad y se refugia por aburrimiento en manos de cualquier
tipo que la considera como una presa fácil, aunque la Hadley lo hace todo por despecho hacia Mitch Wayne,
del que se halla completamente enamorada y es de igual forma rechazada
por él, que tan sólo admite una relación fraternal con ella. 








Esa mañana, reciben una llamada de un conocido bar de baja categoría regentado por un tal Dan Willis (Robert J. Wilke) que suele avisar a los Hadley y especialmente a Mitch cuando Marylee se halla en compañía de un tal Roy Carter (John Larch), que trabaja para la petrolera, individuo mujeriego poco recomendable que pretende pasar la noche con Marylee. 











Kyle amenaza a Carter, tratando de intimidarle para que no vuelva a acercarse Marylee. Carter se enfrenta a Kyle y se inicia una pelea entre ambos, mientras Mitch, junto al mostrador decide no intervenir y dejar que Kyle defienda por si mismo a su descarriada hermana, culpable, por hastío y diversión, de estos encuentros con tipos de la calaña de Carter.

































































































































































































































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